Este ensayo del profesor Ebeling es una excelente introducción sencilla y, a la vez, profunda al pensamiento del gran intelectual liberal clásico Friedrich A. Hayek. Me permito invitar a cualquiera interesado en las ideas de Hayek a leer este resumen de Ebeling; no dudo que lo incentivará a profundizar en las ideas del economista austriaco.

LA RESPUESTA TODAVÍA RELEVANTE DE HAYEK A LOS PLANIFICADORES PATERNALISTAS DE HOY

Por Richard M. Ebeling
American Institute for Economic Research
11 de mayo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como richard m. ebeling american institute for economic research Hayek May 11, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Entre muchos “progresistas” estadounidenses y aquellos en el sistema del Partido Demócrata hay una euforia embriagadora pues sus días han regresado otra vez, porque hay una oportunidad de establecer y poner en marcha su sueño de una presencia gubernamental mucho más extensa y dominante sobre la sociedad.

Su visión ya promete más de $6 millones de millones de gasto gubernamental federal adicional; y eso es sólo lo que Biden y los Demócratas han legislado o propuesto al Congreso para que lo apruebe ¡durante los primeros cien días en el cargo presidencial! Dada la telaraña de intrusiones adicionales o intensificadas del gobierno en casi cada esquina de la vida personal, social y económica, deseada por los paternalistas políticos, sería mucho más fácil contar con los dedos de una mano los diversos aspectos de nuestras vidas que permanecerían libre de regulación y redistribución, dominio y control, y planificación y saqueo gubernamental.

NO QUEDA ESQUINA QUE LOS PATERNALISTAS NO QUIERAN PLANIFICAR

Hay una confianza casi religiosa, santurrona y basada en la fe, de que, si al gobierno se le diera suficiente autoridad, con todo el financiamiento que necesita, con la “gente apropiada” ubicada en los cargos políticos y supervisión burocrática, se podrían superar y corregir todos los problemas del mundo. ¿Que la tierra se está calentando peligrosamente? No hay problema, la planificación central del gobierno bajo el encabezado de un Nuevo Trato Verde, tanto en Estados Unidos, como alrededor del mundo, puede mantener estable al clima del planeta, o cualquier cosa que sea que los paternalistas globales dan a entender por eso.

¿Qué tipos y cantidades de bienes y servicios equivocados se están produciendo y “distribuyendo” injustamente por el mercado? No hay problema, la política fiscal y regulatoria del gobierno puede arreglarlo de forma que los bienes correctos, en las cantidades correctas, se produzcan, y después, redistribuyan hacia las manos de aquellos segmentos de la sociedad que los paternalistas conocen que son más y más merecedores.

Ellos saben exactamente el tipo de salud que cada uno de nosotros debería tener; de cuánto deberían ser nuestras pensiones para la ancianidad; qué salarios deberíamos ganar y qué condiciones laborales acompañarlos; las calidades y formas de alimentos y bebidas que se nos debería permitir consumir; las palabras que podemos usar en una conversación, las asociaciones que se nos debería permitir formar y participar en ellas, y qué proporciones numéricas raciales, étnicas, y de género haya en las membresías. Ellos conocen cómo nuestros hijos deberían ser educados, y con qué contenido de ideas y concepciones acerca del “antirracismo,” y “sensibilidad hacia el género.”

En otras palabras, ellos básicamente alegan que conocen todo acerca de todos los demás en términos de cómo deberíamos seguir con nuestras vidas, con qué propósitos, para qué fines, y con qué resultados para cada uno de nosotros, basados en cómo ellos nos han clasificado según sexo, género, etnicidad racial, estatus social y merecimiento de “derechos.” (Vea mis artículos “The Nightmare Fairyland of the Green New Dealers” y “The Case for a Coercive Green New Deal?” y “The New Totalitarians”.)

LA ARROGANCIA ILIMITADA DEL PATERNALISTA

Hay casi una arrogancia y orgullo ilimitado en cómo ellos piensan acerca de sí mismos en términos de qué es lo que ellos deberían hacernos, en aras de hacerlo por nosotros. De lo que parecen ser incapaces, absoluta y positivamente, de hacer, e incluso de imaginarse que lo hacen, ¡es sencillamente dejarnos solos a nosotros! Están obsesionados con vigilar nuestro uso de palabras, y nuestras acciones pacíficas, no violentas. Parecen ser incapaces de dejar que tomemos nuestras propias decisiones, y que organicemos nuestros propios asuntos personales, y sociales y económicos.

