Cuando quieran decirle que los nazis no eran socialistas y que ellos lo que le proponen es un socialismo distinto, tengan presente este artículo: vale la pena leerlo.

ESTABA HAYEK EN LO CORRECTO ACERCA DE LOS NAZIS SIENDO SOCIALISTAS

Por Richard M. Ebeling
American Institute for Economic Research
8 de diciembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como richard m. ebeling institute for economic research nazis December 8, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Las palabras son cosas poderosas en cuanto nos permiten compartir un mundo de entendimiento en común con nuestros contemporáneos y, en forma escrita, con generaciones de mucho tiempo atrás. Pero, muy a menudo, las palabras pueden fácilmente causar confusión, mal entendimiento, y conflicto entre la gente de cualquier sociedad. Una de esas palabras que continúa causando confusión y conflicto es “socialismo.” ¿Qué significa, qué formas ha asumido, y por qué genera tanto “calor” intelectual en vez de “luz”?

Esto ha surgido de nuevo en un artículo reciente de Ronald J. Granieri, quien es director de investigación de Instituto Lauder de la Universidad de Pennsylvania, acerca de porqué “La derecha necesita dejar de alegar falsamente que los nazis eran socialistas” (Washington Post, 5 de diciembre del 2020).

NEGANDO QUE EL NACIONAL SOCIALISMO ERA “SOCIALISTA”

Él hierve de frustración pues aquellos a quienes él llama la “derecha” política, intentan clasificar al régimen Nazi alemán de los años treinta y cuarenta como “socialista.” Sí, el nombre formal del Partido Nazi era Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores. Pero, desde su punto de vista, si bien los Nazis impusieron un grado extenso de intervención gubernamental y control sobre el sector privado, “su ‘socialismo,’ en el mejor de los casos, era un elemento secundario en su atractivo.”

Algunos Nazis prominentes pueden haber jugueteado con los “resentimientos de la clase trabajadora” con la esperanza de atraer joven desde los comunistas y socialistas democráticos, al apelar a los sentimientos antijudíos, pero, no hubo un desafío dirigido y constante contra la propiedad privada. En vez de “controlar los medios de producción o redistribuir la riqueza para edificar una sociedad utópica, los Nazis se enfocaron en salvaguardar una jerarquía social y racial. Prometieron solidaridad con los miembros del Volksgemeinschaft (‘comunidad racial’) incluso al tiempo que negaron derechos para aquellos fuera del círculo encantado,” afirma Granieri.

Los Nazis principalmente complacían a pequeños empresarios y artesanos, y a otros en la clase media, quienes temían y les degradaban el comunismo y el socialismo. Y ellos no estaban anclados en alguna causa y creencia en la democracia; por el contrario. Entonces ¿qué era todo eso de Nazismo? Dice Granieri: “El Nacional Socialismo preservó la propiedad privada al servicio de una visión nacional expansionista y racista, que incluía la conquista y subyugación criminal de otros pueblos.” El régimen Nazi, por tanto, no puede considerarse que fuera “socialista,” pues el Nacional Socialismo no estaba interesado en controlar los medios de producción o redistribuir la riqueza para construir una utopía igualitaria.

Granieri sí admite que la Unión Soviética había entrado en una alianza de conveniencia con la Alemania Nazi entre 1939 y 1941, para dividir a Europa Occidental entre ellos. Pero, con la invasión de Hitler a la Unión Soviética en junio de 1941, el resto de la guerra se convirtió en una lucha de mutua aniquilación entre ellos. Así que, ese período de dos años de amistad Nazi-Soviética no demuestra que hubiera alguna coincidencia entre el socialismo y el Nacional Socialismo.

