Este es un interesante comentario acerca de un personaje muy importante en el pensamiento económico, como es John Maynard Keynes. Este tema de la eugenesia, que fuera muy popular dentro de círculos de dirigente del partido demócrata en Estados Unidos hace alrededor de cien años, y que vio su ápex con el régimen nazi, suele repetirse una y otra vez: sigue mostrando su rostro inhumano.

NO, KEYNES NO SE “QUEDÓ QUIETO” EN EL DEBATE ACERCA DE LA EUGENESIA

Por Phillip W. Magness
American Institute for Economic Research
4 de diciembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como phillip w. magness institute for economic research eugenics December 4, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Los biógrafos de John Maynard Keynes tienen un hábito particular de andar con sumo cuidado alrededor del involucramiento de su sujeto en asuntos del movimiento eugenésico. El descuido no es por falta de evidencia.

En una de sus últimas presentaciones públicas antes de su muerte en 1946, el famoso economista británico describió la eugenesia como “la más importante, significativa, y yo agregaría, rama más genuina de sociología que existe.” Las afirmaciones de Keynes, expuestas en una cena de gala de la Sociedad Británica de Eugenesia, siguió a un desempeño de 8 años como vicepresidente honorario de la organización. Fue la última de muchas organizaciones eugenésicas en las que Keynes sirvió como funcionario o asesor ̶ un récord que va tan atrás como a su época de estudiante en Cambridge.

Asentimientos manifiestos hacia la teoría eugenésica aparecen a través de los escritos de Keynes, hasta en varias de sus obras más famosas.
Como lo documenté a principios de este año en un artículo más extenso con James Harrigan, el ensayo famosamente utópico de Keynes “Economic Possibilities for our Grandchildren” [“Posibilidades Económicas para Nuestros Nietos”], fue escrito como parte de un diálogo de varios años con el novelista H.G. Wells, acerca de aplicar herramientas genéticas al diseño social.

A pesar de lo anterior, simplemente voltearse hacia las principales biografías de Keynes durante el último medio siglo, revela un patrón de omisión siempre que tiene que ver con la eugenesia. La monumental biografía de Keynes en tres volúmenes de Robert Skidelsky dedica sólo unas pocas frases al tema entre más de 1.500 páginas, principalmente exhibiendo a la eugenesia como una moda juvenil que él impulsó más allá de sus últimos años. Otros del todo omiten el tema (la sola excepción es un pequeño volumen de John Toye, que contextualiza el tema en medio de las teorías de Keynes acerca de la población, pero, también, yerra al interpretarlo como una “retractación” de los principios eugenésicos alrededor del momento del arriba mencionado ensayo “Economic Possibilities”).

Estas omisiones son más un asunto de negligencia amable que de una exclusión intencional. Hasta muy recientemente, el cuerpo existente de literatura académica acerca de Keynes simplemente falló en investigar a profundidad el tema, o dejó pasar pistas que estaban allí a plena luz.
El problema se agrava por el hecho de que un par de ensayos de temas eugenésicos de Keynes de principios de la década de 1910, no fueron incluidos en sus Collected Works [Obras Completas de John Maynard Keynes], debido a problemas con su disponibilidad al momento en que la serie fue preparada.

Un importante tercer discurso eugenésico, impartido por Keynes ante la Liga Británica Malthusiana en 1927, a la fecha permanece sin publicarse (yo cité el pasaje clave de él aquí). Agregue a eso la naturaleza difusa y a veces transatlántica de las principales colecciones archivadas acerca del tema, y la omisión se hace más comprensible. Sin embargo, la ausencia de interés en buscar tales pistas se complica todavía más por el entusiasmo elevado, que muchos académicos acerca de Keynes despliegan hacia la reputación de su objeto de estudio.

Por desgracia, ese mismo patrón se repite en una nueva biografía intelectual de Keynes por el columnista del Huffington Post, Zach Carter.
Aunque diseñado como un estudio de la visión política de Keynes y una visión más amplia de la estructura de una sociedad democrática, Carter evita casi del todo el tema eugenésico, excepto por unas pocas referencias de paso acerca de la influencia histórica de las teorías de la población de Thomas Malthus sobre Keynes. Para un libro que hace un enorme esfuerzo para exponer a Keynes como un anti autoritario, con profundas dudas acerca de la desigualdad socioeconómica, la exposición de toda una vida de su objeto de estudio a una ciencia hereditaria basada en la eugenesia, parecería presentar una complicación sustancial a la tesis de Carter.

