EL ESTADO NO ES UN EMPRENDEDOR

Por Carlos Rodríguez Brown
American Institute for Economic Research
27 de abril del 2021

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La profesora Mariana Mazzucato es una figura importante en el pensamiento antiliberal y sus ideas intervencionistas la han hecho muy popular en la política, cultura y medios. Sus libros The Entrepreneurial State [El estado emprendedor] y The Value of Everything [El valor de las cosas] por lo general han recibido comentarios favorables. (No obstante, ver mis comentarios, en español, aquí y aquí.) Hasta ahora no había existido un estudio detallado de los errores de esta investigadora. Por suerte, esto ha sido corregido por Deirdre Nansen McCloskey y Alberto Mingardi en su reciente libro The Myth of the Entrepreneurial State, American Institute for Economic Research, 2020.

Al igual que con el también famoso Thomas Piketty, las tesis de la profesora Mazzucato no son apoyadas por la evidencia empírica: los Estados no son emprendedores ni energizan empresas privadas. La mayor parte del tiempo sirven como obstáculos para la empresariedad, al favorecer sólo a negocios ineficientes, pero ya establecidos. Cuando estos negocios reciben beneficios del Estado, es la gente quien termina pagándolos. Esto no debería ser un secreto para los economistas, pues fue denunciado en 1776 por Adam Smith.

El Estado no inventó la internet, a pesar de las afirmaciones en contrario de Al Gore. No obstante, McCloskey y Mingardi conceden que esto no significa que el mercado es impecable ni que políticos y burócratas todo lo hacen mal: “Si el Estado gasta entre una tercera y la mitad del ingreso nacional, y regula a gran parte del resto, van a ser amplias las oportunidades para escoger ejemplos de una Buena Acción Estatal.”

Pero, el Estado no es una empresa, y McCloskey y Mingardi desmantelan los errores teóricos de la profesora Mazzucato, quien, como muchos otros, prefiere ignorar el análisis de la naturaleza y consecuencias de la característica fundamental del Estado: el monopolio de la coerción legítima.

Los autores no caen en los trucos retóricos de los antiliberales: pues mientras que estos dicen respetar la libre acción humana, “en la práctica abogan por más y más coerción estatal que menoscaba aquella acción, sin un fin discernible.”

Este libro no es víctima de las trampas familiares de la economía neoclásica y los mercados perfectos, ni de la responsabilidad social corporativa, ni del “capitalismo de las partes interesadas.” En su crítica al antiliberalismo, McCloskey y Mingardi lo hacen bien al enfrentar a la izquierda y derecha por igual. Ellos usan la palabra “liberal” tal como lo hacemos en español (no en la forma distorsionada frecuente en países de habla inglesa) y se rehúsan a hablar de “liberalismo clásico,” como si fuera anticuado. McCloskey y Mingardi ponen su dedo en la llaga de la profesora Mazzucato y otros progresistas hegemónicos: estos menosprecian al hombre y mujer comunes y corrientes.

Carlos Rodríguez Braun es profesor de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid. Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Ciencias Económicas, también es miembro de la Sociedad Mont Pelerin, y ha publicado artículos en revistas académicas en España y otros países. Actualmente es columnista de La Razón, Expansión, Actualidad Económica y Libertad Digital, y participa en programs de radio en español en Onda Cero.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.