Si no hay ciencia que diga que el cierre de negocios no es científico, sino que es político, ojalá que aquí no sigan con medidas que de alguna manera impiden las aperturas a los negocios, los cuales usualmente, tal vez para complacer a las peticiones de políticos, para que les dejen vivir, siguen ciertas reglas impuestas.

CERRAR RESTAURANTES NO ES CIENTÍFICO Y ES PELIGROSO

Por Ethan Yang
American Institute for Economic Research
14 de diciembre del 2020

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Con dueños de pequeños negocios luchando bajo el peso las órdenes de cuarentena, Los Ángeles y Nueva York recientemente generaron una crítica intensa al cerrar de nuevo a los restaurantes. Los Ángeles emitió una orden prohibiendo la comida en el exterior del restaurante y Nueva York prohibió comer en los interiores del negocio, con el frío invierno en puertas, lo que, por default, termina también con las comidas en el exterior. Ambas ciudades han puesto una mano dura en su aplicación de intervenciones de salud pública, emitiendo diferentes políticas con frecuencia alarmante. Ese comportamiento, en sí, conduce a la confusión y la agitación cuando las comunidades se ven obligadas a situaciones a las que nunca se pueden adaptar financiera o socialmente.

A la luz de un conocimiento creciente acerca del Covid-19, así como por nuestra experiencia con los resultados de las intervenciones de salud pública, los cierres de los restaurantes no deberían verse como una política sensata. No sólo causan un tremendo trauma económico y social, sino que, también, carecen de un fuerte respaldo científico, a la vez que subvierte la regla de la ley.

LA FALLIDA CIENCIA DETRÁS DE LOS CIERRES DE RESTAURANTES

El razonamiento principal detrás del cierre de los restaurantes tiene que ver con frenar los recientes picos en casos de Covid-19 y de muertes. Parte de esto podría atribuirse al hecho de que este momento del año es la estación de la gripe, y se predijo correctamente a principios del año, que el invierno traería un resurgimiento del virus. Otra explicación se refiere a las reuniones familiares del Día de Acción de Gracias, como otro gran contribuyente, cuando los individuos se reunieron en espacios en donde es poco posible que las directrices se practicaran.
Todas estas son explicaciones razonables y uno puede ir en diversas direcciones con esta información, pero, cerrar restaurantes, no es una de ellas.

Aunque en ocasiones a los restaurantes se les llama “super diseminadores,” según el trazado de contactos publicado por el estado de Nueva York, los restaurantes y bares sólo significan el 1.43% de las transmisiones. Tales datos no parecen ser una anomalía, cuando otro reporte del Condado Marion de Oregón sugiere que sólo el 1% de las transmisiones podía trazarse a los restaurantes y bares.

El Salem Reporter escribe,

“Craig Pope, comisionado del Condado Polk, dijo que él quería ayudar a Oregón a tener bajo control la diseminación del virus, pero que era difícil para él ver las restricciones estatales como basadas en la ciencia, cuando el departamento de salud del condado no ha ligado la diseminación del Covid a los restaurantes.”

Según el trazado de contactos, un 74% de los casos nuevos se atribuyen a reuniones familiares en donde los individuos son menos cautelosos y las precauciones de salud prevalecen menos. Esto explicaría el pico en casos posterior al Día de Acción de Gracias, pero, cerrar restaurantes esencialmente haría que tales reuniones sean más frecuentes. Escribe Eater,

“En comparación, las reuniones privadas y sociales explican casi el 74 por ciento de los casos de COVID-19 trazados por el estado entre setiembre y fines de noviembre, y la industria de los restaurantes obtuvo el quinto lugar general entre las diversas industrias y actividades que contribuyeron a diseminar el virus.”

Cerrar restaurantes muy posiblemente trasladará la densidad de las infecciones a otras vías, tales como reuniones en hogares y tiendas de comestibles. El desaparecido Dr. Donald Henderson escribió lo siguiente acerca de limitar actividades públicas grandes en respuesta a la influenza, otra enfermedad respiratoria altamente infecciosa:

“Intuitivamente, esto parecería ser un adjunto útil para reducir los contactos entre la gente y así mitigar los efectos de la pandemia. No obstante, normalmente los individuos tienen muchos contactos en toda la comunidad en una base diaria: comprar en los negocios, asistir a la iglesia, viajar por el transporte público, etcétera. Reconocer que la diseminación de la influenza es primordialmente por contacto de persona a persona, cualquier individuo, incluso en una reunión grande, tendrá sólo un número limitado de tales encuentras cercanos con gente infectada.”

