Competir con base en lo que se tiene y se es y que se puede tener y ser, sin necesidad de ser lo que no se quiere ser.

COMPETIR CON CHINA NO DEBERÍA REQUERIR QUE LLEGUEMOS A SER MÁS COMO CHINA

Por Ethan Yang
American Institute for Economic Research
6 de mayo del 2021

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El presidente Joe Biden dio un discurso ante la Sesión Conjunta del Congreso de Estados Unidos el 28 de abril del 2021, en el que hizo el siguiente señalamiento que debería verse como una bandera roja de advertencia:

“Estados Unidos está moviéndose -moviéndose hacia adelante- pero ahora no podemos detenernos. Estamos en competencia con China y otros países para ganar el siglo XXI. Estamos en un gran punto de inflexión en la historia.”

Ante todo, ¿qué es lo que siquiera significa “ganar el siglo XXI”? ¿Incluso cómo “competimos con China” para ganar un siglo? ¿En qué estamos compitiendo? ¿Conflicto militar? Espero que no. ¿Comercio? El comercio no es una competencia que usted puede “ganar.” La última vez que lo revise, las relaciones internacionales no eran un concurso de atletismo.

No debería requerirse tener un trasfondo en ciencia política para entender dónde es que va Joe Biden con su declaración, pues en el discurso él dijo lo que quería dar a entender.

Cuando Biden dijo que quería competir con China, no se estaba refiriendo a un plan enfocado en contener la expansión militar china, frenar la expansión del autoritarismo, y mantener la primacía de Estados Unidos en el Asia Pacífico. Él dijo lo siguiente:

“Tenemos que volver a construir mejor. Tenemos que competir más vigorosamente de como lo hemos hecho.

A lo largo de nuestra historia, si piensa acerca de eso, la inversión pública y la infraestructura han transformado a Estados Unidos ̶ nuestras actitudes, así como nuestras oportunidades.

El ferrocarril transcontinental, las carreteras interestatales unieron dos océanos y trajeron una totalmente nueva era de progreso a los Estados Unidos de América.

Escuelas públicas universales y ayuda para universidades abrieron ampliamente las puertas de oportunidad.

Los descubrimientos científicos nos llevaron a la Luna ̶ ahora estamos en Marte; descubriendo vacunas; nos dieron la Internet y mucho más.

Estas son las inversiones que hicimos juntos como un país, e inversiones que sólo el gobierno estaba en posición de hacer. Una y otra vez, nos impulsan hacia el futuro.”

Este no es un plan para contener la influencia de China. Es un plan para ver cuál país puede gastar más dinero a nivel federal y planificar centralmente todo. Este impulso neo keynesiano se basa en los viejos modelos cansados de gasto estatal y planificación central. No es una plataforma innovadora u osada, es la misma canasta de ideas que fue totalmente desacreditada en los años de 1970, mientras que el poder del libre comercio y mercados liberalizados hicieron del mundo un lugar más próspero.

EN QUÉ SE EQUIVOCA BIDEN ACERCA DE CHINA

El tema evidente a mano es que Biden se está enfocando en los asuntos equivocados en lo que tiene que ver con China. Está suponiendo que China se hizo rica y poderosa debido a que tiene un estado activo y grande, cuando lo opuesto es la verdad. La razón del rápido progreso económico de China fue sus políticas de liberalización de los mercados en 1978, después de los horrores de las políticas comunistas de Mao Zedong. Incluso en la actualidad China mantiene un enfoque leninista hacia la economía política, que, en esencia, es una forma de socialismo que acepta el uso de los mercados para adquirir poder, sin bien con fuertes dosis de control estatal. Es la existencia de mercados en China lo que le ha dado recursos para financiar infraestructura y expansión militar, no a la inversa. Con una población cuatro veces más grande que la de Estados Unidos, China está boxeando muy por debajo de su peso, mientras que, en comparación, Estados Unidos está boxeando muy por arriba del suyo. La relevancia económica y militar formidable de China se debe en esencia a su población masiva, no a la brillantez de su modelo político. El exacto opuesto es cierto acerca de Estados Unidos.

Aunque China se está desarrollando rápidamente, lo que es bueno tanto los chinos como para el mundo, su PIB posiblemente está inflado debido a la manipulación cuidadosa de cifras de producción, así como de sus famosamente ambiciosos proyectos de infraestructura en algún grado inútiles, que la administración Biden quiere emular. Un estudio publicado por el profesor de contabilidad de Yale, Frank Zhang, sugiere que,

“Los gobiernos chinos locales a menudo inflan sus cifras del PIB para poder cumplir con metas. Algunos funcionarios lo hacen al impulsar proyectos sin valor económico a largo plazo, tales como inversiones innecesarias en infraestructura, mientras que otros del todo fabrican los números.”

