LAS MUCHAS FORMAS EN QUE LA LIBERTAD GANÓ LA ELECCIÓN

Por Veronique de Rugy
American Institute for Economic Research
6 de noviembre del 2020


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Usualmente es difícil para mucha gente encontrar algún lado positivo en torno a los resultados de cualquier elección, encabezada por dos candidatos presidenciales que usualmente son indistinguibles entre sí, en su hostilidad hacia la libertad y los mercados. De hecho, el gran gobierno estaba en la papeleta de votación y el gran gobierno ganó en grande. Sin embargo, si usted mira más allá de la carrera de caballos presidencial, encontramos algunas razones para el buen ánimo.

Para empezar, disfruté viendo a los votantes darles una bofetada sólida a los mercaderes del despertar y del progresismo de línea dura ̶ esto es, a mucha de la agenda actual del partido Demócrata. Fue proporcionada a la vez que se deshacían de Trump, lo que, para muchos, es un beneficio. Tengo que admitir que no me pasaron por la mente que esos dos resultados se dieran simultáneamente. Phil Magness del American Institute for Economic Research, lo expuso de la mejor forma:

“Un idiota total con calificaciones impopulares históricamente elevadas, luchó en esta elección para empatar (o casi un empate, dependiendo de lo que pase en los conteos), y lo hizo enfrentando la cobertura de los medios más agresivamente sesgada hacia un lado, contra un candidato de uno de los partidos principales en la historia electoral de los Estados Unidos. …La ‘ola azul’ que era promocionada casi como una certeza por los mismos medios y encuestadores hace menos de 24 horas, no se materializó. …Quienquiera que surja victorioso lo hará sin un mandato electoral, con un congreso dividido, y con casi una mitad del país abiertamente escéptico acerca de la legitimidad de su gane.”

Un gobierno dividido es probablemente la mejor cosa que podía habernos sucedido esta semana, en especial comparada con la alternativa de un gobierno unificado del partido Demócrata. Esta división, si se materializa, no significa que no se aprobaran políticas de un gobierno grande. El gobierno dividido durante la presidencia de Obama resultó en varios acuerdos vergonzosos en cuanto a presupuestos entre Paul Ryan y Patty Murray.

También, la mayoría de la gente le da la bienvenida al bipartidismo, pero, en realidad, a menudo es sinónimo de políticas de gobierno grande. Y también así será esta vez, al predecir la puesta en marcha de muchas políticas malas. El líder de la mayoría Mitch McConnell (Republicano de Kentucky) ya ha dado señales de que se aprobará otra gigantesca ley de ayuda por el Covid, a pesar de las condiciones económicas mejoradas. Para colmo de males, contendrá provisiones idiotas, como rescates financieros a los gobiernos estatales.

Aún así, podemos consolarnos que, al menos por el momento, la agenda de Biden-Harris-Sanders de saturar con más gente a la Corte Suprema de Justicia, el Nuevo Trato Verde y otros ítems radicalmente estatistas, están fuera de la mesa. En efecto, deberíamos celebrar el hecho de que es poco posible que haya -al menos no mediante el proceso legislativo- una derogatoria al recorte de impuestos a las empresas aprobado en la administración Trump. En este momento, los demócratas están sumamente tristes de que se materializó este fracaso inesperado de sus sueños.

Pero, las mejores noticias provienen de las votaciones. He aquí algunas cosas que merecen exclamaciones de alegría.

Primera, en el 2020 finalmente se ganó la guerra contra las drogas ̶ por las drogas. Jacob Sullum de la revista Reason explica allí por qué. Pero, me gusta como lo resume Ryan Young, del Consejo de la Empresa Competitiva: “Oregón descriminalizó la posesión de drogas fuertes. Cinco otros estados legalizaron la marihuana para uso recreacional, incluyendo al socialmente conservador estado de Mississippi. Oregón y el Distrito de Columbia descriminalizaron también a los hongos alucinógenos. Estas son importantes victorias libertarias, y no en el sentido risueño de libertino. Estas son victorias para la regla de la ley.”

