Es bueno conocer experiencias reales de otros países, básicamente naciones libres y democráticas, en el manejo de la pandemia. Más de una nación médica y económicamente avanzada que la OMS mantiene alejada, sin siquiera registrar sus datos. ¿Vale la pena preguntarse la razón de exa exclusión?

CUARENTENAS EN TAIWÁN- MITOS VERSUS REALIDAD

Por Micha Gartz & Amelia Janaskie
American Institute for Economic Research
20 de mayo del 2021

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Al observar que en numerosas partes del mundo disminuye el número de casos y muertes por el Covid, podemos reflexionar acerca del año pasado para lograr algún sentido de la pandemia. Al comparar estrategias y resultados de países diferentes, podemos derivar qué políticas de mitigación funcionaron y cuáles no.

Por ejemplo, el Ranqueo de Resiliencia ante el Covid de Bloomberg intenta evaluar las políticas de mitigación y compara países, poniéndolos en un listado de mejor a peor en términos de control del virus. Singapur, Nueva Zelandia, y Australia obtienen los primeros tres lugares y Taiwán, el quinto. Taiwán, el país isla fuera de la costa de China, con frecuencia surge cuando medios evalúan qué países tuvieron un mejor desempeño durante la pandemia.

Comparado con otros países alrededor del mundo, esta nación de 23 millones de personas vio números considerablemente bajos de casos y muertes: entre el primer caso por Covid en enero del 2020 y principios de mayo del 2021, el país reportó tan sólo 1.210 casos y 12 muertes.
Para poner en perspectiva estos números impactantes, Perú -un país de 33 millones de personas- experimentó aproximadamente 1.8 millones de casos y 65.000 muertes.

Algunos atribuyen el éxito de Taiwán a las numerosas contramedidas empleadas por su gobierno. Incontables medios noticiosos citan el artículo del Journal of the American Medical Association Network (JAMA), publicado el año pasado, que afirmó que el Centro de Comando Central de la Epidemia de Taiwán (CECC por sus siglas en inglés), puso en práctica 124 “elementos de acción” para controlar el virus. El problema con esta lista es que, en realidad, no son 124 contramedidas.

Los autores de JAMA posteriormente añadían cada vez que Taiwán alteraba -no que agregaba- sus políticas como si fueran políticas distintas.
Por ejemplo, los autores cuentan la “alerta de Nivel 2 de viajar a Wuhan” del 5 de enero del 2020 como una medida, luego, cuentan la “alerta de Nivel 3 de viajar a Wuhan” del 21 de enero del 2020 como una medida separada. Esta forma de reportar exagera drásticamente las órdenes dadas por el actual gobierno y las acciones tomadas por los taiwaneses.

En su cronograma, exageran 19 alertas de viaje emitidas por el gobierno; 19 restricciones a viajar; 14 relacionadas con cuarentenas y monitoreo; 18 inspecciones de salud, exámenes, notificación, trazado de contactos y distribución de mascarillas; y 9 que ven la capacidad y acciones actuales para elevar la producción de mascarillas.

De las 27 acciones restantes, 7 tuvieron que ver con multas y “noticias falsas” -incluso investigaciones de rumores de que el cianuro puede alejar el coronavirus (y es altamente tóxico), y que la producción de mascarillas puede causar una escasez de papel higiénico (rumor que, en consecuencia, desató un pánico por el papel higiénico)- y 6 más se relacionaron con escuelas y desinfección en áreas públicas. Una categorización de esas 124 políticas, comunicaciones y regulaciones temporales como si fueran “acciones” concretas, da una idea falsa del enfoque de Taiwán al manejo de la pandemia.

ASÍ QUE, SE MANTIENE LA PREGUNTA: ¿CÓMO TAIWÁN LOGRÓ ESE ÉXITO SIN PRECEDENTE?

La realidad es que Taiwán tuvo unas pocas estrategias de mitigación, focalizadas en ciertos enfoques: controles de viajes, distribución de mascarillas, trazado de contactos y espacios de cuarentena designados.

