Quienes conocemos del pensamiento liberal clásico de Milton Friedman, sabíamos que, más tarde o más temprano, la cultura de la censura intentaría hacer presa de él. Así que es muy afortunado y oportuno este artículo del profesor Richard M. Ebeling.

LOS PATERNALISTAS POLÍTICOS TOMAN COMO OBJETIVO A MILTON FRIEDMAN

Por Richard M. Ebeling
American Institute for Economic Research
23 de junio del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como richard m. ebeling american institute for economic research Friedman June 23, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

El movimiento de la cultura de la cancelación ha logrado una amplia atención por su insistencia en “limpiar” al país de personas, estatuas, nombres de edificios, o cualquier otro monumento público, acusados de estar, de alguna forma, manchados o identificados con la esclavitud o el racismo estadounidense, pasado o presente. Eso ha servicio como un “disfraz” para deslegitimizar a cualquiera quien no esté alineado o de acuerdo con las ideas de la política de la identidad, la teoría critica racial, y cualquier cantidad de otras posiciones de política “políticamente correcta.”

El modus operandi es aseverar que mantener una idea sobre la política o política económica es, en sí, una demostración explícita o implícita de una justificación o defensa del racismo, sexismo, desigualad social o económica injusta, o autoritarismo y elitismo en sus diversas formas ideológicas. Cualquier intento por negar y responder a esos cargos por medio de la razón o evidencia es recibido con muecas y burlas despectivas, dejando claro que esas respuestas, como tales, muestran la indisposición de la persona para ver sus propios prejuicios; o que es alguien que conscientemente trata de defender los “privilegios“ indefendibles de los machos, blancos, capitalistas opresores y explotadores, quienes niegan la “libertad verdadera” y “equidad” racial y de género a tantos otros en sociedad.

Un eslogan para “cancelar” ideas o la persona que está en contra de esta nueva ideología intolerante, consiste en decir que las ideas reflejan al “neoliberalismo” y que el proponente es un “neoliberal.” Eso se ha convertido en el basurero político en donde se lanzan todos los valores, ideas, y voces, que se oponen a las políticas de identidad y la teoría crítica racial y sistémica.

MILTON FRIEDMAN CONDENADO POR IDEAS POLÍTICAS INCORRECTAS

Los objetivos han sido algunos entre las principales luces del mercado libre, el pensamiento liberal clásico en el siglo XX, en particular el teórico de la Elección Pública James M. Buchanan, los economistas austriacos, Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek, y, crecientemente, el economista de la Escuela de Chicago, Milton Friedman. El año pasado, una cantidad de escritores volcó sus plumas para desafiar al argumento de Friedman de hace 50 años, de que el principal propósito de las empresas privadas, en especial las corporaciones, era obtener ganancias para sus accionistas, y no proseguir metas de “justicia social” con los recursos invertidos y riqueza de terceros.

Friedman fue condenado por negar que los negocios estaban obligados a usar su capital y recursos para promover objetivos “políticamente correctos” relacionado con los pobres, “partes interesadas” de sus comunidades, y la equidad racial y de género, al igual que sacrificar utilidades de corto plazo para salvar al planeta de los peligros del calentamiento global. Si las empresas no asumían esas responsabilidades por sí mismas, bueno, para eso estaba el gobierno paternalista por medio de su persuasión regulatoria y medios fiscales. (Ver mis artículos “Milton Friedman and the New Attack on Freedom of Choice” y “The Case for a Coercive Green New Deal?” y “The Nightmare Fairyland of the Green New Dealers” y “Stakeholder Fascism Means More Loss of Liberty”.)

Las premisas que subyacen las políticas de la identidad y la teoría crítica racial son que el individualismo, la libertad personal, y la libertad económica, así como el orden constitucional y político conectado con estas ideas, son todas estratagemas de los machos blancos para obtener y mantener su poder y control sobre otros. Para hacerlo, usan herramientas institucionales como la propiedad privada de los medios de producción, el libre intercambio basado en la asociación y consenso voluntario, y libertades civiles como libertad de expresión y prensa o religión, como herramientas mediante las cuales la élite gobernante racista y misógina manipula la realidad y crea una “consciencia falsa” de aceptación pasiva de la opresión y explotación de mujeres y “gente de color.”

