Con este comentario, que apropiadamente llamaría la conclusión del extenso artículo del doctor Alexander acerca de los efectos de las cuarentenas, concluyo mi serie de cuatro partes. Mi intención ha sido que usted conozca otras versiones acerca de las cuarentenas, que usted no suele ver en los sitios oficiales gubernamentales ni en los medios. Su conocimiento es esencial y el ejercicio de la libertad de expresión como forma de crítica (en el buen sentido de la palabra) es lo único que permite que avance el conocimiento. Por eso los totalitarios de todo tipo tanto la temen.

EL IMPACTO CATASTRÓFICO DE LAS CUARENTENAS SOCIALES IMPUESTAS POR EL COVID-CUARTA Y ÚLTIMA PARTE

Por Paul E. Alexander et al.
American Institute for Economic Research
30 de enero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como paul e. alexander et al. institute for economic research catastrophic January 30, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

CONCLUSIÓN

En conclusión, dado el argumento convincente del Dr. Scott Atlas acerca del fracaso de las cuarentenas y cierres generales de escuelas y la totalidad de evidencia presentada arriba y la perturbadora compilación de AIER acerca de los daños aplastantes de las cuarentenas, ya ha pasado el tiempo para terminar con las cuarentenas y hacer que la vida regrese a la normalidad para todos, excepto los de riesgo más elevado entre nosotros. Es hora de que dirijamos nuestros esfuerzos hacia donde son más beneficiosos. Tales medidas específicas, dirigidas hacia poblaciones concretas, pueden proteger a los más vulnerables del Covid, a la vez que no se impacta adversamente a aquellos que no están en riesgo. ¿Por qué? Porque sabemos mejor quiénes están en riesgo y debemos dar pasos sensibles y razonables para protegerlos.
Alarmantemente, el presidente Biden ya ha afirmado que no hay nada que se pueda hacer para detener la trayectoria de la pandemia. Pero, fracasa en reconocer que, a lo largo de Estados Unidos, los casos ya están cayendo marcadamente, incluso yendo él tan lejos como advertir de más muertes. Menos creíble es que aquellos a cargo y, en particular, los “expertos médicos” continúan fallando en admitir que estaban muy, pero muy, equivocados. Todos estaban equivocados en lo que promovieron y pusieron en práctica y ahora están tratando de culpar de ello a nosotros quienes miramos los datos y la ciencia y reflexionamos y ponderamos los beneficios, así como los daños de las políticas. Ellos están culpando a aquellos de nosotros quienes nos opusimos a las cuarentenas y cierres de escuelas. Están usando la táctica de que, dado que usted se opuso a esas restricciones y decretos ilógicos e irracionales, entonces, usted causó los fracasos, pretendiendo así y sin admitir que sus políticas, en efecto, son la razón de los catastróficos fracasos sociales. No nuestra oposición y argumentos contra políticas engañosas y poco sólidas.

Es muy evidente para las poblaciones que las políticas de cuarentenas han sido extraordinariamente dañinas. Ha pasado la hora de terminar con estas cuarentenas, esos cierres de escuelas, y esos mandatos de usar mascarilla sin bases científicas (ver el listado de estado tras estado) pues tienen un beneficio muy limitado, pero, más importante, están causando serios daños con consecuencias a largo plazo, y, ¡en especial, entre aquellos menos capaces de soportarlas! En efecto, el Federalista publicó una descripción muy comprensiva que muestra cómo las mascarillas no hacen nada por detener la diseminación del Covid. No hay razón que justifique eso y los líderes gubernamentales deben detener eso ahora, ¡dadas las implicaciones severas y de largo plazo! Donald A, Henderson, quien ayudó a erradicar la viruela, nos dio una hoja de ruta que aquí hemos fallado en seguirla, cuando escribió, alrededor de 1957-58, acerca de la pandemia de la Gripe Asiática y afirmó que “La pandemia era una enfermedad de diseminación tan rápida, que pronto se hizo evidente a los funcionarios de salud de Estados Unidos, que los esfuerzos por detenerla o disminuir su diseminación eran inútiles. Así, no se hicieron esfuerzos por poner a individuos o grupos en cuarentena, y se tomó una decisión deliberada de no cancelar o posponer reuniones grandes, como conferencias, reuniones religiosas o actividades atléticas, con fines de reducir la transmisión. No se hizo intento alguno por limitar los viajes o, alternativamente, detectar a los viajeros. El énfasis se puso en brindar cuido médico a quienes estaban aquejados y mantener el funcionamiento continuo de los servicios de la comunidad y la salud.”

El Dr. Henderson, junto con el Dr. Thomas Inglesby, también escribió que “La experiencia ha mostrado que las comunidades enfrentadas con epidemias u otros acontecimientos adversos, responden mejor y con menos ansiedad cuando el funcionamiento social normal de la comunidad se ve menos alterado. Un liderazgo fuerte político y de salud pública que dan tranquilidad y que aseguran se brinden los servicios de cuido médicos necesarios, son elementos críticos. Si alguno de ellos es visto como menos que óptimo, una epidemia manejable puede convertirse en una catástrofe.” En general, el mensaje que ellos dieron es que existen varias opciones para los gobiernos en sociedades libres, para usarse en mitigar la diseminación de los patógenos (respuestas tradicionales de la salud pública que son menos intrusivos e inquietantes), pero, cerrar la sociedad o partes de ella, no es una de ellas. Estos expertos nunca promovieron o endosaron cuarentenas como estrategia cuando confrontaban epidemias o pandemias, pues sabían y articularon que la devastación que caería sobre las sociedades era, en muchos casos, potencialmente irrecuperable.

Como lo explica el Dr. Martin Kulldorf, es crítico que los burócratas, el sistema de salud pública, y los expertos médicos escuchen al público, pues es quien actualmente está viviendo y experimentando las consecuencias de salud pública por su cuarentena obligada y otras acciones. El aislamiento social debido a las cuarentenas tiene un efecto devastador y no puede ser descartado, y los burócratas gubernamentales deben reconocer que, cerrar una sociedad, conduce a pensamientos y comportamiento suicida y muertes en exceso (muertes por desesperación, para mencionar una). Termino con lo que es, tal vez, la frase más convincente de expertos (La Declaración de Great Barrington): “Para aquellos que no son vulnerables se les debería de inmediato permitir que reasuman su vida como es normal. Medidas de higiene simples, como lavarse las manos y quedarse en casa cuando se está enfermo, deben ser practicadas por todos.”

Paul E. Alexander, MDSc PhD, Universidad de Oxford, Universidad de Toronto, Profesor Asistente de la Universidad McMaster, Métodos de Investigación de Salud (HEI) y de GUIDE Research Methods Group de Hamilton Ontario, Canadá.
Howard C. Tenebaum DDS, Dip. Perio, PhD, FRCD (C) for Advanced Dental Research and Care, Hospital Monte Sinaí, y las Facultades de Medicina y Dentistería de la Universidad de Toronto, Ontario, Canadá.
Ramin Oskopui, MD, CEO de Foxhall Cardiology, PVC, Washington, D.C.
Harvey A, Risch, MD, PhD, Yale School of Public Health, New Haven, Connecticut, U.S.A.
Peter A. McCullough, MD, MPH, Centro Médico de la Universidad de Baylor, Instituto Vascular y de Corazón de Baylor, Hospital Baylor Jack and Jane Hamilton Heart and Vascular, Dallas, Texas, USA.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.