Para que no se confundan; estoy a favor de las vacunas, pero también estoy a favor de que se les formulen críticas. Sólo mediante la crítica, el ser humano, y la ciencia, progresan y mejoran sus condiciones de vida. La supresión de la crítica es anhelo de totalitarios y de arrogantes que creen conocerlo todo y que por tanto son irrefutables.

CÓMO SER UN ANTI AUTORITARIO

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
30 de marzo del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein institute for economic research authoritarian March 30, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

La libertad está declinando en Estados Unidos y alrededor del mundo. Incluso más alarmante es cuán poca gente se opone las nuevas medidas autoritarias.

Glenn Greenwald ha sonado la alarma acerca de los intentos actuales de recortar la Primera Enmienda Constitucional de los Estados Unidos.
Recientemente, Greenwald describió su experiencia al escuchar el “objetivo tiránico” expresado en una audiencia del Congreso: “Las palabras no pueden transmitir qué tan escalofriante y autoritario es todo esto; ver a funcionarios gubernamentales, hora tras hora, demandar la censura del discurso político y amenazar con penalizar los fallos a la obediencia.”

En el Reino Unido, el anterior juez de la Corte Suprema, Jonathan Sumption, ha llamado opresivas a las políticas del gobierno acerca del Covid-19:

“Una sociedad en donde el control opresivo de todo detalle de nuestras vidas es impensable, excepto cuando se piensa que es una buena idea, no es libre. No es libre mientras los controles estén en su sitio. Y no es libre después que ellos se levanten, pues la nueva actitud les permitirá que la misma cosa suceda de nuevo, siempre que haya suficiente apoyo público.”

La actitud subyacente. Sólo somos libres en el grado en que entendamos la libertad. Mentalidades autoritarias individuales extendidas alimentan a los políticos autoritarios. Escribe Sumption, “El Primer Ministro afirma creer en la libertad y encuentra desagradables las medidas actuales. Las acciones hablan más fuerte que las palabras, y me temo que no le creo. Es demasiado populista como para ir contra el sentimiento público.”

Tal vez, el año pasado, usted se encontró sobrepasado por las aparentemente difíciles probabilidades de restaurar la libertad.

En su libro, Liberalismo, Ludwig von Mises tiene buenas noticias: “En una batalla entre la fuerza y una idea, la última siempre prevalece.”
Poco después, en Liberalismo escribe él, “En contra de lo que es estúpido, absurdo, errado y malvado, el liberalismo lucha con las armas de la mente, sin recurrir jamás ni a la fuerza, ni a la represión.”

La libertad es una idea. La libertad nunca se pierde totalmente; puede yacer latente, lista para ser redescubierta.

En Los fundamentos de la libertad, Hayek define la libertad como “El estado en virtud del cual un hombre no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro o de otros.” Hayek define la coacción:

“La coacción tiene lugar cuando las acciones de un hombre están encaminadas a servir la voluntad de otro; cuando las acciones del agente no tienden al cumplimiento de sus fines, sino a los de otro. Esto no quiere decir que el que sufre coacción se vea privado de la facultad de elegir. Si le faltara dicha facultad, no cabría hablar de ‘su acción.’ …Sin embargo, la coacción implica que yo poseo la facultad de elegir, pero que mi mente se ha convertido en la herramienta de otra persona, hasta el extremo de que, las alternativas que se presentan a mi voluntad, han sido manipuladas de tal suerte que la conducta que mi tirano quiere que yo elija se convierte para mí en la menos penosa.”

La línea entre autoritarismo y totalitarismo es delgada, El futuro de la libertad depende de que los individuos adopten mentalidades antiautoritarias. Cultivar mentalidades que conduzcan hacia una mayor apreciación de los derechos individuales y el orden espontáneo, conduce naturalmente a un rechazo de medios y fines autoritarios.

LA MENTALIDAD DE TOLERANCIA Y RESPETO HACIA LAS DIFERENCIAS

En Liberalismo, Mises nos recuerda que, en una sociedad libre, otros “actuarán y vivirán” diferente de lo que consideramos como “apropiado:”

“Esa propensión de nuestros contemporáneos a acudir al estado en cuanto tropiezan con algo que les desgrada, así como su humilde sometimiento a las prohibiciones administrativas, aunque estas les priven de cosas que les agradan, demuestra cuán enraizado tenemos aún en nosotros el espíritu servil. Muchos años de autoeducación serán precisos antes que el homo sapiens se transforme en consciente ciudadano. El hombre libre tiene que ser capaz de soportar el que sus semejantes actúen y vivan de modo distinto a como él lo haría. Es preciso que desterremos esa nuestra actual manía de llamar a los guardias en cuanto contemplamos algo que personalmente nos disgusta.”

