La cultura de la cancelación impulsada por la extrema izquierda del partido demócrata tiene diversas facetas, además de proscribir la libre expresión y perseguir libros a la moda de la película Fahrenheit 451. Este es otro ejemplo de esa locura en el gobierno de los Estados Unidos: da grima y hasta furia.

LA CRÍTICA ABSURDA AL CUESTIONAMIENTO DE RACHEL LEVINE POR RAND PAUL

Por Madeleine Kearns
National Review
26 de febrero del 2021

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¿Qué tan posible es que esta peligrosa agenda ideológica esté a punto de empeorar?

Ayer, me di cuenta en the Corner de la reacción de perplejidad (de todos los sospechosos de siempre) a la totalmente legítima línea de cuestionamiento del senador Rand Paul dirigida a Rachel Levine, nominada por Biden como subsecretaria de salud. Se mantuvieron apareciendo los encabezados y artículos periodísticos con una opinión personal que se presenta sin evidencia alguna que la apoye.

“El intercambio entre el senador republicano y la transgénero nominada provoca fuego de los demócratas,” reporta el Washington Post. “El cuestionamiento ignorante de Rand Paul a Rachel Levine mostró por qué la necesitamos en el gobierno,” opina un escritor en esa misma publicación.

“La primera transgénero nominada desvía preguntas inflamatorias del senador republicano,” reporta el noticiero ABC. “Rand Paul lanza su cántico transfóbico contra la nominada transgénero,” opina The Daily Beast. “Rachel Levine le responde a Rand Paul acerca de la Medicina Transgénero,” reporta el New York Times, omitiendo mencionar que la “respuesta” de Lavine fue una pura evasión.

Hablemos de andar con rodeos. Al contrario de lo que insisten los comentaristas progresistas, la verdadera historia aquí no es el estatus transgénero de Levine, sino, más bien, el hecho de que Levine rehusó responder a una pregunta crucial y de candente actualidad relacionada con el bienestar infantil.

He aquí le historia verdadera. Lo que el senador Rand Paul le preguntó y lo que Levine se rehusó contestar, fue esto: “¿Cree usted que los menores de edad son capaces de tomar una decisión que cambia la vida, como cambiar uno de sexo?” Y esta, “¿Apoya usted que el gobierno intervenga para anular el consentimiento de los padres para darle al niño bloqueadores de pubertad, hormonas del sexo opuesto o cirugía de amputación de senos o genitales?

Como lo mencionó el senador Paul, estas son las mismas preguntas que se hicieron ante la Corte Suprema de Inglaterra y Gales el año pasado. Al cuestionar a Levine, el senador Paul citó a la querellante en este caso, Keira Bell:

“Yo esperaría que ustedes hubieran tenido compasión por Keira Bell, quien es una muchacha de 23 años de edad que estaba confundida acerca de su identidad. A los 14, leyó algo en internet relacionado con los transexuales y pensó, ‘Bueno, tal vez eso es lo que soy.’ Ella terminó obteniendo esos bloqueadores de pubertad, hormonas del sexo opuesto, hizo que le amputaran sus senos.

Pero, he aquí lo que ella dice ahora, y esta es una decisión muy esclarecedora de alguien que cometió un error, pero que fue guiada por la comunidad médica a creer que era una cosa buena.

‘Tomé una decisión impetuosa como una adolescente, como lo hacen muchas adolescentes, tratando de encontrar confianza y felicidad, excepto que ahora el resto de mi vida estará negativamente afectado,’ dijo ella, agregando que una transición de genero medicalizada fue una cura superficial muy temporal para un asunto de identidad muy complejo.”

Habiendo revisado la evidencia de todas las partes, los jueces concluyeron en el caso de Bell que era “altamente poco posible que una niña de 13 años de edad o menos pudiera ser competente para dar consentimiento para que se le administraran bloqueadores de pubertad,” agregando que también era “dudoso que una niña de 14 o 15 años de edad pudiera entender o ponderar los riesgos y consecuencias a largo plazo de la administración de bloqueadores de pubertad.”

De acuerdo con ello, la corte le ordenó al Servicio Nacional de Salud una moratoria en el uso de bloqueadores de pubertad y hormonas del sexo opuesto para jóvenes disfóricos de género.

¿Se dieron cuenta de esto el New York Times et al.? La decisión de Keira Bell tuvo lugar en la Ilustrada, secular, Gran Bretaña ̶ y por orden de jueces imparciales y de mentalidad progresista. Por desgracia, en ausencia de una intervención judicial similar -o, de hecho, de un sistema centralizado de cuido de la salud- la situación en Estados Unidos está mucho más fuera de control.

Actualmente hay más de 40 clínicas para jóvenes transgénero (y contando) en Estados Unidos, según la Campaña de Derechos Humanos. La clínica más grande de jóvenes transgénero en Los Ángeles vio a más de 1.000 pacientes en el 2019; el paciente más joven tenía cuatro años de edad. Y la directora de esa clínica ha admitido que recomendó personalmente mastectomías dobles a “probablemente alrededor de 200” mujeres adolescentes, decisión que ella ha justificado con el argumento de que “ellas no se identifican como mujeres,” así que la remoción de senos es, en realidad, una “reconstrucción del pecho.” Similarmente, un estudio titulado “La Edad Es Sólo un Número,” publicado en el 2017 en Journal of Sexual Medicine, revela que once de 20 cirujanos entrevistados admitieron haber llevado a cabo vaginoplastias -esto es, castración seguida de la inversión del pene para formar un canal pseudo vaginal- de “1 a 20” veces en hombres con edades menores a 18.

Si los jueces británicos piensan que los menores no pueden dar consentimiento para tomar medicinas y hormonas que frenen la pubertad, ¿cómo es posible que un menor pueda dar consentimiento para que sus órganos sexuales sean removidos o mutilados?

He aquí otra pregunta que vale la pena meditar: Si la nominada por los demócratas para subsecretaria de salud no responde a preguntas básicas relacionadas con el bienestar infantil -y los medios estatistas y la clase política no le piden cuentas a esa nominada- ¿Qué tan posible es que esta peligrosa agenda ideológica esté a punto de empeorar?

Madeleine Kearns es parte del equipo de escritores del National Review.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.