Esta parte uno es en realidad la segunda parte de este artículo que consta de tres partes y en que la tercera y final, se publicó anteriormente en consideración de los lectores.

EL USO DE MASCARILLAS: UNA REVISIÓN CUIDADOSA DE LA EVIDENCIA-PARTE UNO

Por Paul E. Alexander et al.
American Institute for Economic Research
11 de febrero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como paul e. alexander et al. institute for economic research masking February 11, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

El asunto acerca de si usar o no una mascarilla durante la pandemia del Covid-19 continúa siendo emocional y contencioso. ¿Por qué? Esta cuestión acerca de la utilidad de las coberturas de la cara (que han tomado una vida como si fueran un talismán) ahora ha sido sobreexcitada por una politización elevada, independiente de afiliación política (por ejemplo, republicanos o demócratas/estatistas).

Importantemente, la evidencia sólo es y no estaba allí para apoyar el uso de mascarillas para que gente asintomática detenga la diseminación del virus durante una pandemia. Si bien la evidencia puede parecer conflictiva, en realidad, la evidencia (incluyendo evidencia revisada por colegas) no apoya su uso y se inclina fuertemente a que el uso de mascarillas no tiene un impacto significativo en detener la diseminación del virus del Covid.

De hecho, en este momento no es irracional en este momento que las mascarillas quirúrgicas y de tela, usadas como lo son actualmente, no tienen absolutamente impacto alguno en el control de la transmisión del virus Covid-19, y evidencia actual implica que las mascarillas pueden en realidad ser dañinas. Todo esto es para decir, y exhaustivamente documentado por el Dr. Roger W. Koops en una publicación reciente del American Institute for Economic Research (AIER), que no existe evidencia científica clara de que las mascarillas (quirúrgicas o de tela) funcionan para minimizar el riesgo del usuario o de quienes entran en contacto con quien la usa, como se usan actualmente en la vida cotidiana y, en específico, al referirnos al Covid-19.

Abajo presentamos la evidencia a plenitud. También, afirmamos que, si emergiera evidencia apropiada que apoya la efectividad de las mascarillas quirúrgicas y de tela en esta pandemia del Covid (o cualquier tipo similar de mascarilla), entonces, cambiamos nuestra posición y concluiremos lo opuesto. Nuestro enfoque es en mascarillas para el Covid, pero nos referiremos, de paso, a temas de cierre escolar y cuarentenas, pues estos tres asuntos siguen siendo las catástrofes públicas claves que hemos enfrentado como sociedades globales.

Allá atrás, en agosto del 2020, una encuesta de Pew indicó que un 85% de los estadounidenses usó mascarillas en público todo o la mayoría del tiempo. Así que, el público has estado usando mascarillas extensamente. Por tanto, ponemos sobre el tapete esta revisión acerca de la efectividad del uso de mascarillas para el Covid, preguntando, si estas mascarillas quirúrgicas y de tela son efectivas, ¿por qué la incidencia del virus (o la enfermedad en realidad; y no son la misma cosa) escaló tan rápidamente a pesar de su uso extenso? ¿Por qué no hay evidencia a través de los estados de Estados Unidos y naciones del globo, que muestre que, cuando el uso es mandado (o no objeto de una orden, dada la adopción general de mascarillas por el público), eso contribuye a reducir la transmisión viral? ¿Existe esa evidencia?

¿TRANSMISIÓN ORO FECAL?

El entendimiento de la transmisión de este patógeno respiratorio SARS-CoV-2 también está evolucionando, dada evidencia de que la diseminación oro fecal tendría un papel potencialmente mayor como contribuyente a la transmisión no respiratoria del Covid. Como ejemplo, un informe de revisión de evidencia disponible de investigadores de Oxford (Jefferson, Brassey, Heneghan) y su publicación en el Centro de Medicina Basada en Evidencia (CEBM por sus siglas en inglés), revela un reconocimiento creciente de que el SARS-CoV-2 puede infectar y ser eliminado por el tracto gastrointestinal (GI) de los humanos. La diseminación oro fecal exige un estudio urgente y, si se muestra que la diseminación oro fecal es definitiva y con mayores consecuencias en la transmisión del Covid, entonces, esto podría impactar las estrategias de mitigación más allá de aquellas de transmisión respiratoria.

¿POR DÓNDE EMPEZAMOS ACERCA DE LAS MASCARILLAS? ¿QUÉ TAL CON LA TASA DE MORTALIDAD DE INFECCIONES (TMI)?