Este último tipo de colectivismo tribal insiste en que los seres humanos no pueden reducirse y no deberían verse como personas individuales diferentes. Su “identidad” es inseparable de su raza, género, y orientación sexual. Así, su identidad está interconectada inescapablemente con un grupo colectivo que posee una o más de esas características raciales o género o sociales, Toda la historia moderna que llega desde siglos atrás, se asevera, está definida y es producto del racismo masculino, blanco. Eso está tan incorporado en las estructuras sociales, que quienes obtienen algunas formas y grados de “privilegio” blanco y masculino a expensas de otros, a menudo no se dan cuenta de eso; y dicha gente lo da tan por sentado que no pueden o no encaran fácilmente la injusticia y la inequidad de un sistema del que ellos se benefician en distintas formas, grandes y pequeñas. (Ver mis artículos, “An ‘Identity Politics’ Victory Would Mean the End to Liberty” y “The New Totalitarians” y “Save America from Cancel Culture” y “‘Systemic Racism’ Theory is the New Political Tribalism” y “Self-Censorship and Despotism over the Mind” y “Welcome to Word Tyranny and Cultural Balkanization”.)

LA ALEGADA MALA INFLUENCIA DE MILTON FRIEDMAN EN LA POLÍTICA ECONÓMICA

En un ataque más frontal y pleno a Milton Friedman ofrecido en las páginas de The New Republic (17 de junio del 2021) por Zachary D. Carter, “escritor en residencia” de la Omidyar Network y la Hewlett Foundation, asegura que hemos llegado a “The End of Friedmanomics.” [“El Final de la Economía de Friedman”]. Estados Unidos y, de hecho, el mundo, declara el Sr. Carter, han sido las víctimas de las ideas perversas, ingenuas y por mucho tiempo fuera de época acerca de la libertad individual, mercados libres, y gobierno limitado, como la avenida mejor y más ética para una sociedad mejor y más próspera para todos.

Por décadas, insiste el Sr. Carter, políticos y gobiernos han sido mal informados y mal guiados por las ideas de Friedman de proseguir políticas de un gobierno más pequeño, mayor libertad económica y políticas monetarias y fiscales restringidas. Estas políticas han retrasado el “progreso social,” promovido la desigualdad, facilitado el racismo y sexismo, y deshumanizado a todo mundo en sociedad. El Sr. Carter debe residir en algún universo alternativo si cree que los últimos 40 o 50 años han sido décadas de dedicación a principios y políticas liberales de libre mercado, dado el crecimiento continuo en el tamaño y alcance del gobierno en todo ese tiempo. Pero, tal vez mejor dejamos pasar esto por alto y le permitimos la ficción de la “licencia poética” y una imaginación vívida. (Vea mis artículos, , “Fifty Years of Statist Policies and Economic Fallacies” y “Freedom versus Paternalism in the Coming Decade”.)

Después de condenar a Friedman por todos estos malos efectos sobre los Estados Unidos moderno, debería señalarse que el Sr. Carter no acusa a Friedman de golpear a su esposa o patear a todo perro que se le atraviesa en su camino. Pero, tal vez, ese cargo aparecerá en una posible nueva entrega de su crítica a los suplicios y tribulaciones sociales impuestas sobre la humanidad por Milton Friedman, debido a su deleznable noción de que la libertad humana funciona mejor que la coerción gubernamental.

MANCHANDO A FRIEDMAN POR SER APOLOGISTA DEL RACISMO DE SURÁFRICA

El Sr. Friedman abre su ensayo con un resumen interpretativo del viaje de Friedman a Suráfrica y Rodesia en 1976. Al leer su versión de la estadía de Friedman en África del Sur, usted pensaría que él estaba ahí para racionalizar el apartheid y oponerse a la propia idea de políticas democráticas. Bondadosamente, el Sr. Carter no acusa a Friedman de creer en el racismo biológico, pero esa es toda la palabra más favorable que tiene que decir.

Él se encuentra espantado de que Friedman pudiera creer tan absurdamente que el problema relacionado con las relaciones raciales en África del Sur era la intervención gubernamental, que impuso leyes sociales y económicas de segregación altamente rígidas entre blancos y negros, en prácticamente cada aspecto de la vida cotidiana. El Sr. Carter parece no haber hecho tarea alguna con otros escritos que explican en gran detalle cómo se dio el apartheid en los años cuarenta y para qué fines económicos beneficiar a grupos selectos en la comunidad blanca.

