Este extenso y bien documentado análisis da lugar a que veamos con escepticismo la declaración de ciertos políticos de “sigamos a la ciencia,” como justificación para imponer medidas no sustentadas en el mismo ámbito de la ciencia. Y, más duele que, en esa justificación, se omita el principio básico de toda ciencia, que es estar sujeta siempre a la crítica y al disentimiento.

EL ATAQUE BRUTAL A LA DISIDENCIA CIENTIFICA

Por Paul E. Alexander
American Institute for Economic Research
9 de marzo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como paul e. alexander et al. institute for economic research dissent March 9, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

La pandemia del Covid-19 ha sido catastrófica y devastadora para quienes sucumbieron ante ella. El tema importante para nosotros, social y globalmente, es que el grupo de riesgo esté definido y ahora, marzo del 2021, sabemos mucho más de cómo enfrentar y administrar una respuesta. Marzo del 2021 no es febrero del 2020.

Aún más, los beneficios de las acciones gubernamentales -las cuarentenas- han sido excesivamente sobreestimados e inflados, al tiempo que los daños han sido devastadores. Estos incluyen daños a nuestros niños, a niños más pobres y niños de minorías, enfermedades no diagnosticadas y dejadas de tratar, mortalidad en exceso en los años por venir proveniente de las cuarentenas, un escalamiento de los suicidios y sobredosis de drogas por las cuarentenas, aplastante abuso doméstico e infantil, abuso sexual de nuestros niños, masivos daños psicológicos, empleos perdidos y negocios cerrados, y el impacto catastrófico de largo alcance sobre mujeres y niños más pobres.

Expertos séniores sobre pandemias han escrito extensamente acerca de por qué tales medidas no deben usarse en una pandemia y por qué ellos nunca abogaron por esas acciones punitivas, aun cuando estaban lidiando con epidemias y pandemias de mayor letalidad. Ellos entendieron las ramificaciones y, tristemente, nosotros, como sociedad ahora estamos recogiendo los pedazos, con un final que aún no se observa a estas órdenes restrictivas, aplastantes, a menudo no científicas, sin base e ilógicas.

Por desgracia, como parte de las respuestas, los gobiernos ahora están enfrentados con la considera establecer leyes y también ampliar unas existentes, que protegerían la libertad académica y hacer responsables a los que amenazan la libertad académica con sus reacciones, que muy a menudo son amenazadoras y difamatorias hacia puntos de vista en contrario y escépticos ante esos edictos y mandatos cuestionables y, a menudo, fallidos. Globalmente, hemos visto un fuerte aumento en los ataques verbales y de medios sociales en línea, hacia personas que mantienen puntos de vistas en contra de las políticas de cuarentena social puestas en práctica por el Covid-19.

¿De qué son culpables esos que están en contra? Su culpabilidad emana de expresar dudas y reservas bien fundamentadas acerca del valor y efectividad de las cuarentenas sociales y otras políticas gubernamentales de respuesta al Covid-19. Su crimen es que ellos desean que se consideren ambos, los daños del virus y la totalidad del impacto de las políticas y órdenes. Una consideración de forma objetiva del impacto de las políticas. Una visión más amplia que simplemente la de la ciencia básica y letalidad del patógeno Estas voces en contrario, algunas de expertos acerca de políticas con experiencia científica médica e investigación, están arguyendo contra la utilidad y necesidad de políticas y órdenes que parecen ser arbitrarias, que han sido muy destructivas de las sociedades, y que, en esencia, son poco sólidas y totalmente acientíficas.

Todavía más, si usted es considerado como políticamente conservador (lo sea o no), entonces, usted está en un peligro doble y sujeto a mayor profundidad de la hostilidad y acrimonia, a menudo por colegas académicos. Lo que se ha sido claro en todos los ámbitos, es que la política ha invadido a la ciencia y la política ha sido un paso que limita las respuestas al Covid-19 por parte de gobiernos, sistemas de salud pública, y expertos médicos. Se toman decisiones muy serias de largo alcance que están alterando la estructura y función de la sociedad, y es la política la que está sustentando la toma de decisiones y no la ciencia. Lo increíble es que aquellos que se oponen y cuestionan las restricciones a la sociedad, están siendo culpados de los fracasos de esas políticas ampliamente puestas en práctica. No es que la política como tal falló, sino el acto de cuestionarla.