Aún más, nos estamos refiriendo a restricciones sociales altamente irracionales, punitivas, caprichosas y sin base, para un virus con una tasa de mortalidad de infecciones (TMI), con base en cálculos de John Ioannidis de la Universidad Stanford, de 0.05% en personas de menos de 70 años de edad (a través de diferentes naciones del globo). La investigación de Ioannidis fue seguida recientemente de una TMI no institucionalizada reportada en el estado de Indiana (personas de edad mayor a 12 años) de 0.12 (al 95% con un intervalo de confianza entre 0.09 a 0.19), cuando la edad está entre 40 y 59-60 años edad (reportado a los Annals of Internal Medicine) y con una TMI para menores de 40 años de edad de 0.01% (al 95% con un intervalo de confianza entre 0.01 a 0.02). Las personas de 60 o más tuvieron una TMI de 1.71% (la TMI general fue de 0.26%).

Así que, ¿por qué deberíamos continuar este camino con estas políticas restrictivas sin fundamento y altamente punitivas, y mucho tiempo, una vez que se evidenciaron las características fácticas de este virus y que, como se dijo arriba, al fin nos dimos cuenta que su tasa de mortalidad de infecciones (TMI), que es un reflejo más exacto y realista de mortalidad que la tasa de mortalidad de casos (TMC), en realidad no era peor que la influenza anual?

¿CÓMO FUE QUE LLEGAMOS AQUÍ?

¿Cómo llegamos a la confusión e información equivocada relacionada con el uso de mascarillas, que es nuestro foco, aunque, por extensión, también lo son cuarentenas sociales aplastantes y cierres dañinos de las escuelas? Hay serios daños y desventajas debido a estas políticas restrictivas aplastantes y entendemos que en un acto reflejo se piense que, si hay un patógeno, simplemente deberíamos cerrar y apagar todo y alejarse. Entendemos este instinto inicial.

A pesar de lo anterior, hay beneficios y riesgos en toda acción y los daños de estas cuarentenas y cierres de escuelas sobrepasan en mucho a los beneficios, con base en lo que ha pasado. Incluso sabíamos eso poco después de que se pusieron en marcha las cuarentenas, aunque aún continuamos con las políticas catastróficas y que todavía están. ¿Cómo fue que socialmente llegamos allí? ¿Cómo nuestros líderes de la burocracia gubernamental han fallado tan desastrosamente?

Culpamos fuertemente a nuestros líderes gubernamentales, pero afirmamos que los así llamados “expertos médicos,” parte de las Fuerzas de Tarea del Covid y de paneles de guías, han sido en mucho no científicos, ilógicos e irracionales en su guía y declaraciones.

Sin ataduras ante la realidad de las cosas. En muchos casos, ¡simplemente engañosos y equivocados! La campaña incesante de los medios, que ha trabajado para impulsar el temor e histeria en el público, también es parcialmente culpable. Parece existir una alianza no muy santa entre los burócratas del gobierno, los arriba mencionados “expertos médicos,” y unos medios escritos y digitales dispuestos. Gran parte de lo que esos expertos dicen acerca del Covid ya no más tiene sentido, en momentos son desaforados y carentes de cualquier credibilidad.

En esa increíblemente importante guía e insumo relacionado con el Covid, estos expertos médicos de la televisión y muchos líderes gubernamentales han fallado en formas profundas y a menudo inimaginables y nos dejan pensando cómo fue que estuvieron tan equivocados ante las cosas. ¿Es que esos expertos médicos no leen la ciencia? ¿O, tal vez, no pueden entender los datos o la ciencia? ¿Cuál? Ellos hablan de seguir la ciencia, pero parecen estar ciegos ante ella. Claramente no siguen la ciencia, pues, de lo contrario, no estaríamos aquí. Parece que no entienden la devastación que han ocasionado sobre las vidas de tantos.

Afirmamos que los mensajes por los medios y expertos médicos inicialmente sugirieron que todas las personas tenían un riesgo igual de enfermedad severa por la infección del Covid. Es aquí en donde todo se echó a perder y en que las sociedades fueron ampliamente engañadas por quienes no deberían haber hecho eso. Nunca estuvimos “todos” en un mismo riesgo. Esto era profundamente errado y ha lesionado a Estados Unidos y las naciones del globo desde el día uno de la pandemia. Esta fue y permanece lisa y llanamente siendo una mentira (no verdad) y ha impulsado un miedo irracional en el público. Esta intimación claramente errada se ha impregnado en las mentes del público e impactado severamente la percepción del público de su riesgo y de cómo saldrían a futuro.

¿LA POLÍTICA DE CIERRE DE ESCUELAS REFLEJA LA POLÍTICA ACERCA DE LAS MASCARILLAS?

¿Qué íbamos a saberlo? Abordemos primero las mascarillas viendo el cierre de escuelas, pues merece que se mencione el desastre que las fallidas políticas de cierre escolar dirigidas por nuestros líderes gubernamentales, han causado en las vidas de nuestros niños. La catástrofe del cierre de escuelas refleja la catástrofe de las mascarillas y políticas similares poco sólidas. Sabíamos temprano en el 2020 que el grupo clave de riesgo eran personas de mayor edad con condiciones médicas (aunque, con base en datos existentes, el Covid cedió su paso a la edad debido a serias condiciones médicas u obesidad). Pero, sólo vea al desastre completo que los expertos han creado con nuestros niños en términos de los cierres de escuelas.