Esta semana me complació sorprendentemente que el economista Tyler Cowen presionara a Carter sobre este mismo tema, en una entrevista acerca de su biografía. La respuesta de Carter le llevó a una profundidad mayor que la del libro, pero, también se asentó en el patrón demasiado familiar de minimizar la significancia de los compromisos eugenésicos de Keynes. A continuación, recojo los siguientes pasajes claves:

“CARTER: No sé si la forma en que Keynes habla acerca de la eugenesia es tan destacada como usted lo sugiere. El mejor artículo que me encontré acerca de Keynes y la eugenesia es de esta persona ̶ pienso en David Singerman. Está en el Journal of British Studies. Es una mirada bastante profunda a la forma en que Keynes arribó a la eugenesia y qué fue lo que él apoyó y lo que no apoyó. Es muy claro que Keynes no apoyó la eugenesia en la forma en que lo estaban estadounidenses interesados en la eugenesia, que esterilizaban trabajadores Negros pobres en el Sur.

En líneas generales, Keynes estaba interesado en ella desde la perspectiva del control de la natalidad. Esta es una época en que la eugenesia y la genética no estaban tan claramente definidas como hoy lo están, así que él está pensando en la heredabilidad de los colores de los ojos ̶ es así como él se involucra en esta cosa. En realidad, él nunca apoya otra cosa diferente del control de la natalidad.”

Para gran crédito de Cowen, él presionó a Carter, señalando el involucramiento de Keynes en la Sociedad de Eugenesia. Sin embargo, aún ante esta evidencia, Carter adopta una posición de desdeño: “[Keynes] no hace mucho allí. Hay grandes debates que están sucediendo dentro de esa sociedad y principalmente él se está quedando quieto.”

A su vez, consideremos las principales afirmaciones de Carter, empezando por ese alegato de que Keynes divergió de los puntos de vista acerca de la esterilización asociados con algunos de los eugenistas raciales de Estados Unidos. Keynes no se involucró directamente en las dimensiones estadounidenses del movimiento eugenésico más allá de unos pocos párrafos breves, pero, tampoco, rechazó la así llamada “eugenesia negativa,” que enfatiza el uso de las políticas estatales para definir las dimensiones hereditarias de la población, como Carter lo implica fuertemente.

Por el contrario, los ensayos de Keynes están llenos de asentimientos sutiles de reclutar los poderes del estado para el control hereditario. Un ejemplo revelador apareció en una carta de 1923 para la revista Birth Control de Margaret Sanger, en donde Keynes opina acerca del restrictivo sistema de cuotas a la inmigración basado en la raza, que, en esos momentos, pendía de su aprobación en el Congreso de los Estados Unidos. “La generación venidera de estadounidenses,” afirmó Keynes, “se verá obligada por las circunstancias a considerar el problema de cuál es la población ideal para su país, así como al no menos importante problema de la calidad de aquellos que son engendrados.”

Tres años después, en una conferencia que brindó en Berlín, Keynes hizo un guiño similar a la eugenesia, en una discusión de las políticas de Europa acerca del control de la población:

“Mi tercer ejemplo tiene que ver con la población. Ha llegado el momento cuando cada país necesita una considerada política nacional acerca de qué tamaño de población, ya sea mayor o menor a la del momento o la misma, es la más oportuna. Y, habiendo definido esa política, debemos tomar pasos para llevarla a la práctica. El momento puede llegar poco después, cuando la comunidad, como un todo, deba poner atención a la calidad innata, así como a los simples números, de sus miembros futuros.”

Después, él publicó la conferencia como su celebrado ensayo The End of Laissez-Faire [El fin del “laissez-faire”]. Al leer estos pasajes, es importante darse cuenta de que Keynes cuidó conscientemente su lenguaje al discutir acerca de la eugenesia en conferencias y ensayos públicos. Él afirmó ese tanto en una nota a Julian Huxley, un prominente médico y eugenista, después que ambos asistieron a un discurso rimbombante de C.V. Drysdale en 1927, en una reunión de partidarios de la eugenesia. Los señalamientos de Drysdale postularon un antagonismo innato entre “hambre y sexo ̶ que en un estado de naturaleza estaban siempre en conflicto entre sí,” que sólo podría ser domado por frenos proactivos sobre la reproducción. Como el día siguiente le advirtiera Keynes a Huxley, “un poco de control en el uso de las palabras no habría estado fuera de lugar.”