LAS VISIONES EXTRAVIADAS DE HAYEK ACERCA DEL SOCIALISMO Y EL NAZISMO

También, Granieri lanza un golpe al economista austriaco y ganador del premio Nobel, Friedrich A. Hayek, por intentar ponerle la etiqueta de socialista al Nazismo en su libro Camino de Servidumbre (1944). “Hayek estaba horrorizado por el surgimiento de la planificación económica en estados democráticos, encarnado en el Nuevo Trato de Franklin Roosevelt. Hayek advirtió que cualquier intervención gubernamental en el mercado erosionaba la libertad, conduciendo, tarde o temprano, a alguna forma de dictadura,” alega Granieri.

Hayek fue “enormemente influyente,” dice él, tanto en Ronald Reagan como Margaret Thatcher, y la afirmación de Hayek de que todas las intervenciones gubernamentales en la economía conducían al totalitarismo, continúan animando los trabajos populares” que advierten acerca de los “peligros genocidas” de poner en marcha un estado de bienestar.

Ronald Granieri preferiría dejar de lado toda esta controversia distractora del etiquetado y buscar formas de “proteger a los ciudadanos contra las exigencias negativas del mercado,” enfocándose, en vez de ello, en un “balance apropiado de intereses dentro de un orden político democrático,” dependiendo “de la medición de los resultados” de introducir y poner en práctica varios tipos de políticas intervencionistas y redistributivas. También quiere que los “derechistas” dejen de insistir acerca de los Progresistas estadounidenses de principios del siglo XX, quienes proclamaron y promovieron la eugenesia, como medio de diseñar tipos humanos superiores. (Pero, ¡un momento! ¿No estaban ellos simplemente “siguiendo la ciencia,” como era ampliamente entendida y aceptada en aquel momento?)

MUCHOS SOCIALISMOS EN EL HOGAR DEL COLECTIVISMO

Para empezar, en el hogar del colectivismo ha habido muchas casas socialistas. Por ejemplo, entre los tempranos socialistas franceses del siglo XIX, hubo diversidad de visiones acerca de si la sociedad socialista por venir, sería un paraíso industrial o agrario. Hubo desacuerdos acerca de si la gente podía razonar su camino hacia el cambio social radical, aquellos a quienes Marx etiquetó como “socialistas utópicos,” o si eso vendría sólo en su propio buen momento, debido a la evolución y revolución histórica inevitable, como insistió Marx.

El primer partido socialista que se movió seriamente hacia la influencia política en la segunda mitad del siglo XIX, fueron los Socialistas Democráticos Alemanes, quienes rechazaron el llamado a una revolución violenta y amasaron un número creciente de votos en la elección de sus candidatos para el Parlamento Alemán Imperial, al buscar el poder por medio del voto. Esto asustó a los poderes fácticos alemanes, así que, además de intentar por un rato suprimir al partido socialista alemán, Otto von Bismarck, como Canciller del Imperio Alemán durante las décadas de 1870 y 1880, introdujo todos los principales componentes del moderno estado de bienestar, así como regulaciones intervencionistas en partes de la industria y comercio alemán.

La marca de Bismarck fue luego llamada “socialismo de estado” o, algunas veces, “socialismo monárquico.” Tal como el Canciller de Hierro le dijo a un admirador británico, William H Dawson, “Mi idea era sobornar a la clase trabajadora o, diría yo, ganárselos, para que consideraran al estado como una institución social existente para su bien e interesada en su bienestar.” Y, como explicó Dawson, lo que Alemania Imperial parecía haber encontrado en el socialismo estatal, era un punto medio entre un individualismo que dejaría que el estado hiciera nada, y un socialismo radical extremo que haría que el estado hiciera todo.

Más hacia el Este de Europa, socialistas Marxistas más doctrinarios en la Rusia Imperial rechazaron las sutilezas de las elecciones y reformas legislativas del estado de bienestar. Sólo la revolución violenta podría romper la opresión capitalista de las masas explotadas, por medio de, como lo insistió Lenin, una dictadura del proletariado, una vez en el poder. Esto resultó en un cisma entre socialistas democráticos y dictatoriales durante buena parte del siglo XX. Pero, debe tenerse en mente, mientras estos dos grupos de socialists se denunciaban entre sí acerca de los medios para asumir el poder, casi que todos estaban de acuerdo con el fin deseado: abolir la propiedad privada de los medios de producción y la introducción de la planificación central.

