Buenas e interesantes ideas que los liberales debemos musitar.

¿QUÉ HACER? EL SURGIMIENTO DEL SOCIALISMO DE LA HIGIENE Y LOS PROSPECTOS PARA LA LIBERTAD

Por David Hart
American Institute for Economic Research
7 de diciembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como david hart institute for economic research hygiene December 7, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Cuando pienso acerca del gran movimiento hacia el libre comercio en los años de la década de 1840, que impulsó a quienes lo apoyaron a oponerse al proteccionismo, no fue por un profundo conocimiento de las complejidades de la ventaja comparativa o de la especialización geográfica de la producción, sino por un sentido moral del cual hoy carecemos. Este sentido moral va en dos direcciones diferentes. En el “lado positivo” existía la idea de que usted cuidaba de sí mismo y su familia y no andaba buscando donativos gubernamentales, que usted era pagado por suministrarle a alguien algún beneficio en un intercambio voluntario, y que nadie le debía a usted un empleo o una forma de vida.

Por otra parte, había una especie de lado “negativo” a este sentimiento moral; esto es, que la gente que buscaba beneficios y protección gubernamental era parte de una clase explotadora, que estaba saqueando a la gente para sus propios intereses “siniestros,” y que estos intereses controlaban al Parlamento y continuarían explotando a la gente ordinaria hasta que se detuvieran. Esto provocó indignación moral entre la gente de aquel entonces, pero ya no. Veo que ninguno de estos sentimientos morales se expresa hoy en alguna parte, que es mi razón principal para la desesperanza.

Lo que pasó en los años de 1840 fue el surgimiento de un puñado de “intelectuales” habilidosos y “empresarios políticos,” como Richard Cobden en Inglaterra y Frédéric Bastiat en Francia, que fueron capaces de juntar las ideas económicas teóricas acerca del libre mercado de Adam Smith y Jean-Baptiste Say, la indignación moral de grandes cantidades de personas ante las injusticias de las políticas de subsidios al comercio y protección para unos pocos a expensas de los muchos, y una organización política que fue capaz de movilizar a esa gente y tener éxito en el cabildeo ante el Parlamento para cambiar las cosas. El resultado en Inglaterra fue el éxito en 1846 con la abolición de las Leyes del Maíz, que dio a luz a un período sin precedente de libre comercio en Inglaterra, que duró hasta la Primera Guerra Mundial, y a un proceso en cierto grado atrasado en Francia, en 1860, con la aprobación del tratado de Comercio Cobden-Chevalier entre Francia e Inglaterra.

Lleguemos rápidamente al presente y, cuando miramos el campo de lucha política, los jugadores más prominentes y más exitosos son aquellos que están jugando en la “Liga Socialista,” no en la “Liga de la Libertad.” En mi opinión, los siete equipos muy fuertes que están jugando en la Liga Socialista son, en orden de precedencia histórica, los socialistas militares (que manejan el Complejo Militar-Industrial, luchan guerras externas y manejan las bases), los socialistas de la inteligencia y la vigilancia (o, tal vez, serían mejor llamarlos “fascistas”), los socialistas keynesianos, los socialistas culturales, los socialistas verdes y un nuevo equipo llamado los “socialistas de la higiene.”

Es instructivo reflexionar acerca de cómo estos grupos llegaron a ser los jugadores poderosos que son ahora, y de por qué “nuestro” equipo parece haber fracasado. Así que, miro hacia atrás a la época en que estaba en el colegio a principio de los setentas, cuando el movimiento verde (ambientalista) apenas se estaba iniciando y lo que ha logrado 45 años más tarde. Uno podría probablemente trazar las ideas claves del movimiento allá en los libros seminales publicados en la década de 1960, como Silent Spring [Primavera Silenciosa] (1962) de Rachel Carson y The Population Bomb [La Bomba Poblacional] (1968). El primer “Día de la Tierra” tuvo lugar en 1970 y, cuando yo estaba en la escuela, los maestros organizaban “talleres” para diseminar entre los estudiantes las ideas del movimiento ambientalista. En su momento, esos estudiantes fueron a iniciar los Partidos Verdes de Europa (Alemania en 1980) y Australia (1992), que crecieron hasta ser jugadores políticos muy influyentes, algunas veces controlando el balance del poder en las legislaturas. Los Verdes de Alemania obtuvieron el 9% del voto en el 2017, y los Verdes de Australia tuvieron el balance del poder en el Senado con 9 senadores en el 2016. Así, ahora los “socialistas verdes” están cosechando aquello que sembraron allá atrás en las décadas de los sesenta y setenta y que, desde ese entonces, lo han estado cultivando asiduamente.

