La lectura de este artículo del profesor Ebeling es una buena oportunidad para entender el enfoque de la economía austriaca a los ciclos económicos.

APRECIANDO LAS IDEAS DE F.A. HAYEK ACERCA DEL DINERO Y EL CICLO DE LOS NEGOCIOS

Por Richard M. Ebeling
American Institute for Eco0nomic Research
13 de julio del 2021

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Durante los últimos meses, de nuevo, los rumores acerca de una inflación de precios crecientes se han convertido en el foco de políticos hacedores de política y comentaristas de medios. Si bien precios generalmente crecientes poseen una serie de efectos dañinos, a menudo, no se presta atención a cómo operan los procesos inflacionarios, sus efectos negativos debajo de la superficie de movimientos medidos en el “nivel de precios.” Hace 90 años, la importancia de estos aspectos de un proceso inflacionario la enfatizó el economista austriaco, Friedrich A. Hayek (1899-1992).

Hace nueve décadas, en enero de 1931, Hayek, en ese entonces un economista poco conocido de 31 años de edad, llegó a Londres, Inglaterra, proveniente de Viena, Austria, para dar una serie de conferencias en la Escuela de Economía de Londres (LSE por sus siglas en inglés). Las conferencias fueron un éxito sorprendente, en especial porque el pasado acento vienés de Hayek hizo que fuera difícil para que algunos que asistían, siguieran con facilidad sus argumentos, de acuerdo con quienes estaban en la audiencia.

En Austria, Hayek había estado sirviendo desde 1927 como primer director del Instituto Austriaco para la Investigación del Ciclo de los Negocios, organización fundada con el apoyo y asistencia de su mentor, el bien conocido economista austriaco Ludwig von Mises. En poco tiempo, Hayek había elevado la reputación del Instituto, en parte por la colaboración con la rama de investigación económica de la Liga de las Naciones en Ginebra, Suiza, y significativamente debido a la calidad del análisis económico que Hayek ofreció en los boletines mensuales del Instituto, interpretando las tendencias económicas y financieras en Austria y Europa Central, en general.

Pero, pocos meses antes de dar esas conferencias en la LSE a principios de 1931, la vida de Hayek habría de cambiar radicalmente. Con posterioridad, en esa primavera a él se le ofreció una posición como visitante en la LSE para el período escolar 1931-1932, una posición que poco después se convertiría en un profesorado permanente, quedándose Hayek en la Escuela de Londres hasta fines de la década de 1940.

HAYEK SE CONVIRTIÓ EN UN CRÍTICO IMPORTANTE DE LA ECONOMÍA DE KEYNES

No mucho tiempo después de su arribo a Londres en el otoño de 1931 para asumir sus deberes educativos en la LSE, sus conferencias de enero se publicaron bajo el título Prices and Production [Precios y producción]. Con la publicación de este volumen relativamente pequeño (sólo 12 páginas), Hayek fue catapultado a estatura internacional con la presentación en inglés de su versión de la teoría “austriaca” del ciclo de los negocios, y por ello pronto fue considerado como uno de los principales rivales del economista de Cambridge, John Maynard Keynes, en la explicación de las causas, consecuencias, y curas de la Gran Depresión, por la que el mundo sufría.

A fines de 1931 y principios de 1932, Hayek publicó un comentario extenso y detallado en dos partes del libro recientemente publicado de Keynes A Treatise on Money (1930) [Un tratado acerca del dinero] en las páginas de Economica. Keynes tenía la esperanza de que con este libro sería establecido como un teórico monetario importante. En vez de ello, muchos de los economistas más notables de la época criticaron diversos aspectos de sus teorías. Pero, el coup de grace, que enterró el trabajo de dos volúmenes de Keynes, fue el comentario devastador de Hayek.

