Espero que Melinda Gates no sea la única que vea este comentario (y la Declaración de Great Barrington), sino que también lo haga cada uno de mis amigos lectores, pues el comentario brinda argumentos importantes que nos permiten entender el enorme costo que las sociedades han tenido, no precisamente por el virus como tal, sino por las medidas tomadas para combatirlo, en un intento de disminuir su diseminación, que dejó de lado la experiencia vivida por especialistas en pandemias, que han tenido éxito administrándolas sin afectar radicalmente la vida social y económica de las personas y familias, tal como sucede actualmente.

“REALMENTE NO HABÍAMOS PENSADO LO SUFICIENTE ACERCA DE LOS IMPACTOS ECONÓMICOS” ~ MELINDA GATES

Por Jeffrey A. Tucker
American Institute for Economic Research
9 de diciembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jeffrey a. tucker institute for economic research Gates December 9, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

En una entrevista de amplia cobertura en el New York Times, Melinda Gates hizo la siguiente notable afirmación: “Lo que nos sorprendió es que en realidad no habíamos pensado lo suficiente acerca de los impactos económicos.” Un cínico podría hacer la observación de que nadie está desinclinado a pensar mucho acerca de asuntos que no le afectan personalmente.

Es una declaración enloquecedora, para estar claros, como si la “economía” fuera, de alguna manera, algo de interés periférico para el resto de la vida humana y la salud pública. El contexto más amplio de la entrevista revela que la afirmación es incluso más confusa. De alguna forma, ella está bajo la impresión de que es la pandemia y no las cuarentenas las que son la causa de la devastación económica, que incluye, tal vez, al 30% de restaurantes que han quebrado, entre muchos otros efectos terribles.

Ella no dice eso directamente, pero, como muchos artículos en la prensa de la corriente principal a lo largo de este año, ella elabora muy cuidadosamente sus palabras para evitar el tema crucial de las cuarentenas, como la causa primaria del desastre económico. Es posible que ella realmente crea que este virus es lo que hundió por sí mismo a la economía mundial, pero, esa es una proposición completamente insostenible.

Aún más, sus comentarios brindan una ilustración perfecta del problema esencial de todo el tiempo: la mayoría de la gente que ha estado impulsando las cuarentenas, de hecho, no tiene experiencia real en administrar pandemias. Para muchos de ella, el Covid-19 se convirtió en un nuevo campo de juegos para intentar un experimento sin precedentes en administración social y económica: acabar con los viajes, negocios, escuelas, iglesias, y emitir órdenes de quedarse en casa, que tienen el sabor de imposiciones totalitarias.

Aquí está lo que ella dice:

“Podemos proyectar y pensar cómo podría ser una pandemia o a qué parece, pero, sino hasta que usted la ha vivido, es muy difícil saber cómo será la realidad. Así que, pienso que predijimos bastante bien que, dependiendo de qué enfermedad se trataba, podría diseminarse muy, muy, muy rápidamente. La diseminación no nos sorprendió.

Lo que nos sorprendió es que realmente no habíamos pensado lo suficiente acerca de los impactos económicos. ¿Qué sucede cuando usted tiene una pandemia que está corriendo desenfrenada entre las poblaciones alrededor del mundo? El hecho de que todos estaríamos en los hogares, y trabajando desde las casas si tuviéramos la suerte suficiente para hacer eso. Esa es una parte que yo pienso que realmente no estábamos preparados para ella.”

Hay abundancia de especialistas que han vivido a través de pandemias en el pasado y las han administrado, manteniendo un funcionamiento social y económico esencial. Un caso importante entre ellos es Donald A. Henderson, a quien, como cabeza de la Organización Mundial de la Salud, se le da crédito primario por la erradicación de la viruela. Él escribió lo que sigue en el 2006:

“La experiencia ha mostrado que las comunidades enfrentadas con epidemias y otros acontecimientos adversos responden mejor y con la mínima ansiedad cuando se altera menos el funcionamiento normal social de la comunidad. Son elementos críticos un fuerte liderazgo político y de salud pública que brinden seguridad y que aseguren que sean provistos los servicios médicos necesitados. Si se observa que alguno de ellos es menos que óptimo, una epidemia administrable puede moverse hacia una catástrofe.”

