Por el momento, la exigencia es pasaportes por la vacuna para el Covid. Luego, vendrán pasaportes para las vacunas contra la tal vez más mortal influenza estacional. Después ¿por qué no?, para otras enfermedades contagiosas, o para ciertas enfermedades incluso no contagiosas, que también podrían demandar recursos médicos en los países adonde se visita. Y, tal vez aprendiendo del gobierno dictatorial chino, exigir un pasaporte de “patriotismo,” argumento que hoy emplea el partido comunista chino para que alguien pueda ser electo en la nuevamente colonizada Hong Kong.

PASAPORTES DE VACUNAS SON AMIGUISMO

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
16 de marzo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein institute for economic research cronyism March 16, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Por años he usado el término capitalismo del amiguismo para describir a empresarios que escogen obtener ganancias cabildeando por subsidios y regulaciones gubernamentales que suprimen la competencia. Mis críticos me indicaron que los capitalistas del amiguismo no son capitalistas.

Mis críticos están en lo correcto, y la distinción es importante. El capitalismo del amiguismo no se parece al capitalismo verdadero.

Mezclar las dos palabras le da un mal nombre al capitalismo. No es de extrañar que “un 70% de la generación del milenio dijo que votaría por un socialista.”

En su libro, The Meaning Revolution [La revolución del sentido: El poder del liderazgo trascendente], el economista Fred Kofman brinda una definición clara del amiguismo:

“El amiguismo es un sistema político y económico en donde el gobierno está controlado por las corporaciones e interviene en el mercado usando su poder coercitivo en favor de aquellas. Los empresarios del amiguismo prosperan, no porque sirven a sus partes interesadas, sino porque explotan el poder del estado, eludiendo la disciplina del libre mercado.”

Los empresarios del amiguismo entran en una sociedad con los políticos. “Mientras que el capitalismo canaliza la ambición personal al servicio de otros, el amiguismo canaliza su avaricia personal hacia el abuso.” Kofman explica cómo:

“Políticos del amiguismo aplastan la competencia al otorgar permisos especiales, donativos gubernamentales, y quiebres impositivos a quienes ellos favorecen, y al imponer aranceles y restricciones sobre sus competidores y consumidores. Las corporaciones del amiguismo toman riesgos excesivos, a sabiendas de que, si ellos pierden, sus pérdidas serán cubiertas por medio de rescates y paquetes de ayuda especial.”

Los compinches no tienen nada que perder en el juego; sus pérdidas están cubiertas. Nasim Taleb señala que “El mayor debilitante de la sociedad es no tener nada que perder en el juego.” Los amigotes buscan políticas coercitivas que hacen más frágiles a los mercados, menos capaces de aprender de la prueba y el error, y menos capaces de enfrentar acontecimientos inesperados. Agrega Taleb, “Yo quiero que el empresario sea respetado, no el gerente general de una compañía que tiene todas las ventajas y ninguna de las desventajas.”

El resultado del amiguismo, explica Kofman, es la destrucción del valor económico: “Los negociantes del amiguismo hacen dinero no obteniendo utilidades en el mercado económico por medio de sus servicios que agregan valor, sino al beneficiarse en el mercado político por medio de ingresos que destruyen valor.”

Los compinches operan con una mentalidad de ganar-perder; los empresarios tienen una mentalidad de ganar-ganar. Cuando los amigotes ganan, alguien más tiene que perder. Cuando un empresario gana, igualmente lo hacen otros.

Los amigotes buscan aumentar su riqueza a expensas de otros; los empresarios buscan aumentar su riqueza sirviendo a otros.

Android compite con iOS de Apple. Ambas plataformas han conducido a la creación de miles de negocios exitosos con apps. Sin estos negocios sinérgicos, se desploman los valores de Android y de iOS.

Tal vez, en su hogar tiene una Olla Instantánea sobre el mostrador de la cocina. En el 2008, el Dr. Robert Wang, un inmigrante chino a Canadá, con un Ph. D. en Ciencias de la Computación, siguió una regla de todos los empresarios exitosos: Deles a los consumidores lo que ellos quieren, no lo que usted tiene.

Los clientes querían un nuevo artefacto que les ayudara a hacer comidas nutritivas en la cocina del hogar con menos tiempo y con una curva de aprendizaje mínima. Sí, el Dr. Wang creó riqueza para sí mismo; pero lo hizo mejorando las vidas de otros, incluyendo una pequeña economía para autores de libros de cocina, que muestran cómo usar la Olla Instantánea en cada cocina. Ganar-ganar.