Los ataques injustos, crueles, malintencionados y que alteran brutalmente carreras profesionales se dirigen contra quienes se atreven a hablar y expresar sus opiniones a menudo “expertas” contra las ortodoxias de la Covid-19, y que emanan de personas (a menudo, aquellas en la comunidad de la investigación médica) en desacuerdo con una posición contra las políticas de salud pública hacia el Covid-19. Hay un clima de terror penalizador, intimidante y calumnioso, que surge de ataques crueles hacia académicos que están en contra o que son escépticos, lo que a menudo resulta en pérdidas tremendas y aplastantes en la seguridad, bienestar y forma de vida personal de quien piensa lo contrario. Surge esta “mentalidad mafiosa de cancelación de la cultura,” y las amenazas y acoso son muy problemáticos, aun cuando los académicos expertos despliegan sus puntos de vista con base en datos reales, evidencia, y ciencia.

Los ataques hablan de una disonancia cognitiva de una especie en donde sólo se han de considerar políticas y puntos de vista actuales que facultan a los que toman decisiones. Sólo lo que ellos piensan es lo correcto. No hay disidencia, nada de debate. No obstante, ahora se está logrando entender que muchos de los académicos y científicos investigadores están en descuerdo, y algunos extensamente en desacuerdo, con las políticas gubernamentales de cuarentenas, aunque ellos teman hablar, dado que saben que serán ridiculizados, atacados, calumniados y manchados.

A primera vista uno podría fácilmente descartar la cultura del despertar [woke culture, en inglés] y la mafia de los medios como chifladuras, y que todo ello es trivial, sinsentido, e ilógico. Sin embargo, no se equivoque, ellos saben lo que están haciendo y quiénes son sus objetivos, y que el daño calamitoso que infligen sobre gente inocente es amplio, profundo, de largo alcance, y con consecuencias, al patologizar la disidencia y marginar las voces no bienvenidas en su “Era de Lysenkoismo.” Lo que es más escandaloso es que quienes pusieron en práctica restricciones sociales draconianas y punitivas, han causado tanta devastación, no consideren siquiera reevaluar sus políticas para ver cómo y por qué fallaron, cuando se presentan puntos de vista alternativos. No, su enfoque es usar medios rabiosos histéricos para atacar, calumniar, y culpar a quienes piensan distinto, los que cuestionaron esas políticas y órdenes fallidas, por el fracaso de las políticas y órdenes que fueron puestas en práctica. Ahora se ha llegado a un punto en que los medios han logrado una credibilidad cercana a cero y que el público crea casi nada en términos de lo que imprimen los medios.

Suecia ha dicho que ya es suficiente y ahora ha respondido asumiendo el liderazgo en la protección de libertad académica, al buscar reformar su Ley de Educación Superior, y eso debió haberse hecho hace mucho tiempo. “Para fortalecer la libertad académica, el gobierno sueco ha propuesto una nueva reforma que señala que la educación y la investigación deben ser protegidas, para permitir que la gente descubra, investigue y comparta libremente el conocimiento.” La realidad es que esta crisis de las posiciones en contrario ha sobrevenido debido a daños devastadores y aplastantes que se acumulan socialmente debido a las cuarentenas sociales, cierres de negocios, clausuras de escuelas y órdenes de usar mascarillas, inspiradas en el Covid-19.

Por ejemplo, académicos y científicos como el Dr. Scott Atlas, y los autores de la Declaración de Great Barrington, que son rutinariamente atacados, han pedido que haya un enfoque más “balanceado” en la respuesta ante el Covid-19; esto es, con base en riesgos por edades, enfocados en una fuerte protección de los vulnerables (un enfoque sin precedente en los ancianos, los frágiles, los enfermos, y las personas de mayor riesgo) a través de la sociedad (empleando un monitoreo muy detallado y en tiempo real, exámenes intensivos, advertencias y consejos y mensajes proactivos al público, involucramiento en los estándares superiores de higiene, sanidad, y distanciamiento social, en especial cuando interactúan con personas de alto riesgo), simultáneamente permitiendo que a personas más jóvenes de menor riesgo se les permita vivir sus vidas razonablemente normales y que tomen precauciones sensatas. Para reducir el riego al máximo alcance factible. Este enfoque, mientras que una vacuna (s) se distribuye (en tanto que los hospitales se preparan adecuadamente), ayudará a acercarse a un nivel poblacional de inmunidad de “rebaño”, en el grado en que las poblaciones de menor riesgo vivan vidas normales cotidianamente y se les permita exponerse naturalmente y sin daño al virus el SARS-CoV-2 (usted deja que se expongan naturalmente, y no se les impide, ni también deliberadamente se ocasiona su exposición), dado que la evidencia es clara en cuanto a que ellos tienen un riesgo sustancialmente menor de enfermedad severa o muerte si se infectan.

También, algunos opositores pidieron usar un tratamiento temprano potencialmente salvador de vidas a pacientes positivos de alto riesgo por el Covid-19 (ancianos), antes que residentes y pacientes infectados por el SARS-CoV-2 hubieran empeorado en sus casas privadas o asilos de ancianos, durante la última etapa de la secuela de la enfermedad. El argumento esencial es que la persona se encuentra en un riesgo mayor de hospitalización y muerte cuando el virus se replica y pasa el tiempo mientras que están en modo de “esperar y ver” fuera del ambiente hospitalario. Así, ¿por qué no usar una terapéutica (reutilizada) existente, segura, barata, disponible y aprobada regulatoriamente, y efectiva, que ha sido usada exitosamente por años? Si estas medicinas pueden salvar vidas, ¿por qué permitir que el paciente se “enferme en su sitio” y posiblemente muera? Estos opositores al tratamiento temprano se han levantado contra el sistema médico entronizado, que no querría ver algo con eso, en vez de preferir involucrarse en lo que se conoce como “nihilismo terapéutico.”

En este sentido, por ejemplo, cuando expertos y académicos hablan pidiendo un enfoque balanceado en las respuestas al Covid-19 y que, debido a los daños catastróficos de las políticas de cuarentenas, se factoricen en la toma de decisiones de burócratas gubernamentales y que adopten un enfoque basado en objetivos de riesgo por edades, ellos son denunciados y puestos en la picota por medios en general, medios sociales y, alarmantemente, por sus propios colegas académicos. A pesar de lo anterior, ¿por qué este enfoque no es razonable y sensato? Proteger al vulnerable (esos serían los ancianos) y mantener abiertas la economía y la sociedad para no infligir más daño y perjuicio a la gente.

Parece existir esta venganza, rencor y burla personal lanzadas contra puntos de vista alternativos, independientemente de si el punto de vista alternativo puede, en realidad, ser mejor. Tobin explica la intolerancia hacia puntos de vista opositores al decir que “todo lo que usualmente se requiere es una acusación, una carta circulando, o una demostración de algún tipo, y el despierto [woke] usualmente logra su objetivo […] la mayoría de los administradores de universidades le obedecen a la mafia de la cancelación y penalizan a cualquiera que se ha considerado se ha salido de la línea.” Debe existir absoluta conformidad y, sino hay una, entonces, existe una intimidación rencorosa y uno es despreciado con impunidad.

¿Quiénes son estas víctimas de este impulso incesantes por silenciar a los que se oponen, de silenciar expertos que plantan inquietudes acerca de las cuarentenas y cierres de escuelas draconianos y acientíficos? ¿Quién brindó alternativas a la devastación que arribó a las sociedades con edictos gubernamentales sin base e innecesarios? ¿Quién aboga por un tratamiento temprano para salvar vidas? ¿Cuáles son los crímenes que estos herejes han cometido? Tal vez, ningún otro no creyente, o hereje o apóstata, ha sufrido tanto abuso y salvajismo incansable de medios y en línea, como el Dr. Scott Atlas (Compañero sénior Robert Wesson de la Institución Hoover, Universidad de Stanford, y consejero del presidente Trump acerca del Equipo de Trabajo del coronavirus).

Tres miembros de la facultad de Stanford (Pizzo, Spiegel, y Mello) publicaron un artículo en el Journal of the American Medical Association (Jama) aludiendo que Atlas “puso en peligro la salud de la nación” con sus posiciones de política que se enfocaron en una muy fuerte protección de las poblaciones frágiles y de alto riesgo, una preparación de los hospitales para su respuesta, y una reapertura sensata y segura de las escuelas y la sociedad, tomando las precauciones necesarias. El artículo en JAMA se lee más como una pieza para golpear a Atlas y estuvo plagada de inexactitudes en lo que respecta a sus posiciones y buscó claramente caracterizar de manera tergiversada sus declaraciones, diciendo que Atlas había:

“…disputado la necesidad de mascarillas; afirmado que muchas órdenes de salud pública dirigida al distanciamiento social creciente podían dejarse de lado sin efectos dañinos; mantenido que permitir que el virus se diseminara naturalmente no resultaría en más muertes que otras estrategias; dicho que los jóvenes no se ven afectados por el virus y no pueden diseminar la enfermedad; se reportó que presionó a los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades para que emitieran una directriz (después revertida) que afirmaba que individuos asintomáticos no necesitaban examinarse; y hecho afirmaciones no sustentadas acerca de la inmunidad conferida al sobrevivir la infección.”

Una lectura cuidadosa diría que los escritores no presentaron evidencia que apoyara las alegaciones de su artículo. ¿Cómo podría una
institución académica estimada, como la Universidad de Stanford, involucrarse en una campaña contra el Dr. Atlas? Si bien el objetivo no es repudiar una institución tan valiosa, y que el objetivo no es asignar mucho de la culpa a Stanford como institución, nos deja una pregunta, ¿cómo una institución académica estimada como la Universidad Stanford no repudiaría fuertemente a sus miembros extremistas de la facultad, quienes se involucraron en una campaña contra el Dr. Atlas y otros miembros de la facultad que opinaban en contrario?

Por ejemplo, los escritores de JAMA afirmaron que Atlas pidió que a las personas más jóvenes se les permitiera al virus deliberadamente para como forma de promover la inmunidad de rebaño. Sin embargo, Atlas ha afirmado que su posición no es, ni ha sido esa en vez alguna, que su posición es duplicar y hasta triplicar la protección de los adultos mayores (personas de alto riesgo con condiciones médicas subyacentes, frágiles, enfermos) y, al hacer eso, el aislamiento de una población entera se convierte en un sinsentido y, en esencia, sin valor. Esto porque la vasta mayoría de la gente y las personas más jóvenes tienen un riesgo muy pequeño de tener una enfermedad severa o muerte una vez infectadas. Los datos son claros en esto. El enfoque ha sido proteger a los más vulnerables. El hecho es que la vasta mayoría de la gente infectada se recuperará y se hará inmune. Este enfoque, como se mencionó anteriormente, junto con las vacunas, trabajarían para llegar a una inmunidad de “rebaño” en toda la población.

Es muy fácil ver que Atlas dijo que usted no debería detener a la gente joven de ser infectada por restricciones sociales, por tanto, usted no los infecta deliberadamente. Que una persona sensata dijera eso y más, ¿por qué, no entenderían estos escritores en JAMA lo que el Dr. Atlas está diciendo, que en esencia es un llamado a la exposición “natural” y “sin daño.” como parte de su vida cotidiana? Aun así, esta selección caracteriza mal y da lugar a un ataque vicioso sobre el buen nombre de una persona, Dicho de otra forma, cuando hay socialización entre grupos de bajo riesgo, es una oportunidad de desarrollar inmunidad amplia y erradicar la amenaza. En otra mala caracterización de sus afirmaciones en su artículo de JAMA, afirman que Atlas cuestionó el uso de mascarillas y el distanciamiento social. No obstante, sus posiciones han sido que una mascarilla no es necesaria si está sólo, lo que es una afirmación sensata, y que las mascarillas se necesitan si no puede mantener una distancia social adecuada.

Sin embargo, uno debe hacer la pregunta, ¿Qué fue lo que hizo el Dr. Atlas? Sí, el arguyó contra tratar al Covid-19 “cualesquiera que sean los costos,” pues los daños exceden en mucho a los beneficios de restricciones sociales y un “enfoque dirigido según el riesgo por edad” más balanceado era óptimo. ¿Es él un villano por esto? ¿Hay villanía en su corazón o de su parte, pues cuestionó y levantó preocupaciones y dudas bien fundamentadas acerca de la efectividad de las cuarentenas? ¿O los cierres de escuelas? ¿O las órdenes de usar mascarillas? Si sus posiciones y análisis son informativos y pudieran salvar vidas, ¿no merecen tomarse en cuenta o, al menos, ser objeto de un debate serio? O, ¿era todo esto en realidad porque él trabajó con la administración Trump?

