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ADULANDO A FAUCI

Por Max Borders
American Institute for Economic Research
24 de agosto del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como max borders american institute for economic research Fauci August 24, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Sabemos que, durante el pasado año y medio, Fauci ha desempeñado un papel de papa de la salud pública ante los ojos de unos medios aduladores. También, sabemos que, a pesar de su zigzagueo en las guías y el apoyo cuestionable a los lapsos de la política pandémica del gobierno, Fauci continúa sermoneando acerca de las últimas medidas, como órdenes de usar mascarillas y vacunarse.

Sin embargo, más importante es que sabemos que Fauci es el hombre en lo alto de la cadena alimenticia burocrática relacionada con ciertos tipos de financiamiento de invstigación. En otras palabras, Fauci es responsable de repartir miles de millones a científicos suplicantes de todo el mundo. Cuando se trata de donativos federales para investigación acerca de patógenos mortales, incluyendo virus zoonóticos que se parecen al SARS-CoV-2, no existe una autoridad superior en Estados Unidos distinta de Fauci. Él es un monopsonio de la investigación.

Así que, necesitamos saber más. Mucho más. No obstante, los periodistas nos están fallando.

PERMANECEN LAS PREGUNTAS SERIAS

Alguien tiene que irrumpir a través de la narrativa institucional. Alguien tiene que cortar a través del culto de la personalidad. Y alguien va a tener que jugarse el cuello haciendo más preguntas acerca de la gente más poderosa del mundo. Note que ninguna de estas preguntas logrará mucho si viene de un político del ala derecha en una audiencia en el Congreso. Necesitamos periodistas.

Los medios deben considerar la posibilidad inquietante de que la misma organización, cuya misión es “ampliar la salud, extender la vida, y reducir la enfermedad y discapacidad,” pueda ser responsable, si bien indirectamente, de la muerte de alrededor de 4.5 millones de personas, al momento en que esto se escribe.

Por tanto, lo que necesitamos urgentemente conocer, son respuestas claras a las siguientes preguntas:

• ¿Fueron Fauci y su agencia responsables de financiar investigación que puede haber conducido (o que condujo) a una fuga en el laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan? No importa si a usted le agrada o no el senador Rand Paul (Republicano de Kentucky) o sus políticas. Lo que importa es obtener una respuesta más definitiva a la pregunta de arriba. Las tecnicidades alrededor de definiciones de “ganancia de función” son irrelevantes. Necesitamos tener el panorama completo.

• Si sabemos que la ganancia de función o investigación similar conlleva una amenaza de esa magnitud, ¿por qué el gobierno de Estados Unidos financia del todo a dicha investigación? En efecto ¿por qué el Instituto Nacional de la Salud y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades (NIH y NIAID por sus siglas en inglés, respetivamente), llevan a cabo este tipo de investigación en colaboración con los chinos, cuyos líderes tienen un registro triste de derechos humanos y probablemente tienen su propio programa de armas biológicas, según diversas fuentes de “inteligencia”? Necesitamos conocer toda la historia.

• ¿Estaba Fauci involucrado en algún tipo de encubrimiento acerca de los orígenes potenciales del virus? Tal cosa incluye colusión con jugadores como Jeremy Farrar, Peter Daszak, Francis Collins o Kristian Andersen. Recuerde que el último le advirtió inicialmente a Fauci que el SARS-CoV-2 parecía haber sido producto de ingeniería en un laboratorio. En efecto, el 31 de enero del 2020 Andersen le escribió esto a Fauci;

“Las características inusuales del virus constituyen en realidad una pequeña parte del genoma (<0.1%), así que uno tiene que mirar verdaderamente de cerca todas las consecuencias para ver que algunas de las características (potencialmente) lucen ser producto de ingeniería.”

Note que este es el mismo Kristian Andersen quien, tan sólo cuatro días más tarde, concluyó que la propia idea de un virus hecho en un laboratorio, era un conjunto de “teorías excéntricas.” También, sabemos que, en el ínterin, Andersen se reunió con Fauci, junto con otras personas de interés. Si uno pasa de alertas a enloquecer a otros haciendo esas advertencias en sólo cuatro días, debemos preguntar por qué.

Preguntas acerca del involucramiento (o negligencia) de Fauci deberían estar en lo más alto de la lista de los medios, cuando se trata de una pandemia que ha matado a más estadounidenses que la Guerra Civil de Estados Unidos y millones más alrededor del mundo. ¿Qué podrían perder las personas que estuvieron en aquella fatídica reunión si el público supiera que ellos fueron en algo responsables de esta pandemia?