Miren lo que ahora es sabido en Ontario, Canadá, con los sindicatos y tarifas pagadas a expertos médicos “conflictuados” para que impulsaran un mensaje de cierre de escuelas. ¡Esto es temerario y escandaloso! A pesar de tasas de transmisión bajas y poca posibilidad de diseminación del Covid entre niños (o de enfermarse severamente por el Covid), ellos han procedido y destruido un año de las vidas escolares de los niños, debido a estos expertos médicos sin sentido y medios histéricos y eso acarreará una enorme pérdida a largo plazo a nuestros niños. ¿Quién va a pagar por esto?

¿QUÉ SABÍAN LOS CENTROS PARA EL CONTROL DE LAS ENFERMEDADES (CDC) Y EL INSTITUTO NACIONAL DE SALUD (NIH) ACERCA DEL RIESGO DE LOS NIÑOS Y CUÁNDO LO SUPIERON?

¿Tuvimos algunos datos o ciencia? Por supuesto que los tuvimos. Una investigación de calidad “en la importante revista Nature estimó que la tasa de sobrevivencia del Covid-19 era aproximadamente del 99.995% en niños y jóvenes.” Supimos de ello muy temprano, pero eso no detuvo a las agencias de salud pública en engañar y fallar en informar acerca del riesgo verdadero. Una publicación reciente de los CDC reportó que, entre más de 90.000 estudiantes y personal de 11 distritos escolares de Carolina del Norte, encontraron que la transmisión del virus en escuelas era “muy rara.” Un hallazgo similar emergió en 17 escuelas rurales de Wisconsin.

Derek Thompson de The Atlantic escribió en enero del 2021 que “hemos sabido por meses que niños jóvenes son menos susceptibles a infección seria y menos posible que transmitan el coronavirus. Actuemos como tal.” Esta pieza de Thompson fue impulsada por la “aparición” de los CDC en la última semana ante la reapertura de escuelas, cuando los datos eran claros desde hace mucho tiempo de que el riesgo era muy bajo, si es que alguno. Así que, nos vemos provocados, como Thompson en su pieza, a preguntar, ¿por qué los medios, nuestros líderes de la burocracia gubernamental y expertos médicos, aparentemente entraron en colusión para dañar a nuestros niños con sus cierres escolares sin base? ¿Por qué engañaron al público por tanto tiempo? Se han acumulado las pérdidas catastróficas a largo plazo en el desarrollo educativo, pero, importantemente, en lo social y emocional/psicológico de nuestros niños. Sabemos que los suicidios entre niños están escalando. Los padres están luchando con la pandemia y la educación en el hogar y los niños están fracasando. Este tipo de temor sin fundamento ha sido impulsado por los medios “a pesar de una diferencia de miles en el riesgo entre viejos y jóvenes.” Ellos siempre lo supieron, ¡pero continuaron con una mentira descarada! Como resultado, esto ha dado lugar a una atmósfera de desconfianza grave en nuestros funcionarios gubernamentales y expertos médicos.

Y ahora, en enero-febrero del 2021, los CDC corren hacia cualquier podio y micrófono abierto que puedan encontrar, para decirnos que es hora de reabrir escuelas y que se puede hacer con seguridad. No obstante, estos no son datos nuevos con los que por primera vez tropiezan los CDC. No., ellos siempre han sabido eso. Los CDC siempre supieron, durante muchos, muchos, meses, que era seguro reabrir escuelas.
Como el resto del globo, tenían los datos públicamente asequibles de pediatría infantil desde mediados del 2020, que han sido consistentes y claros en que hay un riesgo bajo para los y escuelas, que, en primer lugar, nunca deberían haber sido cerradas o mantenidas cerradas. Los datos han sido claros y estables desde poco después del inicio de la pandemia, de que hay una susceptibilidad mucho menor para niños o enfermedad severa en ellos, y un riesgo muy bajo de hospitalización o muerte para los niños cuando se trata del Covid.

¿Por qué este riesgo substancialmente reducido? No estamos del todo seguros, pero, investigación preliminar apunta a una expresión menor de proteínas receptoras ACE2 en la superficie del epitelio nasal de niños (de 4 a 9 años de edad). Esto es bien sabido globalmente desde hace muchos, muchos, meses, que los niños tienen un riesgo muy bajo de diseminar la infección a sus compañeros, a sus adultos, maestros, e incluso llevarla a la casa. La evidencia de transmisión secundaria no existe. Con base en una revisión de alta calidad de la Universidad McMaster, los investigadores encontraron que “La transmisión fue trazada de regreso a la comunidad y a ambientes de hogares o adultos, en vez de entre niños dentro de sitios de cuido infantil o escuelas, incluso en jurisdicciones en que las escuelas permanecieron abiertas o han sido reabiertas desde ese entonces.”