Melinda junto con su esposo Bill han sido la principal fuente de financiamiento de los esfuerzos en pro de las cuarentenas alrededor del mundo, dando $500 millones desde que empezó la pandemia, pero, también, al financiar por años a un rango amplio de departamentos académicos, laboratorios y medios, durante los cuales ellos han sonado las alarmas en toda entrevista posible acerca del próximo patógeno. Su política favorita ha sido la cuarentena, como para confundir un virus biológico con un virus de computador, que tan sólo necesita ser bloqueado para que no golpeé al disco duro.

“Podemos ver cómo fue que esta enfermedad viajó a través del mundo y ver que a los países que cerraron primero, les está yendo mejor. Muchos países africanos la vieron llegar y cerraron tempranamente. Su tasa de reproducción simplemente nunca llegó a ser tan alta como mucho otros países. Y eso es algo bueno.”

Si bien es cierto que África es un caso atípico extraño, el alegato de que esto se debe enteramente a las cuarentenas no tiene soporte. Aquellos que han mirado la anomalía en África señalan a la población muy joven (sólo un 3% por encima de 65), a inmunidades cruzadas con otros coronavirus, como la razón principal de la baja tasa de mortalidad e inmunidades, en general, más fuertes. De hecho, sólo la demografía podría explicar casi la totalidad de la diferencia en la mortalidad con Europa y Estados Unidos. Además, Melinda dice aquí lo que Bill ha dicho por años: la única solución para un virus es reprimirlo y desarrollar una vacuna ̶ el experimento previamente no probado que ha ocasionado pobreza, muerte y desesperanza al mundo entero. En particular, África fue devastada por las cuarentenas.

Aun así, es algo bueno que ella se esté abriendo al New York Times, de forma que podamos obtener una mejor perspectiva de su visión. Habrá un ajuste de cuentas en el año venidero que tendrá que analizar por qué y cómo todo esto nos pasó. No habrá oportunidad de reprimir la realidad de lo que ha sucedido. De hecho, la prensa del ala izquierda ya está empezando a admitir lo que AIER ha venido diciendo desde marzo del 2020.

Considere este resumen de sólo los últimos días:

What Has Lockdown Done to Us? [¿Qué nos ha hecho la cuarentena?], Drew Holden (New York Times):

“A algunos investigadores les preocupa que el aislamiento social haya infligido daño a la salud mental, que durará más que lo peor de la pandemia. Bien podríamos no tener una medición plena de las consecuencias en los años por venir. …También, habrá consecuencias significativas a largo plazo por el cierre de las escuelas. Alrededor de la mitad de los distritos escolares del país tuvieron clases remotas, ya sea exclusiva o parcialmente, al inicio del año. Este enfoque ha reducido significativamente la calidad educacional, en particular para los niños de color.

Estas pérdidas ni siquiera toman en cuenta los efectos directos de las cuarentenas sobre la economía. Las pequeñas empresas han cerrado sus puertas a tasas sumamente elevadas, cuando la economía estadounidense balbuceó en respuesta a las órdenes de quedarse en casa. Un estudio estima que un 60 por ciento de los millones de empleos perdidos entre enero y abril fue resultado de las cuarentenas, no del virus como tal. La incertidumbre económica causada por el desempleo viene con sus propios riesgos a la salud…

Estas tragedias han llegado a ser un telón de fondo para la vida diaria: presente pero olvidado, real pero ignorado. Tal vez, simplemente Estados Unidos se ha sentido cómodo ignorando el sufrimiento silencioso de otros.”

The Problem With Underestimating How Much People Want to Be Together” [El problema al subestimar cuánta de la gente quiere estar junta], by Julia Marcus (The Atlantic):

“Cuando un enfoque a la salud pública no está produciendo el resultado deseado, es hora de tratar algo diferente. En vez de gritar más duro por la Navidad antes que el Día de Acción de Gracias, los funcionarios de gobierno, los profesionales de la salud e igualmente los estadounidenses comunes y corrientes, podrían intentar esto: Detener todo el castigo. Recuerden que el público está desgastado. Y consideren la posibilidad de que, cuando números enormes de gente indica mediante sus acciones que ver a sus seres queridos en persona no es algo negociable, aquellos necesitan formas prácticas de reducir el riesgo que van más allá de ‘Sólo di que no.’”

