Estos conceptos son muy importantes, pues llegan al meollo del asunto de las decisiones centralizadas, que inhiben cualquier forma alternativa a las introducidas por el planificador central o por el único que toma las decisiones. Eso impide la comparación de los resultados de las alternativas de políticas y no la receta de talla única que muchas veces se nos quiere imponer.

GOBERNANZA DEL MERCADO Y POLICENTRISMO

Por Jack Nicastro & Ethan Yang
American Institute for Economic Research
19 de febrero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jack nicastro & ethan yang institute for economic research polycentrism February 19, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

La conversación contemporánea relacionada con el mercado versus el estado es una que tiende a enfocarse en juicios de valor entre ambición y altruismo, prosperidad e igualdad y, en especial últimamente, entre libertad y seguridad. No obstante, hay un debate mucho más importante y existencial en relación a si el mercado o el estado es el mecanismo óptimo a través del cual organizar la sociedad, Los recursos existentes son limitados y el florecimiento de la sociedad y de aquellos dentro de ella clama por el método óptimo de asignar los bienes y servicios a la luz de una demanda ilimitada.

En el estado natural de la humanidad, la pobreza y privación son la línea básica. Alguna forma de sistema, sea el mercado o el estado, se necesita para crear las condiciones de autosuperación mediante la creación de valor y el intercambio a partir de él. Para administrar la sociedad, necesitamos un sistema de gobernanza; ya sea uno de libertad y mercados o uno de autoridad y orden. Este debate relacionado con el mercado libre versus la planificación central, de la libertad versus la autoridad, es uno que se ha extendido durante más de cien años en el Mundo Occidental. Este ensayo busca profundizar esta conversación al exponer acerca de los sistemas de gobernanza que existen dentro del mercado libre, que le permiten ser una forma superior de administración social, en vez de simplemente un reino caótico de intersecciones auto interesadas.

LA IMPORTANCIA DE LA GOBERNANZA POLICÉNTRICA

La inspiración para este ensayo emana del trabajo de la laureada con el Nobel del 2009, Elinor Ostrom, cuyo trabajo empírico reveló la importancia de la gobernanza policéntrica; en esencia, una forma de gobierno en que el poder está descentralizado. Tal como está descrito en su biografía del Premio Nobel,

“Desafió la sabiduría convencional al demostrar cómo la propiedad local puede exitosamente ser administrada por comunidades locales, sin regulación de autoridades centrales o privatización.”

Su trabajo describió la necesidad de que el poder y derechos de formular decisiones estén dispersos, en vez de centralizados bajo una autoridad. En un ensayo, Ostrom escribió,

“La investigación ha demostrado repetidamente que el orden y un elevado desempeño son más posibles de lograr en economías públicas locales efectivas, establecidas dentro de sistemas nacionales más amplios, en que empresas gubernamentales y no gubernamentales, grandes, medianas, y pequeñas, se involucran en diversas relaciones cooperativas, así como competitivas (Frey y Eichenberger, 1996).”

El elemento más importante del trabajo de Ostrom es la separación del poder por la vía de la competencia y la diversidad en los derechos de
toma de decisiones. Los sistemas se llegan a corromper y a ser incompetentes cuando intereses poderosos de cualquier índole obtienen un monopolio sobre el poder. Ostrom es citada en un libro en el que ella dice,

“En el tanto en que las instrucciones estén sujetas a su captura por individuos oportunistas y al potencial de una dinámica perversa, un sistema político que tiene múltiples centros de poder en diferentes escalas brinda más oportunidades de innovar e intervenir para corregir la mala distribución de la autoridad y resultados. Así, es más posible que los sistemas policéntricos, en vez de los sistemas monocéntricos, ofrezcan incentivos que conducen a un cambio institucional organizado y que se autocorrige.”

Los sistemas eficientes de organización política son, a menudo, policéntricos pues son capaces de incorporar diversos intereses, empoderar a aquellos con mayor cercanía al problema, estimular la competencia entre intereses, y prevenir el dominio de intereses individuales.

