Estaba empezando a traducir este artículo cuando leí en La Nación del 10 de junio, el artículo “País tendrá ‘cuasi inmunidad de rebaño’ en agosto con ritmo actual de vacunación” y consigan las opiniones de “expertos” quienes sólo toman en cuenta UNO SÓLO de los factores de la inmunidad de rebaño, cual es la inmunidad inducida por las vacunas (en buena hora y en mucho gracias al programa estadounidense Warp Speed del entonces presidente Trump, que aceleró radical y sustancialmente el suministro de vacunas cuando no se tenían nada de esa naturaleza y cuando tomaba a veces años para obtener una vacuna). Pero, inexplicablemente, como era bien sabido, en aquel artículo se deja de lado el otro factor de la inmunidad de rebaño, cual es la inmunidad natural adquirida por el ser humano que contrae el virus y logra sobreponerse al generar anticuerpos. Ese cambio de definición de inmunidad y las razones de ello no lo voy a comentar: el artículo que aquí traduzco puede darles explicaciones de porqué ello o, al menos, por qué se hizo algo tan en contra de la evidencia científica establecida en torno al concepto de inmunidad de rebaño y sus dos partes componentes esenciales.

¿POR QUÉ HAY TANTA RETICENCIA A DISCUTIR LA INMUNIDAD NATURAL?

Por Jon Sanders
American Institute for Economic Research
4 de junio del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jon sanders american institute for economic research reluctance June 4, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Si usted está entre quienes no han empleado tiempo o esfuerzo tribalmente en la política del Covid, pero a quien le gustaría obtener buena información acerca de cuando la vida regresará a la normalidad, las posibilidades son de que usted está interesado en la inmunidad de rebaño. Posiblemente, usted no está interesado en tener que acudir al Archivo de Internet para obtener buena información acerca de la inmunidad de rebaño. Por desgracia, se ha convertido en el sitio a ir para recuperar, como si así lo fuera, información previamente publicada acerca de la inmunidad de rebaño, la que se convirtió en una inconveniencia post vacuna, y, después, en prácticamente un Hoyo en la Memoria.

Durante los últimos 15 meses, la letanía de los Hechos Verdaderos y la Ciencia de los Expertos relacionada con diversos aspectos del SARS-CoV-2, ha cambiado con más frecuencia que la alineación inicial de un mal equipo de beisbol de las pequeñas ligas. El Covid-19 se disemina por gotitas, en especial por gente asintomática, hasta el día en que fue trasportado por los aires a todas partes y cuando gente, que con toda posibilidad del todo no estaba enferma, ni siquiera estaba enferma. Quédese en casa, usted está seguro dentro de ella, incluso aléjese de parques y playas; bueno, en realidad, el aire libre es el lugar en donde estar. Las mascarillas no funcionan contra los virus y, en realidad, su uso es insalubre si usted no está enfermo, luego, súbitamente, ellas sí funcionaron y, sin una de ellas, usted bien podría estar disparándole a la gente. Todo mundo lo sabe y lo verificó PolitiFact, que el virus no podía haber sido creado en el prominente laboratorio de enfermedades infecciosas, que estaba realizando investigación de ganancia de función del coronavirus en murciélagos, coincidentemente en la Zona Cero del Covid, hasta que, cierto día, ¡PolitiFact tuvo que retractar su artículo completo “Pants on Fire!” [Nota del traductor: la expresión en inglés, “¡pants on fire!” se refiere a una rima popular en jardines de niños, de que la mentira era tan grande que, teóricamente sus pantalones se alzan en llamas]. Y etcétera.

Desafortunadamente, la información acerca de la inmunidad de rebaño también no ha estado inmune ante este tipo de manipulación. Hasta hace pocos meses, la gente entendía fácilmente que la inmunidad activa venía, ya fuera por inmunidad natural o por inmunidad inducida por vacunas. La inmunidad natural proviene de batallar y derrotar una infección real, luego hace que su sistema inmune esté preparado para el resto de su vida para luchar contra él, si alguna vez se presenta de nuevo. Esta inmunidad es algunas veces lograda a un precio personal muy elevado.

La inmunidad inducida por la vacuna es para preparar a su sistema inmune con una forma más débil, no amenazante, de la infección invasora, para que, así, esté listo para luchar contra la cosa verdadera si alguna vez usted se la encuentra, y sin tener primero que arriesgarse a sufrir una enfermedad severa o muerte.

Aquellos interesados en la inmunidad de rebaño como tal, es posible que no tengan una preferencia moral o política por una forma de inmunidad en exclusión de la otra. Inmunidad es inmunidad, independientemente de si una persona en particular la tiene naturalmente o por una vacuna. Toda inmunidad contribuye a la inmunidad de rebaño.