Si somos gordos, es porque empresarios motivados por las utilidades nos bombardean demasiado con los tipos equivocados de alimentos, y los paternalistas saben las dietas que debemos seguir. Si no estamos comiendo lo suficiente es porque esos empresarios privados ambiciosos no nos pagan un salario “justo,” o no dan más para los pobres que lo merecen, proveniente de la abundancia que ellos tienen y controlan “injustamente,” y esos paternalistas redistribuirán lo que otros han producido. Si miembros de minorías raciales y étnicas y de género no logran lugares y posiciones en los diversos ámbitos de la vida, iguales a su porcentaje estadístico en una comunidad, debe ser por el racismo y “privilegio del hombre blanco,” y los paternalistas lo arreglarán por medio de un empleo planificado y cuotas de empleo a grupos.

Si sólo la gente apropiada llegara al poder, con el financiamiento que se necesita y en apariencia ilimitado, y en posesión de la autoridad y control gubernamental requeridos, entonces, todos los problemas del mundo podrían y serían resueltos. Al escuchar o leer a esa gente, usted pensaría que nunca se ha intentado la planificación y el paternalismo propuestos, o incluso que hubieran sido criticados (excepto, por supuesto, por “apologistas del capitalismo,” ilegítimos y que sólo piensan en sí mismos).

Todo es un nuevo amanecer, un nuevo día pleno con sueños de hacerlo osadamente por encima de la circunstancia humana. Cualquiera con un poco de perspectiva histórica sabe que ha habido ejemplos desastrosos, en especial en los últimos cien años, de rehacer la sociedad según el diseño gubernamental, con un fracaso abismal para cientos de millones de personas que fueron convertidas en víctimas de los planificadores y paternalistas. (Ver mis artículos, “Socialism: Marking a Century of Death and Destruction” y “Socialism, Like Dracula, Rises Again from the Grave” y “Socialism-in-Practice was a Nightmare, Not Utopia”.)

F.A. HAYEK Y LOS PELIGROS DE LA PLANIFICACIÓN

De hecho, hay poco o nada que los paternalistas y planificadores suponen y arguyen, que no haya sido desafiado y criticado con gran coherencia en el pasado. Una de las voces críticas más importantes contra el paternalismo y la planificación centralizada fue la del economista austriaco y laureado con el Nobel, Friedrich A. Hayek (1899-1992).

En años recientes, él ha sido blanco, en ocasiones, de ataques viciosos por aquellos de la “izquierda” política, quienes han tergiversado e incluso distorsionado lo que eran sus puntos de vista acerca de una amplia gama de tópicos y temas de políticas, en vez de responder directamente a su crítica de sus sueños colectivistas. El 8 de mayo marcó lo que habría sido el cumpleaños 122 de Hayek, y parece apropiado recordar sus respuestas a las ideas socialistas de su época, en especial, dada su relevancia continuada actual, (Ver mi artículo, “Quinn Slobodian and the Academic Attack on Mises and Hayek”.)

Muy temprano, Hayek había construido su reputación internacional como teórico monetario importante, quien desarrolló la teoría austriaca del dinero, que había sido primeramente formulada por Ludwig von Mises. En su papel, Hayek se convirtió en uno de los principales críticos y de quienes desafiaron la Revolución Keynesiana emergente en las décadas de 1930 y 1940. (Ver mi libro electrónico Monetary Central Planning and the State.)

Durante los años de guerra, los intereses de Hayek se voltearon crecientemente a responder la pregunta de ¿por qué era que el colectivismo y el totalitarismo habían sido intelectual y políticamente tan exitosos en la primera mitad del siglo XX, dados los éxitos previos del liberalismo de libre mercado en el siglo XIX, para terminar con la tiranía monárquica y promover la ampliación y mejoría en aumento para un número creciente de gente en las sociedades occidentales?

