La última de Fauci: el 9 de junio dijo que “Un ataque en mi contra, es un ataque a la Ciencia.” O sea, él es la Ciencia. Yo creí que la ciencia era conocimiento de la sociedad para explicar fenómenos. Tal vez es que Fauci sea una especie de Dios en la Tierra, que define todo ese conocimiento humano, conocimiento que, de paso, es fluido, cambiante y aleccionador y diseminado. Pero, tal vez, no tanto como para derribar la arrogancia mítica de alguien por allí, que tanto daño nos ha causado.

LIBERÁNDOSE USTED MISMO DEL FAUCISMO

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
3 de junio de 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein american institute for economic research Faucism June 3, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

La deificación de Anthony Fauci se está desarmando; es hora de aprender una meta lección. El asunto no son los fallos de Anthony Fauci. El problema es el Faucismo, la creencia fanática de que expertos sabios y benefactores deberían gobernar.

Fauci caerá por ese error que la gente nunca aceptará: La evidencia está creciendo de que la ganancia de función en China, posiblemente financiada por Fauci como cabeza del NIAID (siglas en inglés del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos), puede haber conducido a la pandemia. Peor para Fauci, él aparece registrado diciendo que “los beneficios de esos experimentos [ganancia de función] y el conocimiento resultante, sobrepasan los riesgos,” incluyendo el riesgo de pandemia.

En los meses venideros, pocos continuarán deificando a Fauci. El barniz de encanto y brillantez se debilitará y se revelará el veleta político.
Crecientemente, el público se dará cuenta que Fauci y sus apóstoles políticos usaron el escudo de ciencia falsa para mentir acerca de temas como inmunidad de rebaño, necesidad extrema de cierres de escuelas, y otras políticas destructoras.

Michael Brendan Dougherty, escribiendo para el National Review, ofrece dos explicaciones acerca del rol de Fauci. Ya sea que él “deliberadamente manipuló narrativas y circunstancias virales, a fin de implantar su propia autoridad” o Fauci es “sólo un “aspirante bocón montado en sus esquíes.”

La culpa y rechazo pueden aparecer en el camino de Fauci, pero, pocos aprenderán la lección verdadera de por qué es errado darle a una persona tanto poder.

Para que se acabe el Faucismo, deben exponerse y rechazarse las creencias que le dan vida al Faucismo.

Necesitamos entender por qué una concentración de poder crea errores. Todos los “expertos” a quienes se les da poder para controlar a otros son aspirantes bocones hasta el cuello.

LA NATURALEZA DEL CONOCIMIENTO, EL RIESGO Y LA CIENCIA

La mayoría de Faucistas nunca ha leído “The Use of Knowledge in Society.” [“El Uso del Conocimiento en la Sociedad”] de Hayek. Aquella no sabe por qué es absurda la idea de permitir a un hombre determinar la política:

“El conocimiento de las circunstancias que debemos utilizar no se encuentra nunca concentrado ni integrado, sino que únicamente como elementos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio en poder de los diferentes individuos.”

“Nuestra ignorancia es aleccionadora e ilimitada,” observó el filósofo Karl Popper. Los Faucistas no creen eso acerca de su amado líder. ¿Quién más debería decidir, proclaman ellos, sino es nuestro experto más conocedor?

Popper continuó con lo que podía ser un credo para individuos dispuestos a explorar humildemente sus creencias y admitir límites al conocimiento individual: “Con cada paso que damos hacia adelante, con cada problema que resolvemos, no sólo descubrimos problemas nuevos y no resueltos, sino que, también, descubrimos que, cuando creíamos estar en una posición firme y en terreno seguro, todas las cosas son, en verdad, inseguras y están en un estado de flujo.”

Si el mundo está lleno de individuos y problemas desafiantes en medio de una ignorancia sin límites, no sorprende que Popper creyera que “No hay fuentes últimas del conocimiento.” Sólo podemos “tener la esperanza de detectar y eliminar el error” permitiendo la crítica de las teorías de otros y las propias.

