Como dice esta brillante autora: “esta pieza intentará aclarar el orden espontáneo en lo referente a las instituciones humanas, y hacerlo más comprensible… Sugerirá una caracterización del orden espontáneo que pueda ayudar a facilitar su identificación. Y destacará la operación del orden espontáneo en ámbitos a menudo insospechados, que van desde la administración de los recursos naturales hasta la academia y la inteligencia artificial.” Por eso invito a su lectura a los interesados en este tema básico del conocimiento humano.

EL PODER Y LA OMNIPRESENCIA DEL ORDEN ESPONTÁNEO

Por Elaine Sternberg

The Library of Economics and Liberty
5 de julio del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como elaine sternberg the library of economics and liberty spontaneous July 5, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

De acuerdo con el economista laureado con el Nobel, James Buchanan (1977, p. 96):

“…sólo hay un principio en economía que vale la pena enfatizar. …Aparte de este principio no habría una base para el apoyo general del público hacia la economía como una disciplina académica legítima, ningún lugar para la economía como una parte apropiada de un currículo educativo liberal. Me refiero, por supuesto, al principio del orden espontáneo del mercado…”

El orden espontáneo es crucial para entender instituciones humanas tan fundamentales como el lenguaje y la ley, y tan omnipresentes como la moral, los mercados y el dinero, Es también central en una defensa clave de la libertad individual. No obstante, mucha gente encuentra a la noción del orden espontáneo como contraintuitiva, viendo que no hay cosa alguna entre planificación y anarquía. Algunos académicos respetables incluso han alegado que la noción es incoherente.

Por tanto, esta pieza intentará aclarar el orden espontáneo en lo referente a las instituciones humanas, y hacerlo más comprensible. [1] Sugerirá una caracterización del orden espontáneo que pueda ayudar a facilitar su identificación. Y destacará la operación del orden espontáneo en ámbitos a menudo insospechados, que van desde la administración de los recursos naturales hasta la academia y la inteligencia artificial.

SIGNIFICADO

¿
Qué es un orden espontáneo? Cuando la gente actúa espontáneamente, lo hace impulsivamente, típicamente sin reflexión o preocupación por las consecuencias de sus acciones. Simultáneamente, los órdenes espontáneos no presentan planificación o intención, y sólo emergen; se autogeneran y se autoorganizan.

A menudo, los comentaristas se refieren a la “mano invisible” mencionada por Adam Smith. O adoptan una variación de una fórmula originada por Adam Ferguson en el siglo XVIII, y popularizada por F.A. Hayek en el XX. El orden espontáneo, dice ellos, es “el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano.” Aunque estrictamente cierta para ejemplos institucionales, desafortunadamente esa descripción resumida se abre para el entendimiento errado, en especial si se le toma en aislamiento. Notoriamente, no distingue adecuadamente entre órdenes y sus componentes. [2]

Un orden es un estado de cosas que consiste de elementos que exhiben alguna regularidad o patrón, y las relaciones entre ellos. Los órdenes convencionalmente se han considerado ya sea como naturales o artificiales. Son totalmente naturales si ellos y sus elementos relacionados constitutivos existen independientemente de la acción humana; por ejemplo, cristales, gatos. Ellos son artificiales si son creados por el hombre; por ejemplo, sonetos, rascacielos. Los órdenes artificiales son siempre construidos: resultan de un agente consciente que intencionalmente impone algún patrón o arreglo a los elementos que lo constituyen, típicamente para lograr un objetivo. Así, las partes se ensamblan para construir un carro; los registros se alfabetizan para facilitar la consulta.

Sin embargo, también, los órdenes pueden ser de un tercer tipo: pueden ser espontáneos. A diferencia de órdenes totalmente naturales, los espontáneos pueden tener acciones humanas como sus componentes. A diferencia de órdenes artificiales, los espontáneos no son construidos: ellos no involucran una coordinación intencional de los ítems constituyentes. Surgen cuando los ítems caen en un patrón sin que ellos intenten hacerlo así, o que sean arreglados por un agente externo. Los ejemplos naturales incluyen copos de nieve y reacción de limaduras de hierro hacia el magnetismo. Los órdenes espontáneos de acciones humanas existen cuando, sin ayuda de la agencia interventora de algún coordinador, las acciones de múltiples individuos dispersos dan lugar a un patrón general. El orden no fue la intención de alguien; simplemente cada participante estaba actuando para lograr sus propios objetivos particulares. Así, un orden espontáneo de acciones humanos puede caracterizarse concisamente como “un orden no intencionado de acción intencional.” Más generalmente, los órdenes espontáneos son sistemas adaptativos complejos que se autoorganizan: un orden espontáneo existe cuando un patrón, que no ha sido organizado por algún coordinador, emerge a partir de los comportamientos de componentes individuales múltiples, dispersos. Ejemplos esenciales de orden espontáneo incluyen el lenguaje, el derecho consuetudinario, y los resultados de la evolución.

