Es interesante señalar que aquí sistemáticamente los sindicatos de maestros han puesto diversos obstáculos, que incluso han incidido en una obtención preferencial de vacunas, más allá de si tienen comorbilidades y son mayores de 60 años de edad, para que se pueda lograr el regreso pleno en persona de los niños y jóvenes a las clases, después de más de un año de suspensión por la pandemia (desde marzo del 2020 a la fecha), aunado a una huelga larga previa en el 2019. El daño a la educación de las nuevas generaciones es, ha sido, y sigue siendo, enorme y es mayor entre más pobres sea la procedencia de los estudiantes. La educación es base para que los más pobres mejoren sus condiciones de vida e ingresos, y eso se les ha impedido. Casi criminal… Debe regresarse ya a una totalidad de clases físicamente presenciales y no darles más largas al asunto.

EL COVID-19 NO SIGNIFICA UN RIESGO MAYOR PARA LOS MAESTROS QUE MANEJAR AL TRABAJO, MUESTRA UN ESTUDIO

Por John P. Bailey
American Enterprise Institute
24 de mayo del 2021

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Al acercarse el cierre del año lectivo, dos tendencias positivas continúan persistiendo: Los casos nuevos de COVID-19 han caído a sus niveles más bajo desde octubre, y el porcentaje de quienes que han recibido al menos una dosis de la vacuna ya ha superado el 60 por ciento de adultos en Estados Unidos. No obstante, a pesar de estas tendencias positivas, alrededor de la mitad de los distritos escolares aún no ha reabierto plenamente.

El tema central que mantiene cerradas las puertas de escuelas son alegaciones de sindicatos de maestros de que la instrucción en persona presenta demasiado riesgo para sus miembros. A lo largo del año, los sindicatos amenazaron con huelgas y ausencias por enfermedad fingida si las escuelas reabrían e incluso realizaron protestas en donde los maestros leyeron sus propios obituarios.

Sin embargo, un nuevo estudio encuentra que la instrucción en persona exhibe el mismo riesgo de fatalidad que manejar solo en un carro durante 16 millas. No es un riesgo de cero, pero es un riesgo de un nivel increíblemente bajo, que aceptamos todos los días en todo tipo de otras actividades. En efecto, fue un nivel de riesgo que muchos maestros asumieron al manejar para ir a protestas contra la reapertura de escuelas.

Similarmente, otros estudios mostraron el bajo riesgo que tienen los maestros. Un análisis de la Universidad de Estocolmo encontró que choferes de buses y taxis enfrentaban un riesgo mayor de morir por el COVID-19 que otros trabajadores, incluso maestros. Los maestros no estaban en el grupo de alto riesgo, a pesar de que las escuelas seguían abiertas sin medidas de mitigación comúnmente empleadas en Estados Unidos.

También, los investigadores están ayudando a entender por qué el riesgo es menor. Primero, parece que la mayoría de infecciones en niños es resultado de la transmisión en hogares, no en escuelas, Por ejemplo, un estudio de los CDC encontró que menos del 1 por ciento de los estudiantes de Florida se contagió de coronavirus mientras estaba en la escuela.

Lo mismo parece ser cierto en el extranjero. Investigadores en Irlanda estudiaron en escuelas la transmisión del COVID durante las primeras seis semanas del año académico 2020-2021, encontrando que la tasa general de transmisión en escuelas era baja, de un 4.1 por ciento. La transmisión relacionada con escuelas significó apenas el 2.2 por ciento de todos los casos de COVID reportados nacionalmente.

También, un análisis de datos en gran escala en Israel, que involucró a más de 140.000 niños y 320.000 adultos que mostraron ser positivos con el COVID-19, encontró que “es más posible que los niños contraigan el COVID-19 de miembros infectados de la familia, en vez de otros niños en ambientes escolares.” Los jóvenes tenían un riesgo mayor de infección después de regresar a la escuela, hallazgo que está de acuerdo con varios otros estudios de transmisión.

Segundo, la explicación posible de tasas de transmisión menores en escuelas es que las medidas de mitigación están trabajando para proteger a maestros y estudiantes, Nuevos datos provenientes de un equipo dirigido por investigadores de Johns Hopkins, usaron datos de encuestas a 576.051 padres u otros encargados de cuido de niños que asisten a escuelas. Mostraron que gente que vive en una familia con un niño que asiste en persona a la escuela, era un 38 por ciento más posible que reportara síntomas de COVID-19, que otros individuos.

Sin embargo, también los investigadores examinaron 14 medidas de mitigación, tales como usar mascarillas, exámenes por síntomas, y distanciamiento físico. Encontraron que la adopción de cada medida estaba ligada a un descenso del 9 por ciento en síntomas de COVID-19 y un 7 por ciento de descenso en la posibilidad de un examen positivo por COVID-19. Las escuelas que adoptaron al menos siete medidas eliminaron el riesgo de transmisión presencial. El equipo de investigación concluyó que “mientras que la escuela en persona está asociada con el riesgo en el hogar de COVID-19, es posible que este riesgo se controle con medidas de mitigación basadas en la escuela apropiadamente puestas en práctica.

Muchos epidemiólogos se refieren a esto como el “Modelo de Queso Suizo” de defensa ante enfermedades respiratorias, incluso al COVID. Es una metáfora útil que muestra cómo cada medida de mitigación (porción de queso) bloquea alguna diseminación del virus. Pero, cada porción tiene huecos, o debilidades, que permiten al virus pasar a través suyo. Combinar varios de estos niveles brinda protección mayor y reduce el riesgo general.

Esta es la misma estrategia que escuelas que reabrieron han usado a través del año. Uso de mascarilla, mantener algún espacio entre maestros y estudiantes, y ventilación incrementada, todos, brindaron capas de protección. Igual lo hizo el uso de exámenes de COVID, y, más recientemente, vacunaciones a maestros. Crucialmente, el hecho de que muchas escuelas estuvieron en capacidad de usar esas medidas allá en el otoño -con gran éxito- prueba que era (y es) posible reabrir las escuelas con seguridad.

Es, también, una nota de advertencia a aquellos estados que prohíben las mascarillas en escuelas. Hacer eso saca de la mesa de los dirigentes escolares una de las medidas más efectivas -y la menos cara- de mitigación. Recientemente, el viernes, los CDC publicaron un estudio que encontró que la incidencia de COVID-19 era un 37% menor en escuelas que requerían que maestros y personal usaran mascarillas.

Necesitamos a empezar a considerar que la balanza se ha inclinado cuando se trata de evaluar el riesgo de reabrir escuelas. Al poner en práctica las escuelas estas medidas protectoras bien establecidas y al expandirse la disponibilidad de vacunas, los riesgos son bajos para los maestros. De hecho, manejar para ir a trabajar tiene el mismo riesgo de amenaza que contraer el COVID en la escuela. Mucho mayores son, sin embargo, los riesgos para los estudiantes ̶ mantener las puertas cerradas pone en riesgo su educación, salud mental y bienestar.

John P. Bailey es un licenciado en estudios de política internacional de Dickinson College.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.