Son los amigotes quienes buscan, por medio de la coacción, darles a los consumidores lo que su compañía tiene y no lo que el consumidor quiere. La gasolina con etanol es un buen ejemplo. El gobierno ordenó su uso; los consumidores no tuvieron otra opción más que comprarla.
El etanol daña tanto a consumidores como al ambiente. Los productores amigotes del etanol ganan; todos los demás pierden.

Los amigotes de la industria financiera demandan una facilitación monetaria y crean burbujas de activos.

El amiguismo es rampante en el mercado de las vacunas. El gobierno financia el desarrollo, alimenta la demanda, y, después, provee inmunidad legal que protege de juicios por daños a los productores de vacunas.

Grupos empresariales y de aerolíneas le están pidiendo al gobierno de Estados Unidos que desarrolle un pasaporte de inmunidad por la vacuna. Si identidades médicas tribales fracturan a los Estados Unidos, los amigotes serán culpados por codificar nuestros peores instintos.

¿Por qué escribo peores instintos? Algunos afirman que el gobierno necesita protegernos contra los no vacunados. ¿No es eso un buen instinto? Llevemos a cabo la lógica del argumento de la protección. Por supuesto, esta pregunta es un absurdo, pero ¿debería prohibirse que el obeso pueda volar? Hay mayor posibilidad de que el obeso desarrolle un caso severo de Covid-19, y las vacunas de Covid-19 ofrecen menor protección al obeso. El consumo de azúcar está entre los factores que suprimen el sistema inmunológico, haciendo que los comedores de azúcar sean más posibles transportistas de la enfermedad. ¿Debería el gobierno otorgar pasaportes de consumo libre de azúcar?

Sin un gobierno que codifique un sistema de casta médica, las aerolíneas y otros negocios que voluntariamente ponen en marcha un pasaporte de inmunidad por las vacunas, pueden perder más negocios que los que ganan. En la edición pronosticadora de enero del 2021 de The Socioeconomist, yo escribí esto:

“Estaré observando si se desarrolla un sistema estadounidense de castas alrededor del pasaporte de inmunidad y estatus de vacunación. En el sistema hindú de castas, nuestro rango social depende de su pureza percibida. El contacto entre una casta inferior y una casta más alta nunca purifica a la casta inferior; sólo puede contaminar a la casta más elevada. Bajo un sistema médico de castas, ¿demandará el proclamado como ‘puro’ que no haya contacto con aquellos que toman elecciones médicas diferentes? Si es así, negocios como aerolíneas, supermercados, y restaurantes, y empleados pueden encarar decisiones difíciles.”

Dado un segmento del público con una demanda insaciable de seguridad, ¿se transformarán las cuarentenas en un pedido ubicuo de “papeles de vacunas, por favor”?

LOS AMIGOTES NO SON ESTIMABLES

Estimación
es la palabra que Adam Smith usó en su libro La Teoría de los Sentimientos Morales para describir a individuos “merecen ser estimados” debido a su carácter. Creamos nuestra civilización por cómo vivimos nuestras vidas.

Dado que amigotes que quieren ganancias excesivas emplean la coacción, ellos no viven vidas morales. Kofman es contundente, “Los empresarios del amiguismo… son rapaces, depredadores, e inmorales.” Los compinches inmorales deforman los mercados. Para Kofman, “Los empresarios del amiguismo no son capitalistas; son mafiosos.” Él contrasta los compinches con los capitalistas:

“El capitalismo no opera de esa manera. En los mercados libres bajo la regla de la ley, los negocios no tienen ganancias siendo despiadados, manipuladores, y avariciosos ̶ aunque comportándose de esa forma puede darles ventajas en el corto plazo. En realidad, los negocios obtienen ganancias en el largo plazo siendo empáticos (entendiendo a sus clientes, empleados, y otros interesados), compasivos (sirviéndoles a ellos) y equitativos (siendo justos con ellos).”

Fuera de los mercados políticos del amiguismo, naturalmente nos estimamos los unos a los otros. El mercado saca lo mejor de nosotros, nuestra estimación. Somos más exitosos, tanto personal como naturalmente, cuando nos convertimos, como lo pone Steven Pinker, en “los mejores ángeles de nuestra naturaleza” que nos orienta hacia la cooperación.

