Con esto concluyo mi traducción de este artículo tan interesante de un tema actualmente tan relevante.

UN ENFOQUE DETALLADO HACIA CHINA-TERCERA PARTE

Por Ethan Yang
American Institute for Economic Research
13 de febrero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como ethan yang institute for economic research China part three February 13, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Avanzando de una estrategia de política externa discutida en la primera parte y de relaciones comerciales en la segunda parte, este artículo buscará enfocarse en las relaciones de inversiones y negocios con China. En particular, estaré tocando dos temas altamente complejos, el robo de propiedad intelectual y la inversión financiera. Como lo desarrollara en la primera y segunda partes, China es una amenaza existencial a nuestra libertad y busca desplazar a Estados Unidos como líder global. Sin embargo, no ha hecho nada que garantice una represalia impetuosa y que, a menudo, opera en una zona gris acerca de lo que es permisible. También, comprende que sus contribuciones al mundo son inevitables y que sería tonto no intercambiar con ellos. No obstante, así como ellos creen que pueden apalancar la influencia económica para su ventaja, hay un número de formas en que Estados Unidos pueden hacer lo mismo. Piense en China como un compañero de trabajo que quiere su posición de administrador, pero que no ha hecho nada que pueda verse como merecedora de una represalia verdadera. Usted sabe que ellos no están para nada bueno, pero que, al mismo tiempo, contribuyen a la compañía y no han hecho algo que pueda, en verdad, justificar una venganza impetuosa. Para defender su posición en la administración, también, usted debe jugar inteligentemente y utilizar los detalles, Así como hay una forma para convivir con el compañero de trabajo competitivo que no sólo le proteja a usted, sino que maximiza el bienestar de la compañía, hay un camino inteligente para navegar nuestra tensa relación con China.

FINANZAS E INVERSIÓN

El riesgo político es algo de lo que todos los inversionistas deben estar atentos al invertir en China, así como en todos los regímenes autoritarios. Un día, el negocio del que usted compró acciones podría estará creciendo rápidamente y, luego, de pronto, el presidente ejecutivo de la empresa dice algo crítico del Partido Comunista Chino y él desaparece. Luego, las acciones de la compañía se desploman y la Bolsa de Valores de Shanghai cancela la oferta inicial al público de acciones (IPO) de una compañía relacionada, costándole miles de millones a los inversionistas. Este es el caso de Alibaba y Jack Ma, y es emblemático del riesgo político de invertir, en general, en China. Para empeorar las cosas, el gobierno de Estados Unidos se mueve hacia poner en una lista negra a un número de empresas chinas, como represalia por disputas comerciales, conduciendo a la creación de una potencial lista negra de empresas estadounidenses por los chinos. Luego, encima de todo eso, la Casa de Representantes de Estados Unidos aprueba unánimemente una ley para sacar a todas las compañías chinas de los mercados de valores de Estados Unidos, si China incumple con los estándares de auditoría.
Y así fue, hace tan sólo dos meses en el 2020.

Cuando se trata de invertir en China, los inversionistas privados primero, y más importante, deberían entender que sus inversiones están sujetas a serias alteraciones políticas por acciones del Partido Comunista Chino, que tiene un control sin precedente sobre la economía.
También, hay riesgos cuando se trata de los arriba mencionados estándares de auditoría, y un tema delicado recurrente es que los inversionistas estadounidenses se encuentran fraudes en China. A pesar de lo anterior, el gobierno de Estados Unidos debería intentar facilitar hacer negocios con China, no dificultarlos. La firma asesora Motley Fool escribe que,

“Si usted está buscando crecimiento, no puede evitar a China. De hecho, según Matthews Asia, China significó el 41% del crecimiento global en el 2019, y se estima que signifique tanto como Estados Unidos y Europa combinados en los próximos años. Este pastel creciente puede ofrecer espacio para la expansión de ingresos a las empresas, en especial, cuando China se aleja de un enfoque en la “cantidad” de crecimiento” y hacia uno de “calidad” del crecimiento.”