Primeramente, Taiwán fue uno de sólo 26 países que experimentó el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (o SARS) -otro tipo de coronavirus- en el 2003. Si bien inmunidades entrecruzadas de coronavirus pueden desempeñar un papel, el recuerdo de la devastación por el SARS jugó un rol mucho mayor. La Dra. Sue Sung-How, del Hospital General Pojen, recordó que, durante el SARS, “Taiwán tuvo la tasa de mortalidad más alta en el mundo [...] En sólo un hospital en Taipéi, hubo 154 casos y 31 muertes.”

A partir de ese entonces, el país hizo planes. Los Centros Taiwaneses para el Control de Enfermedades publicaron múltiples reportes de lecciones derivadas del brote del SARS. En un artículo del 2005, investigadores determinaron que las medidas preparatorias deberían enfocarse en las poblaciones de mayor edad e inmunocomprometidas y que los hospitales deberían ser supervisados de cerca. Esta previsión y conocimiento único derivado de la experiencia del SARS, le dieron a Taiwán una ventaja sobre otros países, que no estaban seguros acerca de qué segmentos de la población serían los más vulnerables.

Cuando el Covid-19 emergió 17 años después del SARS, Taiwán enfocó sus esfuerzos en controlar los viajes de ingreso hacia la isla ̶ una ventaja geográfica que no tienen muchos países sin mar. El viaje hacia el país sólo se permitía a ciudadanos de Taiwán, mientras que, a la mayoría de nacionales del extranjero, el 19 de marzo del 2020 se les impidió entrar. Para reducir el potencial de infectar a otros, también a los viajeros que venían al país se les prohibió usar transporte público; en vez de eso, podían ser recogidos por familiares o usar el “taxi de prevención epidémica” disponible en el aeropuerto.

También, Taiwán requirió que, al llegar, entregaron una carta de declaración de salud y se usara una tarjeta SIM durante su monitoreo propio de la salud o período de cuarentena, tan sólo un componente del sistema robusto de trazado de contactos de Taiwán. Además de una línea telefónica caliente, gratuita, para reportar síntomas sospechosos, el país adoptó un enfoque abierto de exámenes que le permitió a cualquiera, ya fuera o no sintomático, ser examinado.

Toda esta información crítica conservada en diferentes plataformas fue luego unificada cuando las bases de datos del sistema nacional de seguro de la salud de Taiwán se integraron con sus bases de datos de inmigración y aduanas. La consolidación de la base de datos permitió identificar más eficientemente a casos y trazar contactos a través de alertas en tiempo real provenientes de visitas a clínicas, historias de viajes, y síntomas.

Además, de practicar medidas preventivas, Taiwán identificó espacios adicionales de cuarentena en instalaciones gubernamentales (incluyendo dormitorios y campamentos militares sobrantes) y designó 2.000 camas en salones aislados negativamente presurizados para tratar a pacientes con enfermedades infecciosas y prevenirles de infectar a otros. Esta preparación ayudó a liberar sistemas de salud abrumados y permitió que continuaran muchos servicios de salud diferentes del Covid.

En adición a estas acciones, el gobierno evaluó y monitoreó cuidadosamente la disponibilidad de recursos y capacidad de producción de mascarillas. Temporalmente, prohibió la exportación de mascarillas para enfocarse en la distribución doméstica. En enero del 2020, el ministerio de Asuntos Económicos señaló que había una capacidad manufacturera diaria local de 2.44 millones de unidades ̶ muy por encima de la demanda local de 1.3 millones diarias.

En febrero del 2020, Taiwán desplegó más de 1.800 soldados a las líneas de producción, a fin de impulsar la manufactura por medio de la instalación de nuevas máquinas. También, el servicio postal manejado por el estado priorizó la distribución de mascarillas a los centros farmacéuticos y de salud. Entre tanto, nuevas apps móviles dictaron los niveles de inventario de mascarillas en farmacias, y un sistema de racionamiento basado en el nombre apalancó el antes mencionado sistema de seguros de salud integrado.

