Pensándolo bien, el autor tiene mucha razón.

NO HAY TAL COSA COMO UN EXPERTO EN SALUD PÚBLICA

Por Jordan Schachtel
American Institute for Economic Research
24 de marzo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jordan schachtel institute for economic research expert March 24, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Desde el inicio de la COVIDmanía, se nos ha dicho que “escuchemos a los expertos en salud pública.” El gobierno y los medios corporativos nos han identificado en esta categoría a individuos (el Dr. Fauci, Rachel Levine, Tedros Adhanom, Bill Gates) y grupos (los CDV, la OMS, la Fundación Gates, el Imperial College, etcétera) como supuestamente los mejores recursos allí afuera para tratar con la pandemia y la diseminación de la enfermedad. ¿Quiere saber cómo lidiar con el COVID-19? Siga las órdenes de los expertos omnisapientes de la salud pública, se nos dice.

Bueno, tenemos más de un año en esta cosa, el mundo libre está en pedazos, y virtualmente todo lo recomendado por estos expertos de supuesta clase mundial ha resultado en caos y devastación total.

Los “expertos en salud pública” nos dijeron que las cuarentenas fueron la clave de nuestra salvación. Cuando eso no funcionó, hicieron la misma cosa con las mascarillas, horas de llegada, distanciamiento físico y cosas parecidas. Todo lo habían resuelto, hasta que no lo lograron, y destruyeron decenas de millones de vidas en sus intentos por resolver un problema viral. Así, ¿cómo podían estos altamente promocionados “expertos” hacer que todo terminara catastróficamente mal?

Y, en todo caso, ¿qué es exactamente un experto en salud pública?

En la sociedad hay abundancia de ejemplos de expertos en salud individual.

Un dentista puede ayudarle a un paciente a entender las mejores prácticas de salud oral. Un profesional de la puesta en forma [fitness] puede ayudarle a un cliente a lograr una salud metabólica óptima. Un nutricionista puede decirle a usted qué comer para mantenerse saludable. Un fisioterapeuta puede optimizar su recuperación ante una lesión. Un ortopedista puede evaluar la salud de un hueso. Esos no son sino un puñado de docenas de ejemplos de especialistas en salud individual.

Ahora bien, ¿qué puede hacer por usted exactamente un “experto en salud pública,” y cómo lo define usted?

Bueno, es allí cuando usted encuentra algunos obstáculos. Y, si usted digita en Google “definición de experto en salud pública,” obtendrá 40 respuestas diferentes de 40 departamentos distintos de la academia y salud pública del gobierno. Las respuestas oscilan entre “profesionales en ese ámbito luchan por definir precisamente la salud pública” hasta “la ciencia y arte de prevenir la enfermedad.”

Esto es porque la salud pública no es una ciencia verdadera. Tómelo de mi parte, como alguien quien estudió otra forma falsa de ciencia (ciencia política) como estudiante universitario. Así como el “bien común” no es bueno para todos, Salud Pública sufre de los mismos fallos innatos como un concepto de salud. Lo que es bueno para Juan, pues no ser bueno para Juana. Lo que es mejor para Catalina, puede no ser lo mejor para Carlos. Un intento por optimizar y perfeccionar la “salud pública” inevitablemente resultará en caos, tal como hemos visto suceder en el curso del año pasado.

Usted puede agradecerles a “expertos en salud pública” por hacer normales las cuarentenas a saludables, usar mascarillas al aire libre, tener distanciamiento social de 6 pies, imponer horas límite de llegada en las noches, generalizar cuarentanas en la sociedad y una abundancia de otras medidas místicas de control de la población, que se pusieron en práctica (y fallaron en tener éxito en el combate de un virus) en nombre de la ciencia.

La salud individual es para la salud público lo que es la libertad para el totalitarismo. El momento en que se aleja de tratar individuos, e intenta colectivizar una población, usted no es tanto un experto como un loco por el control autoritario disfrazado de un experto.

Fauci no es un experto en salud pública, es un inmunólogo sediento de poder. Bill Gates no es un experto en salud pública, es un tecnócrata maníaco. Los CDC y la OMS no poseen experiencia en salud pública, son burocracias abultadas que históricamente ofrecen recomendaciones pobres para lidiar con la diseminación de la enfermedad y otros temas sociales.

Ninguna persona o grupo puede reclamar la responsabilidad de la salud pública, y ninguna persona o grupo puede afirmar que conoce lo que es mejor para el colectivo, así como ningún líder debería tomar decisiones devastadoras para “mayor bien” de la sociedad. Los autoproclamados expertos en salud pública son, en realidad, nada más que aspirantes a autócratas, que resulta que pueblan gobiernos y departamentos académicos. Dada la ausencia de experticia o competencia verdadera en esos ámbitos, no debería ser una sorpresa que esos mismos individuos, además, resulta que tienen registros históricos atroces, a la hora de prevenir y tratar la diseminación de la enfermedad.

Reimpreso del blog del autor.

Jordan Schachtel es un periodista investigativo y analista de política externa basado en Washington, D.C.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.