China tiene muchas empresas y acciones promisoria en las que invertir, en donde los inversionistas financieros estadounidenses pueden hacer dinero, además de hacer del mundo un lugar mejor. Compañías como Alibaba han llevado las maravillas del comercio electrónico a Asia y compañías de autos eléctricos, como Nio y BYD, muestran ser promesas que hagan al transporte más limpio. Permitir el acceso a oportunidades de inversiones como esas, no sólo permitirá tener ganancias a los inversionistas estadounidenses, sino que, también, harán que el mundo sea un lugar más próspero. Esto, por supuesto, es después de conocer los riesgos políticos y estratégicos que vienen al involucrarse en tales compañías. Sin embargo, si en verdad esas empresas no son una amenaza para la seguridad nacional, los consumidores, de la misma forma, deberían ser libres para tomar decisiones voluntarias acerca de patrocinar esas empresas.

Lo que no es productivo son políticas unilaterales y severas, como, de pronto, sacar acciones de empresas de las listas de mercados accionarios y exacerbar aún más las disputas comerciales, al poner en lista negra a empresas chinas. Esto no sólo ha sido contraproducente desde el punto de vista estratégico, al sólo promover represalias, sino que, también, daña a los consumidores estadounidenses. Por supuesto, eso no quiere decir que cualquier comportamiento malo deba tolerarse. Para encarar esos temas, sería mejor desplegar un marco claro y que acomode las penalizaciones que crean expectativas entre chinos y predictibilidad para los inversionistas.

Una mano más liviana, que crea uniformidad para los inversionistas y despliega incentivos mutuamente beneficiosos para los chinos, para que mejoren sus estándares de integridad en los negocios, sería una opción más sostenible. Iría en el mejor Interés del gobierno chino tener un ambiente relativamente seguro que atraiga la inversión extranjera. Un intercambio mayor, no el aislamiento, es posible que conduzca a esos resultados.

LA PROPIEDAD INTELECTUAL

El robo de propiedad intelectual es una práctica en la que los chinos han estado involucrados durante muchos años, robando secretos industriales y, más problemático aún: secretos militares. El National Law Review escribe que,

“El modus operandi de China es robarse la propiedad intelectual estadounidense, reproducirla, reemplazar la empresa estadounidense originando esa propiedad intelectual en el mercado doméstico chino, después, desplazando a Estados Unidos en el mercado global.”

El robo de secretos militares de Estados Unidos se ha dirigido directamente a la creación de un armamento avanzado, en donde mucho se diseña directamente para combatir a militares de Estados Unidos. Estos son tópicos increíblemente serios. Sin embargo, como lo sugiere el tema de este artículo, la represalia brutal (económica o militar) no parece ser un remedio promisorio.

Aún más, como con muchas cosas asociadas con China, es posible que el daño se exagera para obtener apoyo político. De acuerdo con el Mercatus Center, en el 2018 se aseveró por la administración Trump, que el valor de los daños por el robo de propiedad intelectual era de alrededor de millones de millones. Sin embargo,

“La Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC por sus siglas en inglés), en una evaluación más cauta en el 2011, estima que, en el 2009, las firmas estadounidenses sufrieron $48 miles de millones de ingresos dejados de percibir por el robo de propiedad intelectual en China… El reporte determinó que tres cuartos de los $48 miles de miles en pérdidas fueron causados por ventas dejadas de hacer y un cuarto por regalías y pagos de licencia perdidos y otras pérdidas no especificadas. Si bien la pérdida no es trivial en valor absoluto, equivale a menos de un 1 por ciento del total de ventas en China de empresas estadounidenses intensivas en propiedad intelectual.”

Si bien ciertamente es un tema que esas prácticas están ocurriendo, eso no justifica una represalia como la guerra comercial de la administración Trump, que, en sí, le costó miles de millones a los estadounidenses, sin beneficio significativo alguno.

Si uno desea tomar una represalia contra China por el robo de la propiedad intelectual, debería ser proporcional a su registro actual, que es posiblemente mucho mejor que lo que se ha dicho. De acuerdo con un análisis de política del Instituto Cato, el cumplimiento de China de la ley sobre propiedad intelectual es bastante decente y que cualesquiera quejas que haya simplemente deberían llevarse a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en vez de usar sanciones comerciales unilaterales.