No obstante, los mismos señalamientos de Keynes en esa misma actividad transmitieron la expresión más cándida de sus propios puntos de vista eugenésicos, incluyendo su disposición de utilizar la política estatal para proseguirlos:

“El hombre se ha ganado el derecho de usar el arma poderosa del chequeo preventivo. Pero, haremos bien en reconocer que el arma no es sólo poderosa, sino también peligrosa. Ahora estamos enfrentados ante un problema mayor, que tomará siglos en resolverse. Tenemos ahora que aprender a usar el arma sabia y correctamente. Creo que, en el futuro, el problema de la población emergerá en forma del problema mucho mayor de la herencia y la Eugenesia. La humanidad ha tomado en sus propias manos & lejos de las manos de la naturaleza, la tarea y el deber de moldear su cuerpo y su alma conforme a un patrón.”

Una línea que fuera tachada en la versión manual original del discurso, revela el propio ejercicio de control de Keynes en el uso de las palabras, al elaborar acerca de qué entendía por esta nueva y poderosa “arma” de la eugenesia: “La calidad debe convertirse en la preocupación” ahora que ha sido domado el tema del crecimiento de los números de la población.

En efecto, los escritos de Keynes sobre el tema desmienten el argumento de Carter de que Keynes “nunca apoya otra cosa distinta del control de la natalidad.” Aunque durante la década de los veintes Keynes dedicó atención considerable a la promoción de una plataforma de control de la natalidad, él claramente se había movido hacia el tema impregnado de clase y raza de la “calidad” heredada mediante la fase madura de su activismo eugenésico. Un intercambio de cartas en 1936 con Margaret Sanger reveló ese tanto en términos claros. Conociendo su previo apoyo al movimiento pro control de la natalidad en Gran Bretaña, Sanger contactó a Keynes para pedirle que participara en una conferencia en Estados Unidos acerca del control de la natalidad, cuyo propósito era “edificar una consciencia naciente en la mente del público acerca de la importancia de los problemas de población” como una interrogante numérica en el sentido malthusiano clásico.

Al contrario de la descripción de Carter, la respuesta de Keynes envió señales de un desinterés singular en la necesidad remanente de medidas de control de los nacimientos. “En la mayoría de los países ya hemos salido definitivamente de la fase de una población creciente hacia una de población en declinación, y siento que el énfasis de política debería variarse considerablemente ̶ mucho más con un énfasis en la eugenesia y mucho menos en restricciones como tales.” El pensamiento del economista había cambiado totalmente hacia la cuestión de la “calidad” heredada,” como lo insinuaron sus afirmaciones previas.

La correspondencia con Sanger coincidió con el involucramiento creciente de Keynes en la Sociedad Británica de Eugenesia ̶ el último de los grupos eugenésicos importantes a los que Keynes se unió. Mientras Carter minimiza su involucramiento al punto de sugerir un desinterés en los debates políticos de la sociedad, ese historial se ve substancialmente más complicado por dos factores.

Primero, además de encontrar sus energías consumidas en la asesoría de políticas económicas en tiempo de guerra del gobierno británico, en sus años finales Keynes experimentó una salud que declinaba rápidamente. Esto hizo que él limitara mucho de su involucramiento diario en organizaciones como las de la Sociedad de Eugenesia, aunque permaneció siendo un miembro estimado ante los ojos de su gerente administrativo C.P. Blacker. Fue Blacker quien escogió a Keynes para que expusiera sus comentarios en la arriba mencionada cena en 1946, debido a su reputación.

Segundo, de hecho, Keynes sí hizo una contribución importante a los debates de la Sociedad de esa época, ofreciendo la Conferencia Galton de la Sociedad en 1937. Aunque es un discurso característicamente cauto, los señalamientos de Keynes ofrecen una especie de epílogo permeado de eugenesia a su referente La Teoría General, publicada el año previo. Keynes usó la ocasión para enmarcar cómo un país como Gran Bretaña, que había experimentado una estabilización de su crecimiento poblacional, amansando así al “Demonio Malthusiano,” ahora tendría que confrontar un segundo demonio “debido al colapso de la demanda efectiva,” como lo articuló en su libro. Este guiño eugenésico oblicuo, revelado más abiertamente en la correspondencia privada con Sanger, apareció en la línea final de la conferencia: “Yo no me alejo de la vieja conclusión malthusiana. Sólo deseo advertirles que el encadenamiento de un demonio puede, si no tenemos cuidado, sólo servir para que dejemos libre otro que todavía es más fiero y más intratable.”