Eso obligó a Keynes a lamerse sus heridas y repensar mucho de lo que escribió, sólo reapareciendo en 1936 con su trabajo famoso y más influyente, The General Theory of Employment, Interest and Money [Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Pero, las críticas que hizo Hayek a Un tratado acerca del dinero, eran sólo, si no es que más, relevantes contra la Teoría General:

“Los agregados del Sr. Keynes esconden los mecanismos más esenciales del cambio [económico]…. La afirmación del Sr. Keynes de que no existe un mecanismo automático en el sistema económico que mantenga iguales la tasa de ahorro y la tasa de inversión puede, con igual justificación, extenderse a que no existen mecanismos automáticos en el sistema económico que adapte la producción a cualquier cambio de demanda. Empiezo a preguntarme si el Sr. Keynes alguna vez reflexionó acerca de la función de la tasa de interés en… la sociedad.”

HAYEK ACERCA DE LAS FALACIAS DE LA ESTABILIZACIÓN DEL NIVEL DE PRECIOS

Hayek había empezado a forjarse un nombre por sí mismo en el mundo de economistas de habla alemana, con un libro que publicó en 1929, Monetary Theory and the Trade Cycle (una traducción al inglés de él apareció en 1933). En los años de 1920, la Reserva Federal de Estados Unidos había establecido, como uno de sus objetivos de política, la “estabilización” del nivel general de precios; esto es, ni inflación de precios ni deflación de precios, bajo el supuesto de que dicho objetivo de política ayudaría a prevenir los auges y caídas del ciclo de los negocios.

Hayek afirmó que la política de estabilización de precios estaba creando desbalances en el mercado, al impedir una caída en los precios a la luz de eficiencias en el costo y mayores suministros de bienes ofrecidos en el mercado. Dijo él que, si se iba a mantener un balance apropiado a través del tiempo, entonces, el precio de cada bien tenía que reflejar las condiciones verdaderas de la oferta y demanda, en existencia en los diversos mercados durante cada período de tiempo. Cualquier intento de “estabilizar” el precio de un bien o conjunto de bienes en algún “nivel” a lo largo del tiempo, a pesar de diferentes condiciones en el mercado que pudieran surgir al pasar el tiempo, pondría en movimiento respuestas del mercado que serían “desestabilizadoras.”

En vez de permitir que naturalmente ocurriera una tendencia decreciente en los precios, la Reserva Federal aumentaba la oferta de dinero en la economía estadounidense para contrarrestar el proceso normal de una deflación de precios benigna, a la luz de menores costos de producción y una producción mayor. En términos agregados, la cantidad de dinero demandada para bienes y servicios era aumentada exactamente lo suficiente como para que coincidiera con el aumento en la cantidad de esos bienes y servicios ofrecidos en el mercado, para mantener el promedio estadístico general de precios a un nivel bastante “estable” a través de la mayor parte los años de 1920, medido por el índice de precios al por mayor.

En una economía que experimenta aumentos en la productividad y formación de capital, razonó Hayek, las eficiencias de costo y capacidades productivas aumentadas resultantes en diversas industrias, tenderían, con el paso del tiempo, a ejercer una presión hacia abajo en los precios, debido a los suministros aumentados de bienes ofrecidos a los consumidores en el mercado. El precio de cada uno de estos bienes descendería en el grado requerido para asegurar que se mantuviera balanceado el mercado en que cada bien se vendía.

Con el tiempo, el nivel promedio de los precios, medido por algún índice estadístico de precios, registraría que había ocurrido una “deflación” de precios. Pero, tal deflación de precios no sólo no era dañina en sus efectos, sino que era esencial para que la estructura de precios relativos determinada por el mercado mantuviera la oferta y demanda de cada bien individual en balance, el uno con el otro, a través del tiempo.

Pero, en la idea de Hayek, fue este intento de estabilización en el nivel de precios por la Reserva Federal, y los desbalances “debajo de la superficie” que se creaban entre y dentro de sectores de la economía estadounidense, lo que finalmente condujo a una “quiebra,” en forma de una recesión económica en 1929-1930, que escaló hacia la severidad de la Gran Depresión.