Podría haber obtenido un mejor entendimiento si hubiera leído The Economics of the Color Bar (1964) de William H. Hutt o South Africa’s War Against Capitalism (1989) de Walter E. Williams. Habría descubierto que era precisamente para impedir las oportunidades y resultados integradores que los mercados abiertos y competitivos hacen posible, que segmentos de la comunidad blanca se volcaron hacia los poderes coercitivos del estado anticompetitivos y separadores de razas. Después de todo, si la separación de razas vino “naturalmente” a diferentes personas, y si, en realidad, los agricultores, profesionales, manufactureros y trabajadores blancos eran “inherentemente” superiores a los negros, entonces, ¿por qué fue necesario imponer el proteccionismo monopólico doméstico sobre tantos segmentos de la sociedad para alejar a competidores negros potenciales? (Vea mi artículo, “South Africa and Ending Apartheid: The Free Market Road Not Taken”.)

El Sr. Carter se encuentra desconcertado e impactado que alguien pueda, en realidad, creer que la libertad de asociación es superior a la imposición de “soluciones” a problemas sociales por medio de la orden y control gubernamental. Friedman les dijo eso a los líderes políticos en Suráfrica, “La primera cosa que ustedes deberían hacer es eliminar las barreras que ahora imponen a la igualdad de movimiento, a la igualdad de oportunidades, de los diversos grupos.” Él también enfatizó que, “Una de las bellezas del mecanismo del mercado es que es ciego ante el color.” (Ver el artículo de Art Carden, “Milton Friedman Goes to South Africa”.)

EL CASO DE FRIEDMAN DE LOS MERCADOS LIBRES PARA SOBREPASAR LA DISCRIMINACIÓN

Este fue el mismo tema que Friedman desarrolló en Capitalism and Freedom [Capitalismo y Libertad] (1962) en un capítulo dedicado al “Capitalismo y Discriminación.” Él explicó su propia perspectiva liberal clásica:

“Creo firmemente que el color de la piel de un hombre o religión de sus padres no es, como tal, razón para tratarlo diferentemente; que un hombre debería ser juzgado por lo que es o hace y no por esas características externas. Deploro lo que me parece es la visión prejuiciada y estrecha de aquellos cuyos gustos difieren de los míos en este sentido y pienso menos de ellos. Pero, en una sociedad basada en la libre discusión, el recurso apropiado para mi es buscar persuadirlo de que sus gustos son malos y que deberían cambiar sus ideas y su comportamiento, no usar el poder coercitivo para imponer mis gustos y actitudes sobre otros.” (p.111 {de la versión original en inglés}).

Friedman no asumió que ese era el final del tema. Un mercado libre le da lecciones a gente racialmente sesgada, incluyendo las alternativas costosas que, si se siguen sus prejuicios, pueden ser las que con ellas tengan que lidiar. Diversos individuos pueden tener prejuicios y antipatías fuertes hacia otros con base en diferencias como raza, religión, lenguaje o costumbre. Los beneficios de los mercados libres y competitivos son que, quienes eligen seguir sus sesgos personales, deben soportar costos personales que no pueden ignorarse, lo han explicado Friedman y otros.

Al no contratar a alguien para un trabajo debido a su raza o religión particular, el potencial empleador desperdicia un trabajador que podría haberle ayudado a suministrar un producto menos caro o mejor, ganando así una ventaja competitiva sobre sus rivales, en especial si alguno de sus competidores no comparte ese sesgo o lo deja de lado precisamente para aumentar sus propias oportunidades de mayores ingresos y porción del mercado. De la misma forma, al rehusarse a servirle a un cliente potencial debido al prejuicio del vendedor, deja de hacer ventas y obtener ingresos que, de otra forma, habrían sido suyos y, de nuevo, puede perderlos ante otro vendedor a quien le importa menos cómo luce un cliente y más el “color” del dinero del comprador.

