Thomas Sowell es un brillante economista pensador liberal clásico moderno. Por eso es afortunado el comentario del economista Art Carden acerca de la obra de Sowell, Discrimination and Disparities. Ojalá que esta lectura sirva de introducción a la lectura de una intensa y extensa obra de Sowell, de suma relevancia actual.

SER CUIDADOSO CON NÚMEROS, PALABRAS Y VISIONES: COMENTARIO ACERCA DE DISCRIMINATION AND DISPARITIES DE THOMAS SOWELL

Por Art Carden
American Institute for Economic Research
20 de mayo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como art carden american institute for economic research deal May 8, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Hay tanto en Discrimination and Disparities de Thomas Sowell, que el lector sazonado de Sowell encontrará que es familiar. No obstante, Sowell brinda nuevas ideas y una perspectiva clara a una cuestión apremiante. Fui capturado por Discrimination and Disparities cuando apareció en el 2018, y esta primavera pasada dirigí a un par de estudiantes a través de un estudio independiente basado en la edición del 2019 “Revisada y Aumentada.”

A través del libro, Sowell evalúa lo que llama la “falacia invencible.” Empieza su prefacio señalando “la falacia aparentemente invencible de que las disparidades estadísticas en resultados socioeconómicos implican, ya sea un tratamiento sesgado de los menos afortunados, o deficiencias genéticas en los menos afortunados.” Pienso que, en realidad, son dos falacias. En un extremo del espectro, tenemos un tipo de determinismo cultural o sistémico, en donde el primero es opresión deliberada y el segundo es opresión no intencional, atribuible a sistemas y estructuras construidas con base en supuestos racistas. Aún si la gente no es consciente y deliberadamente racista, la mano muerta invisible del pasado aún les guía hacia inequidades que bien pueden no ser parte de su intención. En el otro extremo del espectro, tenemos al determinismo genético racista, en que un grupo se queda detrás de otro debido a deficiencias genéticas.

Sowell, como lo saben sus lectores de toda una vida, tiene poca paciencia ante historias simplistas, de una causa única, y respuestas fáciles.
A la luz de su ubicuidad en la academia y política, Sowell se concentra en explicaciones que atribuyen las diferencias de grupos a sesgos y discriminación. Además de la falacia invencible, “se enfrenta a otras falacias extendidas, incluyendo un non sequitor que subyace la visión social prevaleciente en nuestro tiempo ̶ esto es, que, si los beneficios económicos individuales no se deben sólo al mérito individual, hay una justificación para hacer que políticos redistribuyan esos beneficios.”

Sowell nos pide que distingamos algunas preguntas importantes. Primera, ¿son las diferencias evidencia prima facie de maltrato? Sowell arguye que no existe, y explica que no tenemos motivo para pensar que a ellos no se les daría la diversidad inimaginable de la experiencia humana. Por ejemplo, menciona la geografía haciendo ver que la vasta mayoría de tornados sucede en una pequeña parte de Norteamérica.
En un pasaje que recuerda a Guns, Germs, and Steel [Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años] de Jared Diamond, señala que la orientación de la masa terrestre de Eurasia significa que las civilizaciones europeas y asiáticos han estado mucho menos aisladas de otras civilizaciones, que los pueblos de África y las Américas.

Una cuestión que probablemente reciba un poco más de atención es la diferencia en el ritmo al que la gente desarrolló o adoptó lenguajes escritos. Los lenguajes escritos emergieron en Europa Occidental antes que surgieran en Europa Oriental, y, al leer un libro acerca de mitos mesoamericanos con nuestro hijo más joven, me vi impactado con qué tan frecuentemente el texto ha señalado que tal o cual historia fue sólo escrita hace pocos cientos de años por misioneros europeos. Para bien o para mal, una tradición escrita es una forma mucho más eficiente de codificar y transmitir el conocimiento que lo es por la tradición oral. Sowell nos solicita que no preguntemos si este debería ser o no el caso en algún sentido cósmico. Nos pide que simplemente aceptemos que lo es y que, luego, veamos lo que eso puede implicar en cuanto a las diferencias de grupos que hoy observamos.