Para resumirlo mejor, el físico Richard Feyman escribió, “La ciencia es la creencia en la ignorancia de expertos.”

Por supuesto, en el mundo de hoy, los Faucistas están ocupados censurando puntos de vista que disienten de los de su amado líder y sus apóstoles.

El profesor de la Universidad de Pennsylvania, Philip Tetlock, ha sido un escéptico de la habilidad de los expertos pronosticadores, quienes “a menudo se equivocan, pero nunca dudan.” A pesar del mal registro histórico de los pronosticadores, nunca carecen de seguidores. Escribe Tetlock, “Necesitamos creer que vivimos en un mundo predecible, controlable, así que nos volcamos hacia gente que suena como una autoridad, quien promete satisfacer esa necesidad.”

El psicólogo Paul Slovic es una autoridad importante en riesgos. Él explica que, “[N]o existe tal cosa como un ‘riesgo real’ o ‘riesgo objetivo.’”
Como el resto de nosotros, los expertos sufren de sesgos cognitivos. Así, concluye Slovic, la visión de riesgo por el público no debería ser superada por expertos con mayor poder político.

Dougherty expuso que, “El consenso de salud pública acerca del COVID-19 y las intervenciones apropiadas o necesarias a tomar contra él, cambian todo el tiempo.” Una vez que entendemos la naturaleza del conocimiento y la naturaleza subjetiva del riesgo, ¿cómo puede ser de alguna otra forma? El problema es que este consenso se filtra y define por poca gente, tal como Fauci, y luego se traslada hacia reglas rígidas. Luego, se suprimen puntos de vista alternativos. Continúa Dougherty,

“Este consenso da forma a la política pública y se traslada a medios noticiosos respetables de la corriente principal: más insidiosamente, se codifica como una línea pública cuasi oficial que todo individuo o medio social está obligado a repetir y compartir o, en caso de no hacerlo, se le sujeta a la demonización, advertencias, censura, y acusaciones de diseminar desinformación. La polarización de nuestra política y élites de salud pública nos ha dejado con dos categorías de pensamiento acerca del COVID: la Ciencia, y teorías de conspiración peligrosas (algunas veces racista). La mitad del tiempo, las teorías de la conspiración llegan a ser la Ciencia. La creencia en la eficacia de las mascarillas o la teoría de la fuga del laboratorio, hicieron estas transiciones. Pero, estos cambios no suceden debido a la publicación de nuevos estudios científicos creíbles. Casi no hay justas y argumentación pública entre científicos e investigadores. Simplemente hay un deslizamiento desde una posición hacia otra, cuando eso llega a ser seguro. Mucho después de haber tomado lugar esos cambios, la guía de los CDC a menudo viene para incorporarlos.”

Dougherty iluminó lo que era primordial en la mente de Fauci en los primeros días de la crisis. En marzo del 2020, durante una reunión informativa de asesores económicos al presidente Trump, al vicepresidente Pence, y al grupo de tarea del coronavirus, la severidad del impacto de las cuarentenas sobre la economía “dejó a todo mundo atónito,” excepto a Fauci. Fauci “de inmediato se volteó hacia el vicepresidente Pence y le preguntó… ‘todavía estoy a cargo, ¿correcto?’”

En su libro The Wisdom of Crowds [Cien mejor que uno: La sabiduría de la multitud o por qué la mayoría siempre es más inteligente que la minoría], el periodista James Surowiecki, haciendo eco de Hayek acerca del conocimiento, explica “[N]o existe evidencia real de que uno llegue a ser un experto en algo tan amplio como ‘formulación de decisiones’ o ‘política.’”

Para quienes creen en la toma de decisiones por una élite de expertos, Surowiecki tiene conclusiones contraintuitivas: “Si usted puede ensamblar un grupo diverso de gente que posee diferentes grados de conocimiento e ideas, usted estará mejor si le confía las decisiones importantes, en vez de dejarlas en manos de una o dos personas, sin importar qué tan inteligentes sean esas personas.”