EL TIEMPO Y LOS PERÍODOS Y LAS ETAPAS DE PRODUCCIÓN

En Precios y producción, Hayek explicó en más detalle la lógica de este argumento. Al hacerlo, edificó sobre escritos previos de Ludwig von Mises, The Theory of Money and Credit [Teoría del dinero y del crédito](1912; 2ª ed. 1924) y Monetary Stabilization and Cyclical Policy (1928), quien, a su vez, había sintetizado ideas desarrolladas por el economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk y el economista sueco Knut Wicksell.

El tiempo es un elemento inseparable de la condición humana. Todo lo que hacemos involucra tiempo. Cada una de nuestras acciones requiere que pensemos acerca del tiempo y que actuemos a través del tiempo. Ya se trate de hervir un huevo, o viajar por tren o carro hacia otra ciudad o país, somos confrontados por la necesidad de esperar para que el resultado deseado llegue a ser una realidad. Aplicamos diversos medios a nuestra disposición que parecen ser los más apropiadas para las tareas a la mano y tratamos de lograr los resultados deseados que tenemos en mente.

Pero, la causa (la aplicación de los medios) siempre precede al efecto (la meta u objetivo resultante); y, entre la iniciación de esa causa y sus efectos resultantes, hay siempre un período de tiempo, ya sea que ese periodo de tiempo sea de pocos minutos o muchos años. Cada uno de nuestros planes, por tanto, contiene dentro de sí un período de producción.

Sin embargo, rara vez pueden nuestros planes de producción completarse en un solo paso. Usualmente, los recursos a nuestra disposición deben pasar por varias transformaciones en un número de etapas de producción, antes que los bienes de consumo que queremos estén listos para usarse en su forma deseada, terminada. Un árbol debe ser derribado en la selva. La madera debe ser transportada y cortada en un aserradero. La madera cortada debe llevarse a la fábrica de pulpa y convertida en papel. El papel debe ser empacado y enviado a la imprenta.
El papel debe cortarse al tamaño adecuado y la impresora debe aplicarse a páginas separadas para producir un libro, que llega a nuestras manos después de comprarlo en una librería o pedirlo en línea. Lo que se expresa en este ejemplo sencillo tiene su analogía en toda línea de producción para la manufactura de todo bien concebible.

El AHORRO, LA INVERSIÓN, Y LA TASA DE INTERÉS

Sin embargo, llevar a cabo esos procesos de producción requiere de cierta cantidad de ahorros. Los recursos y materias primas que alternativamente pueden ser usados para satisfacer algunos de los deseos en el presente más inmediato, deben liberarse para actividades de producción que consumen más tiempo. Primero, algunos de estos recursos deben estar disponibles para ser transformados en bienes de capital -herramientas, maquinaria, y equipo- con los cuales, los trabajadores que no están empleados en la manufactura más directa de bienes de consumo, puedan combinar sus esfuerzos en procesos de producción que consumen más tiempo o “indirectos.”

Segundo, recursos y bienes de consumo deben estar disponibles para su uso por aquellos empleados en los procesos de producción. Entre más ahorros haya, más numerosos los procesos de producción que se pueden llevar a cabo en la sociedad ̶ y que puedan tomar más tiempo.
Y, como resultado, mayores serán las cantidades y calidades de los bienes que estarán disponibles para nuestros usos de consumo en el futuro. ¿Por qué? Porque, manteniéndose igual otras cosas, entre más consume tiempo o es “indirecto” el proceso productivo, más productivo (usualmente) son los métodos de producción resultantes.

Sin embargo, entre más largo el proceso de producción que utilizamos, más tiempo tenemos que esperar por los bienes deseados que queremos usar o consumir. Por lo tanto, la gente tiene que evaluar el sacrifico, en términos de esperar, que está dispuesta a tener para lograr un efecto potencialmente mayor y más deseado, que sólo puede obtenerse produciendo durante un tiempo mayor en el futuro.