OBSTÁCULOS PARA LA COMPRENSIÓN

A menudo, los órdenes espontáneos no son reconocidos. Con frecuencia, la organización resulta de la imposición deliberada de un patrón o arreglo. Así, el diseño tiende a ser deliberado por default al buscarse explicaciones. La existencia de un diseñador -no importa qué tan elusivo- típicamente es asumida: recuerde la metáfora de Smith de la “mano invisible” …Incluso gente que evade el Diseño Inteligente teológico en favor de la evolución biológica, a menudo supone el diseño en lo que respecta a las instituciones humanas: se preguntan, cómo puede el derecho o el dinero existir sin él.

Pero, considere el lenguaje: ¿quién o qué pudo haberlo diseñado? ¿Es plausible que antes de la existencia del lenguaje, algún agente humano podría seriamente haber asociado significados con sonidos o símbolos particulares a través de una comunidad? Probablemente, el lenguaje evolucionó de muchos individuos separados tratando de resolver problemas de comunicación específicos. Ellos le asignaron sentidos a sonidos o símbolos en situaciones específicas; algunas de estas asociaciones fueron lo suficientemente aceptadas con el paso del tiempo por una comunidad, como para constituir su lenguaje.

Reconocer al sistema de precios como un ejemplo de orden espontáneo puede al menos ser igual de desafiante, en especial para no economistas. La complejidad extrema [3] comúnmente se piensa que exacerba la necesidad de una dirección consciente. Probablemente, sin embargo, órdenes construidos deliberadamente son menos capaces que órdenes espontáneos para manejar la complejidad. Los órdenes construidos están inflexiblemente limitados por lo que la mente diseñadora puede englobar, y mucha de la información necesitada “nunca le es dada a una mente única…” (Hayek, 1945, p. 530).

La limitación no es una de poder de cómputo. Aún si los avances tecnológicos pudieran brindar lo suficiente para lidiar con cualquier número de insumos dados, estáticos, los insumos relevantes para la coordinación económica no son ni estáticos ni simplemente dados. En vez de estar dispersos entre innumerables actores humanos, están a) sujetos constantemente a ser ajustados en respuesta a circunstancias cambiantes, incluyendo otros insumos; y b) reflejan conocimiento que es tanto tácito como privilegiado. Los individuos tienen conocimiento acerca de cómo hacer cosas, y de particularidades locales en tiempo y lugar que incluyen sus propias preferencias personales. Su conocimiento no está directamente disponible para otras personas, no puede predecirse confiadamente, y ambos afectan y son afectados por las preferencias de otros.

De acuerdo con Hayek, sólo un orden espontáneo basado en reglas generales es capaz de integrar ese tipo de información dinámica, interactiva, en un sistema de señales simple en tiempo real. La planificación central plena no es sólo innecesaria, sino teóricamente imposible: es incapaz de resolver el “problema del conocimiento.” Esta limitación es compartida por todos los sistemas económicos generales de comando y control; ello socava fatalmente al socialismo.

El grado en que tales órdenes espontáneos son óptimos es controversial. El ambiente que apoya la optimalidad del orden espontáneo del mercado tiene varias características especiales. Ellas incluyen no solo derechos de propiedad bien definidos y aplicables, sino, también, la regla de la ley, y un código moral de comportamiento que legitima esas condiciones.

Sean o no los órdenes espontáneos generalmente óptimos, los órdenes espontáneos son mejores que los construidos, en el tanto en que aquellos respetan la libertad individual. Lo hacen de tres maneras. Primera, los órdenes espontáneos son esencialmente no coercitivos; en virtud de su misma naturaleza, involucran la no imposición y, a fortiori, no una imposición forzada. Segunda, la simple existencia de un orden espontáneo prueba que la planificación no es la única forma en que se puede establecer ese orden. Dado que hay alternativas asequibles, la imposición no se puede asumir como necesaria, y, por tanto, se refuta una presunción básica de gobierno coercitivo.