Según un estudio reciente publicado por investigadores de la Universidad Stanford, políticas altamente amplias y perturbadoras, como los cierres de restaurantes, son inferiores a políticas más precisas, como límites de ocupación. También, encontró que políticas restrictivas como órdenes de quedarse en casa, conducen a tasas de transmisión aumentadas al reabrirse, posiblemente a causa de un rezago en la demanda reprimida.

Tulsa World describe los hallazgos de la investigación al escribir que,

“El estudio de Stanford analizó los datos de movilidad durante la primavera pasada de los teléfonos celulares de 98 millones de personas en 10 de las áreas metropolitanas más grandes de la nación. En promedio, restaurantes de pleno servicio, gimnasios, hoteles, cafés, organizaciones religiosas y restaurantes de servicio limitado, fueron ámbitos en donde se darían los mayores incrementos predichos de infecciones, después de que reabrieron ante órdenes de quedarse en casa, según los investigadores.

Estos resultados apoyan hallazgos previos de que intervenciones precisas, como reducir la ocupación máxima, pueden ser más efectivas que medidas menos específicas, a la vez que incurren en costos económicos substancialmente más bajos.”

Esta información apoya la idea de que los restaurantes no sólo permanezcan abiertos, sino que una política de cierres generalizados incluso produciría peores resultados. No solo cerrar los restaurantes resulta en daños económicos y sociales irreparables, sino que una frustración acumulada ante tal política históricamente ha conducido a más infecciones después de reabrir. Esto, por supuesto, es descontada la posibilidad de que los restaurantes y autoridades locales simplemente se rehúsen a cumplir, que no es algo que un estudio científico estéril puede explicar.

Eater escribe lo siguiente,

“Algunos en la industria dicen que los restaurantes han incurrido en tremendos gastos -a la vez que encaran una caída en los ingresos debido a la pandemia- para arreglar sus espacios interiores con nuevos filtros de aire y otro equipo de seguridad, y que la prohibición de comer en el interior del restaurante podría estimular a la gente para congregarse en otras áreas, incluso las diversas fiestas ilícitas, subterráneas, que han sido disueltas en los últimos meses.”

Aun más, existe un número creciente de individuos en la profesión médica que apoya la idea de un desarrollo responsable de la inmunidad del rebaño por medio de la infección natural, en ausencia de una vacuna ampliamente accesible. Esta idea es la base de la Declaración de Great Barrington, documento escrito y firmado conjuntamente por tres de los principales expertos médicos del mundo. A la vez que se toman pasos para proteger a los vulnerables, los individuos saludables deberían ser capaces de regresar a sus vidas usuales y ejercitar el sentido común. Ese enfoque no es sólo similar a cómo se ha intentado lidiar en el pasado con la pandemia, sino que, también, minimiza el malestar generalizado de la sociedad.

Ya sea que uno suscriba las ideas de la Declaración de Great Barrington o que desea continuar con la estrategia actual de seguir así hasta que una vacuna esté ampliamente disponible, los cierres de restaurantes, al igual que los cierres de escuelas, debería ser una política de última instancia, si es que del todo debería darse.

LAS CONSECUENCIAS AMPLIAS DE LOS CIERRES DE RESTAURANTES

Aunque la ciencia detrás de mantener a los restaurantes abiertos es un debate útil, es importante recordar que la sociedad no es un experimento de la ciencia. Hay tremendas consecuencias sociales, económicas y legales que vienen con esas políticas, que hemos visto desplegarse durante la pandemia.

Una de las consecuencias más serias es un aumento en suicidios. En setiembre se reportó que un 60 por ciento de los negocios no volverá a abrir de nuevo, según un dato suministrado por Yelp. Con la nueva oleada de cierres de restaurantes en la Ciudad de Nueva York y a lo largo del país, escribe Eater,

“De acuerdo con la encuesta -que entrevistó durante las últimas dos semanas de noviembre a 6.000 operadores de restaurantes, incluyendo a 238 en Nueva York- un 54 por ciento de los operadores de restaurantes dice que ellos cerrarán en los próximos seis meses si no prospera otro paquete federal de ayuda, en comparación con un 37 por ciento en todo el país.”

