Los acuerdos sociales básicos y lo que significa cada uno de ellos, en contraste con el acuerdo burgués.

HAGAMOS UN TRATO: EL TRATO BURGUÉS ENTRE MUCHOS OTROS

Por Art Carden
American Institute for Economic Research
8 de mayo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como art carden american institute for economic research deal May 8, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

En su trilogía de libros acerca de lo que ella llama la “Era Burguesa,” Deirdre McCloskey afirma que debemos nuestra prosperidad al Trato Burgués, un consenso social amplio que abraza la innovación probada en el mercado. En nuestro libro Leave Me Alone and I’ll Make You Rich: How the Bourgeois Deal Enriched the World, la profesora McCloskey y yo condensamos, elaboramos e ilustramos. El Trato Burgués -en resumen “Déjenme sólo para comprar, vender, innovar, y poner a prueba mis ideas en los mercados, y yo haré que usted de enriquezca”- de hecho, ha conducido a un Gran Enriquecimiento del mundo, que empezó en el noroeste de Europa y ahora amenaza con hacer que la pobreza sea historia. En contraste, Los Tratos no Burgueses -el Trato de la Sangre Azul, el Trato Bismarckiano, el Trato Bolchevique, y, finalmente, el Trato Burocrático- nos han atado, limitado, y, en última instancia, empobrecidos más que lo que de otro modo seríamos.

La jerarquía y desigualdad unen a los Tratos no Burgueses, que son sólo “tratos” en el tanto en que el término se puede aplicar a un entendimiento entre no iguales, uno de quienes tiene una pistola bajo la mesa. No piense que esta pistola es una metáfora, le aseguro, la pistola es muy, muy, real. Trate de romper el Trato de la Sangre Azul en el calamitoso siglo XIV (Muy bien, correcto ̶ puede no haber sido una pistola en el siglo XIV) o el Trato Bolchevique en Rusia después de la Revolución, o el Trato Burocrático de un altamente acreditado Rajá Estadounidense de los Permisos, y vea adonde le lleva eso. He aquí los Tratos, y, resumidamente, qué significan ellos.

El Trato de la Sangre Azul: En su trilogía acerca de la Era Burguesa, McCloskey llama a este el Trato Aristocrático. Lo llamamos el Trato de la Sangre Azul con fines aliterativos. [Nota del traductor: aliteración: repetición o reiteración de sonidos similares en una frase]. Exalta el rango y distinción, sangre y nacimiento. Es el Trato de la Mesa Redonda del Rey Arturo, en que el bueno y gentil realiza acciones piadosas y un servicio condescendiente, pues son grandiosos. En su versión más dura, es la arrogancia de la Reina Jadis en El Sobrino del Mago [Las Crónicas de Narnia, 1] al principiar la Inglaterra del siglo XX y ordenándole al Tío Andrés:

“Consígueme un carruaje o una alfombra voladora o un dragón bien adiestrado, o lo que acostumbre utilizar la gente de la realeza y la nobleza en tu país. Luego llévame a lugares donde pueda conseguir ropas, joyas y esclavos dignos de mi categoría. Mañana iniciaré la conquista de este mundo.”

Los caballeros y la Reina Jadis no son sólo engrandecidos por sus acciones: más bien, su grandeza crea para ellos un puñado de obligaciones y prerrogativas nobles. El Trato de la Sangre Azul concentra a soldados británicos en Agincourt, al lado de Enrique V, no porque ganar la batalla mejorará las vidas del hombre o mujer británico promedio, sino porque traerá gloria a Enrique y aliviará la condición del soldado, quien, en años venideros, puede mostrar las cicatrices de las heridas que sufrió el Día de San Crispín. El Trato de la Sangre Azul abraza y alaba las hazañas de las armas en el campo de batalla, pero se ríe con regocijo o desdén ante la idea de dignidad para el ejecutivo exhausto de un día de tomar decisiones muy importantes, en aras de los accionistas sin nombre y sin rostro.

El Trato Bolchevique: Honra al Partido y a aquellos que desean planificar cada aspecto de su vida. Ellos pueden ser tiranos sedientos de sangre, pero su sed de sangre y su tiranía sirven a la visión muy noble expresada en “Imagine” de John Lennon y en correos en twitter de progresistas. Es un Trato rodeado por la obligación: lo hemos hecho por usted (aun cuando usted no preguntó, o estuvo de acuerdo con el contrato social). En sus formas más moderadas, apunta a la infraestructura que apoya a pequeños negocios y dice, con Barack Obama o Elizabeth Warren, “Usted no construyó eso,” ignorando todo el tiempo que los superricos pagan impuestos fuera de proporción a su ingreso.
Dice, “Usted tiene, y por supuesto, tenerlo hace que otros no lo tengan, Por tanto, usted nos lo debe a nosotros. Cállese, obedezca, no haga las preguntas equivocadas, y, tal vez, no le pondremos una bala en su cabeza o lo enviaremos a pasar hambre o congelarse hasta la muerte en un gulag.”

