Este es un artículo lúcido de un conocedor cercano de las políticas gubernamentales estadounidenses alrededor de la pandemia del Covid y nos ayuda a aterrizar en el análisis de lo que actualmente está sucediendo, particularmente acerca de los resultados de las restricciones impuestas por el Covid.

¿PREVALECERÁ REALMENTE LA VERDAD ACERCA DE LAS RESTRICCIONES POR EL COVID?

Por Scott W. Atlas
American Institute for Economic Research
11 de febrero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como scott w. atlas institute for economic research truth February 11, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Las consecuencias de la pandemia del coronavirus SARS2 y su administración han sido enormes. Más de 400.000 muertes estadounidense se han atribuido al virus; ciertamente más las seguirán. Aún después de casi un año, la pandemia todavía paraliza a nuestro país. A pesar de todos los esfuerzos, ha habido un fracaso innegable en impedir que los casos escalen rápidamente y prevenir hospitalizaciones y muertes.

He aquí la realidad ̶ casi todos los estados y ciudades importantes, con pocas excepciones, desde tan atrás como el verano pasado, han puesto en práctica restricciones severas durante muchos meses, incluyendo cierres de negocios y de escuelas con presencia física, restricciones a la movilidad y horas máximas de llegada a los hogares, cuarentenas, límites a reuniones de grupos, y órdenes de usar mascarillas. Estas medidas no cambiaron significativamente el patrón o daño del virus SARS2. Abiertamente, el presidente Biden admitió eso en su discurso a la nación del 22 de enero, al decir “no hay nada que podamos hacer para cambiar la trayectoria de la pandemia en los próximos meses siguientes.” En vez de repensar acerca de los resultados de la política impuesta, muchos quieren culpar a quienes se opusieron a las cuarentenas y órdenes, por el fracaso de las propias cuarentenas ampliamente puestas en marcha.

Irónicamente, todas las nuevas políticas coinciden con un descenso en los casos, pues el descenso ya es evidente a través de Estados Unidos.
Según datos de los CDC, las hospitalizaciones de todos los grupos de edad, así como las muertes, han empezado a declinar. Confirmando esa tendencia está la caída marcada de pacientes sintomáticos de COVID-19 quienes llegan a salones de emergencia, con un descenso del 40% de su pico de casi un mes atrás, llegando a ser el menor nunca antes visto previo al Día de Acción de Gracias. A pesar de esa realidad, ¿existe alguna duda de cómo la mayoría de los medios retratará esto en sus análisis de los “Primeros 100 Días” de la administración?

Y seamos claros en cuanto al comportamiento ̶ un trazado de la movilidad social de los estadounidenses y datos de Gallup, YouGov, el Consorcio COVID-19, y los CDC, han mostrado reducciones significativas de movimientos, así como un consistentemente alto porcentaje de uso de mascarillas desde fines el verano, similar al de los países de Europa Occidental y aproximándose al de Asia.

Estados Unidos tiene una comparación interna. Florida, un estado grande, diverso, altamente poblado, destaca por tener uno de los porcentajes mayores de ancianos vulnerables de toda la nación, uno de sólo dos estados con más de un 20% mayor a 65 años de edad. Florida abrió ampliamente sus escuelas y negocios hace un mes, descartó la mayoría de las restricciones a la movilidad, y terminó con las órdenes. Florida no eliminó casos, hospitalizaciones, o muertes, pero, Florida ha tenido un mejor desempeño que otros estados durante el brote reciente, incluso aquellos con clima tibio, como California, que impusieron cuarentenas por mucho tiempo. También, las muertes per cápita de Florida le han ganado a medio país, así como al promedio nacional. Aún si los floridanos por sí mismos se comportaron similarmente como la gente bajo mandatos, ¿por qué ese no es un tema sujeto a discusión abierta y destacada por los medios?

Aparte de su limitado valor en contener al virus -a menudo, la eficacia ha sido “burdamente exagerada” en artículos publicados- las políticas de cuarentenas han sido extraordinariamente dañinas. Son dramáticos los daños a los niños al cerrarse las escuelas en persona, incluyendo un pobre aprendizaje, deserción escolar, aislamiento social, e ideas de suicidio, siendo la mayoría de ellos mucho más dañinos para los grupos de menores ingresos. Un estudio reciente confirma que, hasta un 78% de los cánceres, nunca se detectaron pues no se examinaron durante tres meses. Si uno extrapola al país entero, en que alrededor de 150.000 casos nuevos se diagnostican al mes, en nueve meses se habrían dejado de detectar tres cuartos de más de un millón de casos nuevos. Este desastre en la salud se suma a operaciones críticas que se dejaron de hacer, demoras en recibir atención de enfermedades pediátricas, ataques al corazón y derrames en pacientes demasiado temerosos de llamar a los servicios de emergencia, y otros, todos bien documentados.

