A la puritica par nuestra. Y algunos de esos criminales están entre nosotros, con propiedades y haberes que buscan cubrir para el momento en que el pueblo nicaragüense tome lo que es de ellos.

LOS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN NICARAGUA

Por Álvaro Vargas Llosa
Independent Institute
19 de octubre del 2020

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Un panel internacional convocado por la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano en Costa Rica, ha concluido que el régimen de Nicaragua, encabezado por Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, ha tenido a múltiples agentes de seguridad cometiendo tortura sexual contra sus detenidos.

En un caso, tantos como 15 agentes atacaron a la víctima.

La comunidad internacional no prestó suficiente atención a ese pequeño país, carente de petróleo, antes de la pandemia. Hoy incluso la atención es menor, pero el régimen Ortega-Murillo se ha convertido en una de las dictaduras más crueles en el mundo.

Los hallazgos de la Corte de Consciencia de la Fundación Arias se esperan servirán para llevar ante la justicia en las cortes internacionales, a aquellos responsables del uso extendido por el estado de Nicaragua, de la tortura y la política de disparar a matar.

En el 2018, una investigación conducida por un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes establecido por la Organización de los Estados Americanos, ya había acusado de crímenes contra la humanidad a Ortega y sus fuerzas represivas.

Esta nueva investigación, la cual adiciona a aquel reporte y a otro del Alto Comisionado de Derechos Humanos, es un gran paso hacia construir un caso sólido para perseguir a estos matones.

La Corte de Consciencia encontró que 11 mujeres y siete hombres sufrieron indignidades innombrables, incluyendo tortura sexual, a manos de las fuerzas de seguridad que los mantuvieron cautivos.

Los 18 nicaragüenses fueron violados repetidamente con el uso de armas de fuego y macanas, una práctica que, según múltiples testimonios, es ampliamente extendida.

La evidencia forense, así como testimonios personales, condujeron al panel, conformado por los expertos internacionales Almudena Bernabéu, Clemencia Correo, Alda Facio y Sonia Picado, y apoyados por un equipo de asistentes forenses, psicológicos y legales, a concluir que esos no eran actos de abuso aislados, espontáneos, sino parte de una política gubernamental.

El régimen de Ortega ha asesinado a varios cientos de manifestantes bajo una política de disparar a matar, que ordenó contra ellos el uso de rifles de francotirador Dragunov y de AK-47s, hiriendo a miles y obligando a miles a huir al exilio; alrededor de 100.000 nicaragüenses han escapado de la dictadura hacia Costa Rica.

También, miembros prominentes de la Iglesia Católica, la prensa y el movimiento estudiantil han tenido que dejar el país, incluyendo al Obispo Silvio José Báez, a quien el papa nombró en un puesto en El Vaticano, después de numerosas amenazas de muerte y actos de intimidación, y a periodistas como Carlos Fernando Chamorro, el editor de Confidencial, un medio crítico de Ortega.

Bianca Jagger, la bien conocida promotora de derechos humanos de origen nicaragüense, que fuera huésped especial del panel, recientemente me comentó que la persecución de la iglesia, del movimiento estudiantil, de las comunidades campesinas y la prensa, ha continuado sin freno durante estos dos últimos años y que, una vez más, se ha intensificado.

Las pocas organizaciones mediáticas independientes que quedan en Nicaragua, el Canal 12, entre ellas, ahora están siendo cerradas bajo el pretexto de que ellas le deben impuestos al gobierno.

Ortega, quien gobernó en la década de los ochenta con posterioridad al triunfo de la revolución sandinista, regresó al poder en el 2007, gracias a un pacto con el Partido Liberal y su anterior presidente corrupto, y consolidó su poder en los primeros años, al llegar a una serie de acuerdos con grupos a los que él había perseguido durante su primer gobierno, en particular, con la comunidad de negocios agrupada bajo el COSEP.

A fin de lograr ser reelecto, él se mantuvo cambiando las reglas constitucionales y cometiendo fraudes electorales. En su momento, se sintió lo suficientemente fuerte como para deshacerse de sus nuevos amigos y establecer un régimen que concentra todo poder económico, así como el político, bajo él mismo y su esposa, la cual se convirtió en vicepresidenta en el 2017.

Cuando el movimiento de protesta, que hasta aquel entonces no representaba una amenaza seria a la pareja Ortega-Murillo, llegó a una masa crítica en el 2018, el aparato estatal dirigió su cruel atención hacia cualquier persona o grupo que se atreviera a criticar al gobierno. El resultado fue una tortura sistemática y cientos de asesinatos, acerca de los cuales paneles internacionales, como el reciente en Costa Rica, han tratado de llamar la atención.

Nicaragua puede ser pequeño y puede carecer de petróleo, pero los seis millones de prisioneros que constituyen su población, merece mucha más atención que la que están recibiendo.

También fue publicado en Inside Sources, del viernes 16 de octubre del 2020.

Álvaro Vargas Llosa es compañero sénior del Independent Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.