EL ATAQUE AL CAPITOLIO DE ESTADOS UNIDOS RECUERDA LOS PELIGROS DE USAR LA VIOLENCIA EN NOMBRE DE LUCHAR CONTRA LA INJUSTICIA

Por Jon Miltimore & Brad Polumbo
Fundación para la Educación Económica
Viernes 8 de enero del 2021


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El porcentaje de adultos en Estados Unidos que dice que la violencia es un medio justificable para impulsar el cambio político ha aumentado en años recientes, tanto entre Demócratas como entre Republicanos. Esto debería preocupar a todos los estadounidenses.

Ashli Elizabeth Babbitt sirvió cuatro turnos durante sus 14 años de reclutamiento en la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Una oficial de seguridad de alto nivel, sobrevivió en algunas de las zonas de guerra más mortales del mundo, incluyendo Irak y Afganistán.

Su vida tuvo un final abrupto el miércoles, no en un país del extranjero, sino en el Capitolio de Estados Unidos, cuando ella se le disparó y mató por un oficial de policía vestido de civil, después de que ella y otros manifestantes trataron de romper una barricada en el edificio.

“Estoy atontada. Estoy devastada. Nadie del Distrito de Columbia le notificó a mi hijo y lo averiguamos por la televisión,” le dijo la suegra de Babbitt al diario New York Post.

Babbitt fue una de cinco personas que murieron durante la violencia, otros tres por complicaciones médicas, incluyendo varios ataques al corazón y un oficial de policía murió por los daños infligidos por los alborotadores. Las manifestaciones, que vinieron con posterioridad al verano más violento en Estados Unidos desde los años sesenta, buscaron perturbar el voto del Congreso para certificar el voto del Colegio Electoral para Joe Biden como presidente.

Por meses, el presidente Trump y muchos de quienes le apoyan alegaron que la victoria de Joe Biden en el colegio electoral era ilegítima, debido al fraude sistemático en la votación, afirmación disputada por el Departamento de Justicia y por muchos funcionarios estatales republicanos en los estados en donde supuestamente habría ocurrido el fraude.

“Este es un fraude total,” le dijo Trump a Fox News con posterioridad a la elección. “Y cómo el FBI y el Departamento de Justicia ̶ no lo sé, talvez estén involucrados. Pero, como se le permite a gente salir con estas cosas es increíble.”

En los días que conducían al voto de certificación por el Congreso el 6 de enero, miles de seguidores de Trump acudieron a la capital del país, creyendo, como lo hace el propio presidente, que el fraude e irregularidades extendidas en la votación significan que la elección presidencial de noviembre fue “robada.”

Rápidamente, las cosas se salieron de control.

“El Capitolio de Estados Unidos ha sido cerrado después de que manifestantes pro Trump irrumpieron en el edificio después de un discurso incendiario del presidente, en que prometió nunca conceder la derrota y pidió a sus partidarios marchar hacia el Congreso, reportó el Washington Examiner, en medio del caos. “Después del desafiante discurso, miles de quienes llegaron a las manifestaciones en Washington para desafiar los resultados de la elección presidencial, tomaron las afueras del Capitolio, pasando por encima de la Policía del Capitolio de Estados Unidos y de barreras de metal.”

“Las sesiones del Senado y la Casa de Representantes que fueron levantadas, y sus lideres sacados del piso por sus guardias de seguridad, detallan como los grupos rompieron varios niveles de seguridad y obtuvieron acceso a las cámaras del Capitolio,” continuó el reporte. “Al menos una persona estaba en situación crítica cuando se le disparó durante el caos, mientras que al menos otras cinco personas han sido transportadas al hospital.”

Entre ellas estaba Babbitt, una mujer de 35 años de San Diego, quien manejaba un negocio de suministros para piscinas en Spring Valley. Una autodescrita como patriota, estaba determinada a estar a mano para apoyar su país y “detener el robo.”

“Nada nos detendrá,” tuiteó Babbitt el 5 de enero. “[E]llos pueden tratar y tratar y tratar, pero la tormenta está aquí y estará descendiendo sobre el Distrito de Columbia en menos de 24 horas… de la oscuridad a la luz.”

Veinticuatro horas más tarde, ella estaba muerta y la ciudad capital fue dejada con cicatrices por la violencia.

No hay duda de que esta pérdida de vida es una tragedia. Y dejaremos de lado la cuestión de si la muerte de Babbitt fue por un uso excesivo de la fuerza. Lo que buscamos responder es si el sitio al Capitolio que condujo a su muerte fue un acto político justo, o si su vida fue desperdiciada en una mala aventura, tonta y equivocada.