Esto no sólo tendrá consecuencias económicas y culturales permanentes, sino que hay una relación documentada entre desempleo y suicidios. Un estudio conducido en 1991 a más de 2 millones de personas que respondieron en Nueva Zelandia, encontró que,

“Ser desempleado estaba asociado con un incremente de dos a tres veces de aumento en lo relativo al riesgo de muerte por suicidio, comparado con estar empleado. Alrededor de la mitad de esa asociación puede ser atribuible a una confusión con enfermedad mental.”

También, el Departamento de Asuntos de Veteranos afirma que,

“La tasa de suicidios ajustada por edades aumenta cuando el país está en recesión y la mayoría de la gente está desempleada.”

La tasa de desempleo en Nueva York es de un sombrío 9.7%, aunque el número real de individuos afectados es posible que sea mucho mayor cuando los trabajadores dejan de tener esperanzas de encontrar un empleo. Otra ronda abrupta de cierres de negocios hará que ese número sea más alto y que conduzca posiblemente hacia un número de consecuencias no previstas sobre la salud, en vez de minimizarlas.

Otro desarrollo importante y con respecto a lo que podría resultar de los cierres de restaurantes, es el desenvolvimiento general de la regla de la ley. A los ojos de muchos, los cierres de restaurantes no son científicos, son arbitrarios, económicamente devastadores y culturalmente desmoralizadores. A primera vista, los cierres de restaurantes representan una política legalmente indisciplinada, que exhibe una potestad reglamentaria arbitraria e imprudente. Esta es la razón por la que un juez del Condado de Los Ángeles se trajo al suelo una prohibición recientemente promulgada de servir comidas en el exterior del restaurante, la que, si hubiera seguido vigente, sería ejemplo de una limitación injustificada de la libertad que nuestras leyes deben proteger. Siendo la razón que el Condado de Los Ángeles no brindó suficiente evidencia para justificar los cierres.

Un caso aún más extremo y un desarrollo preocupante es una des legitimización completa de la ley. En California, Noticias ABC reporta que el departamento del alguacil del Condado de Orange se ha rehusado a aplicar la nueva orden de quedarse en casa, emitida por California, cuando escribe que,

“’El cumplimiento de las órdenes de salud es un asunto de responsabilidad personal y no un asunto de aplicar la ley,’ dijo en una declaración (Don) Barnes. “El Departamento del alguacil del Condado de Orange seguirá siendo consistente en su enfoque.

Los subalternos de la oficina del alguacil del Condado de Orange no serán enviados, o responderán, ante llamadas para imponer la obligación de cubrirse los rostros, reuniones sociales u órdenes de sólo quedarse en casa.”

Aunque ciertamente es bueno ver comunidades locales actuando para proteger sus libertades, también muestra la disminución del capital político de los gobernadores en sus propios estados, al formular políticas temerarias. Estaría en el mejor interés de la estabilidad política el que se evitaran esas confrontaciones.

LECCIONES CLAVES

La oleada reciente de cierres de restaurantes, más notoriamente en la Ciudad de Nueva York y en Los Ángeles, amenaza con continuar las políticas desastrosas que han caracterizado a la pandemia. Los cierres no sólo van contra evidencia científica creciente, sino que, también, parecen conformarse con un estilo de toma de decisiones basado en narrativas y no en la realidad. Descansa en ciencia teórica que tiene sentido en el ámbito estéril de un laboratorio, pero falla en su desempeño en la realidad. Esto es debido a que la sociedad es mucho más compleja y las consecuencias mucho más amplias como para que funcionen tales soluciones simplistas. La solución óptima sería una que permita que los individuos ponderen los riesgos de sus propias acciones y tomen decisiones voluntariamente basadas en sus propias circunstancias únicas. Que una medida calza para todo, es receta para un fracaso.

Los cierres de restaurantes representan un ataque a algunas de las instituciones culturales más sagradas de la sociedad, que no sólo degradará aún más nuestro tejido social, sino que, también, generará un tremendo daño económico a comunidades ya devastadas. En vista de la evidencia creciente (científica, económica y social), los cierres de restaurantes sólo garantizan que se exacerbe aún más la calamidad existente, a la vez que, a cambio, ofrece poco.

Ethan Yang se unió al American Institute for Economic Affairs (AIER) en el 2020 como pasante en la parte editorial y es graduado del Trinity College. Recibió un BA en Ciencia Política junto con una materia secundaria en Estudios Legales y Organizaciones Formales. Sirve actualmente como Coordinador de la Región Noreste de Estudiantes por la Libertad y como director del Centro para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College. Previo a unirse al AIER, fue pasante en organizaciones como el American Legislative Exchange Council, en el Senado del estado de Connecticut y en el Cause of Action Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada