CUANDO YO SABÍA MÁS QUE HAYEK

Por Arthur M. Diamond, Jr.
American Institute for Economic Research
31 de diciembre del 2020


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Este año ha sido principalmente uno para el olvido. Pero, en el espíritu de celebrar lo positivo, deberíamos recordar al 2020 como el 75 aniversario de la publicación del artículo más importante de Hayek: “The Use of Knowledge in Society” [El Uso del Conocimiento en Sociedad].

Friedrich A. Hayek puede ser mejor conocido por su Camino de Servidumbre. En él afirmó que la libre expresión y la democracia serán frágiles en una economía en donde el gobierno es dueño de las impresoras. También, muchos estudian y admiran sus contribuciones a la macroeconomía y la filosofía. Pero muchos economistas grandes, incluso algunos que están en desacuerdo con gran parte de su trabajo, ofrecen el más elevado halago por su artículo “El Uso del Conocimiento en Sociedad,” que se publicó en 1945, por el que, en parte, ganó el premio Nobel en Economía. En años más recientes, Jimmy Wales citó al artículo como importante para la creación de Wikipedia.

Hayek arguye que el sistema de precios en una economía de mercado suministra información, que productores individuales combinan con conocimiento local para decidir qué producir y cómo producirlo. El conocimiento local puede tomar diversas formas, Por ejemplo, puede ser geográfico: ¿dónde está la mejor fuente de agua para hacer la cerveza más deliciosa? O, puede ser tecnológico: ¿cuál es actualmente el mejor medio para almacenar grandes cantidades de canciones en un pequeño instrumento portátil?

El artículo de Hayek posee consecuencias importantes, en especial si las decisiones económicas las deberían tomar planificadores centrales o emerger del orden espontáneo del mercado libre. En mis propias clases, digo que el principal problema con la planificación central no es que los planificadores sean corruptos, estúpidos, perezosos, aunque algunas veces son cada una de ellas. No, el problema principal con la planificación central es que muchos individuos altamente dispersos tienen conocimiento local, que no puede ser recolectado y procesado incluso por el planificador más noble, inteligente y diligente.

Al inicio de la pandemia del Covid-19, el Dr. Li Wenliang, el héroe de Wuhan, tenía conocimiento local de la severidad y capacidad de contagio del virus Su conocimiento local no calzó en el plan central de Beijing, así que ellos lo reprimieron.

En un par de exposiciones en las primeras páginas (28/06/20, 6/07/20), el New York Times documentó cómo la planificación central de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ignoró el conocimiento local de los médicos que estaban luchando contra el Covid-19 en clínicas y hospitales, y, como resultado, presentó orientación con tanta certeza que, en el mejor de los casos, era sólo altamente debatible.

La OMS le restó importancia a la transmisión asintomática durante varios meses, después que la Dra. Camilla Rothe observó y documentó, a fines de enero del 2020, un caso de una mujer de negocios china que había transmitido el Covid -19 a un colega alemán, en reuniones en Munich. La Dra. Rothe y sus colegas compartieron su descubrimiento por medio de una nota publicada en línea por el New England Journal of Medicine. El conocimiento local de la transmisión asintomática continuó creciendo, pero, tan temprano como junio del 2020, la OMS todavía estaba diciéndole al público que la transmisión asintomática era “sumamente rara.” Dado que investigadores razonables aun ahora están en descuerdo acerca de la extensión de la transmisión asintomática, la OMS debería admitir los límites de su conocimiento, en vez de tener la arrogancia de alegar una certeza que ellos no poseen.

Aquellos que creen en las directrices de la OMS, continúan usando las revisiones de temperatura como forma de protección contra la transmisión del virus. Pero, si la transmisión asintomática es frecuente, entonces, un arma de medición infrarroja de la temperatura es más un talismán, que un profiláctico.

También, la OMS minimizó la transmisión por aerosol hasta recientemente, a principios de julio, esperando que, después, 239 científicos internacionales les enviaran una carta abierta analizando la evidencia. La sugerencia previa de la OMS indicaba que el Covid-19 era, en mucho, transmitido por medio de gotitas más grandes, que no viajarían a más de seis pies, y que estarían en el aire por un corto tiempo después de ser exhaladas. Los aerosoles pueden viajar más de seis pies y permanecer en el aire por mucho más tiempo.

