Apenas para hoy, que, aunque el Día de Acción de Gracias, es una actividad más propia del pueblo estadounidense, por su contenido y propósito es universal, por lo cual es oportuno este comentario del profesor Barry Brownstein que comparto.

DANDO LAS GRACIAS POR NUESTRA DEPENDENCIA MUTUA

Por Barry Brownstein
America Institute for Economic Research
21 de noviembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein institute for economic research dependence November 21, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

El Dr. Osterholm, miembro de equipo de trabajo acerca del COVID-19 de Joe Biden, pide una cuarentena nacional de 4 a 6 semanas. Otro miembro de ese equipo, el Dr. Ezekiel Emanuel, por mucho tiempo ha favorecido las cuarentenas. En algunos estados, de nuevo, en anticipación de las cuarentenas, se han vaciado los estantes de los negocios.

No obstante, subsisten rayos de esperanza. El Dr. Vivek Murthy, anterior cirujano general de Estados Unidos, es uno de los copresidentes que Joe Biden nombró para su equipo de trabajo acerca del Covid-19. Murthy ha mostrado que él puede entender los costos humanos de las cuarentenas.

Antes del Covid-19, Murthy escribió su libro “Together: The Healing Power of Human Connection in a Sometimes Lonely World” [Juntos: el poder de la conexión humana]. Un tema que recorre el libro de Murthy es “la necesidad universal de conectarse el uno con el otro.” Con un llamado a la acción, escribió Murthy, “Necesitamos apreciar más profundamente la relación entre soledad, conexión social, y la salud física y emocional.”

Incluso antes del Covid-19, una ausencia de conexiones era un tema para muchos. Una encuesta, publicada en enero del 2020, encontró que un 61% “reportó que algunas veces o siempre ellos se sentían solos.”

Murthy apunta correctamente a la ventaja única de la especie humana: “Los humanos han sobrevivido como especie, no porque tenemos ventajas físicas como altura, fuerza o velocidad, sino debido a nuestra habilidad para conectarse en grupos sociales. Intercambiamos ideas. Coordinamos objetivos. Compartimos información y emociones.”

¿Me pregunto si el Dr. Murphy entiende que, la misma dependencia que él observa en el mundo social, también guía al mundo económico?
En su libro The Rational Optimist [El Optimista Racional], Matt Ridley apunta a la interconectividad para explicar los milagros de la vida moderna:

“El secreto del mundo moderno es su interconexión gigantesca. Las ideas están teniendo sexo con otras ideas provenientes de todo el planeta, con una promiscuidad siempre creciente. El teléfono tuvo sexo con el computador y generó la internet. Los primeros vehículos a motor parecían como si fueron ‘engendrados por la bicicleta a partir de un carro de caballos.’ La idea de los plásticos vino de la química fotográfica. La píldora cámara es una idea que vino de una conversación entre un gastroenterólogo y un diseñador de misiles guiados. Casi toda tecnología es un híbrido.”

“Incluso el estilo de vida simple de un cazador recolector,” señala Ridley, “no puede existir sin una población grande que intercambie ideas y habilidades.” La interconexión es vital: “El éxito de los seres humanos depende crucial, pero precariamente, de números y conexiones. Unos pocos cientos de personas no pueden sostener una tecnología sofisticada: el comercio es una parte vital de la historia.”

Casi en todo lo que descansamos depende principalmente de redes invisibles de relaciones alrededor nuestro. Si no fuera por el esfuerzo continuo de otros, la mayoría de nosotros perecería rápidamente.

EL HOMBRE DEL SISTEMA

Este Día de Acción de Gracias, habrá muchos políticos y burócratas actuando con arrogancia y algunas veces brutalidad, lanzando sus órdenes mezquinas; órdenes que ellos mismos violan.

En La Teoría de los Sentimientos Morales, Adam Smith llama a tal autoritario, un “hombre del sistema.”

Smith nos instruye en que el hombre del sistema está lleno de “arrogancia” y está tan “enamorado con la presunta belleza de su propio plan ideal de gobierno, que no puede sufrir la mínima desviación de alguna parte de él.”

El hombre del sistema “parece imaginar que él puede acomodar a los diferentes miembros de una gran sociedad, con la misma facilidad con que una mano acomoda las diferentes piezas sobre un tablero de ajedrez.” Smith explica por qué esta arrogancia conduce al desorden, no al orden:

“El hombre de sistema parece imaginarse que puede acomodar a los diferentes miembros de una gran sociedad tan fácilmente como si pusiera distintas fichas en un tablero de ajedrez. No tiene en cuenta que las fichas del tablero puedan tener otro principio de movimiento que el impuesto por las manos que las colocó sobre el tablero; pero, en el gran tablero de ajedrez de la sociedad humana, cada ficha tiene su propio movimiento, que resulta distinto que el que la legislatura trató de imprimirle. Si estos principios coinciden y actúan en la misma dirección, el juego de la sociedad humana puede seguir fácil y sin contratiempos, y, muy probablemente, resulte feliz y exitoso. Si actúan en direcciones contrarias, el juego continuará de forma mísera y la sociedad humana se encontrará siempre en el mayor desorden.”

El hombre del sistema establece un plan para hacer que la sociedad se ordene “sin ninguna consideración ya sea de los grandes intereses, o de los fuertes prejuicios que se pueden oponer a ello.” En resumen, la agencia moral de otros nada le significa al hombre del sistema.

Hay necesidad de un orden, pero no hay necesidad de un orden impuesto brutalmente por hombres del sistema. En su “Cosmos y Taxis,” Hayek señala que, para los autoritarios, parece absurdo imaginar que el orden puede surgir en formas distintas al “diseño de [su] mente pensante.”