Para no tener que sufrir volitivamente estos costos y no tener que preocuparse acerca de algunos de esos competidores potenciales menos prejuiciados, ya sea del lado de la oferta o la demanda del mercado, se hace mucho más fácil presionar al gobierno para que prohíba legalmente esos actos voluntarios y de mutuo acuerdo entre adultos con consentimiento. Esto es, precisamente al cerrar los mercados por medio del apartheid y leyes segregacionistas que prohíben la libertad de asociación e intercambio, dentro y fuera del mercado, el discriminador según raza o religión no se ve obligado a poner sus ventas o ingresos perdidos adonde pone sus prejuicios. Las prohibiciones legales de este tipo sobre otros para comprar y vender, emplear y trabajar, independientemente de esos accidentes externos de nacimiento, liberan al racista de lidiar con parte de los costos debido a su mentalidad estrecha. (Ver mis artículos, “Free Markets, Not Government, Improve Race Relations” y “Classical Liberalism and the Problem of ‘Race’ in America”.)

QUERIENDO REEMPLAZAR LA SEGREGACIÓN COACCIONADA CON UNA INTEGRACIÓN OBLIGADA

Pero, el Sr. Carter supone en su interpretación de la posición de Friedman de oponerse a la integración obligada por orden del gobierno, significa que el liberal de libre mercado o es tolerante o bien apoya al racismo y la segregación social y económica. Esto es, no obligar a gente a asociarse con otros cuando puede que no lo desee, significa que el oponente a la integración coaccionada puede ser tomado como que endosa tácitamente la preservación de prácticas racistas y discriminatorias. No es suficiente pedir y apoyar la abolición del apartheid y restricciones y prohibiciones legales segregacionistas. Usted debe también promover el uso de ese mismo poder de coerción política para obligar a asociaciones humanas, en vez de “simplemente” apoyar el negativo de abolir legalmente la segregación impuesta.

Él pasa por alto la idea esencial de la libertad para elegir, cual es que el individuo tiene la libertad no sólo de decir “sí” a lo que la gente quiere que él haga, sino a decir “no.” No, no trabajaré al salario que usted me está ofreciendo, sino que buscaré en otra parte por un empleo. No, no me quedaré sentado aquí en silencio cuando usted lance insultos racistas, y, en vez de ello, le pondré un poco de atención. No, yo considero sus ideas totalmente inaceptables y trataré de persuadir a otros para que rechacen sus ideas tribales primitivas y rechacen las leyes que los reflejan. No, sólo porque usted mantiene ideas racistas o sexistas, no significa que yo debo practicarlas, e interactuaré y me asociaré con gente basado en la valoración que haga de ellos por el contenido de su carácter, en vez del color de su piel. El derecho a decir “No” es uno de los principios y protecciones más importantes en cualquier sociedad libre, incluso cuando no nos gusta lo que algún vecino puedan esta diciendo “no” acerca de algo.

El Sr. Carter está afiliado a la Omidyar Network y Hewlett Foundation, organizaciones decididas a avanzar las agendas “progresistas” que están detrás de las críticas a las ideas de Milton Friedman. Me pregunto cuántos liberales clásicos o conservadores sociales y económicos están empleados por uno de esos grupos; esto es, poniendo en práctica la “diversidad” e “inclusividad” que ambas organizaciones dicen cultivar. Pero, no lo dude, en lo que únicamente se piensa es en la orientación inclusiva de diversidad racial, de género y sexual, y no aquella de ideas diferentes de política y de política económica.

Dada su furiosa antipatía y desacuerdo con las ideas de Friedman, como se refleja en la retórica del artículo, él probablemente estaría muy molesto si el gobierno les dijera a esas dos organizaciones que la “equidad” requiere que liberales clásicos y conservadores sean empleados para sus equipos correspondientes en igual proporción a la de estos dos grupos en las comunidades más amplias en las que operan. Y, oh no, ¿qué tal si un “Friedmanita” fuera asignado a una oficina a la par de la del Sr. Carter, que ambos tengan la misma secretaria o asistente de investigación? Y, a propósito, ¿cuántos liberales clásicos invita regularmente el Sr. Carter para que vayan a su hogar a cenar, tomarse unas bebidas, o a una fiesta? O, ¿es que él socialmente no se mezcla con, bueno, usted sabe, “ellos”? ¿Discriminación? ¡Díganme que no lo es?