Ha sido necesaria la opinión intrépida de escritores como Matt Ridley. Agregue una red de investigaciones, que incluye al provocador con pinta de troll Yuri Deigin, que haga el trabajo de periodistas acerca de la hipótesis de derrame del laboratorio. La reportera Alison Young merece una mención honorable, lo admito. Y Katherine Eban merece crédito por ir contra corriente, pues ella ya estaba firmemente adherida a las válvulas que bombearon la misma teoría de fuga del laboratorio, cuando su pieza en Vanity Fair llegó a los sitios de venta de noticias. Josh Rogin del Washington Post se refiere a un reporte en el Congreso por el Partido Republicano, pero, ¿por qué el Partido Republicano está haciendo el trabajo del Washington Post?

EN QUÉ SE HA CONVERTIDO EL PERIODISMO

Deberíamos tener más respuestas a estas preguntas, pero los periodistas ya no más están haciendo sus trabajos. O, tal vez con más exactitud, la mayoría de los periodistas ya no piensa más que su trabajo es llegar al fondo de cualquier cosa. Algunos escriben por los clics.
Otros escriben por el partido. Muy pocos buscan la verdad.

Imagínese tener una credencial de periodista y tener que decirse lo siguiente:
1. Anthony Fauci es sólo un burócrata entre muchos en los NIH y NIAID; posiblemente él no hubiera podido trazar cualesquiera fondos de contribuyentes que iban a dar a investigaciones de virus peligrosos, mucho menos si los fondos para investigación en Wuhan eran para la “ganancia de función.”
2. Si expertos como Kristian Andersen están en los niveles más altos de experticia científica, entonces, ¿quién es alguien como para cuestionar esa experticia ̶ en especial cuando se trata de pandemias virales? Si yo cuestiono las afirmaciones de Andersen, mis colegas me podrían llamar un charlatán.

3. Anthony Fauci ha hecho un trabajo tan bueno de guiar al país durante esta terrible crisis de salud pública, que el involucramiento potencial de su agencia en las muertes de millones no es razón para cuestionar su liderazgo continuo.

Y, sin embargo, con raras excepciones, lo de arriba es sólo muestra de lo que un periodista tendría que decirse a sí mismo para tapar sus orejas y decir, lalalalala, aquí no hay nada que ver.

En vez de empezar con escepticismo ante narrativas oficiales, ahora los periodistas se ven a sí mismos como guardianes posicionados alrededor de esas narrativas. Este abandono preocupante del propósito primordial del periodismo amenaza nuestra habilidad para entender al mundo.

Desgraciadamente, para muchos periodistas, esa es la idea.

En vez de escarbar en busca de los hechos, los medios se han convertido en megáfonos de actores estatales y políticos cercanos. En vez de “decirle la verdad al poder,” ahora la mayoría piensa que su trabajo es servir al poder. Sus expertos favoritos, cuya experticia es inexpugnable, son sólo agentes disfrazados de fuentes de la verdad. Se ha corrompido la propia idea de ciencia como un proceso continuo. Y, ahora, los medios ven a sus políticos favoritos como ángeles potenciales dispuestos para traer el Cielo a la Tierra (bueno, si es que ellos no tienen que luchar contra los monstruos de la oposición). Tal como ellos lo vislumbran, el trabajo de un periodista es propagar y amplificar las narrativas que mantienen obediente al público y, alternativamente, perdido en un Salón de Espejos. Dejen que nuestros tan cacareados líderes hagan sus trabajos, lo cual es, aparentemente, apuntalar las arquitecturas de control del comportamiento. Algunas veces eso significa repetir ad nauseam sus temas de conversación o decir mentiras blancas.

EL PRAVDA ESTADOUNIDENSE

Si usted pudiera retroceder en el tiempo y decirle a un soviético, de alta posición en el Politburó, que no había necesidad de amenazar a los reporteros con el Gulag, no le creerían. No obstante, en eso estamos.

Escuelas de segunda alrededor del país le han provisto a la élite política con peones dispuestos. Aquellos quienes, en otro momento, han cuestionado a las autoridades, ahora sirven como sus voceros. Hoy, en Estados Unidos, aquellos más cerca del asiento del poder le entornan los ojos a Jen Psaki y ven a C.J. Cregg [Nota del traductor: personaje ficticio de la serie de televisión The West Wing].

Pero, ¿por qué?

Algunos juegan para los incentivos de la internet y la dinámica de medios sociales. Otros temen ser cancelados por sus colegas. Unos pocos temen a sus editores. Pero, la mayoría de ellos, son simplemente ideólogos perezosos emanados de Columbia o la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Están entrenados para repetir variaciones acerca del tema del partido. Si alguna vez el deber de un reportero fue mejorar la comprensión del público, ellos han abandonado ese deber. Entre tratar expertos como omnisapientes o viendo burócratas de carrera como paladines de la confianza pública, los periodistas han llegado a ser instrumentos crédulos, dispuestos, del Ministerio de la Información de los Estados Unidos.