LA CONVENIENCIA PATERNALISTA, DESDE LA CUNA HASTA LA TUMBA

Entre estas formas de “socialismo,” el deseo de Granieri de un “balance de intereses” democrático, basado en la conveniencia de lo que “funciona,” lo más cercano a lo que él está buscando parece ser el socialismo de estado de Bismarck. Como lo expresó William Dawson en Bismarck and State Socialism (1891), “Ningún departamento de actividad económica debería, en principio, estar cerrado para el estado… Los socialistas del estado dicen que eso debe ser determinado por la conveniencia, y las circunstancias de tiempo y lugar. (p.p. 4-6).

Era un socialismo de estado aquel en donde, como lo expresó un admirador estadounidense del sistema alemán, Frederic Howe, en su libro Socialized Germany (1915): “El estado tiene su dedo sobre el pulso del trabajador desde la cuna hasta la tumba. Su educación, su salud y su eficiencia laboral son asuntos de un interés constante.” Si todo esto le parece demasiado paternalista, Howe dijo: “Este paternalismo no necesariamente significa menos libertad para el individuo que aquella prevaleciente en Estados Unidos o Inglaterra. Es, más bien, un tipo diferente de libertad,” de garantías de bienestar social (p.p. 83; 162). Luego, Howe sirvió en la Administración de Ajuste Agrícola (AAA) del Nuevo Trato de FDR, que intentó planificar la producción de la agricultura estadounidenses (Ver mi artículo, “America’s Progressives are Bismarck’s Grandchildren”.)

EL IGUALITARISMO DE LA RAZA SUPERIOR DEL NACIONAL SOCIALISMO

Pero, ¿tuvo alguno de estos socialismos algo que ver con la naturaleza y contenido de lo que llegó ser la ideología Nacional Socialista y sus políticas verdaderas? Granieri insiste en que el Nacional Socialismo no podía ser “socialista,” pues no buscó un ideal “utópico” de mayor igualdad total para todo el mundo. Pero, eso presupone que el único sueño utópico legítimo, y, por tanto, el punto de referencia para etiquetar algo como “socialista,” es solo aquel que Granieri considera es el bueno y correcto.

De hecho, los Nazis tenían una visión utópica del futuro; empezaba con su noción de la pureza de la raza alemana, con base en la cual rechazaron la idea Prusiana más vieja de jerarquía aristocrática y de clase. Todos los alemanes “verdaderos” eran iguales y se les darían oportunidades para la educación, avance ocupacional y profesional, como medios para que pudieran hacer su contribución hacia el bien superior del pueblo alemán, como un todo.

Que el igualitarismo Nazi estuviera limitado sólo a aquellos alemanes “verdaderos”, poseedores de las características raciales que guiaban su pensamiento ideológico, con los judíos clasificados como los enemigos más bajos y más traicioneros de la raza, no cambia el hecho de que ellos, también, eran “utópicos,” en cuanto a objetivos de igualdad social, pero sólo para quienes estaban “dentro del grupo.” Esto no era sino una variación del tema Marxista, de que el mundo está dividido en clases sociales irreconciliables, con los “capitalistas” siendo la inevitable “clase enemiga” de “los trabajadores.” Y, como en la práctica soviética, ellos y sus niños eran despojados de todos los derechos y oportunidades, y convertidos en parias permanentes, a ser reeducados para servir en “la edificación del socialismo” o ser liquidados.

Puede ser una noción de una utopia que tanto Granieri como yo rechazaríamos, pero, para muchos en el liderazgo Nazi y más extendida entre la población alemana de la época, se creía en ella y se trabajaba para ella, sin importar qué tan reprensible puede parecerles a otros, ciertamente hoy, cuando todos sabemos lo que fue su resultado pleno en la práctica. Eso es lo que lo hizo un socialismo “nacional” en vez de un socialismo internacional.