Los chinos están construyendo puentes que no llegan a ningún lado, lo que no sólo infla sus números del PIB para dar impresión de fuerza, sino que es también altamente contraproducente. Hay ciudades enteras que han sido construidas y están casi vacías. Esto es en resumen planificación central y debemos dejar esa idea en el siglo XX. El gasto en infraestructura debería mantenerse con prudencia y Estados Unidos deberían continuar descansando en su sector privado innovador, que es aún la envidia del mundo. Esta es exactamente la razón de por qué los chinos han obligado a trasferencias obligadas de propiedad intelectual desde empresas estadounidenses que desean hacer negocios en China, y no a la inversa.

El modelo de China de intervención estatal frecuente y grandes gastos públicos son también sumamente dañinos para su crecimiento a largo plazo. Sus políticas limitadas de mercado, combinadas con su población masiva, dan lugar a un PIB total grande, pero su PIB per cápita es aún tristemente bajo comparado con el de Estados Unidos. Escribe la CNBC,

“Con cerca de cuatro veces el número de personas en Estados Unidos, el PIB per cápita de China aumentó a alrededor de $11.000 en el 2020, mientras que aquel de Estados Unidos fue más de cinco veces mayor, de $63.200.”

En modo alguno, la persona promedio en China carece de recursos y no tiene acceso a cualquier cosa que se acerca al mismo estándar de vida de aquellas en Estados Unidos, pues el ambiente de política económica en China no conduce a una prosperidad diseminada. Uno sólo necesita ver las políticas de mercado practicadas en regiones autónomas especiales de China, como Hong Kong y Macao, que son tan ricas, si no es que más ricas, como muchos países occidentales, para darse cuenta de la realidad impactante de la actividad económica intervencionista de China.

El cuadro “PIB per cápita, Paridad de Poder Adquisitivo (en $ corrientes internacionales) – Macao, Región Administrativa Espacial de China. Hong Kong, Región Administrativa Especial China” puede verse en ethan yang institute for economic research China May 6, 2021.

En todo caso, cuando vemos a China, deberíamos ver un caso de estudio de por qué los valores tradicionales estadounidenses de mercado y apertura generan prosperidad, no por el gobierno grande.

Un reporte publicado por el American Enterprise Institute incluso predice que la economía china está destinada a estancarse. Las razones incluyen una población que envejece, una deuda creciente, dominio estatal de la economía, y poca posibilidad de que adopte políticas pro crecimiento, como una liberalización mayor de los mercados. A China lo iría mejor si adoptara reformas similares a los valores estadounidenses tradicionales, tales como una inmigración liberal para ajustarse ante una fuerza de trabajo que envejece, fundamentos de un gobierno limitado para facilitar la obtención de deuda, privatización para mitigar la ineficiencia de los monopolios propiedad del estado, y mercados libres que impulsen la innovación.

La ironía de la situación es que todos estos principios están bajo ataque aquí en Estados Unidos. Al ver nuestra rivalidad geopolítica con China, deberíamos ver una razón clara de por qué necesitamos enfatizar nuestros principios esenciales, no para cambiarlos.

LECCIONES CLAVES

Sería tonto sugerir que Estados Unidos no se encuentran en una rivalidad geopolítica existencial con la República Popular China. Sin embargo, esa rivalidad se caracteriza por objetivos estratégicos, económicos y derechos humanos específicos, no en una carrera de gasto federal.
Invocar nuestra rivalidad geopolítica con China como excusa vaga para impulsar una expansión radical del gobierno federal de Estados Unidos es, o bien un gato por liebre engañoso, o una agenda de política mal orientada. No sorprendería que fuera ambas cosas.

Cuando hablamos acerca de competir con China para ganar el siglo XXI, primero necesitamos tener muy claro qué significa eso. La retórica del presidente Biden parece sugerir que él sólo quiere usar las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China como excusa para que se apruebe su lista de políticas de gobierno grande. La expansión masiva de poder estatal en la economía estadounidense no es una innovación novedosa como respuesta a China, sino un sueño fallido y cansado mantenido por Progresistas desde temprano el siglo XX. Si Biden fuera serio acerca de competir geopolíticamente con los chinos, hay dos pasos básicos que puede tomar y que funcionarían. El primero es asegurarse que Estados Unidos tiene las capacidades estratégicas y militares para contener a China, lo que incluye construir nuevas relaciones y sacar a Estados Unidos de aventuras militares innecesarias. La segunda es asegurarse que la economía estadounidense permanece siendo una de las más respetadas en el mundo, aprobando domésticamente políticas pro crecimiento y siendo líder en el libre comercio global. Nada de esto requiere que exploten los gastos gubernamentales.

Ethan Yang se unió al American Institute for Economic Affairs (AIER) en el 2020 como pasante en la parte editorial y es graduado del Trinity College. Recibió un BA en Ciencia Política junto con una materia secundaria en Estudios Legales y Organizaciones Formales. Sirve actualmente como Coordinador de la Región Noreste de Estudiantes por la Libertad y como director del Centro para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College. Previo a unirse al AIER, fue pasante en organizaciones como el American Legislative Exchange Council, en el Senado del estado de Connecticut y en el Cause of Action Institute. Actualmente, Ethan tiene su base en Washington, D.C.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.