Más allá del cuido hospitalario, los CDC reportan aumentos de cuatro veces en depresión, de tres veces en síntomas de ansiedad, y una duplicación de ideas de suicidio, en particular entre jóvenes adultos, después de pocos meses de cuarentenas, haciendo eco del reporte de la Asociación Médica Estadounidense (AMA por sus siglas en inglés) de sobredosis de drogas y suicidios. El abuso doméstico y el abuso infantil se han disparado debido al aislamiento y, en específico, por la pérdida de empleos, en particular en lugares con las cuarentenas más estrictas.
Dado que muchas escuelas en persona han sido cerradas, cientos de miles de casos de abuso nunca se reportan, pues las escuelas son la agencia número uno en que se nota el abuso. Finalmente, el “impacto” en el desempleo por las cuarentenas, según un nuevo estudio del NBER, generará un aumento del 3% en la tasa de mortalidad y una caída del 0.5% en la esperanza de vida en los próximos 15 años, afectando desproporcionadamente a los afroestadounidenses y las mujeres. Esto se traduce en lo que ellos llamaron unas “impresionantes” 890.000 muertes adicionales en Estados Unidos por las cuarentenas.

Sabemos que todavía no hemos visto el alcance pleno de los daños por las cuarentenas, pues durarán por décadas. Tal vez, esa es la razón de por qué las cuarentenas no se recomendaron en análisis pandémicos previos, incluso de infecciones con tasas de mortalidad mucho más altas.

Para definir el mejor camino hacia futuro, ¿no deberían, quienes hacen las políticas, considerar tanto los datos como la totalidad del impacto de las políticas a la fecha? Esa es la importancia de expertos en políticas de salud con un alcance de experticia más amplio que aquel de epidemiólogos y científicos generales. Eso necesariamente significa la admisión de que las cuarentenas sociales y restricciones importantes a los individuos, son mortales y extraordinariamente dañinas, en especial sobre la clase trabajadora y los pobres.

Optimistamente, estamos viendo la luz al final de un largo túnel con la aparición de vacunas, ahora 1.5 millones al día. Por otra parte, usando lógica que avergonzaría al Sombrerero Loco de “Alicia en el País de las Maravillas,” las nuevas vacunas han sido puestas de primero con más frecuencia los más sanos, a gente más joven, en vez de aquellos en riesgo de morir. Pocos estados, al momento de escribir esto, han administrado la mayoría de sus vacunas a gente de más de 65; muchos han puesto más de un 80% a grupos de edad de bajo riesgo. Y, ¿por qué no ha sido reconocido el hecho de que decenas de millones ya tienen protección biológica, después de haberse infectado por el virus ̶ de forma que no deberían ser prioridades inmediatas?

Tal como en la época de Galileo, otro problema es los “intereses académicos creados.” Muchas universidades han intimidado abiertamente a puntos de vista contrarios a los propios, aparentemente por motivos políticos, haciendo que muchos tengan temor a hablar. Tal vez, necesitan revisarse lemas universitarios, como la “verdad” de Harvard, “soplan los vientos de libertad” de Stanford, y “luz y verdad” de Yale. Los medios sociales se han agrupado con mano dura para eliminar la discusión de evidencia en conflicto. Sin permitir, de hecho, estimular, el debate abierto y la admisión de errores, puede que nunca resolvamos alguna crisis futura.

Estados Unidos es ahora un país en que diferentes interpretaciones de la ciencia para buscar la vedad, es el nuevo anatema. Me temo que “la ciencia” ha sido severamente dañada, y que muchos simplemente se han cansado de los argumentos. Eso es aún peor, pues la fatiga permite que la falacia triunfe sobre la verdad. Tal vez, el profesor de la Escuela de Medicina de Harvard, Martin Kulldorff, estaba en lo correcto cuando se lamentó de que, “Después de 300 años, la Edad de la Ilustración ha terminado.”

Reimpreso de RealClearPolitics.

Scott W. Atas, M.D., es compañero sénior Robert Wesson en la Institución Hoover de la Universidad Stanford, y miembro del Grupo de Trabajo sobre Política de Cuido de la Salud de la Institución Hoover. Él investiga el impacto del gobierno y el sector privado en el acceso, calidad, precios, e innovación en el cuido de la salud, y es asesor de política a líderes gubernamentales en esas áreas. El Dr. Atlas aconseja a empresarios y empresas en sectores de las ciencias de la vida, tecnología médica, y tecnología de información de la salud. El Dr. Atlas recibió su licenciatura en ciencias en biología en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, y el grado de M.D. en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.