Buscamos explorar a través de este medio de análisis cómo el mercado y los mecanismos de mercado actúan exitosamente en forma de una gobernanza policéntrica. Reconocemos que Ostrom no asevera que la privatización o gobernanza completa por el mercado sea representativa de la gobernanza policéntrica. En vez de eso, aboga por un sistema que emplea competentemente una combinación de mecanismos de estado y mercado para enfrentar ciertos problemas de acción colectiva. Reconocemos eso y, en vez de ello, buscamos usar su idea en relación con la gobernanza policéntrica, para explorar cómo el mercado y la libertad individual reflejan las instituciones de la gobernanza policéntrica.

LOS MERCADOS COMO UNA FORMA DE GOBERNANZA POLICÉNTRICA

Adam Smith lo observó y articuló en La Riqueza de las Naciones (1776):

“No es por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino por la consideración de sus propios intereses. Nos dirigimos, no a su humanidad sino a su amor propio, y nunca les hablamos de nuestras propias necesidades sino de sus ventajas.”

El simple hecho de que esta cita (o cierto parafraseo a partir de ella) es relativamente común en el habla de los estadounidenses, casi 250 años después de su publicación, es prueba de que Adam Smith identificó un hecho evidente de la naturaleza humana.

Muchos contemporáneos de Smith se opusieron a su atribución del interés propio como como responsable de una provisión eficiente de bienes y servicios para la sociedad, más bien viéndola como una admisión directa de fracaso moral. De hecho, mucha de la intelectualidad ha estado en grandes proporciones por milenios en guerra contra hacer dinero, las finanzas y egoísmo, como lo documenta Alan Kahan, en Mind vs. Money: The War Between Intellectuals and Capitalism.

En particular, un prominente filósofo político, Jean-Jacques Rousseau, arremetió contra la posición favorable de Smith acerca de la propiedad privada, en su texto esencial, The Social Contract and Discourses [El contrato social] (1762):

“El primer hombre a quien, cercando un terreno, se lo ocurrió decir esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores le habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: ‘¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!"

Por otra parte, están quienes sostienen que un sistema de derechos de propiedad privada, junto con el comercio y asociación voluntarios, resultan en una sociedad en que los individuos compiten, cooperan y todo mundo se ve mejorado por esos acuerdos policéntricos. Alexis de Tocqueville, durante toda su jornada a lo largo de Estados Unidos, como parte de una representación francesa para que se estudiara el sistema penal estadunidense, postuló ese argumento en su volumen esencial, Democracia en América (1835):

“El principio del interés bien entendido; se complacen en demostrar que un sensato egoísmo los lleva sin cesar a ayudarse unos a otros y les predispone a sacrificar en bien del Estado una parte de su tiempo y sus riquezas… Un estadounidense atiende sus preocupaciones privadas como si estuviera solo en el mundo, y al minuto siguiente se entrega a la riqueza común como si las hubiera olvidado. En un momento [el estadounidense] parece animado por la codicia más egoísta, en otro por el patriotismo más vivo.”

Uno puede pensar que la provisión para el bien común no necesita entrar en conflicto con el interés propio, sino que puede reconciliarse por gobiernos benévolos; esto es, un sistema monocéntrico de toma de decisiones y asignación de recursos. Esta misma persona puede pedir que gobiernos logren esta tarea, por así decirlo, al compensar el egoísmo identificado por Adam Smith mediante transferencias de riqueza desde los ambiciosos a quienes la necesitan. Al presentar quejas morales contra el uso de la coerción por el estado para administrar y distribuir recursos, uno puede pensar si los sistemas policéntricos pueden funcionar más eficientemente que un sistema planificado centralmente, en el reino del bien público y recursos del acervo común.

Investigación conducida por la laureada con el Nobel, Elinor Ostrom, revela que sistemas monocéntricos, de arriba hacia abajo, en la administración de recursos, en contra de la creencia popular, tienen un desempeño peor que los sistemas policéntricos. En el sector público, Ostrom y sus colegas investigadores condujeron estudios de departamentos metropolitanos de policía, y de cómo su desempeño variaba en relación con sus grados de centralización.