La investigación internacional ha sido clara en que no había relación consistente entre la escuela en persona para niños y transmisión del virus. Cualquier experto o agencia médica que implicó lo contrario, que esta es nueva ciencia y que “ahora entendemos los datos” o que “los datos ahora están disponibles” es claramente engañosa. Pero, ¿por qué esto les ha sucedido a nuestros niños a la vez que no sucedió con la influenza estacional anual, que es mucho más mortal para niños que el Covid? ¿O con el H1N1 cuando golpeó en el 2009? ¿Fueron decisiones tomadas con base en evidencia o por otros factores?

¿Quién falla aquí? ¿Cuál fue la razón para esta política fallida? Ciertamente no se basa en ciencia, ¿Por qué los CDC y otras agencias de salud de Estados Unidos, como el NIH, han sido tan lentos en reaccionar ante la ciencia conocida (fuerte evidencia de Noruega, Irlanda, Singapur, Carolina del Norte, etcétera) y así guiar las decisiones óptimas de política con base en esta ciencia previamente acumulada (pieza en el Washington Post de setiembre del 2020, del Atlantic, de octubre del 2020)? Estas agencias de la salud tenían la evidencia, pero continuaron abogando por políticas de cierres de escuelas devastadoramente fallidas, que han dañado a nuestros niños. Sólo vea el combate entre el senador Rand Paul y el Dr. Anthony Fauci, en donde el senador ha sido continuamente ridiculizado por los medios por llamar a cuentas al Dr. Fauci, quien rutinariamente ha cambiado declaraciones y ha sido confuso en un rango de tópicos y, en particular, en el tema de cierres escolares. El Dr. Fauci replicó: “No sabemos todo acerca de este virus, y realmente buscamos ser muy cuidadosos, en particular cuando se trata de niños.” En verdad, el Dr. Fauci sabía de los datos globales del Covid en relación con el riesgo en niños.

Mientras que niños impulsan la gripe estacional y llevan la influenza a la casa, este no es el caso con el Covid. Supimos eso muy temprano.
Reconocemos que hay un riesgo de infección y transmisión, pero que es muy negligible cuando se trata de niños y el Covid. No podemos decir un riesgo cero, pero estamos hablando acerca de una posibilidad extremamente baja, y eso lo supimos muy temprano. Sin embargo, si usted sintonizaba las noticias del día, no sabría de esto, pues el mensaje prácticamente lanzado en una base de 24/7, ¡es uno de fatalidad y pesimismo para nuestros niños! Ciertamente, los medios y expertos médicos saben que lo que afirman prácticamente es incorrecto con base en la ciencia. Nuestros gobiernos y sindicatos han cerrado escuelas con políticas irracionales, viscerales, sin sentido, no científicas, similares a las cuarentenas, siendo conocidos los resultados de daños inmensurables a nuestros niños (esto es, no son teóricos) dadas las pérdidas que surgen. De nuevo, ¿quién va pagar la devastación innecesaria que ocasionaron estos aparentemente ajenos, arrogantes y sin sentido expertos médicos?

La verdad es que muchos niños -y, en particular, aquellos menos aventajados, nuestra minoría, nuestros niños afroestadounidenses, latinos y del Sureste de Asia- logran satisfacer sus necesidades personales en la escuela, incluso nutrición, exámenes de la vista y anteojos, e instrumentos para oír. Importantemente, a menudo, las escuelas funcionan como un sistema protector fuerte o de vigilancia para niños que son sexual o físicamente abusados, y la visibilidad de ello declina con cierres escolares.

Debido a cuarentenas y empleos perdidos, los padres adultos están muy molestos y amargados, y el estrés y la presión en el hogar se escala debido a los empleos e ingreso perdidos y la pérdida de independencia y control sobre sus vidas, así como el disfuncional sistema educativo remoto, que a menudo hace que ellos no puedan ayudar óptimamente. Algunos están reaccionando trágicamente, atacándose entre padres y a sus niños. Incluso hay reportes de que niños están siendo llevados a Salones de Emergencia de los hospitales, por padres que declaran que ellos piensan que mataron a su hijo, el cual no responde.

De hecho, como ejemplo, desde que se iniciaron las cuarentenas por el Covid en Gran Bretaña, se ha reportado que la incidencia de trauma craneal abusivo en niños se ha incrementado en ¡casi un 1500%! Traumas craneanos catastróficos similares en bebés que están ligados a la pandemia del Covid ¡se han reportado en Canadá! Ha habido una tendencia devastadora en hospitales de Ottawa, Canadá, con un aumento en niños pequeños y bebés siendo vistos con daños craneales catastróficos durante la segunda ola de Covid-19. El Covid-19 ha costado vidas y nuestros líderes gubernamentales y agencias de salud, con expertos médicos de la televisión, son parcialmente responsables por su toma de decisiones sin sentido y, en apariencia, politizadas, sin tener base científica, ¡Vean lo que ellos han hecho!

