¿Cuándo las descubrirán nuestros medios escritos, telenoticieros, programas de entrevistas, revistas?

AL FIN EL NEW YORK TIMES DESCUBRE LAS CONSECUENCIAS NO PREVISTAS

Por Jon Miltimore

Fundación para la Educación Económica
Sábado 13 de febrero del 2021

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El hecho de que incluso el New York Times al fin está empezando a discutir acerca de las consecuencias no previstas del “teatro de la higiene” del COVID-19, es una señal de que podemos estar yendo en la dirección correcta.

El New York Times publicó un artículo el pasado viernes bajo un simple encabezado: “Covid Absolutism.” [“Absolutismo del Covid.”]

El artículo empieza haciendo ver que, durante emergencias de salud pública, el absolutismo -la idea de que la gente debería de cesar algún o todo comportamiento que creara un riesgo adicional- es una respuesta tentadora. El escritor del Times David Leonhardt da varios ejemplos de este “absolutismo” hoy desplegado en Estados Unidos.

“La gente continúa gritándoles a corredores, caminantes y ciclistas que no están usando mascarillas. Este fin de semana, la Universidad de California en Berkeley prohibió el ejercicio al aire libre, con o sin mascarillas, diciendo que ‘El riesgo es real,’” escribe él. “La Universidad de Massachusetts en Amherst ha prohibido caminar al aire libre. Estimuló que los estudiantes hicieran ejercicio ‘buscando tener acceso a alimentos y participando en exámenes de Covid dos veces a la semana.’”

Ejemplos como estos son virtualmente interminables. Invitan a dos preguntas claves, hace ver Leonhardt: ¿Qué tan efectivos son estos comportamientos para reducir la diseminación del virus? y ¿existe alguna desventaja?

EL SURGIMIENTO DEL “TEATRO DE LA HIGIENE”

Como indica Leonhardt, muchas de estas acciones son en esencia una especie de “teatro de la higiene,” tema de un artículo reciente en la revista Atlantic escrito por Derek Thompson.

Básicamente, la frase se explica a sí misma. Según Leonhardt, estas acciones no están basadas en ciencia, y son primordialmente una forma de presentación teatral que tendrá poco o ningún impacto en la realidad.

“Prohibir la actividad al aire libre es poco posible que reduzca la diseminación del virus, tampoco está urgiendo a la gente para que use mascarillas al aire libre,” escribe él. “Alrededor del mundo, los científicos no han documentado ejemplos de transmisión al aire libre, a menos que la gente estuviera en una conversación muy próxima, me dijo la Dra. Muge Cevik, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Saint Andrews en Escocia.”

Así que la respuesta a la primera pregunta de Leonhardt -¿Qué tan efectivos son estos comportamientos para reducir la diseminación del virus?- no es difícil de responder; no son efectivas.

La segunda pregunta, y su respuesta, es más interesante.

LAS CONSECUENCIAS NO PREVISTAS DEL “TEATRO DE LA HIGIENE”

Uno puede verse tentado a afirmar que aun así estos tratos producen resultados positivos, pues es posible que hagan a la gente más consciente de la pandemia y reduzcan la diseminación del virus.

Tomar precauciones extremas es sólo “jugar a lo seguro.” ¿Qué daño hay en eso?


La respuesta es “mucho.” En primer lugar, afirma Leonhardt, no es parte de la naturaleza humana vivir en un estado perpetuo de precaución extrema.

“Asumir toda precaución posible es irreal,” escribe él. “Los seres humanos son criaturas sociales que anhelan la conexión y placer y que no todo el tiempo pueden minimizar el peligro.”

Tal vez más importante, dice que esa extrema precaución puede ser contraproducente y generar resultados que tienen el efecto opuesto al deseado. Él usa la crisis del SIDA como ejemplo, señalando que demonizar la relación sexual y asustar a la gente alejándola de ella, tuvo la consecuencia no prevista de aumentar el sexo no seguro.

Hoy parece estar operando un fenómeno similar.

“Decirles a los estadunidenses que usen mascarillas cuando son innecesarias, subvierte los esfuerzos por persuadir a más gente para que use mascarillas cuando ellas son vitales,” escribe Leonhardt.

Para muchos, probablemente esta declaración no suene como particularmente notable. Básicamente suena ser de sentido común, una variación de El Niño que Gritó Lobo, una de las famosa fábulas de Esopo, que enseñó que las falsas alarmas pueden dañar a los humanos, al inhibir su habilidad de detectar el peligro verdadero.

LA LECCIÓN ETERNA DE LAS CONSECUENCIAS NO PREVISTAS

La pandemia del COVID-19 ha sido un caso de estudio de las “consecuencias no previstas,” término popularizado por el sociólogo estadounidense Robert K. Merton en el siglo XX. Básicamente, es la idea de que virtualmente toda acción trae asociados resultados imprevistos o inesperados.

El economista francés Frédéric Bastiat aludió a este concepto en su famoso ensayo, “Lo que se ve, y lo que no se ve.”

“En el departamento de la economía, un acto, un hábito, una institución, una ley, da nacimiento no sólo a un resultado, sino a una serie de consecuencias,” escribió Bastiat.

El problema, hizo ver él, es que raramente los humanos les ponen atención a los efectos no vistos o no anticipados de una acción o política determinada. Ignorar estos resultados es uno de los grandes errores en la política pública, hizo ver en una ocasión el laureado con el Nobel Milton Friedman.

Por desgracia, ignorar las consecuencias no previstas y enfocarse en las intenciones es precisamente lo que vimos en el 2020, y nadie ha sido más culpable de ello que el Times.

Si usted busca artículos que discuten acerca de las consecuencias no previstas de las políticas ante el COVID-19, que son ilimitadas, virtualmente no encontrará algo en sus sitios. Yo pude encontrar dos artículos usando la frase “unintended consequences” [“consecuencias imprevistas”] de las cuarentenas por el COVID.

Un artículo, publicado en setiembre, es un perfil de la Dra. Bonnie Henry, médica canadiense y destacada doctora de Columbia Británica, quien habló de minimizar las consecuencias no previstas de las intervenciones gubernamentales. El otro artículo es uno de mayo, que discutió acerca de cómo las cuarentenas podrían terminar en un aumento de la enfermedad mental.

La ausencia de cobertura es desafortunada. El Times es uno de los periódicos más influyentes del mundo. Tiene un alcance enorme y un personal de noticias de 1.300 personas. Y, a pesar de ello ̶ nuestro pequeño equipo en la FEE ha producido más artículos acerca de las consecuencias no previstas de las cuarentenas, que la Dama Gris [Nota del traductor: nombre que se le da afectuosamente a dicho medio].

A nadie se sirve ignorando las consecuencias no previstas. (Bueno, tal vez a los políticos.) Si vamos a entender el daño provocado en el 2020 y prevenirlo en el futuro, las cuarentenas deben juzgarse por sus consecuencias reales, no por los fines para los que se diseñaron.

Y las consecuencias adversas no previstas de las cuarentenas son legión.

El hecho de que incluso el New York Times al fin está empezando a discutir las consecuencias no previstas de las acciones inspiradas por el COVID-19, es una señal de que podemos, no importa que tan atrasadamente, estar yendo en la dirección correcta.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune. Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.