“Encontramos que, mientras muchos departamentos de policía servían a las 80 áreas metropolitanas que también estudiamos, raramente sucedió la duplicación de servicios por más de un departamento para el mismo grupo de ciudadanos. Aún más, no se encontró la creencia ampliamente sostenida de que una multiplicidad de departamentos en un área metropolitana era menos eficiente. De hecho, los ‘productores más eficientes suministran más producto dados los insumos en una alta multiplicidad de áreas metropolitanas, que como lo hacen productores eficientes en áreas metropolitanas con menos productores.’”

Entre tanto, Ostrom contrastó el desempeño de 37 sistemas de irrigación administrados por el gobierno o por agricultores. A pesar de que esos sistemas de irrigación eran recursos del acervo común, que algunos aseveran son administrados con mayor efectividad por una entidad gubernamental monocéntrica, Ostrom encontró que,

“[d]e los 37 sistemas de irrigación incluidos en el análisis, 12 eran administrados por agencias gubernamentales, de las que sólo un 40 por ciento (n= 7) tuvo un desempeño alto. De los 25 administrados por agricultores, más de un 70 por ciento (n= 18) tuvo un desempeño elevado.”

Aún más, a diferencia de sistemas policéntricos competitivos, los sistemas monocéntricos pueden ser capturados por intereses que buscan apalancar el control centralizado de un recurso dado, mercado, etcétera, para su ventaja monopólica. William E. Lewis, socio de McKinsey & Company por veinte años y gerente fundador del McKinsey Global Institute, discutió las consecuencias perjudiciales de esa captura de los reguladores, a través del mundo en su libro The Power of Productivity [El poder de la productividad] (2005).

Lewis explica cómo la economía dual de Japón de sectores supremamente eficientes y sectores similarmente ineficientes resulta de la búsqueda de rentas de sus industrias domésticas, mientras que sus exportadores de manufacturas; esto es, sus empresas de automóviles, compiten libremente en un escenario doméstico e internacional.

“Los japoneses [manufactureros de automóviles] tuvieron una competencia doméstica intensa. Seis productores lucharon intensamente por una porción del mercado. De esta competencia emergió Toyota, primero como productora líder de automóviles en Japón, y, luego, en el mundo, como probablemente la mejor compañía manufacturera en general de todas partes… [Toyota] puede producir un carro equivalente con sólo un 70 por ciento de las horas laborales empleadas en Estados Unidos.”

Lewis contrasta el ejemplo de Toyota con la industria doméstica de comercio al menudeo, en donde los ineficientes de negocios de papá y mamá aún siguen sin ser reemplazados por mayoristas:

“La productividad de Japón en el comercio de menudeo es sólo la mitad de la de Estados Unidos, pues la mezcla de formatos de tiendas en Japón ha evolucionado mucho menos hacia el tipo de negocio moderno, especializado (y de alta productividad).”

¿Cuál es la razón para este sistema improductivo?

“[L]a Ley de Ubicación de Menudeo en Gran Escala… indirectamente limita la entrada a los [mayoristas,] por medio de un criterio de filtro ‘social’ relacionado con el medio ambiente.”

Tomada en conjunto, la investigación conducida por Ostrom y el estudio de casos detallado de Lewis demuestra que los elementos competitivos y cooperativos de los sistemas policéntricos, lejos de hacer más ”caótica” la asignación de recursos, en realidad resulta en una productividad incrementada, al compararse con sistemas monocéntricos, centralizados, que carecen de la característica autocorrectiva de la competencia y, en los escenarios del peor caso, pueden ser capturados por cabilderos en busca de rentas.