RECHAZANDO CRÍTICAS DE FRIEDMAN A LA DEMOCRACIA DESENFRENADA

También, el Sr. Carter se ofende con las dudas de Milton Friedman acerca de la toma de decisiones democráticas limitada e irrestricta. Es igualmente despectivo de la insistencia de Friedman en que el mercado libre es una expresión mucho más “democrática” de los deseos, anhelos y necesidades de la gente, y su satisfacción correspondiente. Este, también, es un tema que Friedman enfatizó en el capítulo inicial de Capitalismo y Libertad, acerca de “La Libertad Económica y Libertad Política.”

En una democracia política, los resultados son, a menudo, del tipo del “ganador se lleva todo.” Esto es, el partido (o coalición de partidos) que gana una mayoría del voto tiene su camino para que, en el periodo a cargo, logren la aprobación y puesta en vigencia de leyes y legislación.
Tienen la habilidad para imponer sus preferencias y políticas sobre la minoría votante que perdió, aún si esa minoría es un 49.9 por ciento del electorado que entró a las casillas de votación. La minoría tiene que esperar el siguiente ciclo de elecciones para tener alguna oportunidad de cambiar, revertir o modificar las leyes y acciones legislativas y regulatorias aprobadas y puestas en vigencia por esa mayoría; y, en vez de eso, ella sólo tiene una oportunidad para que sus preferencias políticas sean impuestas sobre todos los demás, si tiene éxito en lograr un número suficiente de votantes que cambie sus mentes de cuando fue la última vez que visitaron los sitios de votación.

En el mercado libre, los resultados son ampliamente pluralistas, en vez de mayoritarios. Sólo porque una mayoría quiere los bienes y servicios “A,” “B,” y “C,” no impide o previene que gustos y preferencias diferentes y diversas de aquellos en la minoría de consumidores y demandantes sean, asimismo, de forma simultánea, ampliamente satisfechos. Una mayoría que quiere cereal frío al desayuno no significa que, también, las minoráis compradoras no puedan obtener sus huevos con jamón o avena caliente. O, que algunos puedan decidir no desayunar del todo, sin tener que gastar algo de su propio ingreso en algo que no quieren o ser gravados con impuestos para subsidiar el tipo de desayuno mañanero preferido por alguien más.

Lo mismo es aplicable a lo que pasa bajo la categoría general de “problemas sociales,” para los cuales la gente busca soluciones fuera del mercado de oferta y demanda cotidiana. Primero, no todo mundo está de acuerdo con lo que son los “problemas sociales,” o su importancia relativa; y, segundo, no todo mundo concurre en los mejores medios y métodos para aliviarlos en la sociedad. La avenida política impone “una solución para todos,” con base en, de nuevo, cuáles preferencias ganaron el Día de las Elecciones, y todos son obligados a financiar y seguir las respuestas dirigidas y decididas por el gobierno a los problemas, por medio de impuestos que se requiere que todos paguen.

La respuesta liberal clásica a estos asuntos ha sido tradicionalmente el rol de instituciones pacíficas y voluntarias de la sociedad civil. Los individuos forman asociaciones y organizaciones para proseguir valores y metas compartidas, y encontrar soluciones a problemas sociales que ellos identifican como importantes para ellos y otros. Esto incluye mucho de lo que ha sido cooptado por el gobierno bajo el título del estado de bienestar. El Sr. Carter parece tener poca paciencia o consideración hacia esas avenidas no coercitivas y voluntarias, aún cuando muchas de sus propias actividades, parece, son a través de dos de tales organizaciones de la sociedad civil. Aún así, claramente, su objetivo final es imponer respuestas y restricciones a las acciones y elecciones de otros. La era liberal más clásica del siglo XIX, la que el Sr. Carter desprecia mucho, demostró las diversas formas en que la sociedad civil manejó los problems, para los cuales él sólo ve y demanda la mano pesada y abusiva del gobierno. (Ver mis artículos, “A World without the Welfare State” y “The Secret History of the Monopolization of Welfare by the State”.)