Covid used as pretext to curtail civil rights around the world, finds report” [“El Covid usado como pretexto para restringir los derechos civiles alrededor del mundo, lo encuentra un reporte] (The Guardian):

“El estado de las libertades civiles alrededor del mundo es ominoso, según un nuevo estudio, que encontró que un 87% de la población global estaba viviendo en naciones consideradas “cerradas,”, “reprimidas,” u “obstruidas.” …Cantidad de gobiernos ha usado la pandemia como excusa para restringir derechos como libre expresión, reunión pacífica y libertad de asociación, de acuerdo con Civus Monitor, una alianza de grupos de la sociedad civil que evaluó a 196 países.”

The parental burnout crisis has reached a tipping point [La crisis del agotamiento paternal ha llegado a su punto crítico], por Anna North (Vox):

“La escasez de centros de cuido infantil es razón poderosa para que más de 850.000 mujeres se hayan retirado de la fuerza de trabajo en setiembre ̶ más que en cualquier otro mes registrado, excepto para este abril, reporta la revista Covert. Por lo general, las madres han sufrido una parte mayor que los padres del peso parental de la pandemia, con un 80 por ciento de las madres de niños de menos de 12 indicando que ellas son las responsables de la mayoría del aprendizaje a distancia en sus hogares, según una encuesta de abril. Y las madres solteras han sido las más golpeadas de todas: La fracción de madres sin compañero en la fuerza de trabajo cayó de un 76.1 por ciento en setiembre del 2019, a un 67.4 por ciento en setiembre del 2020, una caída significativamente mayor que aquella vista entre padres con compañero o padres solteros, según un análisis de Pew.”

Many aren’t buying public officials’ ‘stay-at-home’ message. Experts say there’s a better way” [Muchos no están comprando el mensaje de los funcionarios públicos de quedarse en la casa. Expertos dicen que hay una mejor forma.” (Los Angeles Times):

“Los funcionarios de salud están frente a un público fatigado, así como ante un número de personas que no cree en el peligro del virus, dijo la (Dra. Mónica) Gandhi. Pero, ella es también parte de un número creciente de expertos que piensan que hay una mejor manera de involucrar a aquellos que no quieren tomar en serio a la pandemia ̶ tomando una lección de la estrategia de salud pública conocida como reducción del daño.”

Finalmente, es tremendamente gratificante que la columna final del genio poderoso Walter Williams, denominó como la respuesta a la Declaración de Great Barrington:

“¿Qué hay acerca de los beneficios y costos de lidiar con la pandemia del COVID-19? Mucha de la profesión médica y políticos dicen que cuarentenas, distanciamiento social y uso de mascarillas son las soluciones. Los datos de la CDC acerca de tasas de mortalidad muestran que, si uno es menor de 35, el chance de morir por el COVID-19 es mucho menor que el de estar en un accidente de bicicleta. ¿Deberemos hacer una cuarentena de bicicletas? El Dr. Martin Kulldorff, profesor de medicina en la Universidad de Harvard, bio estadístico y epidemiólogo, la Dra. Sunetra Gupta, profesora de la Universidad de Oxford y epidemióloga con experticia en inmunología, y el Dr. Jay Bhattacharya, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, médico y epidemiólogo, fueron los iniciadores de las Declaración de Great Barrington. Más de 50.000 científicos y médicos, así como más de 682.000 personas ordinarias, han firmado la Declaración de Great Barrington, oponiéndose a una segunda cuarentena por el COVID-19, pues la ven causando mucho más mal que bien.”

Los autores de la Declaración de Great Barrington nunca habían tenido duda de que, con el tiempo, casi todos llegarían a ver que los principios tradicionales de salud pública prevalecen por encima de la previamente no probada y ahora fallida política de cuarentenas.
Hablaron, en el momento en que lo hicieron, como un medio para impulsar el tema, y su coraje tendrá un eco lejano en los anales de la historia. Ahora bien, si sólo pudiéramos lograr que Melinda lo viera.

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de ocho libros en 5 idiomas, siendo el más reciente The Market Loves You. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.