Los sacrificios de tiempo que la gente está dispuesta a hacer a menudo difieren entre individuos. Y esas evaluaciones diferentes del tiempo abren oportunidades para ganancias potenciales mediante el intercambio. Los dispuestos a posponer el consumo y los usos de recursos en el presente, pueden encontrar individuos que desean tener acceso a una cantidad mayor de recursos y bienes que lo que su propio ingreso y riqueza le dan en el presente. Y este segundo grupo de gente puede estar dispuesta a pagar un precio en el futuro por el uso de esos recursos en el presente más inmediato.

En los mercados surge un precio inter temporal cuando, quienes hacen transacciones, evalúan y “negocian” acerca del valor del tiempo y uso de los recursos. La tasa de interés es ese precio inter temporal. La tasa de interés refleja las preferencias en el tiempo de los actores en el mercado, en relación con el valor de los recursos y mercancías en el presente, comparado con sus valores en el futuro.

EL INTERÉS COORDINA EL AHORRO, LA INVERSIÓN, Y LOS PERÍODOS DE PRODUCCIÓN

Como precio del tiempo, la tasa de interés logra balancear la disposición de algunos para ahorrar con el deseo de otros de pedir prestado. Pero, la tasa de interés no sólo coordina los planes de ahorrantes e inversionistas. También, actúa como “freno” o “regulador” de las duraciones de los períodos de producción llevados a cabo con los ahorros disponibles en la sociedad.

Por ejemplo, suponga que nosotros preguntáramos, ¿cuáles son los correspondientes valores presentes de $100 de rendimiento de una inversión, ya sea a un año, dos años o tres años a partir de ahora, con una tasa de interés de mercado de, digamos, 10 por ciento? Ellos serían, respectivamente, de $90.91, $82.64, y $ 75.13. Ahora, suponga que la gente en la sociedad tuvo un cambio en sus preferencias en el tiempo, tal que ahora escoge ahorrar más, con la oferta de ahorros resultante mayor disponible para propósitos de inversión haciendo que disminuya la tasa de interés a un 7 por ciento. De nuevo, ¿cuáles serían los valores presentes de aquel rendimiento de $100 de una inversión a un año, dos años, y tres años plazo a partir de ahora? Los valores presentes serían, respectivamente, $93.46, $87.34, y $81.63.

Habrá aumentado el valor presente de todas esas tres inversiones, con sus diferentes horizontes en el tiempo. Pero, los aumentos porcentuales en los valores presentes de esos tres posibles horizontes de inversión, no serían los mismos. En el proyecto de inversión a un año, su valor presente habrá aumentado en un 2.8 por ciento. En el proyecto de inversión a dos años, su valor presente habrá aumentado en un 5.7 por ciento. Y, en la inversión a tres años, su valor presente habrá aumentado en un 8.6 por ciento, Claramente, la tendencia de una caída en la tasa de interés sería de un aumento en las inversiones que tienen períodos de producción más largos.

Si, por el contrario, las preferencias en el tiempo se movieran en dirección opuesta, con la gente eligiendo ahorrar menos, con un aumento resultante en la tasa de interés, las inversiones a plazo más largo se harían relativamente menos atractivas. Si la tasa de interés se elevara de un 7 por ciento a un 10 por ciento, disminuirían los valores presentes de un rendimiento de $100, ya sea para uno, dos o tres años a partir de ahora, respectivamente, en un 2.7 por ciento, 5.4 por ciento, y 8 por ciento. Esto haría que las inversiones con periodos de producción más cortos aparecieran ser relativamente más atractivas.

En una economía que experimenta aumentos en el ingreso real, las decisiones de los generadores de ingreso de ahorrar una proporción mayor de sus ingresos no requieren de un descenso absoluto en el consumo. Suponga que las preferencias en el tiempo de los generadores de ingreso fueran tales que ellos, normalmente, ahorrarían un 25 por ciento de su ingreso. A partir de un ingreso de, digamos, $1.000, estarían ahorrando $250. Si aumentara su preferencia por el ahorro a, digamos, un 30 por ciento, con un ingreso dado de $1.000, su consumo tendría que disminuir de $750 a $700 para aumentar sus ahorros de $250 a $300.

