Una apreciación que, sin duda, da lugar a pensar. En todo caso, los órdenes liberales clásicos no proponen el amiguismo que tanto daño causa, y que no es sino resultado de un maridaje de empresa privadas con gobiernos, para que impidan la competencia que les puede afectar, provienen tanto de lo interno como del exterior. Los enemigos del capitalismo de libre mercado usualmente confunden deliberadamente ese comportamiento de búsqueda de rentas, o amiguismo, como inherente al liberalismo clásico, cuando es todo lo contrario.

POR QUÉ NECESITAMOS MERCADOS VERDADERAMENTE LIBRES

Por Austin Stone
Law & Liberty
17 de junio del 2021

Colgando sobre la chimenea de la Oficina Oval en la Casa Blanca hay un retrato de Franklin D. Roosevelt ̶ un recordatorio significativo de las ambiciones grandiosas de la administración Biden. El año calendario pasado, el Congreso aprobó tres de las leyes más grandes en la historia de Estados Unidos. Agregue a eso las murmuraciones de perdón a deudas de estudiantes, un oneroso sistema de cuido de la salud que será subsidiado aún más, y un propuesto “plan familiar,” y el resultado es un gobierno federal “resolviendo” los problemas de nuestra época, en formas que rara vez hemos visto. Los estatistas enmarcan sus políticas como el antídoto a lo que afirman es un “sistema capitalista” explotador, y los conservadores pronto califican esos programs como “socialistas.” En verdad, estas políticas representan, no al capitalismo como un sistema de libre intercambio, sino como la forma última de capitalismo de los amigotes ̶ el intercambio explícito de favores entre empresas y gobierno, el cual toma poder y dinero de la gente y lo centraliza en manos de unas pocas élites. Hoy la izquierda equipara a los dos, pues no ofrece un retorno a una economía libre, sino a tan sólo una forma diferente de dominio de la élite.

Entones, el conflicto verdadero de nuestra época debería entenderse como la lucha de mercados libres locales y virtuosos contra un régimen político-económico corrupto. Eso debería unir a los estadounidenses en defensa de la libertad.

Casi desde su creación moderna, la Izquierda ha luchado por redefinir al capitalismo como un sistema que enriquece a los pocos, al permitirles explotar al resto en formas vergonzosas e inhumanas. Sin duda, hay un grano de verdad por encontrar en esta crítica. En Estados Unidos, los salarios han tenido un estancamiento relativo durante más de 50 años, los estudiantes ya no más pueden pagar con su trabajo ir a la universidad, los estadounidenses pagan por el sistema de salud más caro del mundo, y las familias han sido separadas y diseminadas a través del país en busca de oportunidades marginalmente mejores.

La clase multimillonaria continúa eludiendo las virtudes de la responsabilidad, cuido, e inversión real en sus conciudadanos. Considere cómo Elon Musk y Jeff Bezos hacen negocios: ellos han presionado para llegar al tope de las industrias, eliminado barreras a la entrada para sí mismos, así como impuestos, a la vez que los dejan en su sitio para otros, lo que funcionalmente opera eliminando la competencia.

Amazon funciona como un buen ejemplo representativo de esta corrupción. Continúa creciendo sin ser desafiado cuando el gobierno ha eliminado su riesgo. La búsqueda ferviente de evitar impuestos en todos los niveles, resultó en una tasa de impuestos efectiva de -1.2% en el 2018, 1.2% en el 2019, y de 9.4% en el 2020. En el 2018, Amazon compró la compañía de timbres con cámaras Ring. Hoy día, sabemos que ellos les conceden, sin garantías, el acceso a peticiones de agencias locales de aplicación de la ley, efectivamente eludiendo protecciones constitucionales y legales. Antes de iniciar obras para su fecha de apertura de su Segunda Sede Central en el 2025, Arlington, Virginia, le prometió incentivos de más de $1 mil millones. El modelo de Amazon ya está causando que ciudades ricas se enriquezcan aún más, extrayendo dinero de comunidades rurales que, alternativamente, comprarían localmente en vez de firmar para los envíos gratis dentro de dos días. Este movimiento para centralizar el comercio les roba a los individuos la posibilidad de elegir, exacerba las desigualdades existentes, disminuye los estándares de vida, y hace imposible que los negocios pequeños compitan con ellos.

