Cada día que pasa son peores los augurios políticos en Nicaragua, en donde los tiranos Ortega y señora toman como prisioneros a todo tipo de opositores a su dinastía. Ahora les está tocando el turno a estudiantes y jóvenes quienes libremente han criticado al presidente Ortega, el cual, ni lerdo ni perezoso, acude a la represión, la violencia y las cárceles de todos y cada uno de sus opositores, para conservar su poder. No les extrañe que pronto le llegue ayuda militar de ciertos gobiernos extranjeros. Debemos estar muy atentos y que todos los nicaragüenses opositores se unan en una sola agrupación para derrocar electoralmente al autócrata.

EL MENSAJE DE NICARAGUA AL MUNDO: LOS MATONES NUNCA LO SUELTAN

Por Álvaro Vargas Llosa
Independent Institute
28 de junio del 2021

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Daniel Ortega ha gobernado Nicaragua por aproximadamente 32 de los últimos 40 años ̶ primero como parte de una junta de cinco hombres después que los Sandinistas marxistas derrocaron al anterior dictador, Anastasio Somoza, en 1979, y, después, como presidente (entre 1984 y 1990 y, de nuevo, desde el 2007 al presente). Él no tiene la intención de dejar su poder en algún momento pronto.

Me han dicho numerosas fuentes, incluyendo varios antiguos asociados de Ortega, que 1990 fue un año crítico en la evolución de Ortega como dictador. Ese fue el año en que Violeta Chamorro, viuda de un editor de un periódico altamente respetado, quien había hecho una cruzada contra la dictadura de Somoza, le derrotó en la elección presidencial de Nicaragua.

Chamorro fue capaz de lograr una victoria porque Ortega, confiado en que la mayoría de nicaragüenses apoyaba la revolución Sandinista, falló en amañar la elección. Esa noche, él, supuestamente, recibió una llamada de Fidel Castro, quien se dice que le dijo a él: “Nunca se olvide de esta lección: Una vez que usted logra el poder, usted no permite elecciones libres, pues los fascistas pueden ganar.”

En días recientes, Ortega le ha mostrado al mundo qué tan bien él recuerda esa lección. En el poder durante los últimos 14 años, Ortega es candidato para un cuarto término consecutivo de cinco años y ha tomado su control de la elección, planeada para principios de noviembre, mucho más allá de la interferencia y manipulación que han ocurrido en sus dos previas campañas de reelección.

A diferencia de campañas previas, cuando conservó algún apoyo popular, hoy Ortega es odiado por un alto porcentaje de nicaragüenses y muy posiblemente perdería contra cualquiera de sus principales oponentes, si la elección fuera justa. Esta es la razón por la que empezó el proceso de amañar la elección a fines del año pasado, al limitar legalmente derechos políticos, luego, profundizó el fraude en mayo, al abarrotar el cuerpo de supervisión electoral con miembros de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), prohibió las organizaciones de la oposición, y dejó claro que no se permitirían observadores internacionales.

Ahora, ha arrestado a varios candidatos presidenciales, incluyendo a su rival más serio, Cristiana Chamorro, cuya madre le derrotó en 1990.
Otras figuras de la oposición, así como prominentes líderes empresariales, también han sido arrestadas bajo cargos falsos.

Estas medidas no sólo resultan de la lección de 1990; indican que él aprendió una segunda lección clave en el 2018: La represión brutal funciona.

Ese año, Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, enfrentaron protestas masivas alrededor del país, desatadas por la recesión económica, pero, en realidad, motivadas por una oposición amplia a años de gobierno de un sólo partido.

Muchas instituciones que previamente no se habían opuesto abiertamente a Ortega, incluso la Iglesia Católica, ahora le desafiaron. Ortega entendió el peligro y desató una horrenda ola de violenta represión, que mató a un estimado de 450 personas, hirió a miles, y envió a numerosos nicaragüenses a la cárcel. Al final, fue capaz de pacificar al país.

Él aprendió en el 2018 que una represión fuerte funciona si usted está dispuesto a llevarla tan lejos como fuera necesario, en el tanto que los militares le respalden. Y nunca ha habido señal alguna de que los militares, controlados estrictamente por el FSLN con ayuda de expertos de contrainteligencia cubana, son otra cosa diferente de leales hacia él, gracias a la corrupción extendida que el régimen usa para enriquecer y recompensar a los oficiales militares sénior.

Si bien se han expandido las sanciones en Estados Unidos contra líderes Sandinistas -por coincidencia, el secretario de Estado Antony Blinken estaba en Costa Rica cuando Chamorro era arrestada- Ortega y sus amigotes tienen abundante efectivo a su disposición, de forma que las sanciones es posible que no tengan mucho efecto. También, Ortega sabe que puede contar con el apoyo de Rusia, Irán y varios gobiernos latinoamericanos del ala izquierda, mientras que muchos de los gobiernos de centro-derecha de la región se encuentran distraídos por el resurgimiento de militantes izquierdistas en sus hogares.

En resumen, el futuro luce sombrío para el pueblo nicaragüense.

Ortega parece estar dispuesto a ir hasta donde sea necesario para asegurar su reelección en noviembre. Que esto sirva de advertencia para los líderes y gente de otras naciones latinoamericanas en que la extrema izquierda está intentando ganar el control por cualesquiera medios necesarios: Una vez que los matones toman el poder, nunca lo sueltan.

También fue publicado en el National Review el domingo 27 de junio del 2021.

Álvaro Vargas-Llosa es Compañero Sénior en el Independent Institute

Traducido por Jorge Corrales Quesada