¿Cuántas veces no hemos escuchado el argumento de que no debemos abrir nuestra economía, mientras que el otro (u otros) país no lo haga igualmente? Bastantes, estoy seguro. Pues bien, en este tercer capítulo de la serie, el economista Donald J. Boudreaux desmitifica esa versión, entre otras cosas.

DOCE PRINCIPIOS ACERCA DEL COMERCIO INTERNACIONAL- PARTE 3

Por Donald J. Boudreaux

American Institute for Economic Research
28 de diciembre del 2020

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En 1883, el economista y sociólogo William Graham Sumner describió al proteccionismo como merecedor “sólo de desprecio y burla, sátira y ridículo. Es tanto una solemne pieza de charlatanería económica, y que se disfraza bajo tal amaneramiento de aprendizaje y filosofía, que debería ser tratado tal como han sido tratadas otras charlatanerías.”

Su descripción fue correcta y sigue ahora siendo correcta. La noción de que las personas se enriquecerán si su gobierno impide artificialmente su acceso a bienes y servicios, es altamente alejada de la realidad, así como es la creencia que el futuro puede ser revelado a través de la astrología. Cada noción es igualmente absurda. Y, así, los proteccionistas no merecen mayor respeto intelectual que el debido a los astrólogos. Sin embargo, como la astronomía, el proteccionismo tiene muchos verdaderos creyentes.

Es importante explorar la fuente de estas creencias lunáticas. Pero, esa exploración no es aquí mi objetivo. En vez de ello, mi tarea es continuar con el proyecto de exponer doce principios básicos del comercio internacional. Abajo aparecen los principios séptimo, octavo y noveno.

7. LAS PERSONAS DEL PAÍS NATAL SE BENEFICIAN DE UN GOBIERNO QUE PROSIGUE UNA POLÍTICA DE LIBRE COMERCIO CON INDEPENDENCIA DE LAS POLÍTICAS PROSEGUIDAS POR GOBIERNOS EXTRANJEROS.

Algunos proteccionistas conceden que una política de libre comercio en el país puede ser beneficiosa para los ciudadanos del país natal. Pero, estos proteccionistas insisten en que el libre comercio es aconsejable sólo si también otros gobiernos siguen una política de libre comercio. Si el gobierno de, digamos, Chile obstruye la libertad de sus ciudadanos de comerciar con estadounidenses, nosotros, en los Estados Unidos -o así lo afirman los proteccionistas- nos veremos económicamente afectados si nuestro gobierno, de igual forma, no obstruye nuestra libertad de comerciar con los chilenos.

Se podría escribir un libro completo acerca de las salvas a los sofismas que incitan la creencia que el libre comercio es beneficioso sólo si todos los socios comerciales siguen una política de libre comercio. Pero, es fácil lograr una descripción de la falla esencial de esta creencia: Pregúntese a sí mismo si usted es dañado porque su gobierno falla en obstruir su libertad para comprar bienes o servicios de comerciantes que no son sus empleadores. Por ejemplo, si usted no trabaja en la tienda Target, pregunte si usted es dañado cuando su gobierno lo deja ser libre de comprar en Target.

Si su respuesta es “no,” entonces, usted comprende, si bien sólo intuitivamente, la razón de por qué usted y sus conciudadanos no son dañados si el gobierno deja que usted sea libre de comerciar con extranjeros, cuyos gobiernos les impiden comerciar libremente con usted. Su ganancia al comprar cualesquiera productos que sean puestos a la venta en Target no depende, en forma alguna, de que usted le venda algo a Target.

Esta realidad sigue siendo verdadera aún si usted solicita por un trabajo en Target -es decir, si usted ofreciera exportar a Target desde su hogar algo de sus servicios laborales- y es rechazado. Si bien, en efecto, usted habría estado mejor si Target hubiera escogido contratarlo, usted estaría peor si su vecino decidió por sí mismo obstruir su habilidad de comprar en Target. Este hecho no se vería alterado aún si su vecino le explicara sinceramente que su deseo es tomar represalia en su nombre contra Target por su negativa a comprar sus servicios laborales.

8. COMERCIAR ES UNA TÉCNICA PARA QUE LOS INDIVIDUOS PRODUZCAN BIENES Y SERVICIOS PARA SU PROPIO CONSUMO AL COSTO MÁS BAJO POSIBLE.

Como la mayoría de la gente, personalmente lavo mis pantalones y sábanas de cama. ¿Por qué hago eso, dado que podría contratar a alguien que me haga esa tarea? La respuesta es que el valor para mí del tiempo y otros recursos que gasto realizando esta tarea por mí mismo, es menor que lo es el valor para mí del tiempo y otros recursos que gastaría en ganar ingresos suficientes para pagarle a alguien por hacerme esa tarea.