Estas observaciones son congruentes con nueva investigación relacionada con la intersección de la física y la economía. El Dr. Adrian Bejan es un científico acreditado con el descubrimiento de la Ley Constructal, que es una ley de la física que detalla cómo evolucionan y se auto optimizan los sistemas. Bejan explica en su último libro Freedom and Evolution que la sociedad humana sigue esas tendencias auto optimizadoras y lo hace mejor cuando es libre. Por tanto, al diseñar sistemas grandes, diseños policéntricos que dispersan la agencia, en vez de consolidarla en una autoridad central, tienen mayor capacidad de cambiar y adaptarse para ser más eficientes. Un sistema altamente centralizado y burocrático, con un monopolio sobre el poder, es mucho menos capaz de evolucionar y cambiar para enfrentar mejor los problemas.

El presidente del American Institute for Economic Research (AIER), Edward Stringham, habla en profundidad acerca de cómo instituciones privadas y mecanismos de mercado crean orden en la sociedad. En particular, esquematiza cómo muchos temas y disputas pueden ser resueltos por la vía de un sistema de contratos y propiedad privada. Muy a menudo, no hay necesidad de un estado grande regulatorio pues asociaciones privadas, como bolsas de valores, gremios e individuos que, de lo contrario, se asocian libremente, pueden resolver disputas al menos tan eficientemente, y, la mayoría de las veces, mucho mejor de lo que el estado regulatorio puede. Ellos no poseen un monopolio con fuerza coercitiva como lo tiene el estado, sin embargo, pueden procesar muchas interacciones con un alto nivel de eficiencia y beneficio mutuo. Esto demuestra las fuerzas productivas de la gobernanza policéntrica que Ostrom describe, pues la competencia obliga a estas, de otra forma instituciones auto interesadas, a comportarse de forma que garantice su propio estatus reputación y bienestar.

La capacidad de asociaciones privadas y voluntarias para resolver disputas es destacada por otro laureado con el Nobel, Ronald Coase, con su articulación del Teorema de Coase. A continuación, sigue una explicación sencilla del Teorema de Coase,

“Enfrentados con ineficiencias de mercado resultantes de externalidades, los ciudadanos privados (o firmas) son capaces de negociar una solución mutuamente beneficiosa, socialmente deseable, en tanto no haya costos asociados con el proceso de negociación.”

En esencia, Coase sostiene que muchos temas y disputas que surgen en sociedad, ya sean ellas externalidades negativas, como contaminación, o disputas laborales, pueden ser resueltas eficiente y voluntariamente si existen derechos de propiedad claramente definidos y ningún costo administrativo impuesto por un tercero, que, a menudo, sería por un estado. Esta es la base detrás del libro del distinguido profesor de derecho, Richard Epstein, Simple Rules for a Complex World [Reglas Simple para un Mundo Complejo], que explora cómo las sociedades pueden mejorarse vastamente al resolver la mayoría de los temas por mecanismos de mercado, como la propiedad privada y contratos. Busca moverse desde un modelo de autoridad central que concentra el poder dentro del estado y demuestra las habilidades de la gobernanza policéntrica de asociaciones voluntarias, con algunas reglas básicas establecidas por el gobierno.

Tome, por ejemplo, el actual sistema de regulación ambiental que fuertemente se desvía de un sistema de derechos de propiedad, hacia uno de propiedad pública y regulación gubernamental. Esto, a su vez, no sólo ciega a quienes toman decisiones ante el análisis de costo-beneficio marginal, sino, también, abre la puerta a reglas arbitrarias y contraproducentes, hechas a una distancia de miles de millas, en vez de la fuente del problema. Escribe Epstein,

“¿Es necesario cortar madera para la vitalidad continuada del Pacífico Noroeste y su industria maderera? El proceso político conduce a alegaciones exageradas de necesidad ambiental y predicciones terribles de estancamiento económico. El proceso actual de toma de decisiones trata al valor del primer acre de tierra pública como si tuviera el mismo valor del último, haciendo imposible adquirir información acerca del valor marginal de cada acre en sus usos alternativos.”