¿Qué tenemos nosotros para mostrar de toda nuestra actividad intelectual y política? Recuerden que Friedrich Hayek obtuvo el premio Nobel en economía en 1974 y el filósofo político de Harvard, Robert Nozick, publicó “Anarchy, State, and Utopia” [“Anarquía, Estado y utopía”] en el mismo año, de forma que teníamos razones para creer que “nuestra ola” podría estar cerca de alcanzar su cima. Y, después, Thatcher y Reagan llegaron al poder en 1979 y 1980. Pero, estos signos de cambio pronto se esfumaron.

Asimismo, un poderoso segundo grupo ha estado con nosotros desde los años sesenta; esto es, los socialistas “keynesianos,” que han copado los departamentos de economía de las universidades y bancos centrales en todos los países. Las raíces intelectuales de este grupo son, por supuesto, el influyente tratado The General Theory of Employment, Interest and Money [Teoría general del empleo, el interés y el dinero] publicado en 1936. La fortaleza de las ideas keynesianas se reveló claramente durante la Crisis Financiera Global del 2008-9, cuando toda noción de moneda sólida y de restricción en la emisión de deuda se desplazó en el loco apuro por “salvar” a la banca y el sistema financiero. Ahora, esto se repite en el 2020. Lo deprimente es cómo cada persona en Occidente ha aceptado por su valor facial que el gobierno puede, y debería, repartir millones de millones de dólares de “ayuda” durante la duración de la cuarentena inducida por el Covid, aún en gobiernos así llamados “conservadores,” como el de Scott Morrison en Australia. Esto, desde mi punto de vista, se reduce a la idea popularmente mantenida de “magia económica,” que los gobiernos pueden mover su vara mágica keynesiana y crear riqueza de la nada y dársela a la masa de votantes, que es acogida con entusiasmo y quiere más. Las encuestas muestran que el apoyo público hacia estas medidas es muy popular ̶ entre los sesenta y setenta por ciento.

Este no es ni momento ni lugar para discutir los otros grupos que amenazan la libertad, los “marxistas culturales,” que se han apoderado de las universidades desde que, por primera vez, empezaron a infiltrarlas allá a fines de los años sesenta y setenta; los miembros del “estado de guerra” y los servicios de inteligencia que emergieron durante y después de la Segunda Guerra Mundial, y que nunca han desaparecido.

Ahora llegamos al grupo más nuevo, que ha emergido con tal rapidez y fuerza durante los últimos meses, a lo que he llamado “socialismo de la higiene.” Este no es nada nuevo. Herbert Spencer advirtió acerca de una amenaza a la libertad similar en 1851, en su libro Social Statics [Estática Social], en lo que él llamó “supervisión sanitaria” (Ver Herbert Spencer on the State and “Sanitary Supervision” (1851).) En los años setenta, el psiquiatra estadounidense Thomas Szasz nos advirtió del mal uso de la psiquiatría al surgir el “estado terapéutico,” en que, él discutió, el estado frecuente y crecientemente estaba usando la “salud mental” para encarcelar y controlar a la gente, en particular a “disidentes” en la Unión Soviética. No constituye un gran paso extender su análisis al emergente “estado higiénico,” en donde el estado, por razones de “salud pública,” alega estar justificado para controlar cada aspecto de nuestras vidas personales y económicas. Y silencia a disidentes con la ayuda de Twitter y Facebook y no con la policía política ̶ aún cuando la policía victoriana en Australia recientemente ha actuado como si ella fuera tal fuerza policíaca.

