No duden que esas medidas de Biden han dado lugar a una disminución de la oferta de petróleo estadounidense, tanto para su mercado interno como al internacional, lo que indirectamente ha favorecido a productores como Irán, Rusia, o Venezuela, entre otros, al elevarse los precios de los combustibles en todo el mundo, a pesar de la recesión global. Y, por supuesto, eso ha hecho que el monopolio de Recope (el gobierno que obtiene ingresos mayores con un impuesto porcentual basado en el precio de esos combustibles) simplemente traslade estos mayores precios internacionales a los consumidores domésticos cautivos.

LA GUERRA DEL GOBIERNO CONTRA LOS OLEODUCTOS NOS HIZO VULNERABLES A ATAQUES A NUESTRA INFRAESTRUCTURA

Por Jon Miltimore
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 12 de mayo del 2021

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Las interrupciones recientes de combustible muestran el peligro de la guerra duradera del gobierno contra los oleoductos.

Vickie Phillips recibió una sorpresa desagradable cuando el lunes se detuvo en Pop Shoppe, en Greensboro, Carolina del Norte a llenar el tanque de gasolina de su carro.

No había combustible.

“No puedo creer que estamos aquí y ni siquiera podemos obtener gas,” le dijo Phillips a una estación local de televisión. “La gente está cansada de estar sentada en la casa y sólo quiere salir e intentar resumir algo de normalidad con su vida y definitivamente va a necesitar combustible y gas para hacer eso.”

Phillips era sólo una entre los miles de personas que vieron alterados sus planes de viajar, como resultado de un ataque cibernético el viernes dirigido al Oleoducto Colonial, una red vital de oleoductos que recorre los Estados Unidos por 5.500 millas, desde la Costa del Golfo hasta la Bahía de Nueva York.

The New York Times
reportó que muchas gasolineras en estados del sureste han puesto topes a la cantidad de combustible que los consumidores pueden comprar, mientras que muchas gasolineras del todo se han quedado sin combustible.

Como resultado de la alteración, el gobernador de Carolina de Norte, Roy Cooper, declaró un estado de emergencia, mientras que el gobernador de Georgia, Brian Kemp, suspendió el impuesto del estado a la gasolina. Entre tanto, la administración Biden levantó regulaciones ambientales a la venta de gasolina en varios estados y la capital de la nación.

Con posterioridad al ataque, los precios futuros del combustible se dispararon a $2.217, el nivel más alto en tres años.

PIRATAS INFORMÁTICOS: NO FUE NUESTRA INTENCIÓN CAUSAR PROBLEMAS

No hay duda que el Oleoducto Colonial es una pieza clave de infraestructura.

Los analistas han descrito al oleoducto como una de las arterias energéticas más esenciales del país, capaz de transportar hasta 3 millones diarios de barriles de combustible -gasolina, diésel, y gasolina para avión- hacia la Costa Este.

“Esto es tan cercano como puede usted llegar a la yugular de la infraestructura en Estados Unidos,” le dijo a Reuters Amy Myers Jaffe, profesora investigadora del Laboratorio de Política Climática. “No es un oleoducto importante. Es el oleoducto.”

Aun así, la alteración generalizada pareció sorprender incluso a los piratas informáticos responsables del ciberataque.

“Nuestro objetivo es hacer dinero y no crear problemas a la sociedad,” escribió DarkSide en su sitio en la red, el grupo que el FBI confirmó como responsable del ataque.

Esto invita a una pregunta importante: ¿cómo fue posible que un ataque cibernético único fuera capaz de descarrilar toda una región entera del país más próspero del mundo, alterando las vidas de millones de estadounidenses?

OLEODUCTOS BAJO ATAQUE

Una respuesta es que tan sólo no tenemos suficientes oleoductos. El Oleoducto Colonial suple casi la mitad -un 45 por ciento- del combustible consumido en la Costa Este. Como lo hicieron ver otros comentaristas astutos, “una red de un oleoducto no debería estar sirviendo la mitad de las necesidades de combustible de la Costa Este.”

La realidad es que los obstáculos regulatorios han hecho casi imposible la construcción de nuevos oleoductos, lo que ha puesto una enorme presión sobre la infraestructura energética existente. Y está empeorando, De hecho, ahora los políticos están activamente eliminando oleoductos que son determinantes en satisfacer las necesidades futuras de energía.