Sin embargo, si los generadores de ingreso fueran a tener un aumento en su ingreso real a, supongamos, $1.100 y su preferencia por el ahorro aumentara a ese 30 por ciento, entonces, ahora ahorrarían $330 de su ingreso más alto. Pero, el consumo también aumentaría a $770. Esta es la razón por la que, en una economía creciente, los ahorros pueden aumentar para nueva formación de capital e inversiones incluso en períodos más largos de producción, sin un sacrificio absoluto del consumo. El consumo aumenta con el ingreso real mayor, si bien menos de lo que habría sido si los generadores de ingreso no hubieran escogido ahorrar un porcentaje mayor de su ingreso.

LA ESTABILIZACIÓN DEL NIVEL DE PRECIOS DISTORSIONÓ LA TOMA DE DECISIONES DE INVERSIÓN

Pero, lo que sucedió en los años de 1920, que condujo a la recesión económica de principios de los años treinta, señaló Hayek, fue que, al tratar de mantener el nivel de precios relativamente estable, la Reserva Federal tuvo que aumentar la oferta de dinero y de crédito lo suficiente como para inducir que hubiera suficiente petición de préstamos para invertir y gastar en la economía, para contrarrestar lo que habría ido esa mayor declinación en los precios inducida por los bienes.

El problema explicó Hayek, fue que la tasa de interés que equilibra la oferta de ahorros reales y la demanda de capital, no habría sido una tasa de interés que también evitara cambios en el nivel de precios. Dijo Hayek:

“En este caso, la estabilidad en el nivel de precios presupone un cambio en la oferta de dinero… La tasa de interés a la cual, en una economía en expansión, la cantidad de dinero nuevo que entra en circulación es apenas suficiente para mantener estable el nivel de precios, es siempre menor que la tasa que mantendría la cantidad de capital disponible para préstamos igual a la cantidad simultáneamente ahorrada por el público: y así, a pesar de la estabilidad del nivel de precios, hace posible un desarrollo que lo aleja de la posición de equilibrio.”

Institucionalmente, los aumentos en la oferta monetaria se introducen en forma de reservas aumentadas suplidas al sistema bancario por la Reserva Federal, con base en las cuales se pueden expandir los préstamos. Pero, la única forma en que los bancos pueden inducir a prestatarios potenciales para que se lleven las sumas aumentadas de fondos prestables, es reduciendo las tasas de interés a las que los bancos ofrecen prestarles.

La menor tasa de interés disminuye el costo de pedir prestado, en comparación con la tasa esperada de rendimiento de los diversos proyectos de inversión. Pero, la tasa de interés no es sólo una medición del costo de los préstamos; es, también, el factor por el cual el valor futuro de una inversión se capitaliza en términos de su valor presente. También, la menor tasa de interés actúa como estímulo para llevar a cabo proyectos de inversión de un plazo mayor, que involucran horizontes de tiempo mucho más en el futuro, de lo que habría sido el caso a la tasa de interés más elevada que habría prevalecido en el mercado de préstamos si no fuera por el aumento en la oferta de dinero.

Así, en los años veinte, por debajo de la calma aparente de un nivel de precios estable, la política de la Reserva Federal estaba creando una estructura de relaciones de precios y utilidades relativas, que inducía a una cantidad de inversiones de mayor plazo, que era en exceso de los ahorros reales que las mantendrían en el largo plazo. ¿Por qué eran insostenibles en el largo plazo? Porque, al irse gastando el dinero nuevo en proyectos de inversión nuevos y expandidos, el dinero adicional, en su momento, pasaba a manos de los factores de producción atraídos a esos empleos por ingresos monetarios más altos.