Cuando uno pone en una línea a los grupos que ahora está apareciendo para reunirse en un “frente unido” contra la libertad individual – los socialismos ambiental, monetario, cultural e higiénico- que hablan de la necesidad de un “reinicio global,” uno se pregunta, ¿qué hacer? Ese fue el título de un importante panfleto que Lenin escribió en 1901, que inspiró a Rothbard para hacer la misma pregunta en 1977.

He pasado el último mes pensando mucho acerca de una estrategia para el movimiento libertario en estos tiempos deprimentes (vea la lista de adiciones a mi sitio en la red durante el mes de noviembre.) Tengo mi propia teoría acerca de la “estructura de producción de ideas” y los tipos de instituciones y actividad requeridos en cada una de las etapas, empezando por las “etapas más altas” de la producción de teoría pura (organizaciones como el “viejo” Liberty Fund y las universidades), descendiendo hasta las “etapas más bajas” del “consumo” de ideas en la cultura popular y las elecciones.

Allá atrás en 1976-77, Rothbard, Ed Crane y Charles Koch estaban explorando estrategias para desarrollar organizaciones en la “mitad” o la parte “más baja” de esta estructura de producción con el Instituto Cato y el Partido Libertario, que operarían a partir de ese semillero de actividad libertaria, la ciudad de San Francisco. Este flujo de actividad produjo una serie de artículos expuestos en una conferencia que Rothbard y Charles Koch organizaron en la Ciudad de Nueva York en 1976. Recientemente adquirí copias de esos artículos, que son muy interesantes y que estimulan al pensamiento.

Se me dio una copia del largo artículo de Rothbard acerca de estrategia, que él escribió en 1977, “Toward a Strategy for Libertarian Social Change” [“Hacia una Estrategia de Cambio Social Libertario”] (abril de 1977), a principios de los años ochenta. Hace unos 10 años puse mi copia en línea (desafortunadamente faltando unas pocas páginas), la cual ha sido totalmente ignorada. Asimismo, hace poco adquirí una nueva copia completa y limpia del artículo de Rothbard que puse en facsímil. Así como en PDF como en HTML que espero tendrá mayor circulación. Rothbard se basó en investigación producida en los artículos de la conferencia de 1976 y le agregó sus propios pensamientos acerca del modelo para un cambio político exitoso que era brindado por el surgimiento de partidos populares de masas, como el Partido Bolchevique en Rusia y el Partido Nazi en Alemania. Su estrategia política “leninista” está profundamente errada en muchas maneras, pero, para su crédito, él era y todavía es uno de los pocos teóricos libertarios que de una manera coherente ha pensado acerca de estos asuntos.

Así que, no estoy seguro adónde esto me deja a mi o al movimiento libertario. Tal vez en donde empecé en 1972-73. Qué pensamiento más deprimente.

Reimpreso de Reflections on Liberty and Power

David Hart, consultor académico del American Institute for Economic Research, nacido y creado en Sídney, Australia, tiene títulos de la Universidad Stanford y de King’s College de Cambridge. Enseñó historia en la Universidad de Adelaida entre 1986 y el 2001 y fue director de la Biblioteca en Línea del Proyecto Libertad del Liberty Fund en Indianapolis entre el 2001 y el 2019. Sus intereses de investigación incluyen historia en general del pensamiento liberal clásico y, en particular, de la tradición liberal clásica francesa. Es editor académico de la traducción del Liberty Fund de los Collected Works of Frédéric Bastiat [Obras Escogidas de Frédéric Bastiat]. Publicaciones recientes incluyen un capítulo acerca de “The Paris School of Liberal Political Economy, 1803-1853” para la Cambridge History of French Thought (2019) y la antología Social Class and State Power (Palgrave, 2018) acerca del análisis de clase liberal clásico. En su tiempo libre, también, escribió el guion de una película acerca de las actividades de Frédéric Bastiat durante la Revolución de París en 1848.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.