¿Por qué alguien sería tratado tan desastrosamente sólo porque estaba conectado con la administración Trump, sus palabras mal caracterizadas y filtradas a los medios en forma distorsionadora y calumniosa?¿Cómo podría una institución académicamente estimada como la Universidad Stanford involucrarse en una campaña contra el Dr. Atlas, debido a su trabajo con la administración, cuando, si usted puso atención, sus posiciones de políticas eran un llamado al balance de los beneficios y daños en las medidas de mitigación, a partir de los daños aplastantes que podían y se presentaron a causa de cuarentenas y cierres escolares? En realidad, él estaba siendo profético, casi como susurrando acerca del Covid, y emitió advertencias urgentes que, a la fecha, permanecen básicamente desoídas.

Hubo un ataque adicional de los medios a Atlas a principios del 2021, así como a otros como Richard Epstein y Victor Davis Hanson, como manera de deslegitimarlos por sus diversas posiciones acerca de asuntos del Covid-19, de nuevo, por la propia facultad de Stanford. Enfocados en Atlas, estos atacantes, buscando dañar su nombre y carácter, continuaron con argumentos sin base del tipo del espantapájaros y distorsiones groseras de sus afirmaciones y posiciones acerca de políticas. Estos académicos de Stanford estaban usando términos derogatorios y ninguna evidencia que apoyara sus escritos, tratando desesperadamente de deslegitimar a Atlas y destruir su nombre y carrera. Similarmente, 105 miembros de la facultad médica y de salud pública de Stanford publicaron una carta de castigo, alegando que Atlas se involucró en “malas representaciones deliberadas de la ‘ciencia establecida’ que rodeaba al Covid-19, lo que conduciría a un inmenso daño evitable.’” Descaradamente, al aseverar que él tergiversó hechos científicos, estos 105 escritores de cartas fallaron en citar algunas publicaciones o declaraciones del Dr. Atlas que pudieran apoyar y respaldar sus ataques y alegatos.

Un ataque velado reciente a Atlas que amerita atención en mayor detalle, viene de Noah Carl, al escribir que “Atlas probablemente ha exagerado su caso contra el distanciamiento social.” Tales declaraciones de Carl son fácticamente incorrectas y están orientadas a inducir hacia el error y son muy arteras cuando usted examina el registro verdadero y las declaraciones de Atlas. Las posiciones de Atlas siempre han sido que no podemos tratar al Covid independientemente de cuáles sean todos los costos de las medidas, pues eso “está restringiendo severamente otros cuidados médicos e inculcando el temor en el público, creando un desastre de salud masivo, además de una crisis potencial de pobreza mundial con consecuencias casi incalculables.”

El enfoque del Sr. Atlas siempre ha sido (1) proteger al grupo de alto riesgo con una focalización sin precedente ̶ con un monitoreo altamente detallado, en tiempo real; un examen intenso, priorizado, del personal y residentes de los asilos de ancianos; advertencias proactivas a los ancianos de mayor riesgo en regiones de actividad creciente de infección; recursos masivos extras, incluyendo sitios de exámenes en todos los asilos de ancianos, equipo de protección personal, entrenamiento en el control de la infección, y movilización rápida de equipos de tarea de los CDCs, para aumentar los exámenes cuando se necesita; adopción de los estándares más altos de higiene y distanciamiento; (2) un monitoreo cuidadoso de los hospitales y las UCIs en todos los condados y estados con precisión para impedir el desbordamiento ̶ e incrementar rápidamente la capacidad de aquellos pocos hospitales que necesitan personal, camas, equipo de protección otros suministros, si son requeridos, y (3) apalancar recursos que guíen a las empresas, transporte, y escuelas a reabrir con seguridad y para que permanezcan abiertas, al entender que los daños de extender la cuarentena, son severos.

Por ejemplo, y para evidenciar qué tan errado fue el ataque y calumnia de Carl, en The Hill, Atlas escribió “[…] finalmente enfoquémonos en la protección de los más vulnerables ̶ esto significa pacientes de asilos de ancianos, quienes ya están viviendo bajo un acceso controlado.
Esto incluiría regular estrictamente a todo el que entre y cuide a los miembros del asilo de ancianos, al requerir exámenes y mascarillas protectoras de todos los que interactúan con esta gente altamente vulnerable. Ningún paciente de Covid-19 puede reasumir su residencia sino hasta que definitivamente esté limpio por los exámenes. Deberíamos emitir directrices racionales, aconsejando los más altos estándares de higiene y sanidad y un distanciamiento social apropiado, cuando se interactúa con amigos ancianos y miembros de la familia en riesgo, incluso con aquellos con diabetes, obesidad, y otras condiciones crónicas.”