En La Riqueza de las Naciones Smith famosamente instruye, “No es la benevolencia del carnicero, el cervecero, o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas.”

Smith no está apuntando hacia el egoísmo como la base del capitalismo. Lo explica Kofman, “El capitalismo es la alquimia que acrisola, en donde la humanidad transforma sus instintos básicos en oro:”

“El capitalismo funciona incluso cuando la gente es inconsciente e impulsada por deseos egoístas. Aún si un empresario no es un héroe moral, el capitalismo le convertirá en un servidor [o servidora] de la sociedad. Los derechos de propiedad y el libre intercambio destilan el interés propio hacia el servicio, haciendo necesario que ingrese al mercado con una intención de ayudar.”

Cuando se emplea la coacción, la avaricia se desboca. Los compinches deforman los mercados económicos al inhabilitar el mecanismo de seguridad que disciplina a los mercados. Explica Kofman:

“El mecanismo de seguridad del capitalismo, aquel que disciplina la ambición potencialmente rapaz de una empresa o un individuo, es la posibilidad de entrar o no entrar en una transacción ̶ garantizada por los derechos de propiedad y el libre intercambio. Una vez que la coacción legal bloquea este interruptor de seguridad, todo el sistema se descarrila. Si la gente es coaccionada (ilegalmente, como con el crimen, o legalmente, como con la política) a participar en transacciones que ellos preferirían evitar, se destruye la ‘selección natural’ del ecosistema.”

Se causa un daño real cuando no optar no es una opción. ¿Cómo reparamos el daño infligido por el amiguismo?

En su libro, The Essential Adam Smith, el profesor James Otteson nos pide que ajustemos nuestra mentalidad: “Tenemos que tratarnos el uno al otro con respeto, y no presumir que alguno de nosotros es más importante o más valioso o más merecedor que el otro.”

Toda persona, señala Smith, “casi siempre tiene una atención constante para cuidar a su hermandad.” “La mejor manera” de beneficiar con asistencia a otros, escribe Otteson, “es ofreciendo hacer algo para la otra persona, que esa otra persona valora.”

En el espíritu de Adam Smith, asevera Otteson, esa sociedad funciona mejor cuando “nos reunimos el uno con el otro como amigos, como iguales morales, y para hacer ofertas entre sí tales que cualquiera de nosotros sea libre de declinar.” Esta “opción de salirse,” escribe Otteson,
“nos disciplina ante cualquier noción que, de otra manera, podemos haber tenido acerca de sencillamente tratar de robar o defraudar el uno al otro. Y, debido a que cada uno de nosotros desea una simpatía mutua de sentimientos, deseamos conducirnos en maneras que los otros aprobarán.”

Otteson ilustra el código moral smithiano de ganar-ganar que sería kryptonita para el amiguismo:

“Así que, cuando buscamos nuestra carne de los carniceros, nuestra bebida de los cerveceros, y nuestro pan de los panaderos, les hacemos ofertas que reconozcan que ellos son nuestros iguales, que ellos tienen intereses y obligaciones propias, y que nuestros intereses y obligaciones no prevalecen sobre los de ellos. Nuestro deseo por su carne, bebida, y pan -los que, después de todo, ellos tuvieron que hacerlos con su trabajo propio y tiempo y recursos- no está por encima de su derecho a decidir por sí mismos qué hacer. En estas circunstancias, entonces, ¿cómo vamos a obtener su carne, bebida, o pan? Tendremos que tratarlos en la forma en que ellos quieren ser tratados, y tenderemos que ofrecerles algo que ellos puedan querer; por su parte, ellos lo harán, tendrán que hacer, lo mismo para nosotros.”

Kofman lo pone de esta forma: “El capitalismo crea un campo de fuerza que canaliza la ambición personal hacia un apoyo a otros, y organiza la sociedad para la cooperación por medio de la división del trabajo, y, por medio de la innovación, hacia la satisfacción de las necesidades de sus miembros.”

Los resultados de ganar-ganar emanan de la mentalidad capitalista de que otros son compañeros, en que nosotros respetamos su libertad de entrar o salir de cualquier transacción. Esa mentalidad nos orienta hacia el servicio y nos aleja de la coerción. La mentalidad del compinche racionaliza la explotación del poder del estado para obtener ganancias mediante la coerción y eso es cualquier cosa, menos estimación.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.