Y sabemos básicamente a quienes apoyó ANTIFA en la pasada campaña electoral estadounidense. Ojalá que, si llega a nuevo gobierno, no cumpla compromisos con esa agrupación, pues casi que sólo daño podría esperarse.

HERBERT MARCUSE: EL FILÓSOFO DETRÁS DE LA IDEOLOGÍA DE ANTIFA

Por Tyler Brandt & Jon Miltimore
Fundación para la Educación Económica
Viernes 1 de febrero del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como tyler brandt & jon miltimore foundation for economic education Marcuse February 1, 2019 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

Su trabajo es considerado la base del neo-marxismo, que es una filosofía retrógrada que se manifiesta de maneras retrógradas.

En nuestro último artículo acerca del fascismo, prometimos que exploraríamos las raíces filosóficas de Antifa, para entender mejor cómo justifican ellos el uso de tácticas fascistas en nombre de luchar contra él. Las tendencias fascistas de Antifa son obvias ante una diagnosis superficial sencilla, pero, un análisis más profundo revela la ideología en bancarrota que alimenta al movimiento.

DEFINIENDO AL FASCISMO

Definir al fascismo no es tarea fácil. En el 2016, el diccionario Merriam-Webster hizo ver que era el término más buscado en su diccionario en línea. Hay una razón para eso: nadie en realidad sabe qué es el fascismo.

Incluso entre académicos, hay poco consenso.

“Estudiosos del fascismo no están de acuerdo en qué significa el fascismo,” hizo ver The Atlantic, “ni tampoco, para los efectos, lo hacen los académicos fascistas.”

No obstante, en un punto los académicos están de acuerdo. Un componente clave del fascismo, uno encontrado en virtualmente toda definición, es la idea de que involucra la supresión de la oposición política y el uso de una “violencia redentora” contra rivales ideológicos, para expandir la influencia y poder. Dado que Antifa rutinariamente usa la violencia e intimidación para impedir que oponentes políticos se reúnan y defiendan públicamente estas tácticas como un fin para sus medios, las tendencias fascistas se hacen evidentes.

Para la mayoría, esta conexión es clara. Para Antifa y algunos académicos izquierdistas, no lo es. La base intelectual de aquellos que rechazan la conexión fascista de Antifa, puede encontrarse en los escritos de Herbert Marcuse, cuyo trabajo se considera es la raíz de la filosofía neo-marxista.

MARCUSE NO TIENE UTILIDAD ALGUNA

El germano-estadounidense Herbert Marcuse fue un filósofo, sociólogo y teórico de la política.

Nació en Berlín en 1898, fue conscripto en el Ejército Alemán en 1916 a la edad de 18 y luego participó en la rebelión espartaquista. Después de la guerra, recibió su Ph.D. de la Universidad de Friburgo, en donde continuaría estudiando (y el lugar en que escribió un artículo con Martin Heidegger acerca de Hegel), antes de arribar al Instituto de Investigación Social en 1933.

Mientras que estuvo en el Instituto de Investigación Social -mejor conocido hoy como la Escuela de Frankfurt- Marcuse publicaría varios trabajos sobre Marx, en donde abandonaría el enfoque marxista en los trabajadores y la lucha de clases y desarrollaría la controversial filosofía de la teoría crítica.

La teoría crítica es definida como “un enfoque filosófico hacia la cultura y, en especial, hacia la literatura, que busca confrontar las fuerzas y estructuras sociales, históricas e ideológicas que la producen y la restringen.”

Esto podría sonar benigno, pero, en la práctica, la teoría crítica es el análisis poco profundo de la política, historia, arte y sociedad, a través de los lentes de la dinámica del poder. Pone al mundo en el cajón del opresor versus el oprimido e insiste en que quienes son oprimidos son los “buenos” y que los que son opresores son los “malos.”

En un artículo para la revista Quillete, Uri Harris describe a la teoría crítica como sigue:

“Al identificar los efectos distorsionantes que el poder tenía sobre las creencias y valores de la sociedad [los fundadores de la teoría crítica] creían que ellos podrían lograr una imagen más exacta del mundo. Y, cuando la gente veía las cosas como eran en realidad, ella se liberaría a sí misma. ‘La teoría,’ sugirieron ellos, siempre sirve a los intereses de cierta gente; teoría tradicional, puesto que no es crítica del poder, sirviendo automáticamente a los intereses del poderoso, mientras que la teoría crítica, sirve a los indefensos pues desenmascara esos intereses.”

LA TEORÍA CRÍTICA EN LA PRÁCTICA

Marcuse aplica esta teoría en su ensayo de 1965 “Tolerancia Represiva” -un verdadero ejemplo de la neolengua [orwelliana]- en donde alega que la libre expresión y la tolerancia son sólo beneficiosas cuando existen en condiciones de igualdad absoluta. Cuando hay diferenciales de poder en juego, que con alta certeza siempre los habrá, entonces, la libre expresión y la tolerancia son sólo beneficiosas para el ya poderoso.

