Yo no entiendo por qué algunas autoridades de salud insisten en la obligación del uso generalizado de mascarillas para eliminar o ralentizar la diseminación del covid si no hay estudios que comprueben esa relación. A veces siento más bien que, ente el desconocimiento, se toman decisiones que creen que logran ciertos resultados, pero sin certeza alguna de ella; en resumen, nos tienen como conejillos de indias en experimentos acerca de si una política da resultados o no. Debería dejarse su uso a la libre valoración de las personas, particularmente aquellas con tienen un alto riesgo debido a su elevada edad o comorbilidades.

AUTORES SE RETRACTAN DE ESTUDIO QUE MUESTRA LA EFICACIA DE LAS ÓRDENES DE USAR MASCARILLAS- MIENTRAS QUE BIDEN IMPULSA UNA OBLIGACIÓN PARA TODO EL PAÍS

Por Jon Miltimore
Fundación para la Educación Económica
10 de noviembre del 2020

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Un estudio que ha sido retractado no prueba cosa alguna acerca de la efectividad de las mascarillas. A pesar de ello, los estadounidenses deben estar muy atentos ante órdenes generalizadas que usarían la policía local para imponer una iniciativa federal.

Ha sido retirado un estudio que muestra que, en más de mil condados en Estados Unidos, se observaron descensos en las hospitalizaciones después de que se aprobaron mandatos de usar mascarillas.

El estudio, que se publicó originalmente el 23 de octubre en el sitio médico medRxiv, había afirmado que las hospitalizaciones por COVID-19 descendieron en 1.083 condados, después que las autoridades habían aprobado órdenes de usar mascarillas.

El artículo fue actualizado el 4 de noviembre.

“Los autores han retirado este manuscrito debido a que hay tasas aumentadas de casos de SARS-CoV-2 en las áreas que originalmente analizamos en este estudio,” se lee en el resumen actualizado. “Por tanto, se necesitan nuevos análisis en el contexto de la tercera ola en Estados Unidos, y se llevarán a cabo directamente en conjunto con los creadores de las bases de datos públicamente disponibles, acerca de casos, hospitalizaciones y tasas de exámenes.”

UNA MATERIA POLARIZADORA

El uso de mascarillas se ha convertido en un tópico crecientemente polarizador en Estados Unidos.

La efectividad de las mascarillas ha sido sujeta a debate, al menos en parte porque los funcionarios de salud pública han enviado mensajes mezclados. Al principio de la pandemia del coronavirus, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Cirujano General de los Estados Unidos, y el Dr. Antony Fauci, importante miembro de la Fuerza de Tarea de la Casa Blanca para el Coronavirus, todos, aconsejaron contra el uso de una mascarilla en público si usted estaba sano.

Si bien la OMS, el Cirujano General y Fauci a la larga modificaron su posición, algunos de los funcionarios de salud más importantes de Europa han continuado resistiéndose a los llamados para imponer, o hasta recomendar, el uso de mascarillas para ralentizar la diseminación del COVID-19, diciendo que hay poca evidencia empírica que sugiere que ellas tienen un positivo.

“Hasta el momento, los estudios no han mostrado un efecto dramático; países como Francia y otros, que exigen el uso obligado de mascarillas, todavía han experimentado una gran diseminación de la enfermedad,” recientemente hizo ver el Dr. Anders Tegnell, el mayor experto sueco en enfermedades infecciosas.

Un estudio que se retracta difícilmente es suficiente para probar que Tegnell y otros funcionarios de salud europeos estén en lo correcto. Pero, es posible que alimente el debate relacionado con la ética de obligar a individuos a usar mascarillas, que algunos afirman es una violación del Principio de la Efectividad, el cual señala que a las agencias de salud pública sólo se les permite recomendar intervenciones que ellas sepan son efectivas.

También, vale la pena mencionar que las mascarillas inicialmente no eran controversiales. Muchos estadounidenses empezaron a usar mascarillas al inicio de la pandemia. Las mascarillas no llegaron a ser polarizadoras sino hasta que los gobiernos empezaron a imponer su uso, lo que en ocasiones ha resultado en confrontaciones violentas.

Por ejemplo, en mayo, una madre de 22 años, quien no estaba usando una cobertura de su rostro, fue derribada por un policía de la Ciudad de Nueva York, frente a su hijo, después que, supuestamente, se rehusó a obedecer el pedido de cubrir su nariz y boca.

El encontronazo hizo que la ciudad terminara la práctica de arrestar gente por no usar mascarillas.

La mujer, Kaleemah Rozier, anunció en junio que estaba demandando a la ciudad por $10 millones por uso excesivo de la fuerza.

LOS PELIGROS DE LA FUERZA

El caso de Rozier ofrece un ejemplo de las consecuencias no previstas de la orden de usar mascarillas. Si bien el objetivo obvio de los mandatos de las mascarillas es que más ciudadanos las usen, pues podrían ralentizar la diseminación del virus, una consecuencia no prevista son las interacciones entre los ciudadanos y la policía.

Esto es algo que los estadounidenses deberían tener en mente cuando nos preparamos para la posibilidad de una nueva presidencia. El anterior vicepresidente Joe Biden, quien actualmente se proyecta gane la Casa Blanca, ha dicho que él “irá adonde cada gobernador y les urgirá a que ordenen el uso de mascarillas en sus estados. Y, si ellos se rehúsan, iré adonde los alcaldes y los ejecutivos de los condados y lograré que los requisitos de usar mascarillas estén vigentes en todo el país.”

Dejando de lado el inquietante pensamiento de una nacionalización de la policía local para imponer una iniciativa federal, casi que, con seguridad, esta política conduciría a un aumento nacional de confrontaciones entre ciudadanos y oficiales encargados de aplicar la ley.

Eso sería un error. Si el 2020 nos ha enseñado algo es que, incluso encuentros aparentemente de rutina entre ciudadanos y autoridades de la ley, rápidamente se pueden hacer mortales.

La posibilidad de que se presenten consecuencias no previstas no es simple conjetura. Como lo han señalado el economista Antony Davies y el politólogo James Harrigan, cuando se trata de políticas federales generalizadas, las consecuencias no previstas no son la excepción; son la regla.

“Las consecuencias no previstas surgen todo el tiempo que una autoridad impone su voluntad sobre la gente. Las leyes de cinturones para conducir y de bolsas de aire [airbags] hacen que sea menos seguro para un transeúnte o un ciclista, a la vez que es más seguro para los choferes ser menos cautos,” escribieron en un artículo acerca del Efecto Cobra. “Las leyes de préstamos del día de pago, propuestas para proteger a quienes son de menos ingresos y piden prestado, ante las altas tasas cobradas al prestar, hacen que sea más caro para quienes son de bajos ingresos y piden prestado, obligándolos a usar alternativas más caras.”

Esta es una de las primeras lecciones de economía. Como lo mostró el afamado economista francés Frédéric Bastiat hace más de siglo y medio, quienes hacen las políticas deben ir más allá del acto inicial o ley para ver las series completas de efectos, no sólo el “pequeño regalo inicial,” sino el mal que puede sobrevenir.

Los investigadores de salud pública deberían continuar desarrollando una ciencia sólida que ayudará a que individuos tomen decisiones informadas en cuanto al cuso de mascarillas. Pero, los estadounidenses deberían estar muy atentos ante mandatos generalizados, en donde se usaría a la policía local para imponer la política federal sobre mascarillas, en especial cuando la ciencia aún no está definida.
Un enfoque así es constitucionalmente dudoso, y puede terminar haciendo más daño que bien.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.