Segunda, está la pregunta de si aún existe o no la discriminación racista, envidiosa. La respuesta es un obvio sí, por supuesto, pero Sowell nos pide que vayamos más allá de la simple existencia del teorema o la simple existencia de un residuo que no puede explicarse por otros factores, hacia un análisis más detallado, preguntando si o no la discriminación -que existe, y lo que él ni yo negamos- es la causa primaria e incluso si es importante. Armado con una perspectiva histórica e internacional única, Sowell concluye que la discriminación es un obstáculo, pero no insuperable. Es más, arguye que la esperanza de una mejora no puede basarse provechosamente en la expectativa de que las minorías, de alguna forma, súbitamente serán mejor tratadas por mayorías opresivas. Como lo discute refiriéndose, por ejemplo, a judíos y asiáticos, estos grupos sobresalieron incluso de frente a la discriminación y muy antes que la discriminación empezara a declinar. Respecto a la experiencia negra, Sowell nunca para de señalar que, mucho de lo que aparentan ser ganancias materiales de la Gran Sociedad, reflejan una continuación de tendencias que habían empezado desde décadas antes.

El origen, la vida hogareña, y la cultura, según Sowell, importan mucho. Él hace ver casi al inicio que los niños de padres con ocupaciones profesionales escuchan 2.100 palabras por hora, los niños de padres de la clase trabajadora escuchan 1.200, y niños que están en programas asistenciales escuchan 600 ̶ con la diferencia adicional de que una proporción mayor de las palabras escuchadas en hogares de profesionales son estimulantes, mientras que una proporción mayor de las palabras oídas en hogares que reciben asistencia de bienestar son desestimulantes. Sowell piensa que es básicamente tonto esperar los mismos resultados en personas criadas en ambientes tan diferentes; al escribir (p. 18), que “La idea de que el mundo sería un campo de juegos parejo si no fuera ya sea por genes o por discriminación, es una preconcepción que desafía tanto a la lógica como a los hechos.”

Me ha llegado a disgustar la metáfora del “campo de juegos.” Sowell no llega hasta ahí con tanto detalle como a mí me gustaría, pero, una de las falacias más generalizadas en discusiones acerca de discriminación y disparidades es la falacia de suma cero, que trata al ingreso o al producto o la riqueza como un pastel fijo e invariable. La falacia infiere o asume -aún si explícitamente no lo especifica- que el niño de un hogar profesional, quien escucha 2.100 palabra por hora y va a seguir una exitosa carrera como médico o abogado, es alguien quien, de alguna forma, le está quitando algo del niño del hogar receptor de asistencia, y quien sólo escucha 600 palabras por hora y termina en un estatus mucho más bajo, una ocupación con un ingreso mucho menor. Nunca ha sido tan claro para mí que debamos preocuparnos tanto como lo hacemos acerca de la posición relativa, en vez de la posición absoluta y de oportunidades para mejorar.

Sowell distingue dos tipos de discriminación. “Discriminación I” es el tipo de discriminación que practicamos todo el tiempo, cual es tratar de averiguar si alguien puede o no, en realidad, desempeñar un trabajo ̶ así lo expone Sowell, “habilidad para discernir diferencias en las calidades de la gente y las cosas.” “Discriminación IA” es una discriminación basada en información ya obtenida o menos costosa de adquirir.
Una banda que busca un nuevo guitarrista puede realizar audiencias y discriminar contra aspirantes que conocen una o dos cuerdas.
“Discriminación IB” es discriminación basada en información que puede ser costosa de obtener y en donde, por tanto, la discriminación descansa en conocimiento acerca de diferencias de grupos. Una banda de death metal, que busca un guitarrista, es posible que anuncie en negocios de venta de guitarras o en revistas acerca de guitarras, con base en la creencia razonable de que la gente que frecuenta esos negocios y que lee esas revistas es más posible que tenga competencia técnica. Entre tanto, no es muy posible que la banda anuncie en una tienda de telas o en una convención de tejedores por lo que espero sean razones obvias: probablemente no hay mucho de complemento entre tejedores y entusiastas del death metal.

Por su parte, Discriminación II es el tipo de discriminación que prácticamente todo mundo está de acuerdo en que es inmoral. Esta es una discriminación puramente basada en gustos, lo que Sowell llama “aversiones arbitrarias o animosidades hacia individuos de una raza o sexo específico.” ¿Existe la Discriminación II? Sin duda. ¿Explica la mayor parte de las discrepancias que deseamos explicar? Sowell acepta que, al menos, hay un residuo que puede explicarse por la Discriminación II, pero no piensa que sea la causa primaria.