Él llama “represiva” a la tolerancia en condiciones de desigualdad y afirma que inhibe la agenda política y reprime al menos poderoso.

Para explicar esto, Marcuse hace un llamado de una “tolerancia liberadora” que reprime al fuerte y empodera al débil. Él explicó que una tolerancia liberadora “significaría intolerancia contra movimientos de la Derecha y tolerancia a movimientos de la Izquierda.”

El problema es que, si usted ve al mundo a través de los lentes ofuscados del conflicto, entonces, usted ve poco más que dinámica del poder, y la única forma de restaurar los desbalances de poder es usando la fuerza. Esto esencialmente significa que los débiles [“la Izquierda”] no pueden hacer el mal, pues son virtuosos, y los poderosos (“la Derecha”] son opresores sin importar lo que ellos hagan, debido a su posición percibida de dominación.

Esta es la lógica detrás de la aseveración de Marcuse de “que lo es hoy proclamado y practicado como tolerancia, está, en muchas de sus manifestaciones más efectivas, sirviendo a la causa de la opresión.”

Marcuse admite abiertamente que su tolerancia liberadora puede parecer “aparentemente no democrática” pero justifica el uso de la “represión y el adoctrinamiento” para promover la agenda de una “mayoría subversiva.”

“Esto significa que las formas en que una mayoría subversiva se puede desarrollar, no deberían ser bloqueadas, y, si ellas son bloqueadas por la represión y el adoctrinamiento organizado, su reapertura puede requerir de medios aparentemente no democráticos. Estos incluirían el retiro de la tolerancia a la expresión y reunión de grupos y movimientos que promueven políticas agresivas, armamentismo, chauvinismo, discriminación basada en raza o religión, o que se oponen a la extensión de servicios públicos, seguridad social, cuido médico, etcétera. Es más, la restauración de la libertad de pensamiento puede requerir restricciones nuevas y rígidas sobre enseñanzas y prácticas en las instituciones educativas, que, por sus propios métodos y conceptos, sirven para encerrar la mente dentro del universo establecido de expresión y comportamiento.”

Se hace evidente que, si uno es un adherente a la filosofía marcusiana, entonces, podría fácilmente excusar el uso de tácticas fascistas en nombre de luchar contra el fascismo.

En el cálculo marcusiano de Antifa, ellos deben usar la intolerancia, agresión, coerción e intimidación para poder subvertir -en su estimación- a la opresora sociedad capitalista patriarcal. Dado que ellos están en una desventaja inherente en términos de poder, entonces, el diálogo abierto y el debate no será bueno para ellos.

La única manera en que ellos pueden volcar las mesas del poder es usando la fuerza y amenazas de fuerza, lo que se justifica plenamente por los fines que ellos logran. Es una filosofía retorcida que se manifiesta en formas retorcidas. Un ejemplo de esto es el lanzamiento por Antifa de globos rellenos de heces y orina a la policía antimotines durante una protesta en Portland, para promover una lista de demandas dirigidas a las políticas policiales locales.

EL CICLO SE REPITE

Por supuesto, hay una cosa que Marcuse falló en enfrentar. Si los oprimidos son virtuosos y se usa la “represión y el adoctrinamiento” para volcar las mesas de poder contra sus opresores, ¿no se convierten ellos mismos en los opresores?

Es decir, si Antifa es el verdadero representante de los oprimidos y usan la fuerza para recuperar su poder, ¿no se convierten ellos en el mismo tipo de mal contra el cual en cierto momento lucharon? Restaurar el poder significa que los oprimidos se convierten en el opresor y eso conduce nada más que a una lucha infinita por el poder, una concepción marxista por derecho propio.

Marcuse, Antifa y otros neo-marxistas deberían prestar atención a palabras de Friedrich Nietzsche: “Cuidaos de que, cuando lucháis contra monstruos, tú mismo no te conviertas en un monstruo… cuando tú miras por mucho tiempo hacia el abismo. También el abismo mira hacia tu interior.”

Esta es la raíz de la moderna ideología antifascista y entender los fundamentos filosóficos ilumina por qué Antifa y otros piensan que ellos tienen una licencia para comportarse como fascistas, en el nombre de una lucha contra ellos.


Tyler Brandt es un Editor Asociado de la Fundación para la Educación Económica. Es graduado de la Universidad de Wisconsin en Madison, con un bachillerato en Ciencias Políticas. En la universidad, Taylor fue un embajador en la ciudad universitaria de la Fundación para la Educación Económica, presidente en el campus del capítulo de Young Americans for Liberty e investigador interno del Instituto John K. MacIver de Política Pública.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.