Ante la reciente decisión de la Sala Constitucional ordenando que ciertos empleados públicos (y lo que, sin duda, abre el espacio para medidas idénticas generalizadas en sociedad) tengan que vacunarse obligatoriamente contra el COVID, aunque de negarse pierdan el empleo y sean sancionados, sólo desearía que estos magistrados leyeran este comentario y así se darían cuenta del daño a las libertades constitucionales que están prohijando y que, más bien deberían estar protegiendo y expandiendo.

LAS RAÍCES TOTALITARIAS DE LAS ÓRDENES DE VACUNARSE

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
2 de setiembre del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein american institute for economic research vaccine, September 2, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Durante el trascurso de la pandemia, principios de lo que significa una sociedad libre están siendo redefinidos por los colectivistas.

Considere este ensayo, ¿Don’t COVID Vaccine Mandates Actually Promote Freedom? [¿No promueven en realidad la libertad las órdenes de vacunarse por el COVID? en que los médicos especialistas en ética Kyle Ferguson y Arthur Caplan afirman que, “quienes se oponen a tomar medidas enérgicas contra los no vacunados están totalmente equivocados.” Ferguson y Caplan están seguros de que sus oponentes tienen una “visión fallida de libertad.” Arguyen ellos que los pasaportes o las órdenes son difícilmente ‘tácticas intimidatorias.’ Estas estrategias son mejor vistas como inductoras de libertad. Ellas provocan libertad en vez de apagarla.”

Agregan ellos, “una campaña de vacunación exitosa nos liberará -como individuos y como un colectivo- de la sujeción inhumana a una pandemia que simplemente no parece terminar.” El “Partido” de Orwell proclamó en 1984 que “Libertad es esclavitud.” Ferguson y Caplan están cerca de afirmar que la “Esclavitud es libertad.”

Ferguson y Caplan nos aseguran que la visión ilustrada de un “individuo ilimitado” está fuera de época. Ellos quieren reimaginar la libertad como comunal, empezando por “la participación individual en una comunidad y el tipo de comunidad en que el individuo vive.” Ellos desarrollan su argumento:

“Aquí, la libertad es comunal en vez de individualista. Y, en vez de ser ilimitados, los individuos en la comunidad libre están atados por y el uno al otro. La libertad comunal logra mucho más de lo que el individuo ilimitado jamás podría lograr. Crea nuevas posibilidades y expande nuestros horizontes. La vida es ampliada cuando nuestra comunidad es libre, pues podemos participar en libertad comunal y de los bienes que ella crea.”

Ellos nos quieren regresar al futuro con Rousseau como su guía:

“Esta idea de libertad es como aquella de Rousseau: Una sociedad es convertida en libre por la cooperación de individuos, al atarse por sí mismos el uno al otro y la búsqueda racional de bienes en común. Desde esta perspectiva, las órdenes de vacunarse y otras “tácticas de mano dura” inducen la libertad en vez de restringirla.”

SEDUCIDOS POR EL BIEN COMÚN

Para algunos, las visiones floridas del bien común siempre han sido seductoras. En Camino de Servidumbre, Friedrich Hayek hace ver que, incluso gente de buenas intenciones, preguntará “¿Si es necesario para lograr objetivos importantes,” por qué el sistema no debería “ser manejado por gente decente para bien de la comunidad como un todo?”

Hayek desafía la creencia axiomática de que gente sabia puede decirle a otros cuál es el bien común. Él explica por qué no existe tal cosa como el bien común: “El bienestar y la felicidad de millones no pueden medirse en una escala única de menos o más. El bienestar de la gente, como la felicidad de un hombre, dependen de tantísimas cosas que pueden ser provistas en una variedad infinita de combinaciones.”

El historiador ganador del premio Pulitzer, James Macgregor Burns, relata en su libro Fire and Light [Fuego y luz: cómo la ilustración transformó nuestro mundo], cómo las ideas de Rousseau acerca de la voluntad general condujeron a la brutalidad de su discípulo Robespierre. Como Hayek, Burns explica que no puede llegarse a un acuerdo acerca de qué es el bien común. Alegar que se gobierna para el bien común conduce inevitablemente a excesos. Robespierre y los otros once hombres que conformaron el Comité de Salud Pública gobernaron Francia con un “poder ilimitado” y “terror.”

Burns explica lo que Rousseau no entendió: “El conflicto pacífico y democrático [es] crucial para el logro de la libertad.” En vez de ello, Rousseau imaginó, como Ferguson y Caplan, “una nueva sociedad llena de buenos ciudadanos… desinteresadamente trabajando y con mentes idénticas para el bien común.”

Las ideas de Rousseau son mantras para los censores. En el mundo de Rousseau, no habría “largos debates, disentimientos y tumultos” molestos, que impiden la puesta en práctica del bien común.