Su llamado y atractivo iban dirigidos hacia un segmento de la humanidad definido por características raciales declaradas, en vez de ser un llamado para que todos los trabajadores del mundo se unieran, independientemente de quién o adónde. En retrospectiva, esto significó que el Nacional Socialismo nunca tendría una cantidad de seguidores lo suficientemente grande como para conquistar y controlar al mundo, pues su reserva de miembros era, por definición, un número demasiado limitado de la humanidad como un todo. La mayoría de la población mundial tendría que encontrarse en conflicto con el Nazismo precisamente debido a su exclusividad basada en la raza.

SOCIALISMO, NACIONALISMO, Y LA RAZA

Pero, ¿era el Nacional Socialismo no sólo anticapitalista, sino también “socialista” en algún sentido razonable? Sería posible acudir a una serie de fuentes Nazis para determinar y decidir si el Nacional Socialismo era una forma de socialismo “verdadero.” En 1936, el educador Nazi Friedrich Albert Beck dijo en Education in the Third Reich, un texto destinado a servir como guía para maestros alemanes en todo el país, que:

“El Nacional Socialismo ha restaurado el concepto de un pueblo desde su moderna vaciedad… Por pueblo entendemos un cuerpo viviente completo que es racialmente uniforme y se mantiene junto por una historia en común, un destino en común y una misión en común, y tareas en común… La educación, desde el punto de vista de la raza y el pueblo, es la creación de una forma de vida en donde la unidad racial será preservada por medio de la totalidad del pueblo…

El socialismo es la dirección de la vida personal por medio de la dependencia en la comunidad, la consciencia de la comunidad; el nacionalismo es la elevación de la vida individual hacia una expresión única (micro cósmica) de la comunidad en la unidad de la personalidad.” (Traducido en: National Socialism [U.S. Department of State, 1943], p. 28)

El individuo vive a través de la comunidad y la raza y la nación definen a qué comunidad un individuo le debe su lealtad. En vez de clases sociales, el Nacional Socialismo clasifica a la gente por categoría racial. En la visión del mundo Nazi, esto hace de usted lo que usted es y le brinda significado a su vida.

EL ANTICAPITALISMO Y EL “SOCIALISMO” DEL NACIONAL SOCIALISMO

Pero, ¿qué hay acerca de la economía Nacional Socialista? Démosle una ojeada al libro de Gustav Stolper, German Economy, 1870-1940 [Historia Económica de Alemania (de 1879 a 1940)] (1940). Stolper fue por mucho tiempo editor de una revista económica alemana orientada hacia el punto de vista liberal clásico. Él fue forzado a dejar Alemania ante el surgimiento de Hitler al poder, debido a su política y a su ascendencia familiar judía, y encontró refugio en Estados Unidos. Stolper explicó algunos de los aspectos de la política e ideología Nazi:

“El partido Nacional Socialista fue, desde su inicio, un partido anticapitalista. Como tal, estaba luchando y compitiendo con el Marxismo… El Nacional Socialismo cortejó las masas [desde tres ángulos]. El primer ángulo fue el principio moral; el segundo, el sistema financiero; el tercero, el tema de la propiedad. El principio moral fue ‘la riqueza de la mancomunidad antes que el interés propio.’ La promesa financiera fue ‘romper la servidumbre de la esclavitud del interés’. El programa industrial fue la ‘nacionalización de todas las grandes empresas incorporadas [trusts]’.

Al aceptar el principio de ‘la riqueza de la mancomunidad antes que el interés propio,’ el Nacional Socialismo simplemente enfatizó su antagonismo hacia el espíritu de una sociedad competitiva, representado supuestamente por el capitalismo democrático… Pero, para los Nazis, también este principio significa la subordinación completa del individuo a las exigencias del estado. Y, en este sentido, el Nacional Socialismo es incuestionablemente un sistema Socialista…

La nacionalización de la gran industria nunca fue intentada después de que los Nazis llegaron al poder. Pero, de ninguna forma, esta era una ‘traición’ a su programa, como ha sido alegado por algunos de sus opositores. La socialización de toda la maquinaria productiva alemana, tanto agrícola como industrial, fue lograda por métodos distintos a la expropiación, en un grado mucho más amplio y en una escala inmensurablemente más comprensiva, de lo que probablemente se imaginaron los autores del programa del partido en 1920. En efecto, no solo los grandes trusts fueron gradual y rápidamente sujetos al control gubernamental en Alemania, sino que así lo fue todo tipo de actividad económica, dejando poco más que el título de propiedad privada.” (p.p. 232-233 239-240).