Junto con la respuesta gubernamental, los recuerdos del SARS impulsaron una fuerte respuesta de comportamiento entre ciudadanos de Taiwán. Individuos voluntariamente donaron mascarillas y desinfectantes de manos, cuando el gobierno mantuvo su promesa de una comunicación transparente y abierta para promover la confianza y cooperación del público, a la vez que evitaba sesgos e intentos de provocar histeria. Robert Brook de la Universidad de California en Los Ángeles y la Corporación RAND describió esa transparencia como “crítica” y afirmó que la “comunicación frecuente hacia el público de un funcionario confiable fue fundamental en reducir pánico en el público.” Como parte de la campaña de información, los Centros Taiwaneses para el Control de Enfermedades dieron avisos diarios acerca de nuevas infecciones y muertes en su sitio en la red.

Si bien ciertas acciones tomadas por el gobierno taiwanés -tales como multas de $10.000 por violaciones a la cuarentena y de $100.000 por diseminar noticias falsas acerca de la pandemia- sin duda son estrictas, muchas de las medidas que pusieron en práctica fueron mínimamente invasivas.

A pesar de estas posibilidades reales contribuyendo a los resultados de Taiwán, muchos otros afirman que un “enfoque de tolerancia cero” es el responsable, aun cuando las cuarentenas fueron prácticamente inexistentes en el país ̶ hecho sutilmente subestimado por los medios. Al crecer gradualmente los casos en Taiwán, el país está poniendo en práctica unas pocas restricciones adicionales, con el potencial de agregar más, si los casos no disminuyen; esta posibilidad indujo a que medios dijeran que Taiwán se está movilizando al “aumentar” los casos.

Sin embargo, artículos que mencionan un “endurecimiento” en las reglas sólo brevemente reconocen que Taiwán nunca cerró. En vez de eso, culpan por el aumento de casos a una relajación de las restricciones a viajar y en que la gente se está “relajando más o se descuida más conforme pasa el tiempo.” Una mirada más cercana, revela que este giro fuerte en restricciones consiste en topes a reuniones de 500 al aire libre y a 100 en interiores, a 10 y 5 respectivamente ̶ más en línea con topes a reuniones impuestas en naciones de Occidente.

La realidad es que los hiperbólicos 124 elementos de acción tergiversan el enfoque taiwanés. Comparado con otros países, Taiwán sirve como faro de libertad: los niños aún asisten a las escuelas, los profesionales continúan yendo al trabajo, y los empresarios han podido mantener abiertos sus negocios. No obstante, la posibilidad que se asoma de más restricciones por cuarentenas, puede obstruir el progreso duramente ganado de Taiwán.

Micha Gartz es investigadora asociada a tiempo completo del American Institute for Economic Research, y actualmente está logrando su Maestría en Relaciones Internacionales y Seguridad Nacional en la Universidad Curtin, de Australia. Previamente obtuvo dos títulos de licenciatura en artes (Relaciones Internacionales) y bachiller en comercio (Economía), también en Curtin. Fue miembro activo en la comunidad estudiantil durante sus estudios universitarios como secretaria del Club Wall Street de Curtin y como partícipe del Programa de Altos Logros Westfarmer de la Escuela de Negocios Curtin. Durante sus estudios participó en numerosas actividades extra curriculares, incluyendo un internado en la división de Comercio e Inversión Internacional de la Cámara de Comercio e Industria de West Australia. Es alumna erudita de la fundación Mannkal, quien previamente le otorgó una beca plena para participar en el Program de Desarrollo de Liderazgo de Mannkal (Washington D.C.), así como una posición industrial avanzada en el American Institute for Economic Research y en el 2018 en la escuela de verano de la Universidad de Hong Kong.

Amelia Janaskie es Asociada de Investigación en el American Institute for Economic Research. Ella se graduó del Colegio de Honores del Colegio de Charleston en mayo del 2020, con una licenciatura en Economía y un grado menor en Inglés. Durante su tiempo en la universidad, fue miembro de los Académicos del Proceso de Mercado en el Centro de Elección Pública y Proceso de Mercado.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.