LA HISTORIA DE LA CUARENTENA ACENTUARÁ EL DESPRECIO POLÍTICO HACIA EL POBRE

Por John Tamny
American Institute for Economic Research
8 de agosto del 2021

Cuando el pánico político acerca del coronavirus resultó en cuarentenas totalmente superfluas y repugnantes allá en marzo del 2020, no todo mundo sufrió. Como ahora es bien sabido, #richmanscoronavirus les dio la oportunidad a quienes estaban bien económicamente relajarse un poquito, pasar más tiempo con niños que eran similarmente maginados, leer y cocinar y, básicamente, hacer todo tipo de cosas que no eran posibles en días previos al pánico, y cuando el trabajo se realizaba en oficinas.

De entrada, las empresas de la Gran Tecnología, que los confundidos de ambos lados quieren disolver, en realidad merecen nuestro aprecio inmenso. Los avances tecnológicos que llevaron al mercado, hicieron posible que nosotros continuáramos trabajando en una época en que políticos arrogantes, quienes creen que todo gira alrededor de ellos, estaban tratando de hacer imposible que nosotros trabajáramos. Ahora lo ve usted, una clase política asustada por su propia sombra decidió que la misma gente que diseñó todo avance humano, era súbitamente una amenaza total para los demás. Sí, los políticos se pusieron a trabajar en separar a los seres humanos, a pesar de la historia del trabajo colaborativo para arreglar mucho de lo malo en el mundo, incluyendo lo que está mal en la gama de la salud.

La cuestión principal es que, ausente el logro tecnológico incubado por genios humanos laborando con otros genios humanos, las cuarentenas habrían sido económica y personalmente insoportables. Lo cual, de nuevo, explica las acciones arrogantes de la clase política. La verdad sencilla es que, ausentes las compañías tecnológicas que ellos ahora están decididos a debilitar, no hay forma por la que las cuarentenas habrían sucedido. Lo último no debe construirse como una flecha que señala a las Grandes Tecnológicas. Más realistamente, es una flecha dirigida al vasto Estados Unidos medio y medio alto, en particular, el medio del ala izquierda, el medio alto. Dado que esta tajada importante de la humanidad estadounidense no iba a perder el empleo por las cuarentenas, gracias a los avances tecnológicos, las cuarentas serían abrazadas. La tecnología permitió un descanso de la rutina diaria de la oficina, y un camino por el que muchos estadounidenses dieron el paso hacia el descanso; uno que ellos nunca habrían dado si sus propios empleos se hubieran visto amenazados.

Todo eso debe considerarse a la luz de toda la señalización de virtuosidad en medios sociales, todo el uso de mascarillas, todos los carteles de “Gracias Dr. Fauci,” y otros pedacitos desagradables de posturas políticas a partir de marzo del 2020 y más allá. Simplemente, no hay forma para que haya apoyo de gama tan alta, estridente, a eso que quitó la libertad y empleos a tantos, en ausencia de la habilidad de la élite para eludir los horrores.

En efecto, si bien Manhattan casi que se vació en el 2020, localidades costeras, como los Hamptons [Nota del traductor: zona al este de la ciudad de Nueva York, en donde los ricos suelen ir a pasar sus vacaciones de verano], estaban mucho más pobladas. Usted no esperaba que los ricos de Nueva York simplemente se escondieran en sus apartamentos, ¿verdad? No, ellos tenían que vivir. Ellos tenían que comer. Ellos tenían que hacer ejercicio. Ellos sólo no harían esas cosas en lugares más compactos, como Manhattan, en donde podrían entrar en contacto con subhumanos, quienes, en realidad, aún estaban yendo a trabajar. No, los subhumanos podían aportar desde una distancia, pero eso era todo. ¡Nada de tocarse!