Puesto de otra forma, mi técnica de menor costo para lavar mis pantalones y sábanas es que yo haga esa tarea por mí mismo ̶ es decir, hacer yo esta tarea directamente.

No obstante, yo no lavo mis propias camisas con botones. Para que me haga esta tarea contrato a Regency Cleaners. La razón es que el valor para mí del tiempo que personalmente gastaría aplanchando esas camisas después de que son lavadas, es mayor que lo es el valor para mí del tiempo y otros recursos que debo gastar para generar lo suficiente para contratar a Regency Cleaners, para que me laven y aplanchen esas camisas.

Puesto de otra manera, mi técnica más barata para lavar mis camisas es enseñar economía. Algo del ingreso que gano al enseñar es luego usado para pagar a Regency Cleaners para que laven mis camisas.

La misma lógica de producción es aplicable a todo comercio, con el extranjero no menos que con el doméstico.

El economista Steven Landsburg, inspirado por David Friedman, señala que los estadounidenses producen montones de carros en los maizales de Iowa. Debido a que el maíz puede producirse comparativamente más barato en partes del medio oeste estadounidense, nosotros, los estadounidenses, producimos muchos de nuestros carros, no directamente sino de forma indirecta. Producimos carros produciendo maíz, que luego alimenta la maravillosa máquina diseñada para transformar el maíz en carros. Entra el maíz, salen los carros. ¡Asombroso!

¿Es usted escéptico de que, en realidad, existe dicha máquina? Despójese de su escepticismo. Su nombre es “barco de carga.”

Y, si usted cree que yo estoy aquí para jugar con trucos de palabras ingeniosas, piense de nuevo. Contemple todo lo que usted consume diariamente en su vida y pregunte cuántas de esas cosas usted -¡¿podría usted?!- las hizo directamente. La respuesta es ninguna. A pesar de ello, usted tiene esas cosas en abundancia. El hecho es que usted produce esos bienes y servicios para sí mismo de forma indirecta, al especializarse en producir aquello en lo que es mejor en producirlo. Luego, usted alimenta su ingreso resultante en el mercado -nosotros llamamos “gasto” a este proceso- que después se transforma en su comida, ropa, abrigo, teléfono inteligente, y todas las otras maravillas que son tan comunes, que incluso usted las da por un hecho.

9. UNA POLÍTICA DE LIBRE COMERCIO ASEGURA QUE LAS PERSONAS EN EL PAÍS NATAL RECIBAN A CAMBIO DE SU ESFUERZO DE TRABAJO LA CANTIDAD MAYOR POSIBLE DE SATISFACCIÓN.

Este noveno punto es especialmente claro, pero, sorprendentemente, fácil de ignorar. Debido a que cada persona busca gastar su ingreso en formas que rinden, a esa persona, la mayor cantidad de satisfacción, cada persona sólo comprará aquellos bienes y servicios particulares que él o ella cree que contribuyen más para ese fin. Nosotros los estadounidenses no compramos carros hechos en Japón o vinos de Francia debido a que deseamos ayudar a los japoneses o a los franceses. Aquellos de nosotros que hacemos esas compras lo hacemos porque deseamos ayudarnos a nosotros mismos. Creemos que estos ítems específicos hechos en el exterior son los mejores objetos en los que podemos gastar una porción de nuestros ingresos.

Y, así, si el gobierno de Estados Unidos obstruye nuestra habilidad para adquirir productos hechos en el exterior, necesariamente nos impide obtener la mayor satisfacción posible a partir de nuestros ingresos. Para decir las cosas más claramente, el proteccionismo -al reducir las opciones a los compradores- hace que el grueso de las personas en el país natal sea más pobre de lo que, de otra forma, podrían ser.

Los proteccionistas ignoran esta realidad pues sólo ven a los relativamente pocos productores domésticos, quienes, protegidos ante la competencia, se apropian de ganancias injustificadas debido a las políticas proteccionistas. Pero, testimonio a la verdad de que las políticas proteccionistas hacen que la gente de este país, como un todo, sea más pobre, se encuentra en el hecho de que los gobiernos, para reducir las compras que sus ciudadanos hacen de suministros suplidos por el extranjero, deben usar la coerción. Las personas, por lo general, no tienen que ser objeto de coerción para que actúen en su mejor interés, pero, para que actúen de otra forma, ellas deben ser coercidas.

Lea doce principios acerca del comercio internacional-parte 1

Lea doce principios acerca del comercio internacional-parte 2

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.