Tristemente, lo último es el caso.

ACERCA DE PROTESTAS Y MOTINES

El derecho a la protesta pacífica es piedra esencial de la sociedad estadounidense. No lo es la licencia para involucrarse en la violencia, fanatismo e intimidación.

Una vez que la protesta política desciende a la violencia, cruza la línea de la justicia.

El grado en que el fraude electoral desempeñó un papel en la elección del 2020 puede ser debatido, como cualquier otro tema. Trump y quienes le apoyan tienen derecho a creer que la elección fue “robada” y “arreglada.” (Nosotros, como lo hicimos ver antes, no compartimos esa creencia, ni tampoco el Departamento de Justicia, que dijo “no hemos visto fraude en una escala que pudiera haber logrado un resultado diferente en la elección.”)

Es más, quienes apoyan a Trump tienen todo derecho a reunirse en Washington y protestar contra los resultados de la elección. Este es un asunto simple de libertad de expresión y de reunión, siendo ambos protegidos por la Constitución. Pero, ese miércoles una facción fue mucho más allá que eso, perpetrando el vandalismo, destrucción de la propiedad e invasión, como puede verse en estos videos (puede verlos en jon miltimore & brad polumbo foundation for economic education Capitol January 8, 2021).

La protesta política pierde su legitimidad moral y constitucional tan pronto como se convierte en destructiva o violenta.

Todos los estadounidenses tienen el derecho a expresarse y formular su caso en la plaza pública. Pero, en el momento en que se lanza el primer ladrillo o que una ventana es quebrada, cruza la línea entre ejercer derechos y violar los derechos de otros.

¿ES PERMISIBLE LA VIOLENCIA A LA LUZ DE LA INJUSTICIA?

Algunos podrían ir en contra señalando que, a la luz de lo que consideran una elección robada y unos Estados Unidos en donde se están yendo sus derechos y libertades, los disturbios violentos se justifican por la situación extrema que encaramos como país.

Un escaneo de los correos en Twitter de Babbitt revela tales preocupaciones. Desde la censura de las redes sociales, hasta cuarentenas obligadas, empresas lanzadas a la quiebra o saqueadas, corrupción política y acusaciones de fraude electoral, hay una sensación de agravio ̶ y es un sentimiento que aprisiona a millones de estadounidenses. Acerca de la injusticia y la opresión. Acerca de la creencia de que los ciudadanos comunes y corrientes están siendo pisoteados por élites políticas.

Subyaciendo la furia de los manifestantes hay un sentimiento de impotencia; una ausencia de control o de agencia. Estas son las condiciones desde donde la violencia tiende a surgir.

“En resumen: políticamente hablando, es insuficiente decir que el poder y la violencia no son lo mismo,” una vez hizo ver la filósofa Hannah Arendt. “Poder y violencia están opuestos.”

Ser impotente de cara a la injusticia, en otras palabras, es, en muchas formas, una receta para la violencia.

Ello invita a una pregunta importante. ¿Puede la violencia usarse para enderezar al mundo? Después de todo, la injusticia es muy real. Es algo que casi todo mundo la ha experimentado en uno u otro momento, si bien en alcances sumamente variados. Si la violencia puede usarse como medio para mejorar las cosas, ¿por qué no debería usarse en tal sentido?

Esta, por supuesto, no es una pregunta nueva. Y, en tanto que los estadounidenses, incluyendo muchos académicos, hoy ven crecientemente a la violencia como herramienta justificable para el cambio político, la respuesta a esta antigua pregunta es todavía un sonoro no.

“El odio multiplica el odio, la violencia multiplica la violencia, y la dureza multiplica la dureza en una espiral descendiente de destrucción,” hizo ver con astucia el Dr. Martin Luther King, hijo.

Las palabras de King parecen ser especialmente válidas al inicio del 2021.

Durante la mayor parte de un año, los estadounidenses han visto a la violencia diseminarse a través de nuestro país, alimentándose propiamente de ella como un organismo de otro mundo. La muerte de George Floyd, capturada en imágenes chocantes y en un video conmovedor, naturalmente sacudieron a los estadounidenses. Pero, ¿qué lograron los disturbios que vinieron en consecuencia, más allá de, al menos, 19 muertes directas y miles de millones de dólares en daños a propiedades? Sólo sabotearon el movimiento de reforma de la policía y condujeron a más violencia. Le siguieron más disturbios, devorando ciudades desde Atlanta a Kenosha, Wisconsin, y más allá, También, crecieron los homicidios, aumentando un 250 por ciento en algunas ciudades de Estados Unidos.