Tristemente, durante décadas por venir, nuestros niños sufrirán consecuencias catastróficas, y no sólo educacionalmente por la profundamente fallida política de cierres de escuelas (en particular, nuestros niños de minorías que eran quienes menos podían permitirse que eso pasara). Ellos han hecho esto, los CDC, el NIH, etcétera, que han costado vidas a niños y causado un daño inmensurable a nuestros niños por políticas crecientemente reconocidas como profundamente destructivas y sin sentido.

Estos expertos y agencias han sabido por mucho tiempo, en verdad hace muchos, muchos, meses (desde el verano del 2020 y antes) que los niños tenían poco riesgo, si es que alguno, de diseminar la infección o llevarla a casa. Sabían que las escuelas ofrecen una especie de protección de una red de seguridad de vanguardia en nuestra sociedad y que los niños, a menudo, están muchísimo mejor en el ambiente escolar.

No obstante, a pesar de lo que la ciencia disponible mostraba, continuaron con sus posiciones y políticas y llamados de cierre de escuelas, lo que envalentonó a sindicatos y maestros para que reaccionaran y se comportaron como lo hacen actualmente, a pesar de ciencia abrumadora. ¿Por qué no estarían maestros y sindicatos locamente petrificados basados en información consistentemente ilógica y sin sentido que emerge de agencias gubernamentales y expertos médicos? A pesar de ello, esta política errada continúa y con el uso de mascarillas y otras órdenes. ¿Vamos a creer que todos los aspectos de respuesta ante la pandemia, esto, es, cuarentenas, mascarillas, vacuna, etcétera, están plagados de estas irregularidades y aberraciones de política que están devastando al público? Por ejemplo, tenemos médicos que actualmente tratan de integrar el tratamiento temprano de pacientes externos para el Covid en pacientes de alto riesgo, usando medicinas establecidas, seguras, baratas, efectivas, y disponibles, quienes son ridiculizados por expertos médicos nihilistas y por el sistema. Tal tratamiento temprano ambulatorio secuenciado y en combinación, es una opción potencial que puede reducir la hospitalización y muerte.

¿CUESTIONAR LAS MASCARILLAS REFLEJA CUESTIONAMIENTOS AL DISTANCIAMIENTO SOCIAL?

Específicamente, ¿en qué fuentes descansaron los CDC para definir que una distancia de 6 pies entre individuos es necesaria para mitigar la diseminación viral del Covid? Y ¿por qué, por ejemplo, los europeos de varios países sólo tienen que estar separados cerca de 1 metro (aproximadamente 3 pies)? ¿Saben ellos algo que nosotros no sabemos? O, ¿se llegó a ambos valores arbitrariamente? ¿Estuvieron estas recomendaciones basadas en evidencia o fueron establecidas arbitrariamente? Si es lo último, entonces, ¿por qué no 4 pies, 10 pies o 20 pies? Resulta que “la Organización Mundial de la Salud recomienda una distancia de al menos un metro (3.3 pies).” China, Francia, Dinamarca y Hong Kong lo hicieron con un metro, Corea del Sur optó por 1.4 metros; Alemania, Italia y Australia por 1.5 metros.

Los CDC dijeron 6 pies y aún no sabemos cómo fue que arribaron a esa distancia y, no obstante, esta pandemia ha estado activa desde, al menos, febrero del 2020. Por desgracia, podemos, entonces, similarmente en el mejor de los casos, hacer afirmaciones poco sólidas e insinceras a favor del uso de mascarillas, que no se respaldan en evidencia o datos. Sin embargo, los temas a mano son tan serios dadas las implicaciones y reorganización social tan grandes, que es difícil reconciliarlos con la lógica en ausencia de los estudios correspondientes.

ENFOCÁNDOSE EN LAS MASCARILLAS

Con un enfoque en las mascarillas, ¿adónde nos encontramos? Bueno, nuestra posición está basada en la ciencia. Afirmamos que las mascarillas quirúrgicas o de tela son básicamente coberturas faciales que carecen de dato científico alguno que apoye su uso. Y que, en esencia, son cosméticas y funcionan más para darle al usuario un sentido de confianza y seguridad con respecto a la pandemia del Covid.
Estamos basando esto en un examen de la totalidad de la evidencia presentada abajo hasta la fecha. Excepto por las mascarillas N95 (típicamente para hospitales y ambientes de alto riesgo y usualmente acompañada de batas, guantes y otro equipo de protección individual (PPE)) y sólo cuando son apropiadamente ajustadas para permitir un sello óptimo de la cara, y sólo cuando se cambian a menudo, hay efectividad en mitigar la diseminación del virus respiratorio.