Al gastarse luego los ingresos monetarios mayores en el mercado, también aumentaban las demandas de bienes de consumo, actuando como fuerza que contrarresta el regreso a la producción y recursos para producir bienes de consumo y proyectos de inversión con horizontes de tiempo más cortos. Sólo con inyecciones ulteriores de cantidades adicionales de dinero en el sistema bancario, la Reserva Federal era capaz de mantener tasas de interés por debajo de sus niveles de equilibrio apropiados y, así, mantener temporalmente la rentabilidad de los proyectos de inversión puestos en movimiento por el intento de mantener estable el nivel de precios.

Finalmente, en 1928, bajo la presión de esta expansión monetaria, el nivel de precios empezó a elevarse. La Reserva Federal, temerosa de crear una presión inflacionaria absoluta en los precios, contuvo la oferta monetaria. Pero, con el fin de la expansión monetaria, las tasas de interés empezaron a elevarse hacia sus niveles reales de equilibrio. Algunos de los proyectos de mayor plazo, ya fuera sea que se hubieran terminado o que estaban aún en progreso, mostraron ser no rentables a las tasas de interés más altas. El “auge” de la inversión colapsó, siendo su principal indicación importante la “quiebra” en el mercado de valores en octubre de 1929.

En 1932, en un artículo acerca de “The Fate of the Gold Standard,” Hayek resumió lo que consideraba eran las lecciones de los años veinte:

“En vez de dejar que los precios cayeran lentamente, en la medida plena en que eso hubiera sido posible sin infligir daño a la producción, tales volúmenes adicionales de crédito adicional fueron bombeados a la circulación, de forma que el nivel de precios fuera aproximadamente estabilizado. …Hace poca diferencia que esa inflación sirva sólo para mantener estables a los precios o conduzca a incrementos en los precios.
La experiencia ahora ha confirmado aquello que la teoría ya sabía; que también esa inflación puede conducir a que la producción sea mal dirigida a un grado tal que, al final de cuentas, hace inevitable una quiebra en forma de crisis. Sin embargo, esto también prueba la imposibilidad de lograr en la práctica un mantenimiento absoluto del nivel de precios en una economía dinámica.”

Una vez que la expansión monetaria había llegado a un fin, se pusieron en movimiento fuerzas correctivas en el mercado. Pero, la profundidad y duración de la Gran Depresión resultaron ser mucho mayores y de mayor duración de lo que normalmente perecería es lo requerido para restaurar un balance en la economía como un todo. Sin embargo, las razones de la severidad de la Gran Depresión no se encontraban en una falla inherente de la economía de mercado, sino, más bien, en ideologías políticas y políticas gubernamentales de los años treinta.

LA SEVERIDAD DE LA GRAN DEPRESIÓN DEBIDO A LA INTERVENCIÓN GUBERNAMENTAL

Poco después que Hayek hubiera dado esas conferencias en la LSE, que se convirtieron en Precios y producción, su mentor, Ludwig von Mises, brindó una conferencia ante un grupo de industriales alemanes en febrero de 1931, acerca de The Causes of the Economic Crisis [Las Causas de la Crisis Económica], en que resumió el dilema de política que surgía con las intervenciones gubernamentales que estaban interfiriendo con el propio rebalanceo y procesos correctivos del mercado para restaurar la coordinación de toda la economía y el pleno empleo. Dijo Mises:

“Si se hace todo lo posible para impedir que el mercado cumpla su función como equilibrador de la oferta y la demanda, no es extraño que persista una profunda desproporción entre oferta y demanda, que los productos primarios no se vendan, que las fábricas permanezcan ociosas, que haya muchos millones de desocupados, que la miseria y las privaciones aumenten y que, por último, a raíz de todos estos males, el extremismo destructivo se propague en forma incontrolable en el escenario político… Con la instauración de la crisis económica resulta evidente el fracaso de la política intervencionista, política que es seguida hoy por todos los gobiernos, prescindiendo de que sean responsables ante sus parlamentos o que gobiernen abiertamente como dictaduras… Obstaculizar las funciones del mercado y la formación de los precios no contribuye al orden. Por el contrario, conduce al caos, a la crisis económica.”

