La libertad es tenaz e indómita: después de más de 60 años de dictadura socialista en Cuba, el pueblo desarmado se levanta ante el totalitarismo armado hasta los dientes. ¿Será que tienen que ir al sacrificio de sus vidas para lograr ser libres? Ojalá que la logren con el mínimo daño, pero la satrapía socialista probablemente hará uso de toda la fuerza contra el propio pueblo por el cual dice luchar y defender, pero es sólo para conservar el poder a como haya lugar.

¿HA LLEGADO EL PUEBLO CUBANO A SU PUNTO CRÍTICO?

Por Jim Geraghty
National Review
12 de julio del 2021

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¿Un paso clave en el camino hacia una Cuba libre?

Las protestas y choques que explotaron ayer a través de Cuba probablemente no marquen aún el final del régimen comunista autoritario del país. Pero, ese régimen ya no más tiene un control indiscutible ̶ y la habilidad de un régimen autoritario para mantenerse en el poder es, a menudo, dependiente de un monopolio de la fuerza y la habilidad de suministrar bienes y servicios que la gente no puede obtener en ningún otro lado. Los cubanos siempre han tenido que lidiar con una corrupción rampante, el embargo de Estados Unidos, y el hecho de que los ciudadanos más dinámicos e independientes siguen arriesgando sus vidas al lanzarse en balsas e intentar cruzar 90 millas de un océano lleno de tiburones. Ahora, agregue COVID-19 y el extenso lapso en la industria turística, y la miseria del pueblo cubano ha llegado a un punto intolerable.

El New York Times resume hoy que, “en un país conocido por sus ofensivas represivas de los disidentes, las manifestaciones fueron ampliamente vistas como asombrosas. Activistas y analistas dijeron que era la primera vez que tanta gente había protestado abiertamente contra el gobierno comunista, desde que el llamado levantamiento del Maleconazo, que en el verano de 1994 explotó en una enorme oleada de cubanos huyendo del país por el mar.”

La Prensa Asociada reportó desde la Habana:

“Aunque mucha gente trató de sacar sus teléfonos celulares y transmitir la protesta en vivo, las autoridades cubanas cerraron el servicio de internet toda la tarde.

Cerca de 2 y ½ horas de marcha, algunos manifestantes extrajeron adoquines de las calles y los lanzaron a la policía, momento en que los oficiales empezaron a arrestar a la gente y los manifestantes se dispersaron.

Periodistas de la Prensa Asociada contaron al menos 20 personas que fueron llevadas en carros de la policía o por individuos en ropas civiles.

‘La gente salió para expresarse libremente, y ellos están reprimiéndola y golpeándola,’ dijo el reverendo Jorge Luis Gil, un sacerdote Católico Romano, mientras estaba en una esquina de la calle en el Centro de la Habana.

Alrededor de unas 300 personas cercanas al gobierno llegaron luego con una enorme bandera cubana, gritando lemas a favor del fallecido presidente Fidel Castro y la revolución cubana. Alguna gente de ese grupo asaltó a un video-periodista de la Prensa Asociada, dañando su cámara, mientras que un periodista de la Prensa Asociada fue herido por la policía.”

La agencia de prensa Deutsche Welle afirmó que, “el presidente y cabeza del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel, asistió a una de las protestas en San Antonio de los Baños, que está ubicado al oeste de la Habana. Las tomas de los medios sociales mostraron a gente lanzándole insultos al presidente.”

Las protestas que parecen explotar de la nada, usualmente tienen una larga mecha. Mary Anastasia O’Grady escribió en el Wall Street Journal del 20 de diciembre del 2020, acerca del artista disidente Movimiento San Isidro:

“Al ganar el Movimiento San Isidro credibilidad callejera en el barrio, apoyo de otros grupos disidentes, y reconocimiento en el exterior, la cuestión en las mentes de los cubanos que tanto tiempo han sufrido, es si esta vez las cosas son diferentes. Hay buenas razones para permanecer cautamente pesimistas acerca de las posibilidades de un cambio político. Pero, también, es cierto que la sociedad civil cubana parece estar teniendo un renacimiento, y eso hace del panorama algo marcadamente diferente de lo que era incluso hace 10 años.”

Y la Agencia France-Presse, entre otras, destacó un himno de protesta particularmente popular y controversial el 25 de febrero de este año:

“En Cuba, en donde la música y la revolución están entrelazadas, una canción de un rapero que denunciaba osadamente al gobierno comunista ha obtenido una atracción viral en las redes ̶ pero enojado a un régimen que mantiene una vigilancia estrecha sobre la cultura.
Titulado ‘Patria y Vida’ -un giro positivo al eslogan ‘Patria o Muerte’ acuñado por Fidel Castro en 1960- la canción había acumulado más de dos millones de visitas, desde su aparición en YouTube el 16 de febrero.

Hoy cuenta con casi 130.000 me gusta ̶ pero, también, con 4.000 no me gusta.

La cinta no se anda por las ramas.

Cantantes con cadenas de doradas, sudaderas con capuchas y gorras de beisbol al revés, recitan una larga lista de queja acerca de la pobreza, represión y desgobierno, antes de declarar: ‘Se acabó’ y ’No tenemos miedo.’”

No generó una tonelada de atención, pero Raúl Castro renunció como jefe del régimen cubano en abril. Ya sea que usted crea o no en la “teoría del hombre grande” en la historia, los líderes nos son intercambiables. Ayman al-Zawahiri no pudo inspirar a los seguidores en la forma en que Osama bin Laden podía. Nuestro Jay Nordlinger indicó, en el momento del retiro de Castro, que, a menudo, los regímenes odiosos y represivos duran más que sus líderes más carismáticos ̶ pero, no siempre.

Allá atrás, a fines de junio, Human Rights Watch detalló que “Las autoridades cubanas han encarcelado y perseguido a varios artistas y periodistas críticos del gobierno. Oficiales de la policía y la inteligencia se han presentado rutinariamente en los hogares de otros artistas y periodistas, ordenándoles quedarse allí, a menudo durante días e incluso semanas. También, las autoridades han impuesto restricciones temporales selectivas a la habilidad de la gente para tener acceso a datos por celulares.”

Después de cierto tiempo, los ciudadanos oprimidos de un estado autoritario no tienen mucho más por perder.

Jim Geraghty es corresponsal político sénior del National Review.

Traducido por Jorge Corrales Quesada