Una buena explicación acerca de un término que usualmente se emplea por algunos para desacreditar el funcionamiento de la economía de mercado.

NO EXISTE TAL COSA COMO ECONOMÍA DEL GOTEO

Por Steven Horwitz
Fundación para la Educación Económica
Sábado 24 de setiembre del 2016


El punto no es transferir riqueza por todas partes, sino, más bien, crear oportunidad universal.

Los críticos del liberalismo y la economía de mercado han hecho un hábito durante mucho tiempo de inventar términos que nosotros nunca usaríamos para describirnos. El más común de estos es “neoliberal” o “neoliberalismo,” que parecen significar cualquier cosa que los críticos desean que signifique, para describir ideas que a ellos no les gustan. En el grado en que esos términos tienen definiciones claras, ciertamente no se alinean con los puntos de vista de defensores de los mercados y la sociedad liberal.

EL GOTEO

Otro término relacionado es “economía del goteo.” Gente que pide reducciones de impuestos, menor gasto gubernamental, y más libertad para que la gente produzca e intercambie lo que piensa es valioso, es, a menudo, acusada de apoyar algo llamado “economía del goteo.” Es difícil precisar exactamente qué es lo que significa ese término, pero parece ser algo así como lo siguiente: “esos amigos del libre mercado creen que, si usted le da recortes impositivos o subsidios a la gente rica, la riqueza que ellos adquieren (de alguna forma) se ‘filtrará’ hacia los pobres.”

El problema con este término es que, de lo que yo sé, ningún economista jamás ha usado esa expresión para describir sus propias ideas. Los críticos del mercado deberían enfrentar el desafío de encontrar un economista que arguye algo así como “darle cosas al grupo A es una buena idea, pues ellos luego las filtrarán al grupo B.” Yo señalo que ellos fallan en encontrar tal persona, pues no existe. Además, como lo ha señalado, Thomas Sowell, todo el argumento es absurdo: ¿por qué no darles cualesquiera que sean las cosas directamente al grupo B y eliminar el intermediario?

No existe argumento económico que alegue que esas políticas que sólo benefician a los ricos directamente, de alguna forma se “filtrarán” hacia los pobres. Transferir riqueza hacia los ricos, e incluso recortar impuestos que sólo a ellos se les imponen, no son políticas que vayan a beneficiar al pobre, o, ciertamente, no de forma notoria. En verdad que, en todo caso, los defensores de los mercados no van a apoyar transferencias directas o subsidios a los ricos. Precisamente, ese es el tipo de capitalismo de los amigotes que los verdaderos liberales rechazan.

LA PROSPERIDAD GENERAL

Lo que los críticos encontrarán, si eligen buscar, es a muchos economistas quienes arguyen que permitir a todos proseguir todas las oportunidades que puedan en los mercados, con el nivel mínimo de impuestos y regulación, creará prosperidad generalizada. El valor de recortar impuestos no es sólo reducirlos para grupos de ingresos más altos, sino para todos. Dejar que todo mundo pueda conservar más del valor que ellos crean por medio del intercambio significa, en primer lugar, que todo mundo tiene un incentivo mayor para crear tal valor, ya sea por medio de la propiedad del capital o al encontrar nuevos usos para la mano de obra de uno.

Además, aquellos de nosotros quienes apoyamos tales políticas no quieren “darle” algo a nadie, ya sea rico o pobre. Cuando la gente habla acerca de recortes de impuestos como “dar” algo a alguien, implícitamente empieza de la premisa de que todo le pertenece al gobierno y sólo somos capces de mantener algo para nosotros por su indulgencia hacia nosotros.

Dejando de lado el hecho de que los derechos no son algo que el gobierno nos da, sino que ya los tenemos, lo cual, en teoría, en primer lugar, debería ser protegido, la única razón por la que el gobierno tiene algún ingreso es porque nos fue tomado mediante la imposición a aquellos en el sector privado que lo crearon. El gobierno no nos “da” al efectuar reembolsos tributarios; simplemente se abstiene de tomar más de lo que, en primer lugar, nosotros creamos mediante el intercambio mutuamente beneficioso.