Durante los años treinta, Hayek fue uno de los economistas monetarios y del ciclo económico más citados y referenciados de la época en el mundo de habla inglesa. De hecho, un resumen de revistas especializadas de economía de la década mostró que Hayek era el tercer economista más citado, después de Keynes y Dennis Robertson, un teórico monetario altamente considerado, quien también enseñaba en la Universidad de Cambridge.

Las recetas de política de Hayek para recuperare de la Depresión fueron, como las de Mises, a favor de mercados libres, competitivos; menos interferencia gubernamental con los precios y salarios; impuestos y gastos gubernamentales reducidos; y un fin a las manipulaciones del dinero y tasas de interés del Banco Central para estimular cualquier nuevo auge y caída.

EL ECLIPSE INTELECTUAL DE HAYEK HASTA QUE RECIBIÓ EL PREMIO NOBEL

Pero, estas propuestas de política hicieron que Hayek fuera contra la marea del momento, con sus llamados crecientes al gasto deficitario del gobierno, intervención regulatoria y restrictiva incrementada, y propuestas de “respuestas” más radicales de planificación socialista para los problemas de la Gran Depresión. Para la segunda mitad de la década de 1940, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, Keynes y la Revolución Keynesiana habían conquistado los debates monetarios y fiscales. En consecuencia, el análisis de Hayek del ciclo de los negocios no sólo fue rechazado por una gran mayoría de economistas profesionales, sino que sus ideas, en general, cayeron casi en un eclipse pleno durante más o menos un cuarto de siglo.

Sólo después que Hayek recibiera el Premio Nobel en 1974, por su trabajo acerca del dinero y el ciclo de los negocios y su análisis del papel coordinador de los precios competitivos en un mundo de conocimiento descentralizado, de nuevo, una vez más, su lugar importante en asuntos de teoría y política económica, y de economía política de una sociedad libre, recibió el reconocimiento que verdaderamente se merecía.

En el presente estamos siendo testigos de un renacer vigoroso de muchas de las mismas ideas de ingeniería social y planificación central que Hayek confrontó en los años treinta y cuarenta. Las interpretaciones estatistas de la crisis financiera del 2008-2009, el legado paternalista de las cuarentenas gubernamentales del año pasado y los cierres a la luz del coronavirus, y el fanatismo acerca de la fatalidad y el pesimismo del calentamiento global, así como la identidad tribal de los guerreros políticos, todos, están amenazando con un giro peligroso hacia una dirección aún más colectivista, que en la que ya hemos estado viajando hacia abajo.

Los bancos centrales se han empecinado en oleadas gigantescas de expansión monetaria. Las tasas de interés de mercado han sido manipuladas hasta llegar casi a cero por medio de la política de la Reserva Federal. Los gobiernos se han embarcado en una locura fiscal, con decenas de millones de millones de dólares de deuda acumulada, y que sigue creciendo. Y los paternalistas políticos están llevando a la economía hacia una camisa de fuerza con formas de planificación central de tipo fascista, en nombre de “salvar al planeta.”

En algún momento, emergerá una nueva recesión o incluso una depresión, y el retorcerse de las manos de los “políticamente correctos,” todos, apuntará con nuevas acusaciones de otro “fracaso del capitalismo.” Es esencial que ellas sean respondidas con ideas sólidas, razonables y persuasivas, de que los culpables de cualquier desastre económico se han de encontrar en los salones del gobierno y no en el mercado de libre empresa.

Los escritos monetarios y del ciclo de los negocios de Hayek de hace 90 años, y sus muchas contribuciones al entendimiento general de los procesos dinámicos del mercado y los límites a la omnisapiencia gubernamental, son y serán cruciales en la tarea de luchar a favor de la sociedad libre y próspera.

Richard M. Ebeling es compañero sénior del American Institute for Economic Research (AIER) y Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Eveling vivió en la ciudad universitaria del AIER entre el 2008 y el 2009.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.