Y, en relación con esto, esa protección generalmente se requiere ¡sólo cuando médicos clínicos tratan pacientes altamente infecciosos y en condiciones de aislamiento! También, la efectividad depende de un filtro que pueda lidiar efectivamente con las partículas del tamaño de virus. El virus del Covid-19 tiene un tamaño de 120 nanómetros, mientras que la filtración potencial de una mascarilla N95 es de 150 a 300 nanómetros. También, sugerimos que en realidad ese ajuste sería necesario cuando una persona se pone una mascarilla fresca en su rostro, para retener la funcionalidad del respirador N95. Tal vez, es importante ver que la terminología “N95” significa que la mascarilla filtra el 95% de las materias de partículas, Es más, un uso prolongado de mascarillas ajustadas del tipo N95 (respiradores de mascarilla con filtro de partículas) es incómodo, y puede potencialmente causar daño.

A la luz de lo expuesto arriba, mantenemos que la mayoría de la población favorecería usar mascarillas “azules” quirúrgicas típicas (o, peor, mascarillas de tela o mascarillas de tela hecha en casa) e incluso considerando los temas de ajuste discutidos aquí en relación con las mascarillas N95, ellas no pueden brindar protección similar (de ser infectado o traspasar una infección) como lo pueden las N95.

Simplemente, no hay una lógica defendible para tratar esta pandemia, distinta de usar un enfoque antiguo basado en riesgos y edad, y promover la higiene óptima del lavado de manos. La forma vastamente sensata y racional es apuntar a personas de alto riesgo (esto es, aquellos en riesgo de desarrollar una enfermedad severa o de morir) y permitir que todos los demás continúen con sus vidas. Asegurarnos que los hospitales estén bien preparados (eso esperamos) y hemos tenido un año para hacerlo tal como se esquematizó por nuestros gobiernos cuando nos pidieron que ayudáramos a “doblar la curva,” y nosotros simultáneamente triplicamos la protección de personas de alto riesgo.

Con esto en su sitio, luchamos para que, con seguridad y precauciones sensatas, reabramos la sociedad y las escuelas a plenitud. Es tan simple como eso, y, encima de ello, tenemos evidencia fuerte acerca del uso temprano de terapéuticas existentes con un nuevo propósito, seguras, baratas y efectivas, en personas de alto riesgo positivas de Covid, en casas privadas o asilos de ancianos, quienes estén mostrando síntomas iniciales. Cuando se usan temprano en un ámbito de pacientes externos, estas medicinas (antivirales combinados secuencialmente, corticosteroides, y drogas antitrombóticas y anticoagulantes) pueden ayudar a reducir el aislamiento, mitigar la transmisión, y recortar significativamente la hospitalización y muerte.

Las implicaciones de políticas como restricciones y uso de mascarillas son de largo alcance y esas políticas deben basarse en la evidencia. Las políticas actuales causan daños aplastantes a nuestras sociedades y no pueden basarse en la noción de detener al Covid cualquiera que sea el costo. Detener el Covid a toda costa, sin tomar en cuenta la implicación social, es un objetivo completamente ilógico, irracional, dañino y sin posibilidad de logro.

¿DISEMINACIÓN ASINTOMÁTICA Y MASCARILLAS?

Antes de proceder a la evidencia clave acerca de la efectividad (o no) de las coberturas del rostro (mascarillas), deseamos destacar investigación altamente aplicable. Se relaciona con evidencia que recientemente surge de que la diseminación del Covid-19 es sumamente rara en personas asintomáticas, como para que virtualmente no tenga impacto alguno en el gran esquema. Dado que hay datos muy fuertes que apoyan esta afirmación, entonces, debemos señalar desde el inicio que el uso universal de mascarillas no tiene mérito y que no puede ser apoyada en datos o investigación confiable.

En un artículo publicado en Nature Communications (de noviembre del 2020) que estudió a 10 millones de personas elegibles, se demostró que la diseminación asintomática no sólo era extremamente rara, sino que, de hecho, ¡del todo no pareció presentarse! No se encontró caso alguno en el estudio en que emergieron pruebas positivas, incluso entre contactos cercanos con casos asintomáticos en esta muestra de 10 millones, ¿Por qué, entonces, siquiera consideraríamos la necesidad de un uso universal de mascarillas, cuando existe evidencia como esta de una diseminación asintomática limitada?

También, señalamos (y, asimismo, reconocemos y apreciamos que este argumento está lejos de basarse en una fuerte evidencia per se) que si decenas o más de estudios son necesarios para probar, de una u otra forma, si un producto es efectivo o no (y, a partir de ello, conducir a cambios en el cuidado estándar), y que aún no hay datos confiables, los efectos son o bien mínimos o inexistentes, Por tanto, puede razonarse que no hay un efecto significativo en primer lugar; tal argumento se puede usar en el dilema de las mascarillas.