Los ricos y el ala izquierda podían hacer sus trabajos desde los Hamptons. Y, así, ellos se fueron hacia allá. E igual su arte, y otras fuentes de entretenimiento. Aquellos que personifican la “limusina estatista” salieron del pueblo pues ellos podían, apoyaron las cuarentenas porque podían, pero, ¿piensa alguien que su reacción habría sido del todo similar, si sus propias formas de vida y fuente de dignidad hubieran sido amenazadas?

O, tome a Tim Page, autor de Parallel Play [Juego paralelo]. El profesor visitante semi pensionado de John Hopkins estaba viviendo en la Ciudad de Nueva York, cuando empezaron las cuarentenas y, para agosto del 2020, se encontró a sí mismo anhelando “una dignidad humana razonable,” como se expresó en el Wall Street Journal. En posesión de medios para salir de Nueva York, Page hizo alguna invstigación para hallar que Belgrado, en Serbia, no estaba cerrada para los estadounidenses. Voló en la noche en AirSerbia y pronto, después de arribar, alquiló un pequeño piso, tan sólo para empezar a vivir en una ciudad que era relativamente libre. En cierto sentido, la historia de Page es bella. Él escribe acerca de la vida en cafés en un momento de separación masiva, de platos de frutas que eran “presentados con un pequeño pichel de miel purificada,” de vino rojo “que era robusto y suculento, con sabor a tierra oscura,” y de un estilo de vida que, en momentos, trajo a la mente a “La Dolce Vita.” Leer sus remembranzas extraídas fue agradable, pero, también, irritante.

Simplemente, Page pudo salir, ir a otra parte, él podía vivir como quería, y no iba a pasar hambre, ¿Habría sido Page siquiera una fracción de optimista, si su trabajo, su empresa, o su habilidad para pagar las cuentas, hubieran sido amenazados por la arrogancia política?

Esto plantea una pregunta básica: ¿dónde está la indignación? Particularmente en la izquierda estadounidense. Miembros de esa última por mucho tiempo se han considerado a sí mismos como compasivos, como llenos de amor hacia aquellos con menos. El 2020-2021 habla con fuerza de qué tan vacía es su postura y, en apariencia, siempre lo ha sido. Lo más pobres del mundo iban corriendo hacia la hambruna y pobreza por cientos de millones, como consecuencia de que países, como Estados Unidos, tomaron un descanso ante la realidad, sin embargo, la izquierda estadounidense era inflexible en cuanto a que, cualquier movimiento que se alejara de las cuarentenas, era irresponsable, y tema de retrasados amantes de la libertad de estados republicanos.

En vez de ello, la izquierda estadounidense apoyaría la extracción de millones de millones de los Estados Unidos por el Congreso, de forma que el Congreso pudiera lanzar dinero a los desempleados junto con dueños de negocios severamente afectados. ¿No vieron ellos la hipocresía de sus acciones? No sólo su apoyo estridente a las cuarentenas dañó más a quienes tienen menos, sino que, la habilidad de lanzar dinero a aquellos más afectados, fue posibilitada pidiendo prestado sin límite contra la producción de -usted lo adivinó- los muy ricos, que muchos de la izquierda estadounidense han despreciado por tanto tiempo. En otras palabras, la riqueza acerca de la cual Alexandria Ocasio Cortés, Bernie Sanders, et al rutinariamente despotrican, es lo que ha hecho posibles el Programa de Protección de Pagos (PPP por sus siglas en inglés) y otros sobornos arrogantes.

Por favor, piense acerca de todo esto. Por favor, piense acerca de cuál habría sido la reacción de los ricos y el ala izquierda, si sus formas de vida hubieran sido amenazadas, y, por favor, piense acerca de lo que esto dice acerca de lo que, en realidad, piensan acerca de la gente pobre.

Reimpreso de RealClearMarkets

Traducido por Jorge Corrales Quesada

John Tamny, compañero investigador de AIER, es editor de RealClearMarkets. Su libro acerca de las tendencias ideológicas actuales es: They Are Both Wrong (AIER, 2019)