FRIEDMAN ACERCA DE LOS LIGÁMENES ENTRE LA LIBERTAD ECONÓMICA Y POLÍTICA

Además, Friedman creía con fuerza que un mercado libre también era esencial para preservar la libertad personal y la libertad política. De nuevo, de Capitalismo y Libertad:

“Vistos como un medio para lograr el objetivo de la libertad política, los arreglos económicos son importantes debido a su efecto sobre la concentración y dispersión del poder. El tipo de organización económica que brinda directamente la libertad económica; esto es, el capitalismo competitivo, también promueve la libertad política, pues separa al poder económico del poder político y de esta manera permite que uno compense al otro…

No conozco otro ejemplo en tiempo o lugar de una sociedad que haya sido marcada por una gran medida de libertad política, y que también no haya usado algo comparable a un mercado libre para organizar el grueso de la actividad económica.” (p.9 {de la versión en inglés})

Cuando el gobierno es dueño o controla fuertemente y regula los medios de producción, el poder político puede determinar o influir grandemente en lo que, por ejemplo, se imprime y publica, pues el acceso a los insumos necesarios puede ser estrechamente asignado o restringido en su llegada a manos de quienes expresan puntos de vista opositores. Allá atrás en los años ochenta, el gobierno socialista Sandinista de Nicaragua insistió en que no había limitaciones a la libertad de prensa. Sin embargo, el periódico de oposición, La Prensa, sólo podía imprimir cantidades limitadas de su periódico para la distribución y venta, pues el gobierno asignaba para la publicación una cantidad relativamente pequeña de papel para imprimir. Así, redujo su habilidad para alcanzar a sus lectores con opiniones distintas a la línea de “partido” oficial del gobierno.

Asimismo, Friedman, en una cantidad de ocasiones, expuso la idea de que un sector privado vibrante y autónomo protege al disidente o crítico de una opresión amenazadora de su vida por parte del estado. Usó el ejemplo de las listas negras de Hollywood de escritores de películas y otros, que fueron señalados en la década de 1950 como “subversivos” y compañeros de viaje de la causa socialista soviética. En la Unión Soviética, los “enemigos del estado” eran privados de empleo y, a menudo, terminaban en el Gulag, los campos de trabajos forzados ̶ sino es que eran fusilados. En Estados Unidos, aquellos calificados como “antiestadounidenses” pueden haber perdido sus empleos en la industria del cine debido a la presión gubernamental, pero podían, y lo hicieron, encontrar empleos alternativos y formas de ganarse la vida en empresas privadas no directamente controladas o presionadas en la misma forma para que no contrataran a esas personas. El capitalismo suministró un salvavidas de empleo para quienes soñaban con un futuro socialista para Estados Unidos.

FRIEDMAN ACERCA DEL CONTROL DE ALQUILERES Y LA ELECCIÓN ESCOLAR

El Sr. Carter presenta otra gran cantidad de concepciones erradas, que el espacio no permite disecar con suficiente detalle. Pero, entre estas, están sus burlas al análisis crítico de Friedman y George Stigler acerca de los controles de alquileres en el período inmediato a la Segunda Guerra Mundial, en su ensayo “Roofs or Ceilings” (1946). Él considera “poco sofisticado” que se afirme que, si el precio de algo, como una casa residencial, se fija en un nivel inferior a lo que un mercado más competitivo sugiere que debería ser, el resultado es una escasez de lugares disponibles para vivir, combinado con desincentivos para que constructores potenciales de vivienda y apartamentos aumenten la oferta con el paso del tiempo. Su idea parece no extenderse más allá de pensar que, si la gente necesita lugares para vivir, eso nunca aparecerá, a menos que la mano que pone impuestos y que gasta del gobierno haga que eso suceda. (Ver mi artículo, “Price Controls Attack the Freedom of Speech”.)

También, Friedman es reprendido por su caso a favor de la elección paternal de las escuelas por medio de escuelas autónomas que contratan con el estado y reciben fondos públicos [Nota del traductor: “charter schools” en inglés] y otras alternativas privadas a las escuelas “públicas” gubernamentales. El Sr. Carter revive las heces del argumento de Nancy MacLean en Democracy in Chains (2017), que economists como Friedman y James Buchanan estaban a favor de la elección escolar a fines de la década de 1950, para ofrecer un camino para que racistas del Sur no tuvieran que enviar a sus niños a escuelas públicas desagregadas. Pero, como lo han documentado los críticos, eran las escuelas privadas las que estaban siendo consideradas como el mejor camino en esa época hacia ambientes escolares más integrados, libres de la sujeción segregacionista sobre escuelas gubernamentales locales. (Ver los artículos de Philip W. Magness, “Did School Vouchers Threaten Segregation in 1959 Charlottesville?” y “The Nutter-Buchanan School Choice Paper: Evidence from the Timeline” y “Sorry, Nancy MacLean. You’ve Got Your Facts Wrong About Another Virginia Economist”.)