Aquellos quienes creen en la directriz de la OMS continúan manteniendo el distanciamiento social de sólo seis pies, como forma de protegerse contra la transmisión del virus. Pero, si la transmisión por aerosol es común, entonces, el distanciamiento de sólo seis pies es, también, más un talismán, que un profiláctico.

El planificador central de Nueva York, Andrew Cuomo, en marzo del 2020 alegó que su estado tenía necesidad desesperada de 30.000 ventiladores y reprendió al gobierno central por no planificar centralmente el suministro de ventiladores a nivel nacional.

Se gastó dinero de los contribuyentes en adquirir y distribuir ventiladores, aún cuando aquellos con conocimiento local en los hospitales, estaban aprendiendo que los ventiladores eran menos útiles de lo que originalmente se consideró. La tasa de recuperación de aquellos ventilados por un Covid-19 severo, fue incluso menor que la tasa, ya baja, de recuperación de aquellos puestos en ventiladores por influenza severa. Así que los médicos con conocimiento local empezaron a usar ventiladores con menor frecuencia, y sólo en las últimas etapas de la enfermedad; y, crecientemente, los sustituyeron por sólo oxígeno, u oxígeno con instrumentos PPC [instrumento para presión positiva continua en las vías respiratorias].

Como lo ilustran estos ejemplos, el progreso contra el Covid-19 requiere respetar el mensaje del artículo de Hayek, poniendo oídos al conocimiento local de los médicos que luchan contra el Covid-19 en sus clínicas y hospitales.

Al llegar a la Universidad de Chicago como estudiante de postgrado en 1974, yo ya respetaba el artículo de Hayek. Para mi mala suerte, Hayek ya había dejado la universidad varios años atrás, para irse a vivir a Alemania y Austria (dijo él que, si hubiera tenido más dinero, habría preferido vivir en Londres). Pero, años más tarde me encantó saber que un amigo mío, Manuel J. Cartea, logró que Hayek regresara a Chicago para dar un par de conferencias. Hayek nos invitó a Cartea y a mí para que cenáramos con él y su esposa, y, el día siguiente, le conduje desde su estancia en Hyde Park a una conferencia de prensa en el centro de la ciudad de Chicago.

Una de las experiencias más estresantes de mi vida ocurrió durante ese viaje, pues Hayek se incomodó conmigo, pensando que iba en la dirección errada, lejos del centro de la ciudad. Él estaba muy seguro y yo muy inseguro ̶ en parte porque nunca fui conocido por mi sentido de dirección, pero, principalmente, porque ese era Friedrich August von Hayek, ganador del premio Nobel, y teórico mundialmente reconocido de los mercados y la libertad.

Mi recuerdo es yo que estaba sudando y temblando un poquito, y estuve a punto de regresar el carro en la dirección que Hayek quería. Pero, yo había viajado de Hyde Park al centro de la ciudad con frecuencia y recientemente, y creía conocer el camino. Por suerte, yo estaba en lo correcto, tenía conocimiento local. De esa manera, en esta única situación en particular, yo sabía más que Hayek.

En una economía de libre mercado, usted no necesita ser ganador del premio Nobel o gran teórico para importar en el mundo. Hayek vio que, hasta el más humilde entre nosotros, puede adquirir el conocimiento local para ayudarle a llegar adonde él deseaba ir.

Arthur M. Diamond, hijo, es compañero sénior en el American Institute for Economic Research. Obtuvo títulos como graduado en filosofía y economía en la Universidad de Chicago, en donde se le otorgó un Beca de Post Doctorado con el laureado premio Nobel en economía Gary Becker. Ha estado en la facultad del Departamento de Economía de la Universidad del Estado de Ohio y, actualmente, es profesor de Economía en la Universidad de Nebraska, en Omaha. Diamond es autor de of Openness to Creative Destruction: Sustaining Innovative Dynamism, de la Oxford University Press.