EL NEW YORK TIMES DISCUTE CONSIGO MISMO ACERCA DE BIDEN E IMPUESTOS

Por John Tamny
American Institute for Economic Research
6 de mayo del 2021

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El pasado jueves, el New York Times reportó lo que debería ser obvio, pero que elude a la mayoría en nuestro medio: el rico paga la vasta mayoría de impuestos recaudados. Por mucho.

Esta es una afirmación de lo obviamente simplemente, pues los “pocos vitales” impulsan todo progreso en todos los ámbitos de nuestras vidas. Piense en la Asociación Nacional de Basquetbol de Estados Unidos (NBA por sus siglas en inglés), antes de Larry Bird, Magic Johnson y Michael Jordan, piense en la Asociación Nacional de Profesionales de Golf de Estados Unidos (PGA por sus siglas en inglés), antes de Tiger Woods, piense cómo esa escasa película exitosa paga por toda clase de pequeñas películas, sin armas, choques de vehículos, y explosiones.

Puesto en sencillo, lo que es grandioso es una consecuencia de los gigantes en cuyos hombros descansamos. Los pocos muy talentosos nos empujan hacia adelante. Los políticos ignoran esta verdad a su propio riesgo, y para nuestro detrimento.

El Times reportó que “casi la mitad del impuesto personal al ingreso que California recauda, proviene del 1 por ciento más alto de quienes ganan en el estado.” Sí. Lo que es cierto allí, también es verdad nacionalmente. Ver arriba.

Así que, aunque es cierto que los ricos pagan la mayoría de las cuentas del gobierno, esa no es una realidad feliz. Y es lógicamente menos feliz para aquellos quienes tienen lo menos. California muestra por qué. Por favor, continúe leyendo.

Cuando el Times salió con el reporte, gracias a un aumento en los ingresos tributarios del Golden State relacionados con Ofertas Pública de Venta (IPO por sus siglas en inglés) y, más generalmente, por un mercado de valores creciente, California tiene un “excedente” presupuestario elevado. Traducido para quienes lo necesitan, Gavin Newsom y otros en el estado tendrán más dólares con los cuales planificar la economía de California; siendo esta la quinta economía del mundo si fuera un país. Es un recordatorio de que, mientras que el progreso económico y la creación de riqueza son cosas buenas, el aumento subsecuente en ingresos tributarios no lo es. Lo que empodera a políticos, y lo que permite mayor endeudamiento por parte de esos mismos políticos, generalmente no lo es. Pero, este no es el punto principal de este comentario.

El punto principal es lo que está sucediendo, tal que los más ricos de California están básicamente apechugando con la carga impositiva del estado. Los son pues o bien están fundando compañías innovadoras del mañana; eso o que sus ahorros están haciendo posibles las compañías de mañana. Estas son las mismas empresas que continúan impulsando hacia abajo los costos de la comunicación (¿quién sigue preocupado por el costo de hacer llamadas a larga distancia?), el costo de tener acceso a información (en cualquier lado que usted mire a alguien, está tecleando en un supercomputador que calza en su bolsillo), el costo de los bienes de mercado (comunicaciones globales baratas significan que podemos tener acceso a la abundancia del mundo a través de un clic a un ratón o de un dedazo en un teléfono), sin dejar de mencionar el impulso ardiente de parte de tecnólogos de la costa oeste por borrar toda clase de enfermedades mortales.

En resumen, el 1 por ciento de California está incansablemente trayendo el futuro al presente, a la vez que lanza hacia abajo el costo de todo.
Hace todo eso mientras que amplía nuestras vidas. Tiene enormes cantidades de “dinero” precisamente porque tiene tantas habilidades para expandir aquello por lo que se pueden intercambiar los dólares (junto con los euros, yenes, yuanes, libras, etcétera) de nuestros bolsillos.

