En verdad que este es un comentario válido para la actualidad: la insulina sigue siendo artificialmente y de forma manipulada más cara de lo que podría ser para los diabéticos: los gobiernos deberían eliminar trabas y acuerdos privados que impiden a la competencia operar libremente. Sólo la competencia ayudará a los consumidores.

UNA GUÍA GUBERNAMENTAL PARA MANTENER CARA A LA INSULINA: 3 PASOS FÁCILES PARA ATAR UN MERCADO

Por Laura Williams
Fundación para la Educación Económica
Lunes 25 de marzo del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como laura williams foundation for economic education insulin March 25, 2019 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

Pacientes desesperados pagan porque no tienen otro lugar adonde ir ̶ y su angustia es deliberada y diseñada.

Si usted ha escuchado últimamente algo acerca de la insulina, probablemente ha sido una indignación palpable acerca de los precios de recetas que se disparan o un optimismo dudoso acerca del reciente lanzamiento de Eli Lilly de su nueva versión que, a mitad de precio, le costará un brazo o una pierna, pero no ambos.

En medio de esta cloaca de comentario indignante, es posible que usted escuche una de las mayores concepciones erradas: que los mercados, la competencia, o el capitalismo han fallado en responder a las necesidades de los pacientes de creación de una insulina más pagable. Lo que usted no escucha es cómo los gigantes farmacéuticos han reclutado a la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA por sus siglas en inglés), la Agencia para el Control de Drogas (DEA por sus siglas inglés), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés), las aduanas y las agencias de aplicación de la ley, para que protejan sus márgenes de ganancias.

En todo caso, las restricciones draconianas demuestran exactamente qué tan diligentemente la competencia del mercado reduce los precios y qué tan paralizada y atada debe estar la competencia, para que deje de realizar sus funciones esenciales.

Al estudiar los mercados, a los economistas les gusta imaginar una “competencia perfecta” hipotética, equivalente al plano sin fricción de la física. En competencia perfecta, muchos productores y demandantes intercambian el mismo producto, los compradores y vendedores pueden encontrarse al uno al otro e intercambiar productos sin un costo adicional, y no existen barreras que impiden que nuevos oferentes ingresen al mercado para ofrecer bienes equivalentes. Si un mercado en competencia perfecta es el cielo hipotético del libre mercado, el mercado estadounidense de la insulina es literalmente el infierno.

PASO 1: LIMITE EL NÚMERO DE OFERENTES

Aunque en sí el tratamiento con insulina no puede patentarse, las mejoras en los mecanismos de suministro pueden serlo. Estas mejoras incrementales, sin importar qué tan pequeñas sean, pueden usarse para extender la patente de 20 años para una medicina, en un proceso llamado “perpetuación de patente.” Sanofi ha presentado 74 solicitudes de patentes de su insulina de larga duración Lantos -la mayoría de ellas después que la medicina ingresó al mercado- y se excluyó a los genéricos por décadas. Los fabricantes de medicinas buscan extensiones de su exclusividad cuando agregan revestimientos y alteran ingredientes no activos, extendiendo su monopolio, pero sin ofrecer ventaja adicional a los pacientes.

Los reguladores y gerentes de empresas farmacéuticas no son fuerzas que se oponen; son las mismas personas ̶ algunas veces literalmente.
Casi la mitad de los examinadores de la Administración de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos (FDA) asumirá puestos en las industrias encargados la regulación, a menudo como asesores en navegación a través de la política regulatoria.
La investigación del fenómeno de la “puerta giratoria” la resumió un académico.

“Cuando usted sabe que un 60 por ciento de sus colegas que dejan el trabajo salen a trabajar para la industria, hace que usted más posiblemente sea el tipo de regulador que se lleva bien con la industria, le ayuda en el proceso de aprobación de las medicinas, y en un juicio no presiona demasiado fuerte sobre las verrugas.”

Alex Azar es un previo ejecutivo de Eli Lilly, cuyo mandato de diez años ahí coincidió con una cuadruplicación del precio de lista de su insulina sintética. Ahora es [en el 2019] nuestro Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.

Los examinadores de la FDA que esperan entrar a trabajar en la industria, quieren ser amigos de los grandes muchachos, y eso significa cerrarles la puerta a las pequeñas frituras. Las apuestas son grandes: El LA Times reporta que un único competidor genérico, una vez aprobado, reduce el precio de la medicina patentada en alrededor de un 30 por ciento. Dos fórmulas competidoras recortan el precio de la marca registrada en un 90 por ciento. Para impedir que las fuerzas del mercado reduzcan los rendimientos de sus accionistas, las grandes marcas presionan para que los reguladores excluyan a los genéricos.