Segunda, los votantes de Illinois dijeron que no, por un margen de 55 a 45, a un esquema progresivo de impuesto al ingreso. La así llamada “Enmienda del Impuesto Justo” habría modificado la constitución del estado para reemplazar un impuesto al ingreso bajo y uniforme por uno progresivo.

Tercera, los progresistas de California y los amantes del gran gobierno resultaron pateados muy fuertemente por el trasero. Se aprobó la Propuesta 22, derrotando así un esfuerzo por reclasificar como trabajadores de tiempo completo a los contratistas independientes, quienes trabajan para empresas de la economía de las plataformas. En vez de revocar toda la disposición, las empresas de las plataformas prometieron venir con un compromiso. Kevin Williamson del National Review explica que,

“’El nuevo acuerdo mantendrá a los choferes de las plataformas compartidas como contratistas independientes, pero les dará garantías salariales por el tiempo pasado dentro del carro y les hará elegibles de subsidios para el cuido de la salud.’ Este compromiso es todavía una gran derrota para los progresistas de California, quienes creen que el gobierno debería estar a cargo de cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo nuestra libertad de trabajar y hacer contratos.”

Luego está la derrota de la Proposición 16. El epítome del despertar, esta iniciativa habría reintroducido una discriminación abierta en el gobierno e instituciones públicas, al permitir para el empleo público, la educación pública y la contratación pública, un “tratamiento preferencial a personas con base en raza, sexo, color, etnicidad u origen nacional.”

En el blog del Grumpy Economist [Economista Gruñón], John Cochrane hace una lista de más iniciativas que fueron derrotadas o aprobadas, de forma que complacería a los tipos libertarios. He aquí algunas de ellas:

“Proposición 15: Aumentar los impuestos a la propiedad para las empresas. Perdió. Proposición 17: Los presos en libertad condicional pueden votar. Ganó. Proposición 18: Personas de 17 años de edad pueden votar. Perdió. Proposición 19: Reducción del impuesto a la propiedad. Ganó. Observe, permite a gente que tiene casas de varios millones de dólares a mantener baja la tasa impositiva sobre la propiedad cuando ellos se mudan, y la traspasan a sus herederos. Así que, suficiente para aquello de ‘graven al rico.’ Proposición 20: Complicado. Libertad condicional más estricta y clasificación del crimen. Perdió. Proposición 21: Permite a las ciudades imponer el control de alquileres. Perdió dramáticamente. (Según el economista sueco Assar Lindbeck, ‘…el control de los alquileres parece ser la técnica más eficiente conocida al momento para destruir una ciudad ̶ excepto por el bombardeo.’) Proposición 23: Se requiere la presencia en el sitio de un médico en los centros de diálisis de riñones (Impulsada por el sindicato Unión Internacional de Empleados de Servicios.) Perdió. Proposición 25: Eliminar las fianzas en efectivo. Perdió.”

¿Aprenderán los progresistas en California algunas lecciones provenientes de estos resultados? Probablemente, no de inmediato. Los medios y las élites no aprendieron nada de la elección del 2016. Pero, por el momento, algunas políticas sumamente terribles fueron derrotadas.
Para terminar con una nota esperanzadora, diré esto: Que el desastre pleno y la mala administración de la elección que, en estos momentos, se desenvuelve ante nuestros ojos en muchos estados, conduzca a que personas se pregunten por qué en este mundo deberían creer en un gobierno que no puede hacer algo básico como llevar a cabo una elección, que posiblemente deba estar a cargo del resto de nuestras vidas.

Veronique de Rugy es compañera sénior del American Institute for Economic Research también lo es en el Mercatus Center de la Universidad George Mason y es una columnista de alcance nacional. Sus intereses de investigación primarios incluyen la economía de los Estados Unidos, el presupuesto federal, la seguridad doméstica, impuestos, competencia tributaria y privacidad financiera. Ella recibió su Maestría en Artes de la Universidad Dauphine, París y su doctorado en economía de la Universidad Pantheon-Sorbonne.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.