Discrimination and Disparities
es una lección en ser cuidadoso con los números, ser cuidadoso con las palabras, y ser cuidadoso con las visiones. Sowell señala que mucho de lo que él llama en otra parte “estadísticas ¡Ajá!” -estadísticas que supuestamente muestran algo fuera de lugar- se derrumban con un escrutinio adicional. Por ejemplo, hay un bache entre la mediana de ingresos de los japoneses-estadounidenses y los mexicanos-estadounidenses, pero, como señala Sowell, la edad mediana de los japoneses-estadounidenses es de 51, mientras que la de los mexicanos-estadounidenses es de 27. Nos sorprendería si no hubiera un gran bache entre una población centrada alrededor de gente en sus años pico de ingresos y una población centrada alrededor de personas que no están así de lejos en sus vidas adultas.

Aún más, como asevera Sowell, muchas de las cosas que la gente atribuye a la Discriminación II es más posible que sean productos de la Discriminación IB e incluso de la Discriminación IA. Él ofrece el ejemplo de los precios en negocios de comestibles en vecindarios de alta criminalidad y bajos ingresos. El hecho de que los precios en esos negocios sean más altos que los precios en los suburbios, es, en ocasiones, ofrecido como evidencia de que los pobres están siendo tratados injustamente. Sin embargo, afirma Sowell, hay explicaciones mucho más plausibles, Primera, que los negocios que operan en las afueras de la ciudad, como Walmart, Target, y Costco, pueden rotar sus inventarios con mayor frecuencia. Segunda, él señala que es muy posible que cueste menos entregar 200 cajas de cereal a Walmart en los suburbios, que entregar diez cajas de cereal en diez negocios distintos en la ciudad. Tercera, que precios más altos reflejan una prima por el riesgo de hacer negocios en vecindarios de alta criminalidad. Como lo expresa Sowell, los críticos rara vez reconocen que, si bien los negocios urbanos cobran precios mayores, obtienen ganancias menores.

Asimismo, Sowell urge a los lectores a prestar atención particular a cómo la gente usa palabras como “diversidad,” “oportunidad,” “acceso,” y “privilegio.” Por ejemplo, Sowell permanece incrédulo ante afirmaciones que alegan que miembros de una minoría china perseguida en Malasia son “privilegiados,” debido a lo que ellos han logrado. En un esfuerzo por explicar el logro desproporcionado de los asiáticos en Estados Unidos, Sowell hace ver que, al menos, una explicación plausible es datos que sugieren que los asiáticos pasan más tiempo estudiando, comparados con otros.

Discrimination and Disparities
es otro de una larga línea de trabajos de Sowell explicando la importancia (y la terquedad) de visiones. En Intellectuals and Society, Sowell afirmó que muchos de los argumentos de intelectuales acerca de las “raíces causales” del crimen y otros elementos de la visión de ellos, “no son tratados como hipótesis sujetas a prueba, sino como axiomas a ser defendidos.” Por ejemplo, él ofrece el uso de la explotación por Karl Marx en El Capital: “En ningún momento fue… tratada como una hipótesis que sería objeto de comprobación. En vez de ello, la explotación fue un supuesto básico sobre el que se construyó una elaborada superestructura intelectual ̶ y que demostró ser un basamento de arena movediza” (p. 27). Él indica que “sustitutos de los responsables de la toma de decisiones” que desean organizar la sociedad, “a menudo no pagan un precio por estar equivocados, sin importar qué tanto o qué tan catastróficas sean las consecuencias para aquellos cuyas decisiones ellos han reemplazado.” En oposición a las metas por resultados de los sustitutos ambiciosos, Sowell enfatiza procesos: “aquellos que están promoviendo objetivos por procesos están buscando obtener compensaciones incrementales hechas por individuos que experimentan directamente tanto beneficios como costos por sus propias decisiones.” Tal vez una mejor palabra está allí afuera, pero Sowell duda que será descubierta o concebida por gente que tiene poco o nada de parte en el juego.

Como mucho del otro trabajo que él ha producido en las últimas décadas, Discrimination and Disparities es clásicamente Sowell, y la gente que ya está familiarizada con su trabajo encontrará muchas de las afirmaciones que ha hecho en otras partes. No obstante, estas posiblemente serán novedades para gente que al momento no ha leído Intellectuals and Society, Intellectuals and Race, o Affirmative Action Around the World [Discriminación positiva en el mundo]. Discrimination and Disparities es una contribución importante con mucho que decir para todo el que quiera entender el debate.

Estoy agradecido con Andrew Clark y Sydney Rennich, ambos participantes del Programa de Académicos Brock de Samford, por horas de discusión acerca de
Discrimination and Disparities durante la primavera del 2021 en el Tutorial de Oxbridge.

Art Carden es compañero sénior del American Institute for Economic Research. También es profesor asociado de Economía en la Universidad Samford, en Birmingham, Alabama y compañero investigador del Independent Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.