La explicación de Hayek fue ofrecida en Camino de Servidumbre (1944), un trabajo que pronto le ganó el reconocimiento y notoriedad popular en la comunidad más amplia de la opinión pública, tanto en Europa como en Estados Unidos. Él ofreció una interpretación de cómo y por qué una nación civilizada y adelantada como Alemania podía sucumbir a la demagogia de Adolf Hitler y su movimiento Nacional Socialista (Nazi). La advertencia de Hayek fue que no había nada cultural o políticamente exclusivo del pueblo alemán, que lo hiciera susceptible a todo eso.

Fue la atracción hacia las mismas ideas colectivistas y socialistas lo que fue crecientemente común en países como Gran Bretaña y Estados Unidos. La seducción y apego a estas ideas en el pueblo alemán estaba tan sólo unas pocas décadas adelantadas a su impacto en esos otros países. Y, si la gente no despertaba a su peligro, el control económico de una sociedad fácilmente podría conducir al dominio político de todos los aspectos de la vida, si no se detenía a tiempo. (Ver mi artículo, “Is America Still on F. A. Hayek’s ‘Road to Serfdom’?”.)

LA IMPORTANCIA DE LA LIBERTAD Y SUS INSTITUCIONES

En los años de la década de 1950, los intereses de Hayek se centraron en las ideas políticas y sociales e ideales en los que se basa la sociedad libre y sin los cuales una sociedad libre no es fácilmente conservada en el largo plazo, Esto culminó con su gran libro de 1960 The Constitution of Liberty [Los fundamentos de la libertad]. Aquí Hayek inquirió en la naturaleza y aspectos de la libertad individual, el significado de la regla de la ley y el papel de las constituciones, y las razones y límites al estado de bienestar en una sociedad libre.

Pero, pronto, su mente se volcó hacia un nuevo proyecto que edificó con base en los argumentos de Los fundamentos de la libertad, pero que pensó en profundizarlos y extenderlos en formas que no lo hizo su trabajo recientemente publicado. Después de trabajar en ese libro durante los años sesenta, empezó a publicarlo en los setentas, en tres volúmenes separados, bajo el título general, Law, Legislation, and Liberty: A Restatement of the Liberal Principles of Justice and Political Economy [Derecho, legislación y libertad: Una nueva formulación de los principios liberales de la justicia y de la economía política], siendo ellos: Volumen 1: “Normas y orden,” (1973); Volumen 2: “El espejismo de la justicia social,” (1976); y, Volumen 3: “El orden político de una sociedad libre (1979).

Dado el reciente renacimiento de las ideas socialistas de planificación y paternalismo, parece apropiado volcar nuestra atención a estos tres volúmenes, para entender mejor las presunciones y pretensiones de este último llamado por regresar hacia un mayor direccionamiento gubernamental de la sociedad humana.

LAS INSTITUCIONES SOCIALES NO SON EL RESULTADO DEL DISEÑO HUMANO

Esencial para mucho del pensamiento de Hayek que empezó en los treintas, y en especial enfocado en el Volumen 1, dedicado a las “Normas y orden,” es su énfasis en que la mayoría, sino es que todas las instituciones sociales, no son una creación de la intención y diseño humanos.
Un poco de reflexión acerca de la naturaleza del lenguaje, costumbre, tradición, reglas de ética cotidiana, etiqueta, modales y usos, y las normas relacionadas de interacciones humanas en diversos ambientes sociales, incluso aquellos del comercio y la empresa, así como aspectos de la ley consuetudinaria, toda muestra que ellas son, en su mayor parte, aquello que el filósofo escocés del siglo XVIII Adam Ferguson mencionó como “los resultados de la acción humana, pero no del diseño humano.” Casi todas son productos de la evolución social, a través de las interacciones de multitudes de personas durante muchas generaciones, en que han lidiado y tropezado con formas de asociarse efectiva y exitosamente entre sí para beneficio mutuo.

La mayoría de nosotros puede recordar cuando se nos puso como tarea leer alguna obra de teatro de William Shakespeare, cuando se estaba en el colegio o la universidad, y, a menudo, encontrar que era difícil seguir el empleo de palabras y los significados de frases en los trabajos famosos del Bardo. No obstante, si acaso poco más de cuatrocientos años nos separan de la muerte de Shakespeare en 1616. Su uso del idioma inglés, comparado con el nuestro, ha cambiado en tantas formas, pero nada de eso fue planificado, diseñado u ordenado por edicto o decreto gubernamental. Todos los días, en muchas maneras pequeñas, todos los usuarios del inglés durante estos cuatro siglos han hablado palabras, escrito frases, modificado alguna ortografía, olvidado o agregado alguna puntuación, o connotado algún sentido diferente a una frase, que han cambiado acumulativamente cómo el lenguaje se habla, escribe, y cómo las ideas se transmiten por su medio.