La tercera manera en que esos órdenes espontáneos apoyan la libertad, es que la requieren para poder funcionar. Para que el conocimiento privilegiado que sólo los individuos poseen se use óptimamente, esos individuos deben ser libres de actuar en consecuencia. Si no lo son, el orden cesa de ser autoajustable y auto corregible. La interferencia con los órdenes espontáneos impide la operación de los órdenes y típicamente empeora las cosas. En el grado en que se valoran los beneficios del orden espontáneo, eso constituye un argumento fuerte a favor de la libertad y contra la intervención coercitiva de cualquier tipo, no importa qué tan bien intencionada sea.

CORRIGIENDO CONFUSIONES

A pesar de su papel significativo en apoyo de la libertad individual, y en explicar instituciones humanas claves, la noción de orden espontáneo puede aún parecer dudosa: ¿cómo, después de todo, algo puede ser “el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano!? La confusión, a menudo resultado de no reconocer que los órdenes no son lo mismo, ni reducibles a, ya sea sus ítems constituyentes o las relaciones entre ellos: “espontáneo” modifica a “órdenes,” no a las partes que los constituyen. En el tanto en que los componentes del orden son acciones humanas, y que las acciones presuponen una intención, el diseño está necesariamente presente en los órdenes institucionales.
Lo que no es intentado o deliberadamente diseñado es el meta fenómeno emergente -el orden- que surge de las interacciones complejas de los componentes. La integración de los componentes en un sistema coherente resulta automáticamente, sin algún arreglista o planificador coordinándolos activamente… ni siquiera los propios miembros humanos intentan o buscan ese resultado ordenado.

La ausencia de un coordinador es la característica definitiva del orden espontáneo.
A menudo, comentaristas ofrecen muchas caracterizaciones iluminativas del orden espontáneo, pero, típicamente, fallan en identificar o enfatizar este elemento crucial. Al determinar si un orden es espontáneo, no importa si el coordinador consiste de una mente única, (un curador que organiza una exhibición) o un grupo (un gobierno reclutando un ejército), o si sus decisiones pueden subsecuentemente estar sujetas a revisión (aquella de un juicio por un jurado en una corte): la agencia coordinadora es “final” solo en relación con designar un resultado de autoridad [4].

Igualmente irrelevante es si los ítems siendo coordinados pueden por si mismos ser órdenes construidos: considere la interacción de corporaciones construidas en la economía espontáneamente coordinada. Tampoco importa si la coordinación es impuesta por uno de los ítems que lo constituyen (el funcionario de un club privado) o por alguna agencia externa (la administración de la universidad). También, es irrelevante si el patrón impuesto fue total o parcialmente planificado con anterioridad, o si estuvo sujeto de una deliberación explícita: aún si se adopta en el momento (una ensalada improvisada de sobras), ser construido es lo que cuenta. Finalmente, la ausencia de coerción y ser no intencionada son, cada una, condiciones necesarias, pero no suficientes, para que constituyan un orden espontáneo. Órdenes construidos (por ejemplo, asociaciones) pueden ser formados cooperativamente y aceptados voluntariamente, y no todas las consecuencias no previstas son ordenadas.

A diferencia de la fórmula de Ferguson de “la acción humana, pero no del diseño humano,” la fórmula alternativa – “la coordinación no intencionada de la acción intencional” – claramente distingue órdenes de sus elementos. Por tanto, también, ayuda a aclarar la relación entre orden espontáneo y razón. Órdenes que no han sido deliberadamente planificados o intencionados algunas veces se consideran como irracionales. Pero, aún bajo esta caracterización altamente restringida de racionalidad, si los componentes del orden son acciones humanas intencionadas, esas acciones pueden, al menos, ser parcialmente racionales, y el orden en sí simplemente será no racional. También, puede ser que el orden emergió (y sobrevivió) debido a que sirvió algún propósito humano importante. Si es así, los órdenes espontáneos pueden ser reconocidos como que satisfacen un entendimiento más sustancial de racionalidad.