Un sistema de mercado dispersa los derechos de toma de decisiones a través de un sistema de propiedad privada y de intercambio mutuo. Un análisis preciso acerca de quién debería estar en capacidad de usar el bosque, qué tanto cortar, cuánto preservar, qué partes deberían estar abiertas al turismo, etcétera, se hace mucho más fácil por medio de este sistema, en vez del modelo de gobierno central. También, esto previene intereses egoístas arbitrarios y coercitivos de aprovecharse del estado para capturar rentas con sus regulaciones, pues el sistema de mercado enfrenta a intereses y recursos en una competencia del uno contra el otro.

También, los mercados siguen un modelo policéntrico de distribución del poder y competencia por medio del uso de los mecanismos de precios, que son necesarios para enfrentar los problemas del conocimiento. Esto aborda el trabajo de otro laureado con el Nobel, Friedrich Hayek, quien fue famoso por su refutación de la planificación central, que incluyó el reconocimiento de que la información en la sociedad está dispersa. Debido a esto, un sistema de poder altamente centralizado no puede tomar decisiones adecuadas. Según la biografía del premio Nobel de Hayek,

“Su conclusión fue que el conocimiento y la información mantenida por diversos actores sólo puede utilizarse plenamente en un sistema de mercado descentralizado con libre competencia y precios.”

Los hallazgos de Hayek brindan la base para el trabajo de Ostrom relacionado con la necesidad de gobernanza policéntrica, que dispersa vertical y horizontalmente los derechos de toma de decisiones, para así maximizar las perspectivas de alcance. Las ideas acerca del problema del conocimiento y de Ludwig von Mises, quien explicó la necesidad de precios y propiedad para una toma de decisiones calculada, pueden, por tanto, ser enmarcadas como una explicación técnica de los mecanismos de mercado, como elementos de gobernanza policéntrica.

EL HISTORIAL DE LA GOBERNANZA POLICÉNTRICA EN LA POLÍTICA

La Constitución de los Estados Unidos es un ejemplo claro de un sistema que incorpora una gobernanza policéntrica radical en comparación con sus colegas autoritarios. El U.S. Constitution Center lo explica,

“En vez de ubicar la autoridad en las manos de una persona, como un rey, o incluso un grupo pequeño de personas, la Constitución de los Estados Unidos divide el poder. El poder es primariamente dividido entre el gobierno nacional, o federal, y el gobierno estatal y local, bajo un sistema conocido como Federalismo.”

Aunque ciertamente el gobierno de Estados Unidos no es perfecto, ni una realización completa de la gobernanza policéntrica, podemos ver beneficios marginales rendidos por la cercanía a tal sistema. Dicho sistema promueve la creatividad y discrecionalidad al distribuir los poderes entre estados, en vez de intentar manejar todo desde Washington, D.C. Entiende que las personas -sean ellas funcionarios electos debidamente, burócratas nombrados, o tecnócratas- están hambrientas de poder y así pone la ambición política contra sí misma por la vía de una fuerte separación de poderes, en mucho como el mercado pone la ambición económica en contra de sí misma. En el mercado, la competencia entre firmas crea mejores productos; en el gobierno, la competencia entre intereses políticos diferentes impide que un lado le quite las libertades del otro.

El gran filósofo francés Montesquieu escribió lo siguiente en su libro, El Espíritu de las Leyes (1748),

“Cuando el poder legislativo y el ejecutivo se reúnen en la misma persona o el mismo cuerpo de magistrados, no hay libertad… No hay tampoco libertad si el poder judicial no está separado del legislativo y el ejecutivo.”

Un fracaso en reconocer la necesidad de la separación de poderes ha conducido a tremendos actos de violencia y opresión, tal como se ha visto en países como la antigua Unión Soviética, Alemania Nazi, China, e incluso en capacidades más limitadas hoy en Estados Unidos, a menudo producto de frenos inadecuados sobre el poder.