EMPRESARIOS ALEMANES REDUCIDOS A ADMINSTRADORES DE EMPRESAS

Günter Reimann, en The Vampire Economy: Doing Business Under Fascism (1939), destacó que, mientras la mayoría de los medios de producción no había sido nacionalizada, no obstante, habían sido politizados y colectivizados bajo una intrincada red Nazi de objetivos de planificación, regulaciones de precios y salarios, reglas y cuotas de producción, y límites y restricciones estrictas a la acción y decisiones de quienes permanecieron: nominalmente, los dueños de empresas privadas a lo largo del país. Todo empresario alemán sabía que su conducta estaba estipulada y posicionada dentro de los objetivos más amplios de planificación del régimen Nacional Socialista.

Con poca diferencia de los administradores de las fábricas estatales en la Unión Soviética, incluso en esa época bajo Stalin, a los dueños alemanes de las empresas privadas se les daba amplia discrecionalidad en la administración diaria de las empresas, que nominalmente permanecieron en su posesión. Pero, las agencias de planificación Nazi establecieron objetivos de producción, determinaron los suministros y asignaciones de insumos, determinaron las reglas salariales y condiciones de trabajo, y dictaron la asequibilidad a fondos de inversión y tasas de interés a las que aquellos podían ser obtenidos por medio del sistema bancario, junto con un control y dirección central estrictos de todo el comercio de importaciones y exportaciones.

EL IDEAL NAZI DE UN ESTADO DE BIENESTAR SOCIALISTA PARA TODOS LOS ALEMANES VERDADEROS

Pero, para aproximarse más generalmente a la negación de Ronald Granieri, de que el Nacional Socialismo es un sistema socialista, debemos leer un historiador más reciente del régimen Nazi, Götz Aly, en Hitler’s Beneficiaries: Plunder, Racial War, and the Nazi Welfare State (2007). Aly “se enfoca en el aspecto socialista del Nacional Socialismo” para así entender mejor “al régimen Nazi como una especie de estado de bienestar racista totalitario.”

Aly enfatiza que la ideología y práctica del régimen Nazi eran, de hecho, profundamente socialistas. Dentro de Alemania, entre el pueblo alemán de “sangre pura Aria,” el ideal era un orden social igualitario, en que cada alemán estaría liberado de las barreras de clase tradicionales, de forma que pudiera tener la oportunidad de elevarse a cualquier nivel de éxito en servicio de su patria. Las políticas del estado de bienestar, que empezaron con Bismarck a fines del siglo XIX en la Alemania Imperial, fueron vistas por los Nazis como preludio de una garantía completa de un estándar de vida de calidad para todos los alemanes “verdaderos,” que sería paternalistamente suministrada por el estado Nacional Socialista.

El problema era que las promesas del estado de bienestar no podían ser llenadas dentro de las fronteras de la Alemania de 1933. Para que el pueblo alemán tuviera este paraíso material en la tierra, alguien tendría que suministrar la mano de obra y los recursos para proveer todos los medios para esta masiva redistribución de la riqueza.

Aly señala que, antes y durante la Segunda Guerra Mundial, la “clase capitalista” alemana fue obligada a pagar su “porción justa” para beneficio del resto del pueblo alemán. En Alemania, los impuestos eran proporcionalmente más altos para los “ricos,” que para el resto de la población. Durante la guerra, el gobierno estableció el pago obligatorio del tiempo extra en todas las industrias e impuso aumentos salariales para mantener “a las masas” leales hacia el régimen ̶ todo a expensas de las empresas alemanas. Al mismo tiempo, la industria alemana trabajó bajo los planes cuatrianuales ordenados por el gobierno desde 1936 hasta el final de la guerra en 1945.