Smith contrastó al hombre del sistema con “aquellos cuyo espíritu público es por completo impulsado por la humanidad y la benevolencia.” Estos humanitarios, explica Smith, “respetarán los poderes y privilegios establecidos incluso de individuos, y aún más aquellos de los grandes órdenes y sociedades, en los cuales el estado está dividido.” En otras palabras, cuando los humanitarios hacen una valoración del riesgo diferente a la suya y los poderes de ellos de “razón y persuasión” no hacen que usted cambie su valoración del riesgo, ellos “no intentarán someterlo [a usted] por la fuerza.”

Hayek nos lo recuerda, “Hubo una época cuando los hombres creían que incluso el lenguaje y la moral habrían sido ‘inventados’ por algún genio del pasado.” Creer que los políticos, por sus órdenes, son capaces de inventar una forma de vida mejor y más saludable, es dar un paso hacia atrás.

El bienestar humano emerge por medio de las elecciones descentralizadas de millones de familias y no de planes de las autoridades. Como lo indica Hayek, “como miembros de la sociedad” somos “dependientes de la satisfacción de la mayoría de nuestras necesidades por diversas formas de cooperación con otros.” Es natural estar interesado acerca del bienestar de otros.

CUIDANDO DE LOS DEMÁS

En Los Derechos del Hombre, Thomas Paine también señaló un orden que no se debe al gobierno; el orden “tiene su origen en los principios de la sociedad y la constitución natural del hombre. Existió previo al gobierno y existiría si se aboliera la formalidad del gobierno.” Y, como Murthy, Ridley y Hayek, Paine nos apunta hacia nuestra “dependencia mutua” y a una “gran cadena de conexión.”

“La dependencia mutua y el interés recíproco en que el hombre se encuentra con respecto al hombre y todas las partes de una comunidad civilizada respecto a las demás, crean la gran cadena de conexión que las mantiene unidas. El terrateniente, el labrador, el fabricante, el comerciante, el negociante y todo el que se ocupa en una actividad, prosperan por la ayuda que cada uno recibe del otro y del todo. El interés común regula sus negocios y constituye su ley; y las leyes que establece el uso común tienen mayor influencia que las que dicta el gobierno. En suma, la sociedad realiza por sí misma casi todo lo que se atribuye al gobierno.”

Paine afirma que “para comprender la naturaleza y la cantidad de gobierno adecuada al hombre es necesario poner la atención en su carácter.” “En todos los casos,” escribe Paine, “la naturaleza hizo que sus necesidades naturales fuesen mayores que su poder individual. Ningún hombre tiene capacidad para subvenir a sus propias necesidades sin el auxilio de la sociedad; y al actuar aquellas necesidades sobre cada individuo impelen a la totalidad de ellos hacia la sociedad, de la misma manera y con la misma naturalidad con que la gravitación concurre hacia un centro.”

Y, como Adam Smith, Paine entendió que no es sólo hacia transacciones comerciales a lo que la naturaleza tiene afecto por:

“Pero la naturaleza ha ido más lejos. No sólo ha forzado al hombre a entrar en sociedad por la diversidad de necesidades a que puede subvenir la ayuda mutua de otros, sino que ha inculcado en él un sistema de afectos sociales que si no necesarios para su existencia, son esenciales para su felicidad. No hay período de la vida en que este amor a la sociedad cese de actuar. Comienza y termina con nuestro propio ser.”

Paine nos implora que veamos que “el gobierno formal no realiza sino una pequeña parte de la vida civilizada.” Es la incesante circulación de intereses que, pasando por sus innumerables canales, fortalece toda la masa de hombres civilizados.” Así, son nuestros afectos para y la dependencia en otros, “infinitamente más que cualquier otra cosa que incluso pueda llevar a cabo el gobierno mejor instituido, de lo que dependen la seguridad y prosperidad del individuo y el todo.”

Los políticos no son la fuente de la bondad en nuestras vidas. C.S. Lewis los llamó aquellos “quienes nos atormentan para su propio beneficio”:

“De todas las tiranías, una tiranía sinceramente ejercida por el bien de sus víctimas puede ser la más opresiva. Sería mejor vivir bajo ladrones de guante blanco que bajo omnipotentes morales entrometidos. La crueldad de los ladrones de cuello blanco puede algunas veces descansar, su avidez puede, en cierto punto, ser saciada; pero, aquellos quienes nos atormentan por nuestro propio bien, nos atormentarán sin un final, pues lo hacen así con la aprobación de su propia consciencia.”

Este Día de Acción de Gracias, los políticos nos están dando instrucciones acerca de cómo cuidar a nuestras familias y amigos. No obstante, no hay una respuesta que calce para para todos los casos acerca de cuánta exposición debería tener una persona mayor ante los miembros de la familia. Las familias sí cuidan el bienestar de sus seres amados; ellas evaluarán los riesgos. La evaluación del riesgo es subjetiva. Permitir que los políticos “definan el riesgo es, por tanto, un ejercicio de poder.”

No necesitamos rendir ante políticos autoritarios nuestra propia agencia moral de cuidar de otros. Mientras que algunos tratar de destruir los lazos que nos unen, podemos expresar gratitud ante la gran cadena de conexión humana que nos mantiene unidos. Podemos celebrar las relaciones que nos dieron libertad y que hicieron posible al mundo moderno.

Cuando el Dr. Murthy y otros entiendan que las necesidades y motivaciones que guían al hombre social también guían al hombre económico, la fuerza destructiva de las cuarentenas podría ser rechazada, de una vez por todas.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior en Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.