El Trato Bismarckiano: Obviamente, el trato obtiene su nombre del Canciller de Hierro alemán, Otto von Bismarck, y de los esquemas de seguridad social que él puso en práctica para aislar a los socialistas. Nos dice, en breve, que renunciemos a las instituciones que operan imperfectamente de la sociedad civil. Que ignoremos lo que el historiador David Beito y el historiador económico John E. Murray han encontrado, y que abracemos al estado como nuestro guardián, desde la cuna hasta la tumba. El estado es un dios o un padre sustituto que les alimentará y les educará. El estado cuidará de ustedes en su ancianidad y en el caso de un accidente que los dejen incapacitados para trabajar. No importa que el dinero que ellos ponen en su bolsillo derecho venga desde su bolsillo izquierdo, o del bolsillo de alguien más. Vea al Estado como su guardián noble, sabio, y adecuado, y todo le saldrá bien ̶ en particular, el estado Bismarckiano los defenderá de los bolcheviques y de la burguesía.

El Trato Burocrático: Este es el Trato del estado administrativo. Dice “Hónreme y delegue en mí en virtud de mi experticia (como lo indica mi título de maestría o de Educación o mis otras credenciales). Siga a La Ciencia (la que yo produzco e interpreto), y busque obtener permiso cada instante del tiempo en que usted quiera abrir un nuevo negocio o introducir un producto nuevo o venir con una forma nueva para producir un viejo producto. Es el Trato de los empujoncitos, el trato del permiso para todo. Es el Trato de la economía del comportamiento aplicado, que dice, parafraseando al filósofo David Schmidtz, “Nosotros manejamos pobremente nuestras vidas, pero manejaremos bien las vidas de otros.”

El Trato Burgués: Entre tanto, el Trato Burgués dice “Médico, cúrate a ti mismo.” Nosotros decimos que el Trato Burgués es el Trato apropiado para una sociedad de hombres y mujeres sin amos: dice que me dejen sólo, un adulto totalmente crecido, para que trace mis propios caminos e intente nuevas cosas. En especial, no espere que le pida permiso a usted o a la Compañía Estadounidense Consolidada de Trampas para Ratones, para producir, vender, y mercadear lo que yo pienso será una trampa mejor para ratones que cualquier cosa que ellos ofrecen. A regañadientes, admito que la gente imitará mis innovaciones o, al menos, vendrá con innovaciones propias que conducen a una mejor trampa para ratones, y, por tanto, no espero que mis utilidades inusuales duren por mucho tiempo, antes que verme aceptando de mala gana una tasa normal de rendimiento ̶ aunque admitiré, al ver a muchos de esos otros tratos, que ellos parecen ser muy buenos una vez que tengo el mío. Para el momento en que yo haya terminado, haré que ustedes -mis clientes, mis accionistas, mis tenedores de bonos, y mis asociados en la empresa- se enriquezcan.

El laureado con el Nobel James M Buchanan y sus acólitos en la Escuela de Virginia de economía política, buscó desarrollar un análisis político-económico para una sociedad de iguales naturales. Sólo el igualitarismo radical del Trato Burgués realmente encaja a la perfección. Los tratos no burgueses parecen enmascarar un desprecio pobremente tapado hacia otros seres humanos, quienes, si no se controlan, tomarán las elecciones erradas. Como lo dijo famosamente H.L. Mencken, la urgencia por salvar la humanidad es casi siempre un rostro falso para un deseo de gobernarla. Hemos pagado la cuenta del carnicero durante generaciones de humanitarios e inquisidores bondadosos que emplean guillotinas. Tal vez, deberíamos crecer un poco y tomar un rumbo diferente.

Partes de este artículo están ligeramente adaptadas del capítulo 20 de Leave Me Alone and I’ll Make You Rich: How the Bourgeois Deal Enriched the World, de Deirdre McCloskey y Art Carden.

Art Carden es compañero sénior del American Institute for Economic Research. También es profesor asociado de Economía en la Universidad Samford, en Birmingham, Alabama.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.