LA POLÍTICA DE SAQUEO PARA FINANCIAR AL ESTADO DE BIENESTAR NACIONAL SOCIALISTA

Pero, fue sólo después de que empezó la guerra, cuando la maquinaria redistributiva de saqueo realmente se puso en movimiento. Cada país invadido por el ejército alemán no sólo tuvo que pagar los costos de la ocupación, sino, también, fue sistemáticamente saqueado para beneficio de la población alemana como un todo.

Tanto dentro de Alemania como alrededor del resto de Europa, el gran “enemigo” que los Nazis estaban determinados a eliminar, fueron los judíos. Antes de la guerra, el régimen había intentado presionar a los judíos alemanes para que dejaran el país. Después de que empezó la guerra, el gobierno estaba determinado a expulsar a todos los judíos en Europa occidental y central hacia “el Este.” Finalmente, la “solución” al “problema judío” se encontró en los campos de concentración y muerte.

Pero, empezando en 1941 y 1942, la expulsión de los judíos de Alemania y del resto de la Europa ocupada, se aceleró como parte del estado de bienestar Nazi. Cuando Gran Bretaña empezó a bombardear las ciudades alemanas, al inicio miles y después decenas de miles de alemanes, se encontraron sin viviendas, con todas sus pertenencias destruidas. Los gobiernos municipales, con la aprobación del liderazgo Nazi en Berlín, empezaron a confiscar las casas y apartamentos de los judíos, incluyendo lo que contenían, para dar espacio para que vivieran alemanes racialmente puros, quienes necesitaban de nuevos hogares.

En cada país ocupado, los Nazis iniciaron políticas confiscatorias similares con cómplices locales, con quienes compartieron la propiedad judía saqueada. (Sólo en Bélgica y Dinamarca grandes segmentos de la población y la burocracia se resistieron a participar en este saqueo de los judíos.) Primero, los Nazis nacionalizaron la propiedad judía y, luego, la distribuyeron hacia aquellos considerados como valiosos entre las poblaciones alemanas o las ocupadas.

LA REDISTRIBUCIÓN DESDE OTROS EUROPEOS MANTUVO A LOS ALEMANES “EN NECESIDAD”

Cientos de trenes cargados de propiedad judía robada fueron, ya sea regalados o vendidos a precios de descuento, en ciudades alemanas, grandes y pequeñas, durante la guerra. Aly estima que, debido a esta propiedad saqueada y a los bienes enviados de regreso a Alemania por soldados, muchos, sino la mayoría, de los alemanes disfrutó de un estándar de vida más confortable durante la mayor parte de la guerra, que la población civil en Gran Bretaña.

Lo que también alimentó gran parte de este saqueo Nazi de las tierras fue la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941. En el Este, Hitler deseó mostrar nada de las “delicadezas” mínimas con las que la gente de Europa occidental fue tratada. Las tierras vastas y ricas de Rusia y Ucrania iban a convertirse en la Tierra Prometida económica de los sueños Nazis del futuro. Bajo el plan, al menos 20 millones de campesinos rusos serían obligados a trabajar y morir de hambre en los campos, después de la victoria alemana, para dar espacio a un gigantesco reasentamiento alemán, que le daría “espacio para vivir” a la raza aria. Las ciudades de Moscú y Leningrado serían arrasadas, dejando morir a sus poblaciones.

La vasta mayoría de las familias alemanas continuó festinando, aún bajo los bombardeos aliados, gracias a la toma, como si fueran langostas, de cualquier cosa y de todo, a través de la Europa ocupada. Aly estima que, durante los cinco y medio años de guerra, los Nazis saquearon $2 millones de millones de valor en propiedades, bienes, y riqueza de los pueblos de Europa ̶ una suma muy grande bajo cualquier estándar, pero, ciertamente enorme considerando los niveles de producción e ingreso mucho menores en Europa durante esos años de guerra.