Otros, no obstante, son mucho menos circunspectos. Parecen haber olvidado el objetivo último de la campaña pública para que la gente reciba la vacuna contra el Covid-19. No es ser vacunados; es tener inmunidad. La gente con inmunidad natural -esto es, personas cuyos sistemas inmunes han enfrentado al Covid-19 y han ganado- no necesitan una vacuna.

No obstante, ellas necesitan ser consideradas en cualquier discusión de buena fe acerca de la inmunidad de rebaño. Hay dos puntas en la inmunidad de rebaño, como todos solíamos saberlo, y aquellos con inmunidad natural son la punta que está siendo ignorada. Sin embargo, no es un simple descuido. Promover dicha ignorancia puede conducir a varios malos resultados:


  • Gente con inmunidad natural podría ser excluida de empleo, educación, viajes, comercio normal y quién sabe de qué otras cosas, si no se somete a una vacuna que no necesita, para así tener un conteo que confunde a medios con el fin.
  • El país podría ya tener inmunidad de rebaño, en tanto que gobernadores y burócratas de la salud continúan ejercitando poderes de emergencia extrema, dañando libertades y formas de vidas de las personas.
  • Gente que ya está aterrorizada ante el Covid -incluyendo, en especial, a aquellos que ya lo han tenido- continuarían viviendo bajo temor, evitando la interacción humana y preocupándose más allá de toda lógica.
  • Las personas podrían llegar a desconfiar incluso del consejo sano de expertos acerca de asuntos importantes, al ser testigos y darse cuenta cómo diverge el consejo de “los expertos” de lo que conocen es un consejo sabio, mientras que dan forma y amplifican las necesidades temporales de la clase política.


Aquellos de nosotros, deseosos de buena información, en verdad no queremos ninguno de esos resultados. Pero, otros parecen estar muy contentos en correr esos riesgos. Incluyen no sólo funcionarios electos, miembros de medios, voceros políticos, burócratas que se creen importantes, y acólitos de ojos muy abiertos acosando compradores, pero, también, extrañamente, organizaciones de salud prominentes.

Por ejemplo, a fines del año pasado, Jeffrey Tucker mostró que la Organización Mundial de la Salud (OMS) súbitamente, y “por razones no conocidas,” cambió su definición de inmunidad natural. Usando capturas de pantallas de una versión almacenada en el Archivo de Internet, Tucker mostró cómo la OMS alteró su definición, de forma que se borrara completamente el rol de la inmunidad natural. Anteriormente, la OMS, correctamente, dijo que “se presentaba cuando una población era inmune ya fuera por medio de vacunación o inmunidad desarrollada por medio de infección previa.” El cambio de la OMS aseveró que sucede cuando “se logra un umbral de vacunación.” No mucho tiempo después de que apareciera la pieza de Tucker, la OMS restauró la inmunidad natural a su definición.

La Administración de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), aparentemente sin ningún propósito, el 19 de mayo, emitió una “comunicado de seguridad” para advertir que las pruebas anticuerpos de SARS-CoV2 autorizadas por la FDA “en ningún momento deberían usarse para evaluar la inmunidad o protección ante el COVID-19.” La preocupación de la FDA parece ser que, hacerse una prueba de anticuerpos demasiado pronto después de recibir una vacuna, puede fallar en mostrar anticuerpos inducidos por la vacuna, pero, ¿por qué impedir su uso para “identificar gente con una respuesta inmune adaptativa al SARS-CoV-2 ante una infección reciente o previa”? En especial, después de afirmar con claridad que “las pruebas anticuerpos pueden jugar un rol importante en identificar individuos que pueden haber sido expuestos al virus SARS-CoV-2 y quienes pueden haber desarrollado una respuesta inmune adaptativa.”

Después, aparece el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, el Dr. Anthony Fauci, esa fuente ubicua de guía fatua. Él le había dicho a la gente que la inmunidad de rebaño sería con un 60 a un 70 por ciento de inmunidad, y, después, empezó a asegurar públicamente hasta esos números: 75 por ciento, 80 por ciento, 85 por ciento e, incluso, 90 por ciento (como si el Covid fuera tan infeccioso como el sarampión). Se le cita admitiendo en el New York Times que lo ha hecho de forma delibrada para afectar el comportamiento de la gente:

“’Cuando las encuestas dijeron que sólo alrededor de la mitad de todos los estadounidenses se pondría la vacuna, yo estaba diciendo que la inmunidad de rebaño tomaría un 70 o 75 por ciento,’ dijo el Dr. Fauci. ‘Luego, cuando nuevas encuestas dijeron que el 60 por ciento o más se pondría la vacuna, yo pensé, ‘puedo darle un empujoncito,’ así que subí a 80, 85.’”