No se puede negar que los disturbios llevaron una atención adicional al tema de brutalidad policial, pero, ¿a qué costo? Aún más, Martin Luther King nos recuerda que esas victorias es posible que sean pasajeras.

“A pesar de victorias temporales, la violencia nunca logra una paz permanente,” dijo el icono de los derechos civiles. “No resuelve el problema social; simplemente crea otros nuevos y más complicados.”

King estaba exactamente en lo correcto. Por desgracia, el porcentaje de adultos en Estados Unidos que dice que la violencia es un medio justificable para impulsar el cambio político ha surgido en años recientes, tanto entre Demócratas como entre Republicanos.

Si los estadounidenses fabrican excusas o se involucran en una agitación violenta cuando es una causa que ellos apoyan, haya una mayor posibilidad de que pronto ellos tendrán el mismo comportamiento impuesto sobre ellos por sus oponentes.

Acciones que minan nuestros derechos naturales nunca pueden promover el progreso.

LA VIOLENCIA NO ES LA RESPUESTA A LA INJUSTICIA

Afirmar que la violencia es un medio justificable para confrontar la injusticia es invitar inevitablemente a un conflicto perpetuo. Vivimos en un mundo de escasez, pero, si hay una cosa de la que nunca ha habido escasez, es de injusticia. Es una píldora amarga que todos hemos tomado y experimentado, en grados diversos.

Esto fue especialmente cierto en el 2020, año de malestar racial, violencia generalizada y extralimitación del gobierno en que millones de estadounidenses fueron ordenados a confinarse en sus hogares. Muchos vieron sus empleos, ahorros, y negocios evaporarse ante sus ojos, mientras que legisladores y corporaciones se exceptuaban a sí mismos.

La injusticia es real.

Tan sólo pregúntele a la familia de Andre Maurice Hill, un hombre negro desarmado, de 47 años de edad, quien el pasado mes fue muerto en un garaje por un policía de Ohio, quien respondía a un llamado no de emergencia. A Hill, quien sostenía un teléfono, le disparó un policía en 10 segundos. Se reportó que los oficiales no hicieron un esfuerzo por salvar a Hill, a quien un vecino describió como un “huésped esperado,” y quien pronto se desangró.

“De lo que podemos ver, ninguno de los oficiales que estaba inicialmente en la escena le brindó asistencia médica al Sr. Hill,” dijo el alcalde de Columbus Andrew Ginther. “No hubo compresión a las heridas para contener el sangrado. No hubo intentos de reanimación cardiopulmonar. Ni siquiera una mano sobre el hombro ni palabras estimulantes de que ya los médicos estaban en camino.”

¿Es eso injusticia? Ciertamente. Pero, la violencia no es la solución a la injusticia, aunque a muchos se les dificulte creer esto.

“¿Usted realmente cree que la no violencia es la respuesta única y universal a la injusticia y opresión?”, un entrevistador le preguntó en una ocasión a King.

“Definitivamente,” respondió King. “Siento que la no violencia… la resistencia no violenta organizada, es el arma más poderosa que la gente oprimida puede usar para alejarse de la servidumbre de la opresión.”

King no estaba diciendo que la injusticia debe ser aceptada o confundida con cobardía o inacción.

“La resistencia no violenta resiste,” señaló King. “Es dinámicamente activa. Es físicamente pasiva, pero espiritualmente es fuertemente activa.”

CONDENANDO TODA VIOLENCIA

La escena observada en la capital de la nación el miércoles fue triste. También fue intolerable. Todos los estadounidenses -incluso quienes apoyan al presidente Trump y están de acuerdo con sus alegaciones electorales- deben condenarla.

En particular, conservadores y libertarios que criticaron los disturbios de Black Lives Matter en el 2020, como lo hicimos nosotros, deben, similarmente, condenar la violencia política en la capital de la nación. No hay un marco moral coherente en que la destrucción de la propiedad y la violencia que se lleva a cabo en nombre de la justicia racial no sea errado, pero que en está bien una violencia similar de una persuasión del ala derecha (o a la inversa).

Ambas están equivocadas. Siempre ̶ sí, incluso en presencia de injusticia (tanto real, como percibida). Ello porque la violencia es un monstruo que crece entre más se le alimenta.

Y, por desgracia, son los más débiles quienes usualmente pagan el precio cuando se presenta.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune. Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Brad Polumbo es un periodista libertario-conservador y Compañero Escritor Eugene S. Thorpe en la Fundación para la Educación Económica.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.