Sin duda que este resumen del contenido del análisis de Götz Aly acerca del sistema de bienestar Nacional Socialista y su versión de planificación central, convencería aún más a Ronald Granieri de que el régimen Nazi no debería ser clasificado como “socialista.”

HAYEK ESTABA EN LO CORRECTO: LOS NAZIS TAMBIÉN ERAN PLANIFICADORES CENTRALES SOCIALISTAS

Pero, desde mi punto de vista, demuestra que todas sus características tienen una semejanza familiar con regímenes socialistas. Institucionalmente, la premisa inicial es que el individuo es poco o nada, que debe verse a sí mismo como dependiente y trabajando para un “bien común” más amplio, además de su propio interés personal.

En nombre del “pueblo” aquellos con autoridad política, en esa posición ya sea por votos o violencia, establecen en nombre del “pueblo” la jerarquía de bienes sociales, propósitos y fines colectivos, para lo que se pondrá en movimiento un conjunto de políticas de planificación gubernamental, intervenciones y redistribuciones de bienestar.

La escogencia individual y la toma de decisiones, como consumidores y productores, es significativamente reducida e incluso totalmente eliminada, con una planificación central y toma de decisiones del gobierno, que reemplazan la asociación e intercambio voluntario por medio de procesos competitivos de oferta y demanda.

Los precios y la producción ya no más reflejan plenamente las valoraciones y tasaciones de las multitudes de compradores y vendedores que interactúan en sociedad ̶ lo que significa todos nosotros, en nuestros roles como consumidores y productores en el sistema social de división del trabajo. En vez de ello, el gobierno hace planes y las intervenciones determinan o influyen fuertemente en los salarios y precios, junto con qué es lo que se produce y cuánto; lo que significa todo lo que tiene que ver con nuestras vidas personales, formas de vida y estándares de vida.

En otras palabras, las extensas e intrusivas regulaciones, restricciones, redistribuciones y planes centralizados impuestos por el gobierno, demuestran lo que Friedrich A. Hayek estaba diciendo hace más de 75 años en Camino de Servidumbre: que, entre más las órdenes y control gubernamental reemplacen las elecciones, decisiones y oportunidades basadas en el mercado, tenemos menos libertad en esquinas y aspectos crecientes de nuestras vidas. (Ver mis artículos, “Is America Still on F. A. Hayek’s Road to Serfdom?” y “F. A. Hayek and Why Government Can’t Manage Society”.)

Como muchos otros durante los más de cien años previos, Ronald Granieri bien puede reírse de esto, pues puede que no considere algo de pérdida personal de libertad como mucho por desdeñar, cuando es reemplazada por un paternalismo político obligatorio, que “garantiza” varios bienes materiales para algunos, que él considera son más importantes que el grado de libertad que otros han perdido.

Pero, yo le pediría que, al menos, admita que esta libertad se pierde a cambio de una “seguridad” obligada, para lo cual algunos tendrían que ser saqueados; esto es, que parte de su ingreso y riqueza propios, les es quitada sin su consentimiento voluntario. Sigue siendo un “robo,” ya sea hecho por una mayoría de votantes o por una élite dictatorial.

Y todavía le pediría más, que concediera que, si él está de acuerdo con los fines y objetivos de otros socialistas, su uso del comando y el control y su introducción de alguna forma de planificación central institucional, para perseguir su declarado “bien social,” hace a su sistema justamente tan igual como uno “socialista,” como cualquier otro que Ronald Granieri pueda endosar o mirar más favorablemente. Así que, ya sea que le guste o no, los Nazis también eran socialistas, sólo que de una calaña diferente de aquellas con las que él se siente más cómodo.

Richard M. Ebeling es compañero sénior del American Institute for Economic Research (AIER) y Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Eveling vivió en la ciudad universitaria del AIER entre el 2008 y el 2009.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.