Las patentes y regulaciones de la FDA no sólo excluyen a competidores en Estados Unidos, sino también bloquean importaciones de medicinas más baratas disponibles en otros países. Si, ahora, los pacientes viajan a Europa o México para obtener insulina más barata -aparentemente suficiente como para compensar los costos del viaje- ¿por qué es ilegal importar esas alternativas más baratas? Aún si una fábrica hace la misma insulina tanto para el mercado canadiense como para el estadounidense, al fabricante extranjero se le prohíbe vender a pacientes estadounidenses. Hace poco tiempo se presentó ante el Congreso legislación que permita importar desde Canadá, en donde los estándares son similares a los de la FDA, pero la insulina es mucho más barata. Aún si se aprobara esa ley, las importaciones pueden ser bloqueadas por el Secretario de Salud y Servicios Humanos ̶ el mismo que recientemente era ejecutivo de Eli Lilly.

PASO 2: EXCLUYA PRODUCTOS QUE COMPITEN

Aun cuando los reguladores han aprobado análogos más baratos en Canadá o Europa, y los resultados son clínicamente indistinguibles para la mayoría de los pacientes, la FDA por años arrastra sus pies. Innovadores e investigadores médicos, enfrentados con costos insalvables, es posible que dejen de lado un nuevo proyecto o lo vendan a un gigante ya existente, que tiene el equipo legal que puede sobrellevar el peso.
Ese equipo legal, recuerde, incluye a personal previo de la FDA, más que capaces de enterrar a un competidor potencial en una década de trabajo gubernamental inútil.

Otra alternativa para excluir productos que compiten es maximizando los costos de inicio para nuevos proveedores, desalentando nuevos jugadores en el mercado. Cualquier medicina nueva debe soportar un juicio clínico y un desafío para la aprobación de la FDA, que, según reportes independientes, requieren un promedio de 12 años y $2.7 miles de millones para completarlos. Esos costos deben ser pagados por el manufacturero que espera llevar la medicina al mercado, y sólo un puñado de compañías puede recoger lo suficiente.

Los acuerdos de pago por demora son una consecuencia desagradable de un intento previo de legislar precios menores de medicinas. Cuando manufactureros de genéricos más pequeños quieren ofrecer versiones más baratas de una medicina de marca registrada, su fabricante original amenazará con una litigación costosa, que los productores de margen menor no pueden pagar. Entonces, ofrece una salida, un “acuerdo de reversión,” por el cual las marcas registradas pueden (¡legalmente!) pagar a pequeñas empresas para que ellas no saquen una medicina genérica al mercado.

El dinero para silenciar voces les compra a las marcas unos pocos más años de protección de sus márgenes de utilidad en ascenso. Los fabricantes de insulina tan sólo dividen las utilidades de su monopolio con cualquiera que trate de derrocarlos.

PASO 3: OCULTE Y DISTORSIONE LOS PRECIOS DE FORMA QUE NADIE PUEDA COMPARAR PRECIOS

Los pacientes y, de hecho, quienes las prescriben, sólo poseen una idea nublada de qué productos están disponibles y su costo real por unidad. A los manufactureros les gusta presumir que nadie paga el “precio de lista.” Los pacientes descansan en un mosaico de seguros de salud, descuentos de farmacias, y devoluciones de manufactureros, para que los costos estén a su alcance. Un marco tan complicado da amplio espacio para la manipulación.

Los precios pagados por pacientes han crecido constantemente durante una década, pero, el precio pagado por los actores en el cuido de la salud, ha caído. Las compañías farmacéuticas descuentan profundamente los precios negociados con farmacias, directores de beneficios y aseguradoras de la salud. La insulina ve su precio reajustarse tanto como cuatro veces aparte del precio “de lista”, antes que pueda ser comprado por un consumidor. En cada etapa, el reembolso se basa en un porcentaje del precio de lista. Así que, entre más alto sea el precio de lista, mejores los rendimientos para cada participante en el proceso ̶ aún si ningún paciente en vez alguna paga el precio de lista.

Incluso más oscura es la práctica de ofrecer grandes descuentos a compañías aseguradoras, administradores de beneficios, a quienes las recetan y a otros empleados cuyo rol es decidir (y limitar) qué productos de insulina pueden comprar los pacientes cubiertos. Las aseguradoras y planes de salud pagan un precio negociado muy por debajo de la lista, pero, a menudo, lo que los pacientes pagarán está muy por encima. La diferencia, un porcentaje de ese precio de lista inflado, sirve como mordida de las compañías de medicinas a cualquiera que lleve a pacientes hacia sus productos más caros. Demandas legales conjuntas en Minnesota, Nueva Jersey, Washington y Nuevo México están exponiendo la manipulación sistemática de los precios de la insulina, por manufactureros, aseguradoras, y farmacias.

A través de esta red nebulosa de tácticas intimidatorias y negociaciones con información privilegiada, las agencias gubernamentales y donantes empresariales de campañas políticas conspiran para negarles a los pacientes los beneficios de la competencia del mercado.
Pacientes desesperados pagan más porque no tienen otra alternativa adónde acudir ̶ y su angustia es deliberada y diseñada.

La doctora Laura Williams enseña estrategia de las comunicaciones a estudiantes universitarios y a ejecutivos. Es una impulsora apasionada del pensamiento crítico, de las libertades individuales y de la Coma de Oxford.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.