¿Existe en alguna parte de esta pieza escrita por el Dr. Atlas (todas las declaraciones del Dr. Atlas giran alrededor de lo afirmado arriba) una indicación de que él no está de acuerdo con el distanciamiento social o que tergiversa el caso en favor del distanciamiento social o que tiene una posición que es una amenaza o es dañina para el público? Es claro de nuestra lectura de sus declaraciones, ya sea que se las tome verbatim o se infieran significados, que el Dr. Atlas aboga por medidas de mitigación fuertes, que incluyen una sanitización extra aumentada, distanciamiento social, mascarillas cuando se necesitan, limitaciones a reuniones grupales, exámenes y un enfoque agudo en grupos de alto riesgo, y otras protecciones aumentadas para limitar la diseminación y el daño del coronavirus.

Similarmente, a un oponente temprano, ganador del premio Nobel, el Dr. Michael Levitt, quien crítico las cuarentenas sociales, se le retiró una invitación para que apareciera e hiciera una exposición magistral en una conferencia acerca de biosistemas. El Dr. Levitt fue aconsejado de que había “demasiadas llamadas de otros oradores amenazando con no asistir si él estaba allí. Todos se aquejaron acerca de sus afirmaciones sobre el Covid.” El Dr. Levitt ha compartido su experiencia por vía Twitter, señalando que “Ha Llegado una Nueva Edad Oscura.”

Otro ejemplo del ataque a un experto académico por la mafia irracional de la cultura de la cancelación de los despiertos, se presenta por la vía del reciente anuncio del Dr. Jonas F Ludvigsson de que estaba dejando su trabajo acerca del Covid-19, debido a una oleada de amenazas de gente en desacuerdo con hallazgos de su investigación. La reacción ha sido venenosa debido a su publicación en el New England Journal of Medicine (NEJM), de que había cero muertes por el Covid-19 entre niños suecos durante el período examinado, y que relativamente pocos niños de Suecia se enfermaron durante la primera ola de la pandemia (de 1.95 millones de niños suecos menores de 16 años de edad).

La Dra. Kulvinder Gill, médica pediatra de Ontario (cofundadora del grupo de promoción Concerned Ontario Doctors), también fue objeto de la furia de los medios, de medios sociales, y del College of Physicians and Surgeons of Ontario (así como de la Ontario Medical Association), al cuestionar la efectividad de las cuarentenas prolongadas (pues no había “absolutamente razón médica o científica de esta cuarentena prolongada, dañina e ilógica”) y por discutir los méritos de la inmunidad de las células T y tratamientos tempranos para pacientes de alto riesgo usando antivirales establecidos, que tenían un registro histórico seguro y efectivo. No es difícil apreciar el espectro del racismo, discriminación, y matonismo sobre la Dra. Gill, quien ahora ha tomado acciones legales por las difamaciones extensas y viles de parte de medios y colegas académicos y médicos.

Consideremos también los ataques sórdidos sobre los epidemiólogos y científicos coautores de la Declaración de Great Barrington (siendo sus impulsores la Dra. Sunetra Gupta, el Dr. Jay Bhattacharya, y el Dr. Martin Kulldorff) quienes buscaron enfrentar las serias preocupaciones que rodean las políticas de cuarentenas por el Covid-19 (impactos desastrosos físicos y de salud mental), al esquematizar un enfoque que era más una “Protección Enfocada.” La declaración afirma, como su tesis esencial, que las “políticas actuales de cuarentena están produciendo efectos devastadores sobre la salud pública en el corto y largo plazo. Los resultados (para mencionar algunos) incluyen tasas de vacunación de niños más bajas, empeoramiento de los resultados de enfermedades cardiovasculares, menos exámenes de cáncer y una salud mental que se deteriora ̶ conduciendo a una mayor mortalidad en exceso en los años venideros, con las clases trabajadoras y los miembros más jóvenes de la sociedad soportando el mayor peso. Mantener a estudiantes fuera de las escuelas es una injusticia grave…” La Dra. Gupta ha enfatizado que los ataques hacia ella han sido muy crueles, con gente llamándola malvada, y el Dr. Rupert Beale, líder de un grupo en el Instituto Francis Crick, al referirse respecto a la Declaración cómo “Lo que todos realmente piensan que es, ‘todo esto es una estupidez hp…’” Toby Young de The Spectator escribió “Así que ¿por qué usted no ha escuchado acerca de ella (la Declaración de Great Barrington)? La respuesta sencilla es que ha habido un intento bien orquestado de suprimirla y desacreditarla.”

