Esta es una hipótesis interesante, posiblemente parcial, de la razón por la cual Trump perdió las elecciones. Uno pude diferir y aportar otras explicaciones, pero la política seguida ante el COVID por su gobierno federal, parece ser un factor esencial en su derrota.

CÓMO EL GRUPO DE TRABAJO EN LA CASA BLANCA ACERCA DEL COVID HUNDIÓ A TRUMP…

Por Jordan Schachtel
American Institute for Economic Research
8 de enero del 2021


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El presidente Trump empezó los primeros días del 2020 en una posición de fuerza increíble. A inicios del año, ningún analista serio le habría dicho que él estaba en serio riesgo de perder la elección del 2020. La economía estadounidense estaba en auge, teníamos números sólidos de empleo, no había crisis internacionales importantes, y el presidente estaba estableciendo una agenda audaz para su segundo término, para “drenar el suampo” aún más e impulsar sus prioridades de política doméstica. El fraude electoral fue siempre un factor potencial que debería monitorearse, pero, no había un esquema masivo sin precedentes para votar por correo, del cual preocuparse.

Pero, reportes de noticias provenientes de Wuhan, China, indicaron que estaba en pie una situación potencialmente amenazadora. El 29 de enero, el presidente Trump actuó con apuro al autorizar la creación de un Grupo de Trabajo en la Casa Blanca para el Coronavirus. Un mes después, el pequeño grupo de trabajo se expandió para incluir al vicepresidente Mike Pence como su director. En lo que será visto en retrospectiva como un error catastrófico de delegación, el vicepresidente decidió nombrar a la Dra. Deborah Birx como coordinadora de respuesta del grupo de trabajo. Antes de la crisis del COVID, Birx fue mejor conocida por su trabajo en la vacuna del HIV/SIDA, la cual no existe. Ella nunca había estado en ningún lado cerca de las palancas del poder en Estados Unidos.

El grupo de trabajo acerca del COVID pronto creció a 27 miembros, pero varios de los individuos nombrados al grupo de trabajo eran funcionarios a nivel de gabinete, y no podían dedicar su portafolio completo al coronavirus. Esto condujo a una apertura que permitió que el Dr. Anthony Fauci, la Dra. Deborah Birx, el director de los CDC Robert Redfield, el Cirujano General Jerome Adams, y unos pocos más, monopolizaran el negocio de la política establecido por el grupo de trabajo para la crisis del coronavirus.

Con gran parte del mundo sucumbiendo al temor total, al pánico y la histeria, y con una onda de nuevas cuarentenas golpeando a Europa y otras partes, el presidente Trump permaneció increíblemente sensato. Al discutir acerca del COVID-19, el presidente recordó a sus colegas que “la cura no podía ser peor que la enfermedad.” Existía la posibilidad de que Estados Unidos se uniera a Suecia y un puñado de otras naciones opuestas a la tendencia de apretar el botón de la autodestrucción.

Fauci y Birx tenían otros planes, y, en su momento, encontraron un método diabólico para aumentar la presión a un grado tan increíble que, finalmente, el presidente estaría de acuerdo con sus demandas.

A mediados de marzo, con la “ola europea” en plena agitación, los dos burócratas gubernamentales le presentaron al presidente modelos epidemiológicos basura, que parecían más una situación similar a la de rehenes, que un consejo de política. Birx y Fauci avalaron la supuesta ciencia de un simple modelo desarrollado por un puñado de académicos en Inglaterra, que alegaba que millones de estadounidenses morirían si el presidente Trump no cerraba la nación de inmediato. El coronavirus se presentó como una bomba de tiempo, que destruiría un porcentaje significativo de la nación si el presidente no actuaba de inmediato. Bajo enorme presión para que “hiciera algo” en reacción a la crisis, el presidente cometió el error fatal de estar de acuerdo con una iniciativa de política de cuarentena de dos semanas, que era anunciada como muy temporal. En un cerrar de ojos, el presidente autorizó el plan de respuesta federal y, al mismo tiempo, los gobernadores estaban instituyendo lo que se mercadeó como un reinicio para retener la capacidad hospitalaria ante la ola supuestamente mortal que estaba llegando a Estados Unidos. Entonces, se nos dijo, después de dos semanas, que las cosas podían regresar a la normalidad y que los 30 millones de pequeños negocios a través de Estados Unidos estarían en capacidad de volver a abrir relativamente indemnes.

Entonces, los 15 Días Para Reducir La Diseminación se convirtieron en los 30 Días Para Reducir La Diseminación. La así llamada crisis se mantuvo creciendo al punto que pronto los miembros del grupo de trabajo ni siquiera abordaban el final de sus demandas de política draconiana. El presidente, quien ya tenía serias dudas acerca de las políticas propugnadas por Fauci, Birx, Redfield y tripulación, en su momento accedió a darles tanto territorio a los burócratas de la salud pública, que por momentos parecía que él les había dado las llaves de su presidencia al grupo de trabajo.