Aún más, Donald Boudreaux hace ver que las empresas privadas pueden hacer más por proteger su propiedad intelectual no sólo reforzándose, sino, también, trabajando con el gobierno chino para acabar con el robo. Iría en el mejor interés de los chinos si crean un ambiente de negocios lucrativo, que sea amistoso hacia la inversión estadounidense. Esto, por supuesto, posiblemente sólo sería muy exitoso si se trata del robo pequeño de propiedad intelectual, como de tiendas de marca falsas, y no un espionaje industrial patrocinado por el estado, que debería llevarse a la atención de la OMC,

En lo referente al robo de propiedad intelectual, asimismo, es importante ver que la propia existencia del término puede provocar un debate contencioso. De acuerdo con Jeffrey Tucker,

“Tenga en mente que, a diferencia de la propiedad privada real, la propiedad intelectual es necesariamente creada, definida e impuesta por ley ̶ a través de un estatuto. Por esa razón, necesariamente se restringe territorialmente con base en la jurisdicción del estado.”

Aunque sería maravilloso que los chinos dejaran de tratar de hacer espionaje industrial, es difícil medir el verdadero daño que esas prácticas han causado, pues la idea de propiedad intelectual es un concepto nebuloso. ¿Cuál es la diferencia entre empresas chinas que intentan copiar a compañías estadounidenses y otras compañías estadounidenses que tratan de copiarse entre sí? ¿Cuánto vale tener una patente de lo que sólo es una idea que debería ser pública, como la idea de la tecnología de pantalla táctil, pero que simplemente se restringe debido a una hábil defensa jurídica? También, eso es asumiendo que las empresas chinas harán un trabajo igual de bueno con la propiedad intelectual, que la empresa actual que vino con la idea. Aún si la firma china puede producir un producto exitoso, muchas veces esa competencia, doméstica o externa, sólo conduce a beneficios productivos para la sociedad como un todo. Por supuesto, esto es haciendo una distinción entre chinos apropiándose de propiedad intelectual que, por lo general, no vale la pena que se proteja, y que sólo lo es debido a leyes arbitrarias, y robarse ideas que, en verdad, valen la pena que se patenten. Este debate no sólo rige para China sino, también, para compañías que operan dentro de Estados Unidos.

LECCIONES CLAVES

Cuando se trata de China, tenemos mucho que ganar y mucho que perder. Cuando se trata de invertir o hacer negocios, es importante entender esta dinámica. Por una razón: es importante saber cuán beneficiosa es una relación de negocios productiva con China no sólo para nosotros, sino para el mundo. Existen riesgos políticos cuando se trata de invertir en China, pero es crucial que, en nuestra búsqueda de mitigar esos riesgos, no agravemos la situación aún más con sanciones unilaterales precipitadas. Al tratar de proteger nuestra propiedad intelectual y asegurar buenas prácticas de negocios, es importante que seamos guiados por la realidad y no por una visión fantasiosa, traída por políticos con fines de ganancia política. Una represalia severa no es ni productiva ni justificable, pero, al mismo tiempo, quedarse ocioso no es una solución. Nuestra respuesta a China debe ser mesurada, detallada, e inteligente, pues ese enfoque es la única vía por la cual siempre tendremos éxito.

Ethan Yang se unió al American Institute for Economic Affairs (AIER) en el 2020 como pasante en la parte editorial y es graduado del Trinity College. Recibió un BA en Ciencia Política junto con una materia secundaria en Estudios Legales y Organizaciones Formales. Sirve actualmente como Coordinador de la Región Noreste de Estudiantes por la Libertad y como director del Centro para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College. Previo a unirse al AIER, fue pasante en organizaciones como el American Legislative Exchange Council, en el Senado del estado de Connecticut y en el Cause of Action Institute. Actualmente, Ethan tiene su base en Washington, D.C.

Traducido por Jorge Corrales Quesada