Ataques muy similares a la reputación de académicos y expertos vienen hacia un grupo de altas credenciales de médicos y científicos, que buscan promover el uso de una terapia temprana a pacientes externos (secuenciados y antivirales, corticosteroides y anti plaquetas /antitrombóticos combinados) en pacientes de alto riesgo por el virus del Covid y quienes son asintomáticos. Este enfoque busca detener la réplica viral y la progresión en la secuela de la enfermedad, antes que el paciente/residente empeore y escale el riesgo de hospitalización y muerte. Las calumnias y ataques a la reputación de esos médicos altamente capacitados, quienes buscan minimizar la hospitalización y muerte por el Covid-19, empeoraron cuando, en una audiencia en el Senado de Estados Unidos (presidida por el senador Ron Johnson), acerca del tratamiento del Covid en pacientes externos, el Dr. Harvey Risch (profesor de Yale y médico), el Dr. Peter McCullough (Universidad Baylor y médico), y el Dr. George Fareed (médico y profesor), junto con el senador Johnston, fueron referidos como “vendedores de aceite de culebra del Senado.”

Esta presentación de ataques a voces oponentes acerca del Covid-19 pueden seguir indefinidamente. ¿Qué es lo que tenemos aquí? Tenemos una situación cruel para expertos que son culpables de ninguna otra cosa más que presentarse a ayudar a reducir el sufrimiento de sus poblaciones y salvar vidas en esta emergencia por el Covid-19. Gente a quien se le pidió que sirviera para el bien público y tomaron la decisión de hacerlo. No se equivoque, ellos no serán los únicos que serán quemados en la pira de la turba del despertar, y esto es de mucha urgencia y escándalo pues está siendo silenciada mucha gente inteligente con contribuciones sustanciales y pedigrí. Estos académicos desprendidos y generosos de Estados Unidos, Canadá, y Reino Unido, están siendo maliciosamente atacados en los medios y eso viene con un gran costo para su seguridad, nombres, caracteres, y carreras. Esto tiene que detenerse, pues el enfriamiento que ocasiona puede tener un impacto devastador sobre la libre expresión y en compartir e intercambiar en niveles altos necesitados, en el pensamiento técnico de alta calidad y experticia cuando más se necesita.

Tal vez, Ole Petter Ottersen, presidente del Instituto Karolinska, nos brinda la guía para lidiar con este períodos vergonzosos y desafortunados y capturar mejor la situación, al decir,

“Un debate duro y una diversidad de opiniones basadas en hechos y evidencia, son elementos necesarios de la ciencia y el discurso público, pero, las acusaciones odiosas y burlonas y los ataques personales no se pueden tolerar. Ya vemos investigadores que se retiran del debate público después de ser amenazados o acosados, y, en mi propia institución, un investigador importante justamente ha decidido dejar su investigación acerca del covid-19 por la misma razón […] el coronavirus no llegó con un manual [...] En una situación de tantas incógnitas es más importante que nunca antes, que las opiniones se expresen y se escuche a los expertos, aún si sus opiniones van contra políticas actuales.”