JERARQUÍAS MÉDICAS

El Dr. Peter Pronovost es profesor de medicina en la Universidad Johns Hopkins. En su libro Safe Patients, Smart Hospitals, Pronovost revela una mentalidad frecuente entre médicos y profesionales de la medicina y explora por qué esa mentalidad aumenta los errores médicos y comprometen la salud del paciente.

Relata Pronovost, “[A los médicos] se les ha enseñado a ignorar la multitud y confiar en su propio entrenamiento y educación.” En referencia al libro de Surowiecki, Pronovost explica que los médicos no tienen uso para la sabiduría de las multitudes ̶ enfermeros, médicos de otras especialidades, y otros. Al leerlo, note cómo la mentalidad de Pronovost es hayekiana:

“Cada uno de los miembros del equipo de un paciente, incluso un padre si el paciente es un niño, ve los problemas a través de un conjunto diferente de lentes, que está conformado por experiencias y entrenamiento personales. Cada uno de esos lentes brinda información valiosa, información que nos ayuda a tomar decisiones sabias. Las enfermeras ven cosas diferentemente de los médicos, doctores novatos ven cosas diferentemente de médicos veteranos; pacientes ven las cosas diferentemente de médicos clínicos; y miembros de la familia tienen sus propios lentes.”

Entender que el conocimiento está disperso conduce a la humildad, no a un deseo de hacer que su punto de vista sea supremo. Continúa Pronovost,

“Ningún lente es más exacto que el otro; simplemente son diferentes. Cada uno tiene una visión parcial incompleta de un acertijo complejo. Entre menos lentes, más distorsionada es la visión, peor la decisión, y mayor el riesgo de un daño prevenible. Un enfoque de equipo no resta valor al talento, autoridad, o poder del médico. Sólo los amplía, al asegurarse que él o ella toma las mejores decisiones posibles.”

Contraste el enfoque de equipo que Pronovost describe con el dogma del Faucismo, por el que la autoridad del líder convierte en suprema a la visión del líder. Pronovost relata muchos cuentos de supremacía de gabacha blanca que resultan en daño, pero, ¿quién se habría imaginado a un médico con el poder de dañar a millones?

El conocimiento tácito es conocimiento ganado a partir de experiencia y sabiduría, que puede ser difícil de expresar. Pronovost explica cómo directrices de autoridades centrales, como los CDC, reprimen el conocimiento tácito. Escribe él, “Una de las mayores fuentes de conocimiento en la medicina proviene de lo que médicos y enfermeras aprenden en el trabajo. Este conocimiento tácito se desarrolla y disemina en un ‘conocimiento tribal’ de técnicas en operación y pronto estas técnicas son practicadas por una cantidad de médicos y enfermeras.”

Pronovost explica que mucha de “esta sabiduría [tácita] no está en la literatura pública, y alguna de aquella puede que no sea muy efectiva, pero es una de las formas como aprenden los médicos.” Agrega Pronovost “no hay un sistema existente que capture este conocimiento y que lo comparta con el mundo médico.” Actualmente, note cómo el conocimiento tácito es erradicado, cuando son ridiculizados y censurados médicos quienes desarrollan tratamientos efectivos para el Covid.

El trabajo de Pronovost ha ayudado a aplanar las jerarquías médicas y a desinflar egos de médicos, resultando en prácticas médicas mejoradas, notoriamente reduciendo las infecciones en vías centrales en unidades de cuidado intensivo, que han resultado en muchas vidas salvadas.

VIVE SIN LA MENTIRA

Pronovost ha encarado desafíos al exponer la supremacía de las gabachas blancas, pero, él nunca había tenido que competir con intereses creados tratando de desprestigiarlo.