Una de las primeras iniciativas del presidente Biden fue desguazar, por decreto, el Oleoducto Keystone, un oleoducto de 1.700 millas que habría transportado alrededor de 800 mil barriles diarios de petróleo, desde Alberta, Canadá, a la Costa del Golfo. (En vez de eso, la mayor parte de ese combustible será transportado por ferrocarriles, que son ambientalmente menos amistosos y más peligrosos).

La eliminación del oleoducto recibió mucha atención, pero vale la pena hacer ver que fue parte de una tendencia que básicamente ha sido ignorada A través de los Estados Unidos, los oleoductos están siendo blanco de políticos, reguladores, y cortes con sumo fervor.

Hace un año, la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, tomó acción legal para clausurar el Oleoducto de la Línea 5, que une al Lago Michigan y al Lago Hurón, y transporta cada día alrededor de 500.000 barriles de crudo.

“Aquí en Michigan, los Grandes Lagos definen nuestras fronteras, pero también definen quienes somos como personas,” dijo Whitmer, quien le puso a Enbridge Energy una fecha límite para que detuviera el petróleo.

Para este martes, al aproximarse la fecha límite, el petróleo aún fluía. Y las noticias reportan que Enbridge Energy y la gobernadora de Michigan es posible que se enrumben hacia una confrontación legal.

Luego está el Oleoducto de la Costa Atlántica. El año pasado, Duke Energy y Dominion Energy anunciaron la cancelación del proyecto de 600 millas -que habría enviado combustible desde Virginia Occidental al este de Carolina del Norte- debido a retrasos e incertidumbre regulatoria que amenazaba “la viabilidad económica del proyecto.”

El oleoducto Dakota Access de 1.200 millas de largo, que ha estado fluyendo desde el 2017, actualmente acarrea cientos de miles de barriles de crudo a través de las Dakotas hacia Iowa e Illinois. Si bien la administración Biden ha anunciado que no cerrará el oleoducto, un juez de la corte de distrito de Estados Unidos lo hizo en julio del 2020. Ese fallo fue revertido por una corte federal de apelaciones, pero el destino del oleoducto pende del balance de un análisis ambiental.

RECORDATORIO: EL PETRÓLEO ES TODAVÍA UN RECURSO VITAL

Para muchos, la lección de la reciente escasez de combustible es que necesitamos mayor supervisión en la ciberseguridad.

“Este cierre del oleoducto envía un mensaje de que elementos básicos de nuestra infraestructura nacional continúan siendo vulnerables a un ataque cibernético,” le dijo a Reuters Mike Chapple, profesor de la Escuela de Negocios Mendoza de la Universidad de Notre Dame. “Asegurar nuestra infraestructura energética es un asunto de seguridad nacional que involucra diferentes agencias federales y requiere un liderazgo centralizado.”

Cualquiera que entienda el “problema del conocimiento,” será correctamente escéptico ante soluciones basadas en un “liderazgo centralizado,” en especial uno referido a un “asunto de seguridad nacional que involucra diferentes agencias”,” dados los registros históricos de la NSA, la TSA, los CDC, etcétera. Lo que en realidad no necesitamos es más sino menos supervisión gubernamental entrometida en la vía de más oleoductos.

La alteración actual debería servir como recordatorio de que los combustibles fósiles son una parte esencial de la prosperidad humana.

Nadie ha planteado mejor este punto que Alex Epstein, autor de The Moral Case for Fossil Fuels [La cuestión moral de los combustibles fósiles], quien hizo ver que combustibles fósiles baratos y abundantes -cuando están casados con la ingenuidad humana- les permiten a los humanos mejorar el mundo a su alrededor.

“La tecnología de combustibles fósiles transforma la naturaleza para mejorar la vida humana en una escala épica. Es la única tecnología energética que, en la actualidad, satisface las necesidades energéticas de todos los 7 miles de millones y más de personas en este planeta,” escribió Epstein. “En última instancia, el caso moral a favor de los combustibles fósiles no es acerca de los combustibles fósiles; es el caso moral de usar energía barata, abundante y confiable que amplíe nuestras habilidades para hacer del mundo un sitio mejor ̶ un sitio mejor para los seres humanos."

El otro lado de esa moneda es que, cuando la energía es innecesariamente encarecida, escaseada y que sea poco confiable -ya se deba a cibercriminales o políticos- hace al mundo un lugar más frustrante y menos feliz para los seres humanos, como Vickie Phillips y muchos otros estadunidenses lo descubrieron esta semana

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune. Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.