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¿ES LA INFLACIÓN REALMENTE UN PROBLEMA?

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
29 de julio del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como alexander william salter american institute for economic research problem July 29, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

El tema actualmente ardiente en macroeconomía es la inflación, en el sentido de que algo en macroeconomía pueda ser “ardiente.”
Comentaristas financieros, económicos, y políticos están hechos un manojo de nervios acerca de aumentos en los precios Incluso el presidente de la Fed, Jerome Powell, está empezando a sonar preocupado, si su reciente testimonio antes el Comité de Banca del Senado de Estados Unidos es alguna indicación.

Damos por un hecho que la inflación es un problema. Pero, ¿lo es? La respuesta resumida es; sí, algunas veces. Pero, estos casos difieren grandemente de la macroeconomía popular del hombre en la calle.

Veamos algunas objeciones comunes acerca de la inflación y discutamos acerca de por qué los economistas no las encuentran particularmente preocupantes.

Primero, muchos condenan a la inflación porque erosiona el poder adquisitivo del dólar. De hecho, una declinación del poder adquisitivo de la moneda ¡es la propia definición de inflación! Pero, ¿por qué ello importa? No hay un valor único del dólar que sea obviamente mejor que otros. Aún más, dado que el valor de la unidad monetaria se reduce en el sentido de que hay más dólares en circulación, es difícil ver esto como algo por lo cual ponerse nervioso en sí y por sí mismo. Es sólo un problema en el tanto en que los individuos usan recursos reales para lidiar con el poder adquisitivo en declinación del dólar.

Segundo, a menudo los trabajadores se preocupan acerca de los efectos de la inflación sobre sus salarios. Un salario monetario dado vale menos cuando hay inflación. De nuevo, eso es correcto, hasta donde llega. Algunos trabajadores pueden ver los precios de los bienes que consumen subiendo más rápidamente que los salarios. Pero, en su momento, los salarios nominales también aumentarán. Recuerden, los salarios son un precio: el precio de la mano de obra alquilada. Si los precios están aumentando en un 5%, pero usted obtiene un aumento del 5%, ¿está usted peor? Es difícil ver cómo. Los trabajadores sólo están peor en el grado en que la inflación es inesperada y que los ajustes en los salarios nominales se hacen con un retraso.

Por supuesto, los trabajadores cuyos salarios aumentan en menos de un 5% tienen una queja válida. Esto apunta a una consecuencia mucho más interesante de la inflación: algunas veces afecta los precios relativos, y, por tanto, la asignación de recursos en el mercado.

A partir de que Richard Cantillon escribiera su Essay on the Nature of Trade in General [Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general] a principios del siglo XVIII, los economistas han sabido que la inflación no se abre camino uniformemente a través de la economía. Algunos precios suben primero. Otros suben, pero después de un rato. Puede que algunos difícilmente aumenten del todo. Esto plausiblemente afecta la estructura de precios relativos en la economía. Puesto que los precios relativos guían la asignación de recursos, la inflación puede resultar en riqueza destruida en forma de errores en la producción y consumo.

No obstante, los efectos de Cantillon han mostrado ser muy resistentes a la estimación empírica. Las pocas veces que economistas salen en su búsqueda, parecen ser pequeñas e imprecisamente estimados. Eso nos significa que del todo debamos descartar el potencial de los efectos de Cantillon. Pero, los ubica en una perspectiva. En la práctica, tal vez esta acusación condenatoria teórica de la inflación no es tan poderosa.

Lo que en realidad importa, insisten los economistas, es la inflación no anticipada. Si sabemos qué está sucediendo con la oferta de dinero, podemos tomar en cuenta esas expectativas en los contratos que escribimos. Si estamos buscando una tasa del 3% de rendimiento en dólares ajustados por la inflación, y esperamos que la inflación sea un promedio del 2% durante el período del contrato, entonces, yo y mi contraparte deberíamos estar felices suscribiendo un contrato al 5%, lo que nos lleva a la tasa de rendimiento real acordada (ajustada por la inflación).

Pero, la inflación no siempre es predecible. Cuando los aumentos de precios a través de la economía llegan como una sorpresa, algunos ganan a expensas de otros. Puesto que las ganancias son iguales en magnitud a las pérdidas, estas transferencias no equivalen a una pérdida neta para la sociedad. Sin embargo, la gente toma medidas para evitar esas transferencias ̶ y en el proceso emplean recursos reales. Y el uso de esos recursos reales es un costo neto para la sociedad.

Esta es una objeción más importante a la inflación: cuando quien sea que esté manejando la política monetaria se comporta de manera difícil de predecir, los actores del mercado gastarán recursos valiosos tratando de protegerse de la inflación. Esos recursos gastados son un desperdicio, en comparación con un mundo en donde el poder adquisitivo de la moneda podría ser conocido de antemano.

Para resumir, la inflación tiene costos verdaderos cuando es impredecible. Nosotros queremos que las instituciones monetarias mantengan aumentos generalizados de los precios en un camino estable, que se pueda anticipar. Dado que los bancos centrales a menudo hacen todo lo posible para no ser entendidos, después de todo, podemos tener una queja válida contra ellos.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.