UN GRANO DE VERDAD

No obstante, hay un pequeño grano de verdad en la idea del “goteo.” Una de las razones claves por la que la mayoría de los occidentales modernos, incluyendo a pobres, vive mucho mejor hoy que en cualquier momento del pasado, es que, debido a nuestra habilidad de combinar nuestra mano de obra con más y mejor capital, ha elevado nuestros salarios y reducido el costo de bienes y servicios. La acumulación de capital por algunos contribuye al enriquecimiento de otros, cuando ese capital hace que la mano de obra de trabajadores sea más productiva y, por tanto, más valiosa.

Esa verdad histórica no es una justificación para subsidiar directamente a los actuales poseedores de capital. En contra de lo que pensadores como Thomas Piketty parecen creer, la simple posesión del capital no asegura un flujo de ingreso. No es la propiedad del capital per se lo que beneficia a otros, sino la habilidad de desplegar el capital en formas que crean valor para los consumidores. Esta es la razón de por qué reducir el impuesto y carga regulatoria a todo mundo es tan importante: alguien puede llegar con nuevas formas de crear valor y potencialmente enriquecerse, a sí mismo y a otros, en el proceso.

La clave no es transferir fondos a los actualmente ricos, sino asegurar el ambiente económico más competitivo posible, de forma que aquellos con las mejores ideas puedan ponerlas en práctica. Los dueños actuales del capital no deberían estar en capacidad de afianzar su posición, usando el proceso político para enriquecerse mediante legislación que específicamente les beneficia.

Como lo expresó Hayek en su defensa de la competencia:

“El mejor método de una [producción eficiente] no será, de ningún modo, descubierto normalmente por el empresario establecido; es decir, por la persona encargada de la planta existente. En una sociedad competitiva, la fuerza que hace bajar los precios al costo más bajo a que se puede producir una cantidad vendible a dicho costo, es la oportunidad para toda persona que conozca un método más económico de entrar en el mercado bajo su propio riesgo y atraer a los clientes vendiendo los productos a menor precio que los demás productores.”

Los propietarios actuales del capital no tienen todas las respuestas, y la forma de asegurarse el mejor resultado para todos, en especial, los menos favorecidos, es dándole a todo mundo libertad para que entre y salga del mercado y que tenga el incentivo máximo para hacerlo, al permitirles mantener los frutos de su exitosa creación de valor.

EN PRIMER LUGAR, LA CREACIÓN DE VALOR

Ningún economista serio cree que las vidas de los pobres son mejoradas si la riqueza es transferida a los ricos y, luego, “filtrada” a los pobres. Lo que la economía nos dice es que la riqueza, ante todo, tiene que ser creada. Usted no puede transferir algo que no existe. La creación de riqueza es más posible que se dé cuando la gente está en capacidad de innovar sin permiso y pone sus ideas a que el mercado las pruebe.

De hecho, el proceso de innovación que no requiere permiso y que el mercado la ponga a prueba, enriquecerá a alguna gente, y empobrecerá a alguna gente rica. Lo que también hace es impulsar la creación de valor a través de sociedades enteras, elevando el estándar de vida de todos sus habitantes.

Las instantáneas del momento de ricos y pobres no son las categorías que importan para una política económica sólida. La riqueza no se “filtra” del rico hacia el pobre. Es creada por todo nosotros cuando desarrollamos nuevas ideas, habilidades, y productos, ya sea como trabajadores o propietarios del capital.

La forma de ayudar al pobre es maximizando nuestra libertad para crear y mantener valor a través de una economía de libre mercado. La respuesta no es entregar dádivas a quienes, momentáneamente, ocupan el grupo que llamamos “los ricos.” Y la historia nos dice que la mejora en el estándar de vida de todos, resultante de una mayor libertad económica, será más un torrente que un goteo.

Steven Horwitz es el Profesor Distinguido de Libre Empresa en el Departamento de Economía de Ball State University, en donde también es compañero del Instituto para el Empresariado y la Libre Empresa. Es autor de Austrian Economics: An Introduction.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.