Todo esto es para decir que hay y que no hubo justificación científica para la orden o llamado de uso “voluntario” de mascarillas en gente saludable, ¡Ninguna! Y, también, sugerimos que este razonamiento al grano puede aplicarse a la mayoría de otros esfuerzos de “mitigación,” que están siendo puestos en práctica al momento; en específico, cuarentenas sociales y cierres de escuelas. En efecto, al momento de escribir esta pieza, no podemos encontrar evidencia definitiva basada en investigación que apoye el uso de mascarillas, cuarentenas sociales o cierre de escuelas. Continuamos arguyendo que la mayoría de esto se ha construido arbitrariamente por líderes gubernamentales y sus expertos médicos.

Estas políticas no son sólo simplemente erradas, sino que ellas, también, no dejan de tener consecuencias serias y adversas; han ocasionado daños aplastantes y han sido dañinas a nivel social y personal. ¡Las políticas restrictivas no han sido plenamente meditadas en torno a las implicaciones en general! Los beneficios no han sido valorados o considerados a la par de los daños potenciales (y documentados) y esta es una omisión catastrófica desde la perspectiva de políticas y principios sólidos de salud pública. En resumen, la burocracia nos ha brindado una política confusa y a menudo contradictoria, apoyada en una ausencia de claridad, simples supuestos, y sin sentido en general, y, en este caso, en relación con el uso universal de mascarillas, nuestro liderazgo y “expertos” han fallado en reconocer los daños aplastantes que resultan de sus políticas arbitrarias y, aún peor, caprichosas, ¡que carecen de cualquier apoyo confiable de evidencia!

También, puede esperarse que, a la luz de trabajo seminal manifiestamente innovador, al cual aludimos arriba, esto no sólo sería cubierto por los medios de la corriente principal y, por supuesto, por nuestros expertos, sino que, también, esto aclararía y ayudaría a resolver temas relacionados con la diseminación asintomática, cuarentenas en general, cierres de escuelas y, por supuesto, este caso de las mascarillas. A pesar de ello, asombrosamente, no ha habido reconocimiento de este trabajo. Y, aún así, estos hallazgos, que podrían tener un efecto en la toma de decisiones informadas y basadas en evidencia, han sido ignorados del todo.

¿MASCARILLAS DOBLES?

Todavía más, el Dr. Anthony Fauci del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAUID por sus siglas en inglés) ahora está apoyando (o al menos no desalentando) ¡el pedido de usar dos mascarillas! Para parafrasearlo, es de “sentido común” usar dos mascarillas en vez de una. No obstante, esto va en contra de los datos existentes, que muestran que el uso de una sola mascarilla no ha brindado protección alguna en lo que respecta al progreso de la pandemia (de hecho, es lo opuesto… en casi cada jurisdicción en que se ordenó el uso de mascarillas, hubo grandes aumentos en las tasas de infección o, al menos, que la positividad PCR fuera más exacta). A pesar de esto, el Dr. Fauci ha respondido proponiendo el enfoque de doble mascarilla, afirmando que “eso posiblemente funciona” en relación con ofrecer una mayor protección.

¿Qué ha pasado con “seguir a la ciencia” y la necesidad de hacer pruebas de control al azar en el uso de dos mascarillas? Parece que seguimos a la ciencia sólo cuando apoya nociones o metas preconcebidas. Lo que se afirmó acerca de mascarillas dobles fue un completo sinsentido. Posiblemente, el Dr. Fauci no leyó el estudio CHARM NEJM de reclutas de los Marines, en el que los reclutas consistentemente usaron mascarillas de dos capas, sin embargo, la diseminación todavía se presentó en los más fuertemente vigilados en su cumplimiento, y restringidos a ambientes militares.

¿Consideró el Dr. Fauci la posibilidad de que, con dos mascarillas, los usuarios posiblemente experimentarán más dificultades tan sólo para respirar cómodamente? Y, ¿cuáles serían las consecuencias para aquellos con enfermedades pulmonares, infecciones respiratorias superiores, otros con dificultad para respirar sin una mascarilla, y, más importante, para niños? Usar una mascarilla, por no hablar de dos, estimula potencialmente la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD por sus siglas en inglés), similar a lo que comúnmente les pasa a los fumadores. Las mascarillas pueden dificultar que uno respire, en especial en situaciones estresantes. Aquí no lo podemos decir, pues no lo sabemos en ausencia de datos científicos, pero tampoco lo puede decir el Dr. Fauci. En el peor de los casos, el consejo relacionado con mascarillas dobles (¿por qué no triples o incluso cuatro o cinco mascarillas?) es arbitrario y no tiene base científica. Entonces, ¿por qué ponerlas? Esto refleja una disonancia con cualquier cosa que altere la narrativa establecida, la que, en esta etapa de la pandemia, parece ser más política, desde nuestro punto de vista, que científica o basada en evidencia. Para agregar a la confusión, el Dr. Fauci siguió esto afirmando, al cuestionársele acerca de esa declaración en los medios, que no hay datos que muestren que las mascarillas dobles funcionan.
Por tanto, ¿qué se espera que el público crea? No podemos alegar que pensamos por el Dr. Fauci y médicos expertos similares, pero, ¿por qué expertos médicos con un podio consistentemente en esta pandemia del Covid brindan tanta desinformación y confusión hacia el público? Ellos consistentemente hacen pronunciamientos sin datos o evidencia que los apoyen. Con esto, causan gran confusión y desconfianza.