La fórmula alternativa puede, también, ayudar a resolver otros temas. ¿Son los trabajos creados por comités ejemplos de un orden espontáneo? A menudo, el resultado es un compromiso que no era buscado, diseñado e incluso deseado por alguno de los participantes. Y puede ser difícil identificar algún agente específico o inteligencia coordinadora, como responsable del resultado del trabajo del comité ̶ recuerde el viejo chiste acerca de los camellos siendo constructos de comités. Los resultados del comité pueden, por tanto, parecer que califican como “el resultado de la acción humana, no del diseño humano.” Pero, independientemente de su calidad, difícilmente los resultados parecen ser espontáneos. Se supone que los miembros de los comités -al menos nominalmente- están orientados hacia un fin común. Es más, el resultado oficial se determina por algún procedimiento acordado de elección pública. Según esto, los resultados de las acciones de comités -como aquellos que resultan de negociaciones- no parecerían ser ejemplos de orden espontáneo. En el tanto en que las consecuencias no previstas sean coordinadas, ella no son espontáneas.

¿Adónde pueden encontrarse ejemplos genuinos de “la coordinación no intencionada de acción intencional?

EJEMPLO EXTENDIDO 1: ADMINISTRACIÓN DEL RECURSO NATURAL

Un ejemplo tal vez sorprendente es la administración de recursos naturales compartidos. Su operación ahí ha confundido las expectativas de la sabiduría convencional y las implicaciones de la teoría de juegos básica. Los economistas solían mantener que había una “tragedia de los bienes en común,” que necesariamente afectaba los recursos naturales no excluibles y rivales. Estos son recursos cuyo uso no puede fácilmente ser impedido, y cuyo consumo reduce la cantidad disponible para otros. Se creía que tales recursos naturales inevitablemente serían sobreexplotados y destruidos, a menos que fueran administrados coercitivamente por los gobiernos.

La laureada con el premio Nobel, Elinor Ostrom, refutó concluyentemente esta noción. Ella mostró que sistemas adaptativos complejos pueden y emergen para permitir que los recursos en común sean cuidados y usados sosteniblemente. Es más, esos sistemas que emergen conservan mejor los recursos que como lo hace la regulación gubernamental. La evidencia empírica de localidades alrededor del mundo detalla tales sistemas, y no sólo relacionados con pasturas, aguas para la pesca, y bosques, sino, también, para yacimientos de aguas subterráneas e incluso servicios de seguridad pública provistos por fuerzas policiales metropolitanas.

EJEMPLO EXTENDIDO 2: LA LITERATURA Y LAS ARTES

¿Adónde más pueden encontrarse órdenes espontáneos? Al principio, la literatura parece ser una fuente poco posible: los trabajos literarios están íntimamente asociados e identificados por referencia sus autores En este contexto, “los trabajos literarios” incluyen todos los escritos en un género que usualmente se intenta para su publicación impresa o por otros medios, tanto de ficción como de no ficción; no necesitan ser “literatura” en el sentido de una cultura o logro elevado.

Sin embargo, el profesor de inglés y crítico literario Paul A. Cantor ha argüido con fuerza que:

“…la serialización de novelas tal como se desarrolló en el siglo XIX ofrece un buen ejemplo del orden espontáneo ̶ aquel de un mecanismo autorregulado o aquel que se autocorrige. Los novelistas podían experimentar con diferentes caracteres, situaciones y desarrollos de la trama, y ver qué funcionaba con la audiencia, permitiendo así que hubiera correcciones a medio camino en la composición de una novela.” (2002. P.p. 53-4)

Cantor cita la formula abreviada de Ferguson para apoyar su decir, afirmando que la novela serializada es “el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano.”

Las novelas serializadas fueron producidas no sólo (famosamente) por Dickens, sino, también, por Trollope y Thackeray, Thomas Hardy y George Eliot, e incluso Dostoevsky y Tolstoy. Los autores publicaron unos pocos capítulos en cierto momento, típicamente en periódicos populares; el material era distribuido antes que la novela completa estuviera escrita, y, a menudo, se produjo para cumplir con plazos ajustados. Con frecuencia, las novelas serializadas contenían inconsistencias, al ser cambiados los caracteres y líneas de las tramas en el curso del desarrollo de la novela. Cantor ofrece muchos ejemplos de cómo la producción de la novela del siglo XIX no calzó, ya fuera con la noción romántica del artista autónomo, o con la imagen convencional de la Nueva Crítica del autor solitario creando el trabajo perfectamente planificado.

Él reconoce que:

“…mentes humanas conscientes están involucradas en cada etapa de la evolución de una novela, tal como lo hemos descrito. Los autores escriben conscientemente sus novelas por episodios, los lectores conscientemente toman decisiones acerca de qué partes de las novelas les gustan, los autores, a su vez, conscientemente, deciden cómo responder a la retroalimentación que obtienen de su audiencia, etcétera. Pero, este proceso, aun así, puede considerarse como una forma de orden espontáneo, pues ninguna mente única lo controla desde su inicio hasta su final. (Cantor, 2002, p. p. 63-4)

Este es un alegato intrigante, pero, en última instancia, implausible. Aquí, ni la prueba dual de Cantor, ni los mecanismos mencionados en la cita previa, capturan lo que es esencial para que sea un orden espontáneo.