Esto merece mencionarse en consideración al comentario más bien reverencial del reportero del Times, Jim Tankersley, acerca del discurso televisado ese mismo día del presidente Biden. Decir que fue rodado por las promesas hechas por Biden con el dinero de otros, brinda un nuevo significado a subestimación.

Tankersley escribió con gran entusiasmo acerca del “eje principal” del primer discurso de Biden, que fue, es, y siempre será, dádivas para todos a cargo del gobierno. Que ese gobierno no tiene nada que regalar en ausencia de ricos que producen una enorme cantidad de riqueza (vea a California, vea adónde es que se financia el Tesoro de Estados Unidos) no parece preocuparle a Tankersley. Tal vez es que no lee la sección de negocios de su patrono. Dado que tal vez no lo hace, las secciones A y B estuvieron discutiendo la una con la otra.

En el caso de Tankersley, él escribe sin ironía o escepticismo que la miríada de promesas de Biden “será pagada recolectando $4 millones de millones en ingresos tributarios de quienes tienen altos ingresos y empresas.” ¿Por dónde empieza uno?

Oh, bueno, para fines de este comentario vale la pena recordar a los lectores por qué “quienes tienen altos ingresos y las corporaciones” de Estados Unidos, tienen, en primer lugar, tanta riqueza. La tienen porque rutinariamente producen bienes y servicios para individuos de todas las categorías de ingreso, los que previamente no estaban a su alcance. La creación de riqueza es más a menudo una consecuencia de la producción en masa, así como lo es la prosperidad empresarial.

Lo cual plantea una pregunta obvia: más allá de la inmoralidad del político al usar el código tributario para penalizar una pequeña minoría en Estados Unidos (todo este tiempo, los políticos y sus facilitadores mediáticos afirman aborrecer la discriminación…), ¿no entienden ellos la enorme impracticabilidad de eso? Mejor aún, ¿no ven ellos qué tan cruel su tratamiento enfermizo de una pequeña minoría es para los estadounidenses en general, incluyendo minorías? Piense en ello.

Como lo atestiguan una vez más los aumentos de ingresos tributarios de California, el 1 por ciento más alto llegó a esa posición haciendo que la vida fuera mejor, más saludable, por mayor tiempo y más barata para el 99 por ciento. Entonces, qué tan horrendo es para California gravar tan fuertemente a sus ciudadanos más prósperos. Qué tan horrendo es para el resto de nosotros que Biden intente y movilice al Congreso para que respalde tasas de impuestos más confiscatorias sobre “quienes tienen altos ingresos y las empresas.” Ciertamente que el 1 por ciento perderá, pero el 99%, que descansa en los frutos de su inversión y creatividad intrépidas, realmente perderá.

En verdad, qué tanto retroceso y confusión es tomar del productivo para dárselo a políticos constreñidos por lo conocido, gente que, en virtud de su deseo por impulsar desesperadamente su presente económico, lo hace restringiendo un futuro mucho mejor. Los políticos protegen al ahora, los inversionistas y empresarios nos lo traen después. Biden quiere sofocar la llegada de lo que es actualmente inimaginable. No es así, según Tankersley. Como lo pone ingenuamente, “Lo que el presidente está prometiendo del gobierno en los años venideros es una larga lista de mejoras tangibles en las vidas diarias de los estadounidenses.” No, eso no es cierto.

Es por su dinero por lo que puede ser intercambiado. El gasto gubernamental, por su propio nombre, es la asignación politizada de riqueza valiosa primeramente creada en el sector privado. En otras palabras, al limitar la inversión, el gasto gubernamental retrasa la producción masiva de los lujos de ayer y de lo que se debe tener mañana. La página B1 del New York Times del 29 de abril nos muestra por qué esto es cierto.

Reimpreso de RealClearMarkets

John Tamny, compañero de investigación de AIER, es editor de RealClearMarkets. Su libro acerca de corrientes ideológicas actuales es: They Are Both Wrong (AIER, 2019)

Traducido por Jorge Corrales Quesada.