Información mayor y más actualizada de los impactos de las cuarentenas escolares a los niños. Tal vez, así, con argumentos como estos, se lleguen a abrir pronto nuestras escuelas, cuya situación está causando tanto daño a los jóvenes de este país, principalmente a los de menores ingresos.

FUE UN ERROR CERRAR LAS ESCUELAS, LO CONCEDE UN ESTUDIO DEL REINO UNIDO

Por Jeffrey A. Tucker
American Institute for Economic Research
9 de noviembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jeffrey a. tucker institute for economic research schools November 9, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

El 12 de marzo del 2020, el menú emanó de la pluma de Carter Mecher, experto en bioterrorismo que aconsejaba a la Administración de Veteranos. Fue dirigido a funcionarios de salud pública y a otros alrededor de la nación. Cierren las escuelas. Tiren del gatillo ya. Y así pasó, y, con ello, las libertades cívicas, que por mucho tiempo consideramos logradas -la libertad de viajar, operar empresas, ir a los cines e incluso dejar nuestros hogares- nos fueron despojadas.

Ellos cerraron las escuelas. En ese entonces, era como dominós cayendo, uno tras otro. Los negocios tuvieron que cerrar para que así la gente pudiera cuidar sus hijos en los hogares. También las iglesias. Las actividades de entretenimiento se clausuraron. Incluso se cerraron los parques. Las órdenes de quedarse en casa siguieron a cierres de escuelas. De distintas formas, toda la legitimidad de la cuarentena descansaba en el mérito del cierre de la escuela.

Un pequeño grupo de científicos proponente de cuarentenas se alegró, pues, al fin, su viejo sueño de década y media de conducir ese experimento social se convertía en una realidad.

Los cierres de escuelas tuvieron un efecto desproporcionado sobre las mujeres trabajadoras. Dejaron sus empleos para cuidar a los niños, intentando ayudarles a navegar en el extraño nuevo mundo de aulas Zoom y a hacer las tareas por la vía del correo electrónico. Los hombres permanecieron en los trabajos como los generadores primordiales del pan para el hogar.

Como lo reporta el Washington Post:

“La recesión pandémica [las cuarentenas] ha sido considerada como un “golpe a las mujeres” [Mi traducción de ‘she-session’], pues ha dañado mucho más a mujeres que a hombres. La porción de mujeres que estaba trabajando o buscando empleo ha caído a los niveles más bajos desde 1988, deshaciendo décadas de ganancias duramente logradas en los sitios de trabajo.

El viernes, el reporte acerca de empleos del Departamento del Trabajo mostró que la economía ha recuperado apenas poco más de la mitad de los empleos perdidos en marzo y abril, pero la situación permanece siendo difícil para las mujeres. Hay 2.2 millones menos de mujeres trabajando o buscando empleo que en enero, versus 1.5 millones menos de hombres, según datos del Departamento del Trabajo.”

Con nueve meses de este infierno, podría uno suponer que habría una prueba clara de si, y en qué grado, los resultados severos de contraer el virus están realmente asociados con la asistencia a escuelas. Finalmente ha llegado y las noticias no son buenas para los creyentes en las cuarentenas.

Para ahora es obvio (y lo ha sido desde febrero) que los niños casi no están en peligro ante el virus. El gradiente edad/salud del virus afecta casi exclusivamente a ancianos con comorbilidades. Los niños pueden haber sido útiles para lograr buenos objetivos de salud pública y agotar al virus, en vez de que perdieran, hasta el momento, casi un año entero de escolaridad de buena calidad, por no decir algo acerca del trauma de usar mascarillas obligatorias y ser enseñados que sus amigos son enemigos que potencialmente transportan el patógeno.