En primer lugar, ser producido por múltiples mentes no es obstáculo para que un trabajo literario sea construido. Abundan los ejemplos.
Algunos son deliberadamente escritos por coautores: las novelas de Ellery Queen, textos de filosofía de Rasmussen & Den Uyl. Algunos resultan de acuerdos de comités: la Constitución de Estados Unidos. Y algunos han sido generados colectivamente por grupos ensamblados intencionalmente para ese fin: guiones de series para televisión (por ejemplo, Amigos), empleando salas de redactores. También, hay trabajos en los que los caracteres ficticios son deliberadamente perpetuados por autores que no los crearon. Estos incluyen no sólo las múltiples imitaciones que involucran a Sherlock Holmes (por ejemplo, las novelas de Laurie King) o Elizabeth Bennett (como, por ejemplo, por P.D. James), sino, también, casos en que administradores del creador original otorgan licencias para nuevos trabajos en que participan los caracteres (tal como Jill Paton Walsh ha sido licenciada por los herederos de Dorothy Sayers). Finalmente, series de género popular son algunas veces “calificadas” con el nombre del autor inicial de los volúmenes (por ejemplo, James Patterson), aun cuando volúmenes posteriores son escritos por otras personas. En cada caso, aun cuando más de un autor está involucrado, los participantes estuvieron deliberadamente involucrados en diseñar un trabajo literario. Es necesario tener el cuidado apropiado para identificar la naturaleza y valor de las diversas contribuciones, pues, en cada, caso, fueron coordinados por alguna persona (s) para formar el resultado. En consecuencia, los resultados en estos ejemplo -los trabajos literarios publicados- no son espontáneos.

En segundo lugar, en el tanto en que el control desde “el inicio hasta el final” involucra una planificación abierta de principio a fin, a menudo incluso está ausente en los trabajos cuidadosamente construidos por un único autor. La revisión secuencial de prueba y error en respuesta a la crítica de la auto edición o externa, e incluso la suerte, todas, pueden desempeñar una parte sin que el producto resultante carezca de un organizador unificador. En el tanto en que alguna persona haya designado una versión autorizada, la mente que construye es evidente: la mano es visible.

Las características previas de orden espontáneo que Cantor mencionó -“siendo un mecanismo autorregulatorio y que se corrige a sí mismo”- tampoco son suficientes. Sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado con termostatos son producto del diseño humano deliberado; al igual que lo son las asociaciones comerciales que se autorregulan. Es más, las novelas serializadas de hecho no eran ni autorreguladas, ni se corrigen a sí mismas. En cada etapa de todo trabajo en particular, alguna mente (aún si no siempre es aquella del autor nominal) decidió cómo coordinar los diversos insumos brindados por el editor, el impresor, los sitios de venta, etcétera.

La característica de la novela serializada que apoya más plausiblemente la afirmación de Cantor es su reflejo de las reacciones del público lector. Individualmente los lectores, buscando su propio entretenimiento, casualmente brindan información valiosa acerca de la aceptabilidad de los contenidos por partes. La información fue provista independientemente, sin coordinación alguna, y típicamente sin intención alguna de dar forma directa al trabajo literario. Sin embargo, aunque la retroalimentación fue espontánea, no es suficiente para que lo sea el trabajo que resulte. Las respuestas de los lectores fueron sólo eficaces si se tomaron en cuenta por quien sea que fuera el responsable de componer los capítulos subsecuentes, y de integrar el trabajo total, si bien las novelas serializadas fueron construidas de una forma complicada.

¿Hay otras formas de arte que brindan ejemplos de orden espontáneo? Un candidato puede ser el producto inmediato de una sesión de “apreciación” de jazz. Aunque los músicos participantes supuestamente intentan hacer música juntos, su interacción improvisada recuerda una conversación, sin contenido, forma o dirección premeditado. Al no tener partitura ni director, la pieza musical resultante bien puede parecer un ejemplo de orden espontáneo. En contraste, a pesar de sus nombres sugestivos, el teatro improvisado y la comedia improvisada parecen ser ejemplos menos plausibles, en el tanto que una situación o una utilería se especifican como base para las contribuciones de actores, y que el resultado es moderado. Similarmente, aunque también nominalmente sugestivo, el “arte encontrado” se considera arte porque algún artista declara que lo es, imponiendo la categoría sobre algún objeto ordinario.