Ahora -o es mejor decir, al momento de escribir esto- Fauci ha llegado a afirmar que la inmunidad de rebaño es un “número místico elusivo,” una “meta final.” Como lo dijo recientemente, “No queremos quedarnos atados a alcanzar esa meta final de inmunidad de rebaño, pues cada día que usted pone de 2 millones a 3 millones de vacunas a la gente [eso] hace que la sociedad esté más y más protegida.”

Mientras que escribía un artículo acerca de la inmunidad natural y la inmunidad de rebaño para mi estado natal de Carolina del Norte, resulta que noté que la Clínica Mayo había removido un factoide convincente acerca de la inmunidad natural. Era algo que había citado en una discusión anterior sobre el tema y quería revisitarlo.

He aquí lo que en una ocasión la Clínica Mayo quería que la gente supiera en su página acerca de “Inmunidad de Rebaño y el Covid-19,” en relación con la inmunidad natural: “[Q]uienes sobrevivieron la pandemia de gripe (influenza) de 1918, fueron después inmunes a la infección con el virus de gripe H1N1, un subtipo de la influenza A.” La Clínica Mayo señaló lo que fue el H1N1 durante la estación gripal del 2009-2010, lo cual sería 92 años después. Este hallazgo fue testigo de qué tan poderosa y de larga duración puede ser la inmunidad natural.

Infección natural

La inmunidad de rebaño también puede lograrse cuando un número suficiente de gente en la población se ha recuperado de una enfermedad y ha desarrollado anticuerpos contra una infección futura.
Por ejemplo, aquellos que sobrevivieron la pandemia de gripe (influenza) de 1918, un subtipo de influenza A. Durante la estación gripal del 2009-2010, el H1N1 causó la infección respiratoria en humanos, la cual fue comúnmente referida como la gripe porcina.”

Como puede verse en el Archivo de Internet, sin embargo, en cierto momento, después del 14 de abril, la Clínica Mayo removió ese agregado histórico convincente:

Infección natural

La inmunidad de rebaño también puede lograrse cuando un número suficiente de gente en la población se ha recuperado de una enfermedad y ha desarrollado anticuerpos contra una infección futura.”


También, la Clínica Mayo reorientó su página para presentar la vacunación acerca “del método natural de infección” (¿método?) y agregó una sección acerca de “la perspectiva de lograr la inmunidad de rebaño en Estados Unidos.” Esta nueva sección afirmó que “no es claro si o cuando los Estados Unidos lograrán la inmunidad de rebaño,” pero, no obstante, estimuló a la gente en cuanto a que “las vacunas para el COVID-19 autorizadas por la FDA son altamente efectivas en proteger contra enfermedad severa que requeriría hospitalización y muerte… permitiendo que la gente pueda ser más capaz de vivir con el virus.”

¿Por qué, de gente que sabe más, hay tanto interés en rebajar o borrar la inmunidad natural?

¿Se debe a que es difícil cuantificar cuánta gente tiene inmunidad natural? ¿Es por una mezcla de buenas intenciones y preocupaciones, por lo que discutir acerca de la inmunidad natural de alguna forma desalentaría (“el empujoncito” en el decir de Fauci) a la gente para que se ponga la vacuna, que alternativamente lo haría? ¿Es un simple descuido, al estar tan enfocados en las vacunas, que simplemente se olvidaron de la inmunidad natural? ¿O es que está sucediendo algo más?

Sin importar cual sea la razón, es mantener en la oscuridad a los estadounidenses acerca de cuánta gente tiene inmunidad activa ante el Covid-19. Es mantener a la gente innecesariamente asustada y sospechando el uno del otro. Es empoderar la extralimitación del ejecutivo.
Peor que todo eso, es tentar a la gente para que considere las restricciones del gobierno y empresas sobre los no vacunados, con independencia de su verdadera inmunidad.

Jon Sanders es economista y compañero sénior de estudios acerca de regulación y editor de investigación en la Fundación John Locke, en Raleigh, Carolina del Norte. Jon investiga en un rango amplio de áreas, incluyendo política energética y de electricidad, permisos para trabajar, burocracias y sobrerregulación, pobreza y oportunidad, amiguismo y otros problemas de la elección pública, ideas emergentes y crecimiento económico, y otros temas cuando surgen

Traducido por Jorge Corrales Quesada.