Los niños podrían haber estado bien, pero, ¿qué pasa con el personal y los adultos? ¿Encerrar a los niños en sus hogares mantiene a la gente realmente segura y hace que retroceda la infecciosidad y mortalidad asociada con el SARS-CoV-2? ¿Cómo puede uno probar eso? Una forma sencilla sería examinar la diferencia en los resultados de la enfermedad entre ambientes domésticos en donde hay niños presentes versus aquellos en que no lo están.

Esta parece ser una prueba obvia. Finalmente ha aparecido tal estudio, como lo presentara la prestigiosa revista médica Medxriv: “Association between living with children and outcomes from COVID-19: an OpenSAFELY cohort study of 12 million adults in England” [“Asociación entre niños con vida y resultados del COVID-19: Un estudio de cohortes de OpenSAFELY de 12 millones de adultos en Inglaterra.”]

Es el estudio más grande conducido hasta el momento (son 35 los autores) del riesgo del Covid para adultos por contacto con niños, y llega a una conclusión no tan sorprendente, al menos para quienes hasta el momento han seguido la ciencia. Descubrió que no hubo aumento en resultados severos relacionados con el Covid para adultos que viven con niños. Demostró un aumento pequeño en infecciones, pero sin resultados malos. De hecho, el estudio demostró que hubo menos muertes asociadas con adultos que viven con niños en el hogar, que aquellos en el hogar sin niños.

Cito directamente del estudio:

“Este es el primer estudio basado en la población para investigar si el riesgo de infección registrada del SARS-CoV-2 y resultados severos del COVID-19, difieren entre adultos que viven en hogares con y sin niños de edad escolar durante la pandemia en el Reino Unido. Nuestros hallazgos muestran que, para los adultos que viven con niños, no hay evidencia de un riesgo aumentado de resultados severos por COVID-19, aunque puede haber un riesgo ligeramente aumentado de infección registrada por el SARS-CoV-2 para adultos que viven con niños en edades entre 12 y 18 años. Los adultos en edad laboral que viven con niños de 0 a 11 años, tienen un riesgo menor de muerte por el COVID-19, comparados con adultos que viven sin niños, siendo el tamaño del efecto comparable con el riesgo menor de muerte por cualquier causa. No observamos cambios consistentes en el riesgo de infección registrada del SARS-CoV-2 y en resultados severos del COVID-19, al compararse los períodos antes y después del cierre de escuelas.”

¿Qué implica esto?

“Nuestros resultados no demuestran evidencia de daños serios por el COVID-19 para adultos que están en contacto estrecho con niños, comparados con aquellos que viven en familias sin niños. Esto tiene implicaciones para la determinación del balance beneficio-daño de niños asistiendo a escuelas durante la pandemia del COVID-19.”

Las palabras parecen ser un poco abstractas, consistentes con el género de este tipo de escritura. Pero, para ponerlo en español, el temor a los malos resultados por el Covid nunca fue buena razón para cerrar las escuelas. Es decir: ese fue un error enorme. Impacta considerar lo perdido, cómo han sido tratados los niños, qué tan maltratados son los padres, quienes han pagado tanto en impuestos o en matrículas en escuelas privadas. Es un robo no sólo de dinero, sino también de educación y la buena vida.

El American Institute for Economic Research, en general, ha estado de acuerdo con el posicionamiento de John Ioannidis desde mediados de marzo. Esas políticas se pusieron en vigencia sin evidencia sólida de que mitigarían al virus o mejorarían los resultados médicos.

Desde el principio, las cuarentenas eran una política en busca de una racionalización. En todos los meses que han pasado, no se ha presentado ninguna. Y, ahora, nosotros estamos empezando a ver investigación sólida que prueba que, desde el inicio, los escépticos estuvimos en lo correcto. La única pregunta ahora es sí, y cuando admitirán su error, los “expertos” que produjeron este asombroso fracaso.
Tal vez la respuesta sea: cuando los medios empiecen a reportar acerca de ello.

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de nueve libros en 5 idiomas, siendo el más reciente Liberty or Lockdown. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.