Durante la pandemia, médicos valientes, como Scott Atlas, Martin Kulldorff, Sunetra Gupta y Jay Bhattacharya, han sido vilipendiados. Estos médicos no han estado dispuestos, como diría Aleksandr Solzhenitsyn, a vivir con la mentira.

En 1974, cuando Solzhenitsyn fue arrestado, y exiliado al Occidente, se publicó el texto de su breve ensayo “Live Not by Lies” [“Vivir sin la mentira”]. Solzhenitsyn arremetió contra quienes se quejaban acerca de las políticas destructivas de “aquellos” gobernantes, al tiempo que pretendían ser, por sí solos “impotentes.”

“Las cosas casi han tocado fondo. Ya nos ha afectado a todos una muerte espiritual universal, y la muerte física pronto se inflamará y nos consumirá a todos y a nuestros hijos –pero seguimos riéndonos cobardemente, igual que antes, y refunfuñamos sin mordernos la lengua. ¿Cómo podemos detener esto? Carecemos de fuerza”

Solzhenitsyn describe la mentalidad de los impotentes, “Hemos sido adoctrinados en cursos políticos, y de la misma manera se fomentó la idea de vivir cómodamente, y que así todo vaya bien para el resto de nuestra vida. No es posible huir del entorno y de las condiciones sociales. La vida diaria define la conciencia. ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? No podemos hacer nada”

Hoy la impotencia es un estado frecuente de la mente. Uno puede decir, Si los pasaportes de vacunas se hacen obligatorios, ¿qué puedo hacer? Debo conservar mi empleo. Otro puede decir, Soy un médico de familia con reservas acerca de administrar una vacuna experimental en aquellos con un riesgo bajo ante el Covid. Aún así, debo mantener mi boca cerrada o arriesgarme a la censura por la administración de mi práctica propiedad del hospital.

Solzhenitsyn escribe, “Pero podemos ¡podemos hacerlo todo! Nos mentimos a nosotros mismos a cambio de seguridad. No son ‘ellos’ los culpables de todo, ¡lo somos nosotros mismos, sólo nosotros!

Solzhenitsyn nos muestra el camino; brinda una lista de formas en que podemos parar de mentir pasivamente. Aun si no estamos dispuesto a arriesgar nuestros empleos, podemos entender que los autoritarios y totalitarios gobiernan por mentiras. A través de ese entendimiento, encontramos que “la salida más simple y más accesible a la liberación de la mentira descansa precisamente en esto: ¡ninguna colaboración personal con la mentira! Aunque la mentira lo oculte todo y todo lo abarque, ¡no será con mi ayuda!

Agrega Solzhenitsyn,

“Porque cuando los hombres renuncian a mentir, la mentira sencillamente muere. Como una infección, la mentira sólo puede vivir en un organismo vivo.

No hemos madurado lo suficiente como para dirigirnos a las plazas a gritar la verdad o a expresar en voz alta lo que pensamos. No es necesario. Es peligroso, pero ¡déjennos negarnos a decir lo que no pensamos!”

Nuestro trabajo es infinitamente mucho más fácil que era el de Solzhenitsyn. La gran mentira del Faucismo es que es posible gobernar por expertos benévolos, cuando nunca lo es. Debemos admitir los límites del conocimiento individual. Los autoritarios y totalitarios gobiernan con mentiras; su ignorancia es tan aleccionadora e ilimitada como la nuestra. ¿Es mucho pedirles a los estadounidenses que aprendan por qué el Faucismo es una filosofía en bancarrota? ¿Es mucho pedirles que se rehúsen a cooperar más en la censura y cancelación de otros?

En lugar de impotencia, podemos escoger no participar en mentiras. “¡Gobiernen, pero no a través mío!” es la clave para nuestra liberación.
Podemos ser abiertos y estar dispuestos a justas y argumentaciones desde diversos puntos de vista. Si esto es mucho pedir, perderemos nuestras libertades restantes.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.