Los objetivos de la política de Fauci-Birx continuaron cambiando dramáticamente en el curso de la primavera. Los propósitos ya no más eran acerca de retener la capacidad hospitalaria, sino transformar permanentemente a la nación en un régimen de seguridad ante el COVID, a pesar de los datos que entraban mostrando una enfermedad que no era ni siquiera cercanamente tan amenazadora, como en una ocasión se percibió. Ya no más la economía estaba en auge. En vez de ello, estaba en una caída libre autoinfligida. Decenas de millones de estadounidenses estaban en crisis, y justamente en el medio de lo que ahora era un ciclo electoral caliente. Las políticas de los burócratas de la salud estaban deshaciendo el tejido de la nación, y ahora la presidencia parecía que podía ser tomada por cualquiera. El presidente ya no más podía apuntar a su récord económico, a su régimen de tiempos de paz, o su mano firme, pues todos esos temas de debate estaban siendo comprometidos por las malas políticas acerca del coronavirus.

Súbitamente, el presidente estaba a la defensiva, habiendo perdido completamente la narrativa ante los propagadores del pánico en el gobierno y los medios. La campaña del 2020 estaba muy al interior de los márgenes de una elección disputada.

El presidente Trump, habiendo privadamente evolucionado hacia el “Equipo de la Razón” ante la política acerca del COVID, y habiendo sido testigo que el coronavirus, en la realidad no estaba a la altura de su bombo destructivo en una época prometido por Fauci y Birx, quiso tomar acción para corregir el historial.

Él intentó reestablecer la narrativa y recuperar una política razonable, racional, pero era demasiado tarde. Estados Unidos ya había decidido comprar la pseudociencia que Fauci y Birx, entre otros, le estaba vendiendo. Ya no más era políticamente apropiado tan sólo descartar su previa capitulación ante los burócratas de la salud pública de su grupo de trabajo. Fauci se había convertido en una figura idolatrada con calificaciones de aprobación sólidas y, tristemente, mucha de la nación estaba sujeta a propaganda en apoyo de las desastrosas cuarentenas, que estaban destruyendo al país.

Muchos del lado del debate del “Equipo de la Razón” celebraron el nombramiento del Dr. Scott Atlas -ante petición personal del presidente Trump- como un respiro de aire fresco desesperadamente necesitado para el grupo de trabajo que estaba vendiendo ideas fallidas y ciencia basura. Pero Atlas, no siendo su falta, falló en impactar al grupo de trabajo. Eso es debido a que el arreglo estaba desde el inicio. El equipo ensamblado por el vicepresidente Pence, el cual en ese momento estaba sin complejos recomendando una agenda extrema de destrucción económica y social con la política sobre el COVID, se puso a trabajar de inmediato para distanciarse de Atlas, y realizó una campaña de guerra informativa plena contra él.

Fuentes en la administración Trump, que tenían acceso de primera mano a reuniones y conversaciones del Grupo de Trabajo acerca del Coronavirus, me dejaron en claro que los burócratas de la salud convirtieron en su misión destruir y deslegitimar a Scott Atlas, quien calladamente renunció a su papel a fines de noviembre. Fuentes familiares con el proceso de pensamiento de Atlas me dijeron que él estaba increíblemente frustrado por la devoción de los burócratas del gobierno hacia sus intervenciones no farmacéuticas preferidas, como cuarentenas, órdenes de usar mascarillas y otras formas de devastación social y económica. También, Atlas se mantuvo frustrado por lo que se podría describir como la ausencia de un intelecto general en el grupo de trabajo.

Surgieron correos electrónicos mostrando que miembros del Grupo de Trabajo de la Casa Blanca, como Birx, Fauci, Redfield y otros, estaban enfurecidos porque el Dr. Atlas llegó a la mesa con un conjunto diferente de ideas, y ellos, correctamente, le percibieron como una amenaza a su monopolio en las campañas de mensajes pro cuarentena por el COVID. Birx, por su parte, rutinariamente envió correos electrónicos por la vía de canales privados a reporteros de medios y colegas de ella, buscando subvertir las ideas presentadas por Atlas, a la vez que, simultáneamente, se rehusaba a defender en persona sus ideas o debatir sus soluciones.

Para el momento en que el presidente Trump decidió reprender al equipo de trabajo con su llamado a un retorno expedito a la normalidad, ya el daño político estaba hecho. Los mensajes del presidente estaban atrapados en un sitio extraño, entre intentar tener el queque del COVID y a la vez comérselo, cuando reconoció que las encuestas cambiaban en dirección hacia el campo en favor de restricciones.

Al estar de acuerdo con las demandas iniciales de Fauci y Birx en una situación similar a la de pagar un rescate por el COVID, el presidente puso en movimiento una ola de impulso en contra suya de la cual nunca podría volver.

Estamos a sólo pocos días de que el presidente Trump sea reemplazado por Joe Biden, y el Grupo de Trabajo de la Casa Blanca para el COVID, dirigido por burócratas de carrera y políticos incompetentes, continúa su misión dañada, Por razones que aún no están claras, Fauci, Birx y la banda permanecen en el Grupo de Trabajo para el COVID y, todavía, a la fecha, la Casa Blanca está repartiendo el pánico hacia el coronavirus a través del país. El Grupo de Trabajo continuará con vida, para el no muy oculto deleite de sus miembros, ya el presidente Trump no es más presidente.

Reimpreso del blog del autor.

Jordan Schachtel es un periodista investigativo y analista de política externa basado en Washington, D.C.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.