El Dr. Fauci está seguro de que está en lo correcto, y ha tenido lo suficiente de quienes hacen elecciones diferentes de su directriz: “Yo respeto la libertad de la gente, pero, cuando usted está hablando acerca de una crisis de salud, como la que hemos venido teniendo hasta ahora por más de un año y medio, el momento ha llegado: ¡ya basta!” No escondamos el significado claro de Fauci, yo respeto la libertad de las personas para que hagan lo que yo les digo.

Ahora está siendo invertido el derecho humano básico a decidir qué es lo que entra en su cuerpo.

Usted tiene que ponerse todas las vacunas que el Dr. Fauci y Pfizer consideran necesarias. Ellos -no usted- decidirán los parámetros de su libertad, con Ferguson y Caplan aplaudiéndoles. Calma, como Robespierre, las decisiones falibles del Dr. Fauci, políticos, burócratas y amigotes, son para el bien común.

Con libertad redefinida, no habrá necesidad de asumir responsabilidad personal por sus decisiones de salud. Quienes no están de acuerdo con la guía oficial deben ser abordados. Prohíbales viajar, ir a escuelas, y trabajar. En la visión Rousseauniana de Ferguson y Caplan, la sociedad simplemente está expurgando a quienes no se arrodillan a lo que sea que es proclamado por el bien común.

LA ARROGANTE MENTALIDAD JACOBINA

Burns explica que los líderes que operan a partir de una mentalidad del bien común tienen la “convicción absoluta” de que están en lo correcto, Burns explora la Revolución Francesa al relatar la tiranía totalitaria de los Jacobinos: “Los Jacobinos creían sólo en ser ellos quienes entendían el bien general del pueblo francés, por tanto, ellos eran moralmente correctos.”

Continúa Burns, “La oposición era considerada no sólo como errada, sino malvada y traicionera y, por tanto, punible, incluso letalmente., Los Jacobinos establecieron un monopolio de la virtud, lo que significaba para ellos una licencia para matar a quienes mantenían otros valores.”

Hoy en día, los Jacobinos de la salud no dicen que ellos deberían matar a los no vacunados, pero, algunos afirman que los no vacunados deberían ser privados del cuido de la salud.

En su ensayo seminal, “Individualismo: el verdadero y el falso,” Hayek contrasta el verdadero individualismo y el falso individualismo de filósofos como Rousseau.

El verdadero individualismo, “es el producto de un agudo conocimiento de las limitaciones de la mente individual, que induce a una actitud de humildad hacia los procesos sociales anónimos e impersonales, mediante los cuales los individuos ayudan a crear cosas mayores que las conocidas.” En contrate, el falso individualismo “es el producto de una confianza exagerada en los poderes de la razón individual y de un desprecio consecuente hacia todo lo que no ha sido ideado conscientemente por ella o que no le sea completamente comprensible.”

Cuando Ferguson y Caplan escriben, “La libertad es comunal en vez de individualista,” ellos, en palabras de Hayek, expresan “el más absurdo de los malentendidos comunes.” La adopción de esas ideas, explica Hayek, ha sido “una fuente del socialismo moderno.”

El error cometido por los apologistas del colectivismo es “la creencia de que el individualismo postula (o basa sus argumentos sobre el supuesto de) la existencia de individuos autónomos y aislados, en lugar de entender que el carácter y la naturaleza de los hombres están determinados por su existencia en sociedad.”

Este falso individualismo de Rousseau y otros supone que “cuanto el hombre logre es resultado directo y está condicionado por el control de la razón individual.”

Enmascarados como gente que razona mejor, Ferguson y Caplan, en palabras de Hayek, pretenden “ser directamente capaces de considerar los conjuntos sociales, como la sociedad.”

La explicación de Hayek del “verdadero individualismo” es el antídoto para dicha arrogancia. El enfoque de Hayek es “anti racionalista” y “considera al hombre no como un ser inteligente y racional sino como un ser muy irracional y falible, cuyos errores individuales son corregidos sólo en el curso de un proceso social, y que aspira a sacar la máxima utilidad de un material muy imperfecto.”

Nosotros nunca podemos lograr lo mejor de “material imperfecto” cuando, a aquellos que se presentan como teniendo un conocimiento superior, se les permite coercer a otros. Escribe Hayek, “Lo que el individualismo no enseña es que la sociedad es más grande que el individuo sólo en cuanto ella sea libre. En tanto esté controlada o dirigida, queda limitada a los poderes de mentes individuales que la controlan o la dirigen.” En otras palabras, elija ser dirigido por el poder limitado de la mente del Dr. Fauci o elija el poder virtualmente ilimitado e impredecible de una sociedad libre.

Reunamos esto. Los colectivistas de la salud, comportándose como Jacobinos, están seguros de que sólo existe un único camino mejor; creen ser el árbitro de la verdad. Vistiéndose a sí mismos con los ropajes santos del augur del bien común, el disentimiento no debe tolerarse. El final de la pandemia requiere no que sigamos a los colectivistas, sino que seamos libres de considerar diferentes perspectivas y descubrir en el curso de un proceso social no coercitivo, qué es lo que realmente funciona.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.