Otro factor importante cuando se trata de poder centralizado y poder descentralizado, es el suministro de bienes y servicios. En Estados Unidos y otras naciones liberales, la ejecución de la actividad económica es básicamente dejada al mercado, comparado con otras economías más centralmente planificadas, como aquellas que abrazan el comunismo. En particular, la efectividad de los mercados como mecanismos policéntricos para administrar recursos escasos, puede verse claramente en el movimiento de China y Vietnam hacia economías de mercado desde sus modelos previamente comunistas. Hoy, estos países han visto enormes aumentos en estándares de vida y crecimiento económico, como resultado directo de esas reformas de mercado, mientras que, sólo décadas atrás, decenas de millones de personas murieron de hambre o fueron asesinadas en China, como resultado del Gran Salto hacia Adelante. Un grado similar de sufrimiento humano, hambre y genocidio directo ocurrió en la URSS de Stalin, bajo políticas agrícolas centralizadas que resultaron en el Holodomor. Si pensamos erradamente que esos fracasos están consignados al olvido de la historia, estamos siendo testigos de algo notoriamente similar en la Venezuela socialista de Maduro. Esto es ilustrativo de la necesidad de instituciones policéntricas, no sólo en el sentido económico de promover la eficiencia en la actividad cotidiana, sino, también, en lo que tiene que ver con el poder sobre individuos para impedir actos perturbadores de dominación.

A través del mundo, ha habido una correlación observada entre libertad económica y prosperidad, lo que le da mayor credibilidad a la habilidad del mercado para actuar como una forma policéntrica de acuerdo social, que general resultados beneficiosos. De hecho, darse cuenta de ello es vislumbrar la fuerza impulsora del Gran Enriquecimiento que, como se detalla en el gráfico abajo, muestra nuestro período actual como uno de crecimiento económico exponencial, comparado con la mayor parte de la historia humana.

El gráfico citado y el de crecimiento económico de las principales regiones del mundo, pueden verse en jack nicastro & ethan yang institute for economic research polycentrism February 19, 2021

La cosa impactante es que las sociedades más libres y más sustentadas en el mercado, Estados Unidos y Europa Occidental, vieron primeramente esta explosión de prosperidad y, cuando estas ideas lentamente llegaron a ser adoptadas por otros países, ocurrieron resultados similares. En particular, estas ideas se cree que han emanado de la Revolución Holandesa (1566), que puso en práctica ideas contemporáneas que tienen que ver con la libertad individual y los mercados. En esencia, la adopción de mecanismos de mercado y sus atributos policéntricos que sacudieron la estructura de poder arraigada y apalancaron los intereses propios competitivos como formas aceptables de manejar una sociedad. Tal experiencia muestra que no sólo los sistemas policéntricos de gobernanza producen resultados superiores para la sociedad por encima de sistemas centralizados, sino que esos mecanismos productivos y sus beneficios pueden observarse cómo instituciones reflejadas por el mercado, Las instituciones que dispersan los derechos a la toma de decisiones, proveen frenos al poder, y crean sistemas de orden, al impulsar la cooperación de un conjunto diverso de actores.

Jack Nicastro es un interno de investigación en el American Institute for Economic Research. Actualmente está aspirando a la licenciatura en Economía y Matemáticas en Dartmouth College. Jack es director de programación de los Libertarios de Dartmouth, escritor y creador de contenido para el Dartmouth Political Times, es copresidente del Consejo Ejecutivo del American Enterprise Institute en Dartmouth, asistente del director del programa Proyecto de Economía Política en Dartmouth y jinete en el equipo de adiestramiento. En su tiempo libre, Jack disfruta tocar guitarra baja.

Ethan Yang se unió al American Institute for Economic Affairs (AIER) en el 2020 como pasante en la parte editorial y es graduado del Trinity College. Recibió un BA en Ciencia Política junto con una materia secundaria en Estudios Legales y Organizaciones Formales. Sirve actualmente como Coordinador de la Región Noreste de Estudiantes por la Libertad y como director del Centro para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College. Previo a unirse al AIER, fue pasante en organizaciones como el American Legislative Exchange Council, en el Senado del estado de Connecticut y en el Cause of Action Institute. Actualmente, Ethan tiene su base en Washington, D.C.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.