PRESENTANDO A FRIEDMAN COMO UN APOLOGISTA DE RACISTAS SEDIENTOS DE PODER

En todas partes en que el Sr. Carter aparece, él ve a Friedman ofreciendo argumentos de mercado para que los racistas se oculten tras ellos y racionalicen sus deseos segregacionistas. Friedman es sólo un líder que suple parte de una superestructura ideológica de ideas que justifiquen la opresión, discriminación y explotación. A los ojos de Carter, Friedman es despreciable cuando, al apoyar la campaña de Barry Goldwater para la presidencia en 1964, sabía que estaba entrando en una “coalición política con racistas violentos.”

Al mismo tiempo, si Goldwater perdía, dice Carter, su derrota en la elección sería una puerta para purgar a moderados que permanecieran en el Partido Republicano, dando a entender que el “futuro del partido pertenecería a hombres como Milton Friedman… En sólo pocos años su apuesta tendría éxito.” Esto es, Friedman es retratado como un sediento de poder político e ideológico jugando en la fosa de la “política sucia,” para posicionarse como un gran maestro en la imposición de su “fundamentalismo de mercado,” en un país cuya gente sólo podría ser dañada por la misma naturaleza del capitalismo de libre mercado.

La idea que Milton Friedman pueda haber expuesto las ideas liberales clásicas y de libre mercado a partir de una honestidad intelectual y una creencia sincera en que tal sociedad libre era el mejor ambiente institucional dentro del cual asegurar la libertad, promover el crecimiento económico y la mejora para la sociedad como un todo, y aliviar las desgracias materiales y sociales de muchos, sin la mano imponente del poder gubernamental con todos sus efectos negativos, está completamente más allá de la imaginación del Sr. Carter. Él ve un mundo de juegos de poder, intrigas y juegos de suma cero, tales que, si prevalecen las ideas Friedmanianas, unos pocos capitalistas blancos, racistas y sexistas privilegiados pueden ganar, pero perderían las restantes masas incalculables de personas.

El Sr. Carter también desafía los escritos de Friedman de teoría monetaria y política de la Reserva Federal. Su posición prestablecida en respuesta al propio trabajo de Friedman acerca de la historia de la Reserva Federal, la severidad de la Gran Depresión y el marco para una política de banco central más “basada en reglas”, es sólo una reafirmación de los argumentos degastados a favor de la discrecionalidad fiscal y estilo monetario keynesiano, para manipular la economía durante una recesión.

SON LAS IDEAS LIBERALES CLÁSICAS DE MILTON FRIEDMAN LAS QUE PREVALECERÁN

Todo esto es del pasado, en lo que respecta a Zachary Carter. Estamos viviendo la era post Friedman con la llegada de la presidencia de Joe Biden. No hay necesidad de temer a déficits masivos, una deuda nacional explosiva, una expansión enorme de la oferta de dinero, o un aumento en la intervención, redistribución y planificación gubernamental. No, los políticos paternalistas, ingenieros sociales y planificadores centrales -¡de todo!- están de regreso, y crearán un mundo brillante y bello para todos nosotros, pues tienen la confianza y presunción de creer que, en sus bien intencionadas manos, todas las cosas son posibles tan sólo hay que creer.

Qué tan altamente decepcionado sin duda que estará el Sr. Carter, cuando las políticas que él propone terminen, una vez más, por tener los efectos desastrosos que siempre han producido en el pasado. Luego, desde el basurero de la historia, al cual él quiere relegar las ideas de libre mercado, como aquellas de Milton Friedman, se levantarán una vez más desde las cenizas, para explicar por qué las locuras y debilidades de la idea colectivista no han sido nada más que estancamiento, corrupción, y menos libertades. Para gran decepción del Sr. Carter, serán las ideas de Milton Friedman acerca de la libertad las que mostrarán ser las más perdurables.

Richard M. Ebeling es compañero sénior del American Institute for Economic Research (AIER) y Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Eveling vivió en la ciudad universitaria del AIER entre el 2008 y el 2009.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.