Ningún ejemplo es lo suficientemente adecuado como para mostrar la arrogancia, duplicidad, irrespeto y desprecio hacia otros expertos dispuestos a ayudar en esta crisis, como cuando el Dr. Ashish Jha de la Universidad Brown informó en una audiencia del Senado de los Estados Unidos, en la que se opuso al tratamiento temprano, que él no había tratado a ningún paciente de Covid.19, a la vez que usó el testimonio del Senado para cuestionar y tácitamente desacreditar el testimonio de impulsores de un tratamiento temprano a los externos, quienes, en realidad, habían tratado a miles de pacientes de Covid-19, y usaron los tratamientos con éxito. El Dr. Martin Kulldorff de la Escuela de Medicina de Harvard recientemente comentó acerca del ambiente actual de censura en el ambiente científico y de investigación, al afirmar que “Después de 300 años, la era de la Ilustración ha terminado.” Por desgracia, lo que dice es muy apropiado. Tal vez, Atlas y sus colegas pueden, de hecho, haber dicho las últimas palabras en sus respuestas a ataques recientes de Stanford, al hacer preguntas legítimas acerca de la dramática declinación de Stanford en las calificaciones acerca de libre expresión, al dejar que ellos se pregunten “¿Aún sopla el viento de la libertad en Stanford? O, ¿es el aliento rancio del conformismo ideológico y la intimidación lo que detectamos?

Castigar a científicos e investigadores médicos cuyo pensamiento va en contra los medios de la corriente principal, es deplorable, y dificulta un diálogo más rico y significativo acerca de los medios para combatir esta pandemia. Esto es especialmente así para nuestra gente joven en escuelas y universidades. Ellos están observando y es esencial que los estudiantes escuchen y consideren ideas provenientes de muchas fuentes, en especial ideas con las que no están de acuerdo. Así es como aprendemos a pensar críticamente, ¿Qué piensa usted que ellos han de estar pensando, cuando son testigos de esta cultura destructiva contra puntos de vista en contrario?

La ciencia no puede avanzar sin un diálogo científico acerca de los méritos de investigación y opciones de tratamiento que surgen. La ausencia de apertura en alimentar conversaciones basadas en evidencia, resulta en una consecuencia muy trágica para el público ̶ se silencia la investigación sólida que podría ser informativa y contribuir al bienestar de los estadounidenses durante esta pandemia. Veámoslo, los beneficios de las restricciones sociales han sido totalmente exagerados y los daños a nuestra sociedad y niños han sido muy severos (daños a niños, enfermedades no diagnosticadas que resultarán en mortalidad en exceso en años venideros, depresión, ansiedad, ideas suicidas en nuestros jóvenes, sobredosis de drogas y suicidios debido a políticas de cuarentena, aislamiento aplastante debido a cuarentenas, daños psicológicos, abuso doméstico e infantil, abuso sexual de niños, pérdidas de empleos y negocios y el impacto devastador, y números masivos de muertes provenientes de cuarentenas, que impactarán fuertemente a mujeres y minorías.

El impacto es particularmente desgarrador y brutal para los empobrecidos entre nosotros, y, en especial, entere nuestros niños más pobres. Aún no hemos visto el impacto verdadero de esta pandemia, pero vendrá y tendrá un largo alcance durante años y décadas por venir, y esta es la razón de por qué expertos en pandemias (Henderson e Inglesby, etcétera) nunca abogaron por esos pasos draconianos ante una pandemia. Ellos entendieron cuál sería el resultado catastrófico. Nunca debemos olvidar esto y ahora necesitamos, desesperadamente, voces alternativas que nos saquen de este enredo catastrófico, lo que nuestros gobiernos, sus asesores expertos y consejeros médicos en los medios, parecen ser incapaces de lograr.

Termino con las palabras del estimado profesor Jonathan Turley y le pido a Stanford que ponga atención estrecha a estas palabras, dado que el próximo movimiento es de ellos para corregir este ataque vicioso: “La academia ha estado básicamente en silencio cuando campañas atacan a estos profesores y maestros. Mientras que algunos pueden saborear esa limpieza de voces opositoras en las escuelas, muchos son intimidados por esas campañas y no quieren ser los blancos siguientes de esos grupos. Ha menudo hemos defendido los derechos a la libre expresión de la facultad de la izquierda, que ha hecho comentarios odiosos acerca de blancos, hombres, y conservadores. A pesar de lo anterior, hay un silencio extraño cuando el objeto del blanco son los conservadores por sus puntos de vista propios. Suecia ha mostrado como este es un asunto global, pero que la respuesta fuera de Estados Unidos ha sido marcadamente diferente.”

Paul E. Alexander recibió su licenciatura en epidemiología de la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario, una maestría de la Universidad de Oxford, y un PhD del Departamento de Métodos, Evidencia, e Impacto de Investigación de la Salud de la Universidad McMaster.

Traducido por Jorge Corrales Quesada