EJEMPLO EXTENDIDO 3: GÉNEROS, PROFESIONES, DISCIPLINAS ACADÉMICAS

A pesar de lo anterior, hay algo acerca de la literatura y el arte que parece calificar como un orden espontáneo: las prácticas generalizadas que ellas constituyen. Por “práctica” aquí se refiere a una actividad o institución ligeramente organizada pero identificable, a menudo, pero no siempre, gobernada por reglas. Los ejemplos básicos de orden espontáneo -lenguaje, dinero, derecho- son prácticas. Así que, posiblemente, lo son los géneros artísticos, las profesiones, y las disciplinas académicas.

Considere a la novela como un género literario. No hay razón para suponer que los autores ordinariamente reconocidos como contribuyendo a su desarrollo, estaban intentado establecer una nueva forma literaria para su uso por otros escritores. Simplemente, estaban buscando comunicar y lograr que sus narrativas de ficción en prosa fueran leídas. Aún si ellos conscientemente experimentaron con nuevas técnicas, fue un intento de expresarse mejor y alcanzar audiencias. Como género literario, la novela no tuvo diseñadores deliberados. Tampoco existe alguna autoridad que pueda determinar definitivamente qué es lo que cuenta como ejemplo de la novela: el género simplemente ha evolucionado con el paso del tiempo. Lo mismo puede decirse de otras formas de literatura y de expresión musical, y de artes visuales y plásticas. El soneto, la sinfonía y la escultura han evolucionado a partir de las acciones de diferentes artistas, creando sus propios trabajos de arte sin que agente coordinador alguno imponga orden sobre sus intentos. Los géneros parecen ser ejemplos de orden espontáneo.

El razonamiento aplicado a los géneros artísticos parece aplicarse por igual a las profesiones y disciplinas académicas. Ambas parecen ser ejemplos de lo que, siguiendo a Hayek, puede denominarse como orden policéntrico: “El orden que resulta… de las respuestas separadas de los diferentes elementos a las circunstancias particulares que actúan sobre ellos…” (Hayek, 1964, p. 6) [5] Típicamente, en el curso no coordinado de enfrentar situaciones particulares cuando ellas surgen, los practicantes individuales ejercitan independientemente sus juicios personales, y experimentalmente buscan soluciones. Al operar dentro de una práctica existente, la iniciativa de cada practicante toma tanto en cuenta, así como cuanto influye en las actividades de otros practicantes. Esta “auto coordinación de iniciativas independientes conduce a un resultado conjunto que no es premeditado por alguno de aquellos que las trae a colación.” (Polanyy, 1962, p. 3) Con el paso del tiempo, algunos enfoques llegan a ser reconocidos como parte de lo que debe involucrarse en una práctica ̶ para practicar la medicina o la ingeniería, para ser contador o arquitecto.

Un proceso similar opera en relación con las disciplinas académicas. Lo que es ser un académico filósofo, médico, o historiador, se ha desarrollado espontáneamente con el paso del tiempo. Típicamente, los académicos tienen sus razones propias, no coordinadas, personales, para elegir qué tópicos explorar. En algunas materias, los resultados de sus investigaciones pueden ser acumulativos e informan investigación subsecuente. Incluso en las desafiadas ciencias sociales y artes liberales, los resultados de una tendencia fuerte siempre dan forma a la dirección de la actividad profesional. Considere el “giro lingüístico”” que se aleja del mundo tomado por la filosofía académica.… Los estándares empleados por los departamentos académicos y asociaciones profesionales típicamente reflejan la interacción de múltiples insumos, a menudo no identificables, que fueron dirigidos hacia sus propios objetivos, en vez de construir un orden general.

EJEMPLO EXTENDIDO 4: DIVERSOS

¿Adónde más se pueden encontrar ejemplos de orden espontáneo? Casi en cualquier parte, de acuerdo con Michael Polanyi (1941, p. 438):

“Los legados sociales del lenguaje, escritura, literatura y diversas artes, pictóricas y musicales; de oficios prácticos, incluyendo medicina, agricultura, manufactura y técnicas de comunicaciones; de conjuntos convencionales de unidades y medidas, y de costumbres de relaciones comerciales; de pensamientos religiosos, sociales y políticos; todo estos, son sistemas de orden dinámico que fueron desarrollados por el método del ajuste individual directo…”

Para ilustrar qué tan diseminado, pero no reconocido, es el orden espontáneo, considere unos pocos ejemplos breves, todos impulsados por transmisiones de la Radio 54 de la BBC, una estación de radio popular británica.