Al ser considerado en contra de esta evidencia y similar, rápidamente se hace evidente que Carter no sólo ha seguido la ruta de biógrafos previos de Keynes de negar lo eugenésico ̶ sino que la ha incrementado, al disfrazar el tema en eufemismo. El resultado revela una mala comprensión esencial de los puntos de vista de Keynes acerca el tema, aún cuando la descripción que Carter hace de Keynes se ubica en contraposición directa al historial dejado por el propio Keynes.

No es el único caso de eufemismo en el libro de Carter acerca de un tema relacionado. En otro momento, Carter se resiente con el economista Robert Solow por sugerir que un “antisemitismo cortés,” afecta al trabajo de Keynes “Economic Possibilities for our Grandchildren” ̶ el arriba citado ensayo utópico de 1930, que presenta una reconstrucción de la sociedad británica impregnada de eugenesia. “Solow lleva su caso demasiado lejos,” insiste Carter, alegando que Keynes es sólo culpable de una “terminología desafortunada y anticuada” cuando él condena el “amor al dinero” y hace alusión a otros estereotipos antisemíticos en sus otros ensayos.

A pesar de lo anterior, considere otro párrafo de “Economic Possibilities.” Después de lamentar el poder del “interés compuesto” sobre los asuntos económicos, escribe Keynes: “Tal vez no es un accidente que la raza que hizo más por llevar la promesa de inmortalidad al corazón y esencia de nuestras religiones, también es la que más ha hecho por el principio del interés compuesto y, en particular, ama esta más intencional de las instituciones humanas.” La referencia a la fe judía y a los estereotipos asociados de avaricia, quedan claros cuando sus palabras se comparan con un ensayo algo notorio de 1926, que él escribió fustigando el poder los “políticos alemanes judíos,” En un párrafo de ese ensayo que Carter reconoce, Keynes citó a Albert Einstein como un ejemplo de una persona judía virtuosa. Sin embargo, la línea siguiente anticipó el párrafo de “Economic Possibilities,” al adscribirle Keynes virtud a Einstein por el hecho de que él “no había sublimado la inmortalidad en el interés compuesto.” Solow, así parece, estaba totalmente en lo correcto en cuanto a su caracterización del párrafo.

Estas y deficiencias similares del trabajo de Carter evidencian un patrón muy común al lidiar con el pasado, con todos sus defectos. Carter, como muchos biógrafos de Keynes antes que él, muestra un claro entusiasmo personal por las ideas y la filosofía política de Keynes. Sin embargo, es imposible que un historiador aborde esa filosofía cuando se despoja de su contexto histórico, incluyendo sus características más feas ̶ eugenesia, antisemitismo y prejuicios similares. Esas características son tanto una parte del sistema de creencias de Keynes -incluyendo sus dimensiones económicas- como lo son sus ideas acerca de las trampas de liquidez, contracciones del ciclo de los negocios y respuestas prescriptivas para cada una de ellas.

En efecto, ambos fueron fuertemente influidos por un giro de principios del siglo XX acerca de la doctrina malthusiana, como sería el propio Keynes el primero en admitirlo (notas en los artículos de Keynes relacionados con su copia personal del Ensayo sobre el Principio de la Población de Malthus, indican que él vio las primeras semillas de la teoría eugenésica en este trabajo, independientemente de si esa era una lectura correcta de la intención del autor).

Al esquivar cortésmente esos temas de Keynes y otras figuras históricas, le hacemos un flaco favor al pasado. Por desgracia, Carter ha reducido la eugenesia de Keynes a un tema del que es mejor no hablar, y en la extraña ocasión en que esto se plantea, como lo hizo la entrevista de Cowen, de algo que ha de ser activamente minimizado y desestimado.

Phillip Magness es investigador sénior en el American Institute for Economic Research. Es autor de numerosos trabajos acerca de historia económica, impuestos, desigualdad económica, la historia de la esclavitud y la política educativa en los Estados Unidos.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.