UNA NARRATIVA INSTITUCIONAL CERCADA

La personalidad de Twitter, Eric Weinstein, piensa que los medios han abandonado su mandato y se han convertido en guardianes de lo que él llama “narrativa institucional cercada.” No puedo más que estar de acuerdo. A pesar de lo anterior, cuando se trató de Paul versus Fauci, Weinstein decidió no tomar una posición. En vez de ello, él conjetura que el involucramiento de Fauci en los niveles más altos podría ser una especie de “Ajedrez de Doce Dimensiones,” más allá de los interrogadores populistas allegados de Fauci. Al menos, es así como Fauci se ve a sí mismo, sugiere Weinstein.

Cuando las apuestas son altas, Weinstein está dispuesto a asumir posiciones independientes, incluso esotéricas. Tal vez, él no desea resultar que se equivoca. O, tal vez, esta es una forma poética de decir Yo no lo sé. Ciertamente, no quiere verse confundido con los inconformes trogloditas que le siguen. Cualesquiera sean sus motivaciones, Eric Weinstein no es un periodista. Pero, es razonable suponer que él está de acuerdo con la proposición de que los periodistas deberían hacer sus trabajos sobre estos y otros temas, lo que requeriría romper a través de la “narrativa instruccional cercada,” independientemente del Ajedrez de Doce Dimensiones.

ASÍ QUE, ¿CÓMO ARREGLA USTED AL PERIODISMO?

La objetividad en el periodismo está muerta. No sólo está muerta porque los periodistas ya no más lo valoran, sino, también, porque la mayoría de la gente ha llegado estar de acuerdo con el hecho de que nadie está en una posición única de servir a la Verdad, en letra mayúscula, como si se tratara de una hamburguesa de queso. Todo mundo esta encerrado en sus perspectivas y todos estamos mediatizados por las pantallas. Pero, lo que queda del periodismo en la era de la posverdad es un ejército de almas perdidas, bombeando descargas en una guerra de memes sin un fin aparente. Eso tiene que cambiar si alguna vez vamos a dar algún sentido a las cosas.

No existe una forma única de restaurar la integridad del periodismo Se va a requerir de muchos enfoques diferentes. Mi enfoque favorito, aunque probablemente el más difícil, es cambiar los incentivos que impulsan a los periodistas. En específico, los cerebritos tendrán que crear sistemas que tengan sentido, que pongan en juego más que el pellejo de la gente ̶ en especial los periodistas. Ya sea por medio de reputación o remuneración, es necesario que exista un costo mayor por estar equivocado.

En el próximo par de años, veremos un surgimiento de tecnologías que tengan sentido y sean resistentes a la censura. Tal tecnología ofrecerá incentivos para cualquiera que traiga evidencia que valide o falsifique las informaciones de periodistas, incluso a los dudosos “chequeadores de hechos,” que están allí afuera. Me imagino una especie de mercado de percepciones diseñado para filtrar la mentira o bravuconería y que estimule la colaboración abierta de evidencia de mayor calidad. (Better Skeptics es uno de esos esfuerzos iniciales, aunque carece de un mecanismo de mercado).

Hasta que exista tal tecnología, tendremos que apelar a la tradición honrada a través del tiempo, de ser aquel que obtiene la primicia.
Debemos despertar cualquier ética que esté enterrada en los corazones de esos pocos periodistas que permanece teniendo un corazón.

Dicho en sencillo, necesitamos periodistas que:

1. Empiecen por cuestionar la autoridad y el cargo;

2. Olviden a quién los hechos pueden ayudar o afectar;

3. Tracen la verdad lo más amplio posible, minimizando el ego, sesgo o carga emocional;

4. Sean un catalizador de imitadores que pueden darle primicias;

5. Miren a la historia en vez del espectáculo;

6. Pregunten, ¿quién escoge? ¿quién se beneficia? ¿cuáles son los hechos?;

7. Lleven las respuestas al punto 6 adonde sea que pueden conducir;

8. Nunca entierren verdades inconvenientes;

9. Traten sus fuentes con respeto;

10. Luchen contra sus editores para mantener su integridad.

Puede que nunca sepamos qué sucedió en la reunión con Fauci a principios de febrero del 2020. Pero, sabemos que cada una de las personas en esa reunión habría tenido incentivos fuertes para llamar la noción de un virus fabricado, una teoría excéntrica (lo cual hicieron), propagar la teoría de los orígenes naturales (lo cual hicieron), y oscurecer su involucramiento potencial en la creación de un virus que tanto daño ha causado alrededor del mundo.

Aunque eso bien puede significar el sacrificio de ganancias en el corto plazo, los periodistas que hacen su labor serán recompensados en el largo plazo.

Max Borders es autor de After Collapse: The End of America and the Rebirth of Her Ideals y de The Social Singularity: A Decentralist Manifesto. También, Max es cofundador del acontecimiento experiencia Future Frontiers y fundador de Social Evolution, una organización dedicada a liberar a la humanidad y resolver problemas sociales por medio de la innovación.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.