El primero tiene que ver con el “mobiliario urbano.” Una ilustración frecuentemente usada de orden espontáneo es que los peatones rara vez chocan entre sí -incluso en vías llenas en los aeropuertos- pues cada uno hace el ajuste necesario para evitar a otros. El surgimiento de un orden espontáneo era esperado que resultara al removerse barreras físicas al movimiento en una ajetreada calle central de Londres, ubicación de varios museos importantes. Según el ayuntamiento local,

“El nuevo diseño único de la superficie está libre de cunetas con el mínimo de mobiliario urbano y barreras. Tener una “vía” menos diferenciada para el tráfico de paso estimula a los motoristas a manejar con mayor cuidado y lentitud, con mayor consciencia y consideración hacia los peatones. También brinda mayor flexibilidad en la forma en que Exhibition Road puede usarse en el futuro.” [6]

Y así demostró ser. No se observaron accidentes de tráfico durante la evaluación siguiente, incluso aunque aumentaron las velocidades de los carros.

El segundo ejemplo es igualmente mundano. ¿Cómo la gente aprende a cocinar cuidadosamente una planta venenosa? La mandioca (también conocida como yuca) contiene cianuro, pero, no obstante, es la fuente de la tapioca, y es, también, fuente básica de carbohidratos para mucho del mundo en desarrollo. Pudo lograrlo debido a la transmisión cultural. Mediante prueba y error, algunos grupos descubrieron formas de preparar la yuca que preservaban la vida y la nutrición. Se desarrollaron tradiciones que favorecieron el método seguro; y ayudó a que su conocimiento se diseminara.

También, los siguientes ejemplos involucran la prueba y el error, si bien por programas extremamente sofisticados de inteligencia artificial desarrollada por DeepMind. En vez de usar “miles de reglas y heurística artesanal de poderosos jugadores humanos que tratan de tomar en cuenta cada eventualidad en el juego,” el programa de computador Alpha Zero remplaza

“estas reglas artesanales con una profunda red neural y algoritmos con fines generales, que nada saben acerca del juego más allá de las reglas básicas. Para aprender cada juego, una red neural no entrenada juega millones de juegos contra sí misma, por la vía de un proceso de prueba y error llamado aprendizaje por refuerzo. Al principio, juega totalmente al azar, pero, con el paso del tiempo, el sistema aprende con las ganancias, pérdidas y empates, para ajustar los parámetros de la red neutral, haciendo más posible que escoja movimientos ventajosos en el futuro. La cantidad de entrenamiento que la red necesita, depende del estilo y complejidad del juego, requiriendo más o menos 9 horas para el ajedrez, 12 horas para el shogi [ajedrez japonés], y 13 días para el juego Go.” [7]

Es así como tomó tan poco tiempo para que se “convirtiera en el jugador más poderoso en la historia” de cada juego.

Aún más significativamente, otro programa de DeepMind, AlphaFold2, ha usado el aprendizaje profundo para llevar a cabo un avance biológico fundamental, al predecir exactamente cómo las proteínas se plegarán dentro del ancho de un átomo. Dado que las proteínas están involucradas en catalizar reacciones químicas (enzimas), luchar contra enfermedades (anticuerpos) y actuar como mensajeras químicas (hormonas como la insulina), este importante desarrollo en el discernimiento de su estructura puede revolucionar el descubrimiento de nuevos tratamientos.

Ninguno de estos ejemplos de orden espontáneo fue reconocido como ejemplo de ello, aún cuando los resultados emergieron sin algún agente que construyera o coordinara el arreglo de los componentes.

CONCLUSIÓN

¿Por qué es importante identificar órdenes espontáneos? Primordialmente, porque en donde ellos operan, la interferencia coercitiva no es sólo innecesaria, sino posiblemente contraproducente: la libertad es necesitada para obtener los beneficios de ámbito, autoajuste y autocorrección. Es posible que los órdenes espontáneos sean más efectivos que aquellos asfixiantes construidos, para lograr un mejor uso del conocimiento disperso, y permitir que emerjan mejoras.