Ni nadie podría en 1616 o 1716, o 1816, o 1916 o 2016 haber sido capaz de percibir o anticipar los cambios en el inglés que han resultado en el lenguaje que hoy en el 2021 hablamos y damos por un hecho. Y ninguno de nosotros tiene indicio alguno de qué cambios le esperan al idioma inglés en, digamos, los próximos cien años.

Nadie puede dudar si es el lenguaje que hablamos o las costumbres y tradiciones que seguimos, o los modales, etiqueta o ética cotidiana que practicamos en nuestros tratos con otros, que todos ellos forman partes de un pegamento social esencial sin el cual sería casi imposible la asociación humana compleja y continua. Si sus estructuras y cambios hubieran dependido de un puñado de mentes que estaba guiando las legislaturas y burocracias, acerca de cómo y para qué propósitos aquellos iban a usarse, la sociedad sería más pobre en toda forma imaginable.

LA ELECCIÓN Y LAS INSTITUCIONES DE UNA SOCIEDAD LIBRE

Básico en el argumento de Hayek acerca de las instituciones sociales y su evolución, es que sólo la libertad permite que todas las mentes de todas las personas en el mundo participen en formas y tipos de interacciones que los individuos escogen para empezar y asociarse a su interior, cuyo resultado final es que todos ganemos con lo que todos esos otros pueden contribuir a la comunidad global de la humanidad, dentro de la cual intentamos satisfacer mejor nuestros fines y propósitos personales.

Otro elemento en la naturaleza y estructura de muchas instituciones sociales es que ellas han evolucionado como normas procedimentales en el contexto en que cada uno de nosotros puede proseguir sus propios fines, al tiempo que respeta los rumbos de acción escogidos por otros.
Un ejemplo de tales normas procedimentales son las reglas para manejar. Ellas especifican a qué velocidad se puede manejar un carro, que las luces rojas deban obedecerse para detenerse en intersecciones, y que los choferes deban ponerse a un lado del camino cuando un carro de emergencias o de policía está corriendo rápidamente con luces puestas y sirenas sonando. Pero, en el tanto en que esas reglas procedimentales sean proseguidas, todo mundo es libre de ir a donde quiera, cuando quiera, para cualquier propósito de su elección propia, cuando se está detrás del volante de su automóvil.

Esto contrasta, dice Hayek, con las regulaciones, controles, órdenes y prohibiciones gubernamentales que dictan cuándo la gente puede actuar o interactuar, con quién, para qué fines, y bajo qué términos y condiciones. Cuando eso se hace, la gente no sólo es limitada en su libertad para lo que los gobiernos les digan, sino que sus oportunidades se limitan a lo que los planificadores y reguladores pueden saber o imaginar como posibles y deseables. Las acciones de todos nosotros están confinadas dentro de lo que pueden concebir las mentes limitadas de los planificadores y paternalistas. El progreso humano, así como la libertad de todos, es puesto en camisa de fuerza por las decisiones y conocimiento de los pocos con autoridad y poder político.

EL ESPEJISMO DE LA JUSTICIA SOCIAL

Los planificadores y paternalistas políticos con frecuencia insisten en que sus objetivos últimos al rediseñar la sociedad y sus instituciones son establecer la “justicia social.” Se dice que es diferente de las nociones más antiguas o más tradicionales de justicia, con un sentido de sólo respetar la vida, libertad, y propiedad de otros, o atenerse y cumplir con contratos y acuerdos en que una persona haya entrado libre y voluntariamente.

La justicia social, afirman sus proponentes, pide que cada cual reciba lo que ellos merecen “justamente” o a lo que tienen un “derecho” distributivo o una legitimación. Pero, ¿cuáles son los merecimientos justos de cada persona en sociedad, que sean distintos de lo que él o ella ha ganado en los intercambios libres en un mercado abierto y competitivo?