¿ÓRDENES DE USAR MASCARILLAS?

Como se hizo ver arriba, los datos muestran que los giros confusos del Dr. Fauci acerca de consejos para administrar los temas pandémicos, incluso usar mascarillas, en el mejor de los casos fueron arbitrarios. En referencia a las mascarillas, simplemente es imposible entender las recomendaciones vigentes para eso, cuando sabemos que hay diversos estados en Estados Unidos en que puede mostrarse con claridad que, después de poner en marcha órdenes de usar mascarillas (a lo interno y externo), ¡el número de casos aumentó! No estamos sugiriendo que la adición de órdenes de usar mascarillas de alguna forma causó que se disparara el número de casos, pero, claramente, tampoco tuvo efectos positivos o beneficiosos. Hay 37 estados de Estados Unidos, incluyendo, pero no circunscritos, a California, Texas, Hawái, Maine, Delaware, Florida, Oregón, y Pennsylvania, que actualmente ordenan cubrirse la cara en público. Fuera de Estados Unidos, también, hay datos globales que muestran que, cuando las órdenes de usar mascarillas fueron puestas en práctica en Austria, Alemania, Francia, España, Reino Unido, Bélgica, Italia, para nombrar sólo a unos pocos, el número de casos aumentó, no se redujo.

Aún más, el EPOCH Times reportó que “en estados (de Estados Unidos) con un mandato en vigencia, hubo 9.605.256 casos confirmados de Covid-19, que resultan en un promedio de 27 casos por cada cien mil personas por día. Cuando los estados no tenían una orden en toda su jurisdicción -incluyendo estados que nunca tuvieron mandatos, junto con el plazo en que estados que ordenaron usar mascarillas no lo practicaron. Hubo 5.781.716 casos, promediando 17 casos por cada 100.000 personas por día; ¡una reducción notable comparada con el número de casos observados durante las órdenes de usar mascarillas! “Estados con mandatos en vigencia tuvieron un promedio de más de 10 en infecciones reportadas por cada 100.000 personas por día que los estados sin órdenes” La aceptación ciega sin base del dogma actual, que ha llegado a arraigarse tanto que, si aumentan los casos, expertos adictos al uso universal de mascarillas, alegan que esas son buenas noticias, hasta que las mascarillas previnieron que hubiera más casos; esto es ciertamente increíble.

La realidad es que hay evidencia significativa de que las mascarillas no son efectivas en controlar una pandemia. Para reiterar, no obstante, estamos de acuerdo en que, dentro de un contexto de un tratamiento clínico, para un paciente obviamente infectado (con cualquier enfermedad transmisible), el uso de las mascarillas es importante, pero, incluso cuando eso pasa, debe aumentarse con el uso de otros Equipos de Protección Individual (EPI) (gafas, e incluso ropas para materiales peligrosos con suministro aislado de oxígeno, por ejemplo) y esto simplemente no puede compararse con un uso generalizado de mascarillas en toda la población. Los efectos sobre los pueblos son catastróficos y las mascarillas, tal vez sin intención, han restringido nuestra habilidad para regresar a ¡algo que se parezca a una vida normal”

AUTORES CONTRIBUYENTES

Paul E. Alexander, MDSc PhD, Universidad de Oxford, Universidad de Toronto, Profesor Asistente de la Universidad McMaster, Métodos de Investigación de Salud (HEI) y de GUIDE Research Methods Group de Hamilton Ontario, Canadá.
Howard C. Tenebaum DDS, Dip. Perio, PhD, FRCD (C) for Advanced Dental Research and Care, Hospital Monte Sinaí, y las Facultades de Medicina y Dentistería de la Universidad de Toronto, Ontario, Canadá.
Ramin Oskopui, MD, CEO de Foxhall Cardiology, PVC, Washington, D.C.
Harvey A, Risch, MD, PhD, Yale School of Public Health, New Haven, Connecticut, U.S.A.
Peter A. McCullough, MD, MPH, Centro Médico de la Universidad de Baylor, Instituto Vascular y de Corazón de Baylor, Hospital Baylor Jack and Jane Hamilton Heart and Vascular, Dallas, Texas, USA.
Nicholas E. Alexander

Traducido por Jorge Corrales Quesada.