Como dijo Hayek acerca del orden espontáneo del sistema de precios:

“… si éste obedeciera a un diseño deliberado, y si las personas que se guían por los cambios de precios comprendieran que sus decisiones van más allá de su objetivo inmediato, dicho mecanismo habría sido aclamado como uno de los mayores logros de la mente humana.” (Hayek, 1945, p. 527)

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

[1] Los escritos contemporáneos acerca del orden espontáneo son, a menudo, comentarios acerca del trabajo de F.A. Hayek. Aunque reconozco agradecidamente sus muchas contribuciones valiosas, este será un ejercicio en análisis filosófico, no de academia hayekiana.
[2] Confusamente, a menudo se usa un único término para referirse a la cosa o institución que exhibe el orden, así como al orden abstracto en sí; algunas veces, los comentaristas incluso usan el término para referirse a las relaciones que determinan el tipo de arreglo.
[3] “…complejo en el sentido de que cada elemento está relacionado específicamente con muchos otros…” (Polanyi, 1941, p. 435)
[4] En el sentido de ser una versión en verdad publicada o, alternativamente, distribuida u oficialmente reconocida (por ejemplo, la versión del texto de la tesis remitida para el título). Puede haber varias versiones autorizadas del mismo trabajo básico (por ejemplo, los Folios de Shakespeare, la versión del director de una película).
[5] Este es un uso algo diferente del que tenía el término cuando fue invocado por Polanyi (1951, p. 210) para describir un orden en que cada insumo está relacionado con cada uno de los otros.
[6] Vea https://www.rbkc.gov.uk/exhibitionroad/what-has-changed. Exhibition Railroad. RBKC.gov.uk.
[7] Vea https://deepmind.com/blog/article/al...s-shogi-and-go. Deepmind.com.

FUENTES

Buchanan, James M. (1977 [2001]). “Law and the invisible hand”. The Collected Works of James M. Buchanan, vol. 17. Indianapolis, IN: Liberty Fund. Vea también Online Works by James M. Buchanan.
Cantor, Paul A. (2002) “The Poetics of Spontaneous Order: Austrian Economics and Literature,” en Cantor, Paul A. and Stephen Cox, eds. (2009), Literature and the Economics of Liberty: Spontaneous Order in Literature. Auburn, AL: Ludwig von Mises Institute.
Hayek, Friedrich A. (1945) “The Use of Knowledge in Society”. The American Economic Review, Vol. 35, No. 4 (Setiembre), p. p. 519-530. American Economic Association.
— (1964) “Kinds of Order in Society.” The New Individualist Review. Chicago: University of Chicago. Reimpreso en https://oll.libertyfund.org/page/hay...der-in-society. Indianapolis, IN: Liberty Fund. 1981. Incluido en The Best of the OLL No. 18: Friedrich Hayek: https://oll.libertyfund.org/titles/2493 Indianapolis, IN: Liberty Fund, 2013.
Ostrom, Elinor (1999) “Coping with Tragedies of the Commons,” Annual Review of Political Science. Vol. 2: 493–535.
Polanyi, Michael (1941) “The Growth of Thought in Society,” Economica, New Series, Vol. 8, No. 32, p. p. 428-456. Wiley en nombre de The London School of Economics and Political Science y The Suntory and Toyota International Centres for Economics and Related Disciplines.
— (1998 [1951]) The Logic of Liberty. Carmel, IN: Liberty Fund.
— (1962) “The republic of science: its political and economic theory.” Minerva, I (1), p. p. 54-73.

Elaine Sternberg obtuvo su Ph.D. en Filosofía en la Escuela de Economía de Londres, en donde también fue Compañera Fulbright y Conferencista. Es Compañera de Investigación Visitante en Filosofía de la Universidad de Miami (Florida), y ha sido Compañera Bradley y Académica Visitante en el Centro de Filosofía y Política Social de la Universidad Bowling Green, y Compañera de la Facultad del Instituto Murphy de la Universidad Tulane. En el Reino Unido ha sido Compañera de Investigación Visitante de la Universidad de Leeds, Compañera Visitante Sénior de la Universidad de Buckingham, y banquera de inversiones. Permanece en los consejos asesores académicos del Institute of Economic Affairs, y de Protect (caridad para la denuncia de irregularidades en el Reino Unido). Autora de Just Business: Business Ethics in Action (4a. edición: Phronimos Press, 2018), es directora de Soluciones Analíticas, una firma consultora especializada en ética empresarial y gobernanza corporativa.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.