En el Volumen 2 de Derecho, Legislación y Libertad, el tema de Hayek es demostrar que la justicia social es un “espejismo;” esto es, algo que, cuando se mira desde “lejos” parece ser definitivo y claro, pero, cuando se le mira de cerca, pierde todo sentido de realidad y objetividad, ¿Qué es un “salario justo,” o un estándar de vida “razonable,” o una “remuneración justa” por servicios prestados, o para darle a cada cual su merecimiento distributivo para que sea una sociedad “equitativa”?

Hayek afirma que no existe significación en “justicia social,” en el sentido de que la “sociedad” ha sido injusta. Siendo la razón que la “sociedad” no actúa y “beneficia” o “daña” a nadie. La sociedad es sólo el término que cubre a todas las acciones, interacciones, e intercambios y comercio asociativos individuales, llevados a cabo por y entre individuos. Cada cual gana ingreso por servicios prestados a otros, con base en su rol y participación escogidos en el sistema social de división del trabajo.

Cuando hago mis compras en el supermercado y tomo una caja de cereal para el desayuno de uno de los estantes y lo pongo en mi carrito de compras, no pregunto quiénes son los individuos que han participado en partes diferentes del proceso de producción de etapas múltiples, cuyo resultado final es la caja de cereal que está al frente mío. Ni tampoco he preguntado lo que cada uno de esos participantes merece “en realidad” o que garantizan sus circunstancias y mérito personal, al decidir qué precio pagar por el producto que estoy interesado en comprar. De hecho, es imposible para alguno de nosotros hacer tal cosa.

¿DEBEN DETERMINAR LOS MERCADOS O LA POLÍTICA SU DESTINO?

Si el gobierno fuera a asumir el papel de caldero de merecimientos y méritos de cada miembro de la sociedad, tendríamos que suponer que aquellas personas en el gobierno conocen lo suficiente acerca de todos y cada uno de nosotros en esa sociedad, para que distribuya objetiva y correctamente a cada cual lo que ellos deberían justamente tener, ni más ni menos, según algún estándar o punto de referencia conocible y unánime o ampliamente aceptado. No sólo eso requeriría una especie de conocimiento celestial de toda la humanidad, sino que involucraría un grado de control y determinación totalitario del destino material y social de todo ser humano, por debajo del cual pocos de nosotros querríamos vivir, si es que por un momento reflexionamos acerca de qué implicaría su aplicación consistente.

En el mercado libre, no necesito de la aprobación ni del acuerdo de todos mis congéneres o del gobierno acerca de lo que yo “realmente”
merezco o debería tener. Mi vida es propia, vivida por mí, como mejor lo considero, guiado por los valores y propósitos que yo decido, para darle felicidad y significado a mi existencia.

Sí, qué tanto puedo ganar y, por ello, el estándar y calidad de mi vida, depende de lo que otros consideran que valga lo que yo hago por ellos en el mercado, en busca de sus propios objetivos. Pero, en ese mercado, hay probabilidades y oportunidades reales y potenciales para que yo intente mejorar mis talentos, habilidades, y destrezas de diversas maneras, que me puedan permitir ampliar mi valor ante los ojos de aquellos que pueden comprar algo de lo que yo tengo en venta.

Pero, una vez que mis “remuneraciones justas” han de ser determinadas por aquellos en el poder político, eso está mucho más lejos y más allá de mi control o influencia. En el mercado libre, yo soy libre de tratar de averiguar avenidas por mí mismo, a través de los cuales yo puedo mejorar mis habilidades para obtener ingresos. Pero, una vez que eso es politizado en un régimen de “justicia social” redistributiva, queda fuera de mis manos, siendo mi única avenida la participación en grupos de presión política que intentan llegar al gobierno para darle más al grupo social al que yo he sido asignado, con base en “clase,” raza, género, u orientación sexual. Mi destino individual está ligado a aquel de un colectivo, en donde mi membresía muy posiblemente habría sido impuesta sobre mi persona por otros, ya fuera que yo lo quisiera o no.

Por esta razón, dice Hayek en cierto punto:

“La aceptación casi universal de una creencia no prueba que es válida e incluso significativa igual que la creencia general en brujas o fantasmas probó la validez de esos conceptos… Creo que la “justicia social” en última instancia será reconocida como un vano espejismo, que ha atraído a muchos hombres para que abandonen muchos de los valores que en el pasado han inspirado el desarrollo de la civilización…

Como la mayoría de los intentos por perseguir una meta inalcanzable, el esfuerzo por lograrla [justicia social] también producirá consecuencias altamente indeseables, y, en particular, conducirá a la destrucción del ambiente indispensable en el cual los valores tradicionales por sí solos pueden florecer; esto es, la libertad personal.”