Es fácil apuntar a la cultura de la cancelación como ejemplo de intolerancia autoritaria ante diferencias. No obstante, durante la pandemia hemos sido testigos del despliegue de intolerancia proveniente de otrora defensores de la libertad. Ellos apoyaron las cuarentenas y descreditaron a aquellos con puntos de vista alternativos. Incluso algunos libertarios llamaron antivacunas a quienes advirtieron contra el amiguismo. Insultos como “antivacunas” son diseñados para avergonzar y demonizar a aquellos con puntos de vista distintos y terminar la discusión de asuntos de seguridad de la vacuna. No obstante, reguladores capturados y empresas de amigotes escudadas ante responsabilidad por el gobierno, no pudieron establecer la seguridad de la vacuna.

En Los fundamentos de la libertad, Hayek es claro en que el progreso depende de nuestro respeto hacia opiniones diferentes, “Es sólo porque la opinión de la mayoría siempre será opuesta por alguien, que progresan nuestro conocimiento y entendimiento.”

Si no fuera por políticas de cuarentenas diferentes en estados y países, no habríamos descubierto que las cuarentanas no detienen un virus. Si no es por acción de una minoría, Hayek revela que la mayoría puede ser lenta en aprender: “Es siempre por la actuación de una minoría en forms distintas de las que la mayoría prescribiría, que la mayoría, al final de cuentas, aprende a hacer mejor las cosas.”

En su ensayo seminal “El uso del conocimiento en la sociedad,” y, de nuevo, en Los fundamentos de la libertad, Hayek explica esta idea clave:
“La suma del conocimiento de todos los individuos no existe en parte alguna como un todo integrado.” En consecuencia, los individuos son libres para lograr sus propios fines tan sólo porque otros son libres de explorar los propios. Lo explica Hayek.

“como miembro de una sociedad civilizada, el hombre puede perseguir sus fines individuales con mucho más éxito del que obtendría actuando como francotirador, pues la civilización nos facilita constantemente el aprovechamiento del conocimiento que individualmente no poseemos y porque cada individuo, al utilizar su particular conocimiento, ayuda a otros individuos desconocidos.”

Negamos la realidad cuando insistimos en que los autoritarios tienen el conocimiento que ellos no poseen.

Cuando empezamos a entender qué tan poco cada uno de nosotros conoce, podemos ponernos de rodillas en asombro y maravilla por cómo el progreso depende de aprender de diferencias y no de reprimirlas.

LA MENTALIDAD DE LA CURIOSIDAD

Con tolerancia y respeto por las diferencias, viene la mentalidad de la curiosidad. Nos preguntamos, ¿Por qué otros ven al mundo diferentemente de como yo lo veo?

En su libro, Curious? el profesor de psicología Todd Kashdan reporta de un estudio de los afamados psicólogos Martin Seligman y Chris Peterson. La curiosidad es un rasgo altamente asociado con experimentar felicidad y una realización general de la vida.

Escribe Kashdan que, en ausencia de curiosidad, “La gente muestra una intolerancia a la incertidumbre.” El Covid-19 creó una incertidumbre tremenda. Sin curiosidad, las formas no planeadas y no autoritarias, de resolver problemas son enfrentadas con intolerancia.

Israel Kirzner ha explicado sucintamente por qué tanta gente ignorante de economía está preparada para voltearse hacia el autoritarismo:

“Para el lego no entrenado en economía, la economía de mercado muestra un rostro desconcertante. Consiste de numerosos individuos cada quien en busca de sus propios objetivos, sin preocuparse de las implicaciones sociales generales de sus metas. Ninguna agencia central coordinadora controla o incluso monitorea las decisiones de producción e intercambio, innumerablemente tomadas por incontables individuos.
No maravilla que la economía de mercado parezca ser sino una jungla de actividades individuales en conflicto y discordancia.”

En su capítulo “Cosmos y taxis” del Volumen 1 de Law, Legislation, and Liberty [Derecho, legislación y libertad], Hayek señala al lector curioso una dirección que ellos aún pueden no haber considerado. El orden, y, por tanto, el progreso, explica Hayek, pueden ser un fenómeno espontáneo que no es controlado por nadie o grupo alguno de gente. Hay “estructuras ordenadas producto de las acciones de muchos hombres, pero no resultado del diseño humano.”

Para autoritarios que no son curiosos, ¿qué interés podrían tener en las ideas de Hayek acerca del orden espontáneo? En vez de eso, demandarán que el gobierno ponga en marcha políticas autoritarias, creyendo erradamente, como escribió Kirzner, que las regulaciones “salvan a la gente de resultados desastrosos debido a la operación de propósitos entrecruzados.” Kirzner escribió este ensayo en los ochentas, cuando los reguladores supuestamente estaban benignamente “equipados con el poder, conocimiento, y motivación necesarios para promover la armonía.”

Por supuesto, como lo explica Kirzner, tales reguladores “es posible que bloqueen o distorsionen el mismo delicado proceso de descubrimiento del mercado.” Cuando las cosas salen mal, en vez de cuestionar los supuestos, muchos redoblan la apuesta y culpan al mercado.