Hay un fallo del gobierno representativo en actuar por los intereses del pueblo. “Hay una razón,” dijo el senador Jim DeMint en una entrevista el año pasado, “por la que siete de los condados más ricos de Estados Unidos se encuentran en o en los alrededores de Washington, D.C. De allí es de donde viene el poder.” Usar fondos públicos para servir los intereses de unos relativamente pocos por encima del público verdadero, distorsiona los incentivos del mercado: En el 2014 explicó Samuel Gregg, “el enfoque ya no es más acerca de prosperar por medio de crear, refinar y ofrecer productos y servicios a precios competitivos. En vez de ello, el éxito económico depende de la habilidad de gente para aprovechar el poder del gobierno para que los naipes económicos estén a su favor. …Todo lo que importa… es la cercanía con el poder del estado.” Cuando el control se centraliza, ya sea a nivel de gobierno federal o de una corporación multinacional, tanto ciudadanos como accionistas pierden poder.

Esta cercanía al poder del estado es buscada a expensas de las demandas del mercado a través de las comunidades locales.
Conceptualmente, al expandirse el tamaño del gobierno federal, eso estimula a que los negocios abandonen su lugar en un marco de “recompensa ante el riesgo” dentro del mercado libre. El gobierno reemplaza esto con un marco de una “recompensa y lo protegemos del riesgo” ̶ a expensas de gente trabajadora. Por ejemplo, en el caso de la energía verde, los requisitos del gobierno para abandonar el carbono no sólo representen subsidios pujantes para la energía solar, eólica, y eléctrica, sino una apropiación de la industria energética, con la intención de expandir las asociaciones político-económicas Demócratas. Todo esto se hace bajo el pretexto de salvar al planeta tierra. Pero, este orden no favorece a la gente trabajadora, sólo enriquece a élites.

Con cierto éxito, la Izquierda estableció esta premisa: el capitalismo de los amigotes es el capitalismo. Los defensores del capitalismo son cargados con la culpa por las consecuencias de un amiguismo rampante, un poder monopólico, y la corrupción. Este tipo de engaño resulta menos en una argumentación y más en una guerra agresiva de memes, actualmente siendo ganada por la Izquierda.

Amazon ejerciendo su poder es el ejemplo perfecto de lo que produce el amiguismo. La Izquierda extrae una falsa equivalencia entre amiguismo y capitalismo para ofrecer soluciones centralizadas a un problema que ella creó desde el inicio. La respuesta conservadora sería asegurar que el poder se devuelva a las comunidades, no reconceptualizado como una mayor propiedad estatal de bienes y servicios. Como dice Danny Caine, propietario de la Librería Independiente El Cuervo en Lawrence, Kansas, la ruta más directa para derrotar a Amazon incluye comprar localmente, cancelar su cuenta en Amazon, y evitar maca afiliadas a Amazon. Sin embargo, esto individualiza un problema que fue codificado en leyes por las élites. Regresar a un sistema de mercado libre también requiere el desmantelamiento de la matriz de regulaciones del país, que fue diseñada, no con la seguridad pública en mente, sino con el enriquecimiento de aquellos involucrados en el régimen político-económico corrupto. Si todo esto suena como difícil, lo es. El amiguismo tiende a minar e impedir un regreso a los mercados libres.

Existe una oportunidad para crear alianzas. La Izquierda trabajadora no está contra las ganancias y habilidades de uno para ser empresario. A través de divisiones ideológicas, la gente de clase trabajadora se opone a donativos a grandes empresas tecnológicas, a empresas que pagan una tasa cero de impuestos, y a comités de acción política que, han legitimado contribuciones de dinero oscuro por medio de elecciones.
Difícilmente estas son posiciones anticapitalistas y, su amplia aceptación por aquellos en la Izquierda trabajadora, explica por qué acusaciones generalizadas de “socialista” no suenan como ciertas para ellos.

Como estadunidenses, debemos reconectarnos con la cultura estadounidense. Una defensa de la empresa libre y virtuosa nos puede unir alrededor de un fin común y asegurar unos prósperos Estados Unidos por generaciones venideras. Defender la creatividad impulsada por el mercado es sólo posible cuando la mayor cantidad de gente tiene acceso al mercado. La Izquierda trabajadora está en lo correcto cuando dice que el ordenamiento actual del mundo, de hecho, está causando más mal que bien. No obstante, no es contra el capitalismo como deberíamos estar, sino la centralización del poder que élites de todo tipo continúan apoyando. Ofrezcamos un mejor camino. Promover soluciones locales no debe ser un código para no hacer nada. Por el contrario, debe ser una estrategia real para empoderar a la gente.
Cuando esto esté claro, descubriremos que tenemos aliados en los lugares más inesperados y conducirá a las comunidades a una mayor prosperidad.

Austin Stone es Socio Administrador de Beck & Stone. Actualmente está en asignación en Washington D.C., sirviendo como Ejecutivo Principal del Center for Urban Renewal and Education (CURE).

Traducido por Jorge Corrales Quesada.