LA LIBERTAD REQUIERE UN GOBIERNO LIMITADO

En el Volumen 3, que tiene que ver con “El orden político de una sociedad libre,” Hayek advierte que una sociedad libre también está en peligro ante el intento de tener un sistema más puro y desenfrenado de democracia política. La democracia es un enemigo de la libertad cuando no se aprecia que muchas de las libertades históricas que emergieron a la par del ideal democrático -libertad de expresión y prensa, libertad de asociación, libertad de religión, rangos amplios de libertad personal de elección- sólo pueden ser aseguradas cuando las mayorías están limitadas en qué y cómo pueden tomar decisiones que afectan a otros en sociedad. Esto incluye el caso a favor de la libertad económica.

Las mayorías pueden ser tan intolerantes y tiránicas como los peores monarcas absolutos del pasado, si no es que más. Lo que ha fallado, desde el punto de vista de Hayek, no ha sido la idea de democracia como tal, sino la forma particular de democracia que se desarrolló durante los últimos doscientos años, bajo la cual menos y menos esquinas de la vida individual está a salvo de lo que coaliciones de grupos de interés especial que forman mayorías en el Día de las Elecciones, pueden imponer sobre el resto de la sociedad. (Ver mis artículos “John Stuart Mill and the Three Dangers to Liberty” y “To End Budget Deficits, Restrict Political Pickpockets”.)

Hayek tenía la esperanza de que se pudieran encontrar formas de “gobierno libre,” bajo las cuales aquellos que son gobernados pueden seleccionar “democráticamente” a aquellos para que asuman cargos políticos, pero, al mismo tiempo, que dejan que el ciudadano individual sea libre en la mayoría de los asuntos, para que viva su propia vida, tal como él ve que es lo mejor, en asociaciones libres con otros.

Un liberal clásico o libertario muy minucioso encontrará, no lo dudo, un número notable de inconsistencias e incluso contradicciones en los argumentos de Hayek, que tienen que ver con el papel y límites del gobierno en sociedad. Pero, eso, de ninguna forma le resta valor, desde mi punto de vista, a las ideas subyacentes y esenciales que Hayek desarrolló acerca de la importancia de la libertad y la naturaleza de una sociedad libre.

Yo sugeriría que el espíritu de todo lo que Hayek discute en Derecho, Legislación y Libertad, es capturado en el pasaje siguiente del Volumen 1, dedicado a una discusión de “Principios y Conveniencia.”

“Una defensa exitosa de la libertad debe necesariamente ser doctrinaria y no debe hacer concesiones a consideraciones de conveniencia, aun cuando no es posible mostrar que, además de efectos beneficiosos conocidos, también resultaría algún daño particular por su transgresión.

La búsqueda de la libertad sólo puede tener éxito si es considerada un principio general de moralidad política, cuya aplicación en el caso concreto no necesita una justificación. Es así un malentendido culpar al liberalismo clásico por haber sido demasiado doctrinario. Su defecto no fue que se adhirió demasiado obstinadamente a principios, sino, más bien, que careció de principios lo suficientemente definitivos como para que brindaran una guía clara…

La gente no se abstendrá de esas restricciones a la libertad individual que aparentan ser ante ellos las más simples y que remedian más directamente a un mal reconocido, si no prevalece una creencia firme en principios definitivos.”

En una época en que la libertad, una vez más, está más directamente bajo ataque por quienes desean retornar al fallido sistema de planificación y paternalismo gubernamental, renovar nuestro entendimiento y apreciación por las contribuciones de Friedrich A. Hayek sólo puede fortalecer nuestros argumentos a favor de una sociedad de libertad. (Ver mi artículo, “F. A. Hayek and Why Government Can’t Manage Society” y mi libro, For a New Liberalism.)

Richard M. Ebeling es compañero sénior del American Institute for Economic Research (AIER) y Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Eveling vivió en la ciudad universitaria del AIER entre el 2008 y el 2009.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.