LA MENTALIDAD DE LA RESPONSABILIDAD

Cuando el pensamiento se dirige a culpar, se aleja del propósito significativo en la vida de uno. Para aquellos sin un propósito con sentido, el autoritarismo es atrayente. Quienes culpan y se alejan de la responsabilidad, explicó Eric Hoffer en su libro seminal The True Believer [El verdadero creyente], son atraídos por “el prospecto de un cambio súbito y espectacular en sus condiciones de vida.” Hoffer escribió acerca de la naturaleza humana:

“Hay una tendencia en nosotros para ubicar fuera de nosotros las fuerzas que dan forma a nuestra existencia. El éxito y el fracaso están inevitablemente relacionados en nuestras mentes con el estado de cosas a nuestro alrededor. De ahí que la gente con un sentido de realización piensa que es un mundo bueno y le gustaría conservarlo tal como es, mientras que el frustrado favorece el cambio radical. Persiste la tendencia de buscar todas las causas fuera de nosotros mismos, aun cuando es claro que nuestro estado de ser es producto de cualidades personales como habilidad, carácter, apariencia, salud, etcétera.”

Cuando vemos las fuerzas que dan forma a nuestra vida como ubicadas fuera de nosotros mismos, explica Hoffer, reducimos nuestros esfuerzos:

“Personas que ven sus vidas como irremediablemente arruinadas no pueden encontrar un propósito en el progreso propio que valga la pena. El prospecto de una carrera individual no puede moverlas hacia un esfuerzo poderoso, ni puede evocar en ella fe y una dedicación inquebrantable. Ellas miran al interés propio como algo manchado y malévolo; algo sucio y desafortunado. Cualquier cosa realizada bajo los auspicios del ser les parece a ellas destinada al fracaso. Nada que tenga sus raíces y razones en el ser propio puede ser bueno o noble.”

El año pasado, mucho apoyaron movimientos autoritarios al apoyar cuarentenas y otras medidas restrictivas. Hoffer comparte una idea acerca
de por qué:

“Sus anhelos más íntimos son de una nueva vida -un renacer- o, de fracasar en ello, un cambio para adquirir nuevos elementos de orgullo, confianza, esperanza, un sentido de propósito y valía, al identificarse con una causa santa. Un movimiento de masas atractivo les ofrece una oportunidad de ambos. Si se unen al movimiento como conversos plenos, renacen a una nueva vida en su cuerpo colectivo estrechamente constituido, o, si son atraídos como simpatizantes, encuentran elementos de orgullo, confianza y propósito, al identificarse a sí mismos con los esfuerzos, logros y prospectos del movimiento.”

Al demostrar su identificación con un movimiento autoritario, la gente llama a la policía en contra de quienes violan reglas de usar mascarillas o de cuarentena. Hoffer explica por qué:

“Es posible que un hombre cuide sus asuntos cuando vale la pena hacerlo. Cuando no, retira su mente de sus propios asuntos sinsentido, ocupándose en los asuntos de otros. Este interés por los asuntos de otros se expresa en la chismografía, fisgoneo y entremetimiento, y también en un interés ardoroso por asuntos comunales, nacionales y raciales. Al alejarnos de nosotros mismos, caemos ya sea sobre los hombros del vecino o corremos por su garganta.”

Hoffer advierte que, cuando se pierde la esperanza, crece el autoritarismo: “Uno de los atractivos más poderosos de un movimiento de masas es que ofrece un sustituto a la esperanza individual. Pero, ningún contenido o confort verdadero puede vez alguna surgir en sus mentes, si no es de la esperanza.”

Recientemente, Scott Atlas de Stanford reflexionó acerca de su experiencia como consejero del presidente Trump acerca del Covid-19. Sus recomendaciones científicas fueron censuradas, su trabajo tergiversado. Él fue avergonzado y ridiculizado. Atlas revela que él “fue y permanece impactado -casi que asustado- por la aceptación del pueblo estadounidense de reglas, restricciones y órdenes tan destructivas, arbitrarias y totalmente acientíficas.” El autoritarismo ganará, concluyó Atlas, “a menos que más gente empiece a salir en defensa de la libertad de pensamiento y expresión.”

La gran tecnología está haciendo que sea crecientemente difícil compartir puntos de vista alternativos, pero la batalla no está perdida. Podemos escoger ser más abiertos en conversaciones cara a cara surgidas orgánicamente con amigos, familia, vecinos, y colegas. Aún en esas conversaciones, el intolerante le ridiculizará y le culpará por los problemas del mundo. No obstante, su despliegue de curiosidad genuina evoca la curiosidad en otros. A partir de su coraje para compartir ideas y con una mentalidad de curiosidad mutua, la libertad puede ser redescubierta.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.