¡Tanto que se criticaron las mediadas suecas acerca del covid por no ser intervencionistas! Y, ya ven, Finlandia y Noruega lo fueron aún más… tuvieron (a la fecha) tasas de mortalidad menores que las de Suecia, a la vez que sus medidas fueron menos restrictivas.

CÓMO FINLANDIA Y NORUEGA PROBARON QUE EL ENFOQUE SUECO AL COVID-19 FUNCIONA

Por Jon Miltimore
Fundación para la Educación Económica
Viernes 13 de noviembre del 2020


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Los datos muestran que las políticas de Finlandia y Noruega en la mayor parte de la pandemia han sido menos restrictivas que las de Suecia.

El coronavirus regresa con fuerza. Muchas naciones alrededor del mundo están viendo aumentos alarmantes en casos y muertes, totales que en muchas instancias exceden las alturas logradas en marzo, abril y mayo.

Desde el inicio de la pandemia, los gobiernos alrededor del mundo han tratado de dominar al virus. Todos han fracasado, en grados diferentes.

Ya sea que los gobiernos impusieron cuarentenas draconianas, cuarentenas modestas o, del todo, nada de cuarentenas, el virus se ha diseminado. A algunos países con cuarentenas severas les ha ido mejor; a muchos otros les ha ido peor. Y algunos han señalado que al virus no parece importarle qué políticas usted pone en marcha.

Por ejemplo, Bélgica tiene la segunda tasa más alta de mortalidad del mundo por el Covid-19, aún cuando implementó una de las cuarentenas más estrictas en el mundo (una severidad del 81.5). Italia y España incluso tuvieron cuarentenas aún más estrictas, y ambos países están también entre los más devastados por el virus. (La tasa actual de mortalidad en Italia es menor que la de Bélgica y España, pero el país está experimentando un resurgimiento del virus que luce positivamente aterrador).

Podemos medir la severidad de la medida de cuarentena gracias a una herramienta creada por Our World in Data, un equipo de investigación de la Universidad de Oxford, que produce información en todo tipo de cuadros y gráficos maravillosos.

Aun cuando la mayoría del mundo entró en cuarentena en marzo, los funcionarios suecos escogieron dejar de lado una cuarentena plena, optando, en vez de ella, por un enfoque de “toque más liviano,” que descansaba en la cooperación con los ciudadanos, a quienes se les dio información de salud pública y se les estimuló a comportarse responsablemente.

Our World in Data muestra que la severidad de la respuesta del gobierno sueco nunca llegó a 50, llegando a un pico de alrededor de 46 entre fines de abril y principios de junio. (Como punto de referencia, los Estados Unidos promediaron una severidad de alrededor de 70 desde marzo a setiembre). Eso está bien por debajo de la elevada severidad de España (85) e Italia (94).

A pesar de lo anterior, la tasa de mortalidad per cápita de Suecia es más baja que la de España, Bélgica y otras naciones, a pesar del hecho de que no inició una cuarentena. Como resultado, la economía de Suecia se salvó de mucho del daño que aquellas naciones sufrieron (aunque no del todo).

Pese al éxito aparente de la estrategia sueca, los suecos se han visto atacados. El New York Times ha descrito la política sueca como “un cuento de precaución,” mientras que otros medios la han usado como ilustración de cómo no manejar al coronavirus.

Los críticos de la política de Suecia señalan que, aun cuando Suecia ha experimentado menos muertes que muchas naciones europeas, ha sufrido más que sus vecinos nórdicos, Finlandia y Suecia.

Eso es cierto, pero necesita ser puesto en contexto.

Noruega y Finlandia tienen algunas de las tasas más bajas de mortalidad por el COVID-19 en el mundo, con 54 muertes por millón de ciudadanos y 66 por millón, respectivamente. Eso está muy por debajo de la mediana de Europa (240 por millón) y de la tasa de Suecia (605 por millón).

Estos críticos fallan en darse cuenta que ambos, Finlandia y Noruega, han tenido políticas menos restrictivas que Suecia durante la mayor parte de la pandemia ̶ no cuarentenas mayores.

La severidad de la cuarentena en Noruega ha sido menor que 40 desde principios de junio, y cayó totalmente hasta un 28.7 en setiembre y octubre. La severidad de Finlandia siguió un patrón similar, flotando entre los medios y bajos treintas durante la segunda mitad del año, antes de regresar a 41 alrededor del Halloween.

Cuando la gente compara a Suecia desfavorablemente con respecto a Finlandia y Noruega para descartar su política de dejar hacer, está derivando la conclusión opuesta de lo que realmente revelan los datos. Sí, Finlandia y Noruega tienen menos muertes que Suecia ̶ pero ellas, en realidad, han sido más laisseferianas que sus vecinos durante la mayoría de la pandemia.

Desde junio, Finlandia y Noruega han tenido políticas gubernamentales menos restrictivas que Suecia, y ambas naciones han soportado bastante bien al coronavirus. Ellas han estado entre las naciones más libres en el mundo desde principios de junio, y la muertes por COVID-19 han sido minúsculas.

Ninguno de esos dos países siquiera tiene una orden de usar mascarilla, aunque ambas pusieron en práctica recomendaciones acerca de la mascarilla en agosto. En Noruega aún se permiten las reuniones en sitios públicos, aunque recientemente la capacidad se redujo a 50 personas (un descenso desde 200).

En Finlandia, la gente dice que su vida cotidiana no ha cambiado mucho.

“En realidad, mi vida diaria no ha sido afectada demasiado,” le dijo a una estación local de noticias Gegi Aydin, un asistente de cuido de la salud.

De igual forma, el enfoque de toque liviano puede verse en sus economías. En el segundo cuatrimestre del 2020, Noruega y Finlandia vieron a sus economías contraerse en un 6.3 por ciento y 6.4 por ciento, respectivamente. Eso es alrededor de la mitad la caída del 11.8 por ciento de la Unión Europea, así como muy por debajo de aquella experimentada en España (-18.5%) y el Reino Unido (-19.1%). Es incluso menor que la de Suecia, que tuvo una declinación del 8.6 por ciento.

A pesar de su cuarentena de baja restricción, Noruega y Finlandia están entre los únicos lugares en Europa que usted encontrará son seguros para viajar.

Como lo señalé anteriormente, la gente no está atacando los resultados de las políticas de Suecia. Está atacando la naturaleza de sus políticas. Por supuesto, hay muchas naciones que han sido mucho más golpeadas que Suecia. Pero, esas naciones son ignoradas pues no amenazan la narrativa de que las cuarentenas gubernamentales funcionan, y que millones más habrían muertos sin ellas.

Noruega y Finlandia muestran que al coronavirus no le importa la política gubernamental. Sus números han permanecido bajos, con cuarentenas moderadamente estrictas y con políticas de laissez-faire.

Al resurgir el coronavirus alrededor del mundo, se habla de poner en marcha otra ronda de cuarentenas paralizantes. Los líderes mundiales están enfrentando una presión inmensa para que “hagan algo.”

Eso sería un error. Las cuarentenas vienen con consecuencias no previstas severas y mortales. Es más, han mostrado ser totalmente ineficiente en domar al virus ̶ razón por la que ahora la Organización Mundial de la Salud está dando consejo contra su uso.

La realidad es, los humanos no están dispuestos a aceptar qué tan impotentes son en cuanto a detener el virus. No están dispuestos a admitir que no lo pueden controlar.

Hace décadas, en su discurso de aceptación del premio Nobel, el economista F.A. Hayek advirtió acerca de los peligros de tal arrogancia. Si el hombre continuaba viviendo en ignorancia de los límites de su conocimiento, eso alimentaría “un esfuerzo fatal por controlar la sociedad ̶ un esfuerzo que no sólo le convierte en un tirano sobre sus congéneres, sino que bien podría convertirle en el destructor de una civilización…”

Es una lección que nunca antes había sido más importante. Pronto sabremos si es una que nosotros finalmente estaremos preparados para aprenderla.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.